Porfiar sin apostar
Los abuelos solían decir que se porfiase lo que hiciera falta, pero que nunca se apostase por nada. "Tú porfía, pero no apuestes". En realidad, el dicho está acuñado ya en las hemerotecas y procede de algún pensante anónimo: "Guarda y no prestes; porfía y no apuestes". En un lugar de la red que se dedica a recopilar frases, he leído: "Guarda y no protestes; porfía y no apuestes." Y aunque te da la risa lo que alguien ha copiado mal o apresuradamente, ambas definiciones nos viene bien para enlazar la entrada de hoy. El consejo, que parece sensato en base a la experiencia que van dando los años, a mi me parece equivocado en determinados asuntos porque, cuando uno ve o siente algo serio por algo o por alguien y hay un camino abierto, lo apuesta todo y lucha por llevar adelante su proyecto. Es así como se han logrado muchas cosas en todos los ámbitos, tanto en el plano personal como público; tanto en la ciudad, como en el pueblo. En nuestro ento