Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2019

Libro de montería

Imagen
En las anotaciones al libro de Montería de Alfonso XI, ya menciona José Antonio Valverde los montes pernianos a mediados del siglo pasado. Forada, en Camasobres; La Espina, monte en la divisoria de aguas en el Puerto de Piedrasluengas; la Dehesa del río Cerezo, entre Camasobres y Peña Labra; y así mismo, el monte de Valtornero, en Casavegas; La Dehesa de Lores, el monte de Caloca, monte Serino, monte de Lebanza; monte de Fuente Tablada, entre Lebanza y San Salvador y el monte de Lobaceda entre Vañes y Villanueva... Nos encontramos en unas tierras donde la caza del oso era habitual, según el Tratado de Caza de 1846, donde se le consideraba una alimaña, hasta prohibirse definitivamente en 1967, después de un periodo de veda generalizado entre los años 1952 a 1957, para que la población se recuperase. Así describían entonces aquella actividad: “La caza de los osos no deja de ser peligrosa, porque cuando éstos ven al cazador suelen dirigirse hacia él para acometerle, levantándose

Raquel Rodríguez Alonso, el alma del Hotel Cildá

Imagen
“Esto iba a ser una casita”. Me cuenta Raquel Rodríguez Alonso, mientras degustamos un té en el salón del hotel Cildá, que ella fundó en 2013. Pese a que Olleros de Pisuerga no figura en los letreros de la autovía y se accede a este pueblo por Mave, pese a que las autoridades no han movido un dedo para señalizar la entrada al pueblo donde se localiza la “catedral de los eremitorios rupestres”, aquí está nuestra protagonista, firme en su empeño de llevar adelante aquel sueño que tuvo después de terminar empresariales en Valladolid. Pero es duro enfrentarse a las primeras pruebas: una inspectora que viene de Palencia, califica aquel hotel rural tan mono de pensión, en base a unas medidas que no cumple; la crítica de Fernando Gallardo en el diario “El País” no supera el 6,30. Las ausencias repetidas de Giovanni, el carpintero, que finalmente vuelve y termina el trabajo dejando una estela de buen gusto en este local lleno de encanto. Aquello que la saca de quicio, que

José María de Cossío (Y II)

Imagen
Lo que se desprende de aquella figura taurina y literaria es humanidad. Humanidad que nos sirve a todos para no bajar la mano en la defensa y promoción de lo nuestro, y no perder nunca la tolerancia, el respeto y la comprensión hacia las posturas de los otros, que debió ser lo que le granjeó la amistad con tantos autores y gentes de su tiempo. Dice al respecto José Camón Aznar: “Si cada hombre tiene una vocación exigente, la de Cossío es la de la amistad”. Cossío era vallisoletano de nacimiento, además de académico, alcalde de Tudanca, presidente del Ateneo de Madrid y como añadió un crítico de nuestro tiempo, Cossío era un gozador de la vida, porque supo hacer una fiesta de la vida y meter en ella a autores de todas las tendencias. Escribió a propósito de esto Emilio García Gómez: “Cossío se divierte escribiendo de temas regionales, pergeñando comentarios y apostillas a nuestros clásicos e interesándose por la historia de los espectáculos públicos. Lo expresa todo aquella ané

José María de Cossío (I)

Imagen
No es sencillo acertar en los juicios sobre personas que vivieron en otro siglo. Uno se acerca ellos, en principio, desorientado por tan distintos pareceres. Se escriben muchas biografías y se presume de saberlo todo, intuyendo lo que se esconde detrás de cada personaje, sabiendo como sabemos que no dejan de experimentar muchas sensaciones que nadie recogió con la presumible fidelidad con la que luego se transmiten. Uno se imagina lo que no es y conviene empaparse en las lecturas de la época para no argumentar hechos que se vivieron en otros momentos de la historia. Y en modo alguno le hacen justicia a Cossío estas cuatro líneas que ahora le dedico, después de la visita en primavera a aquella casona de Polaciones donde vivió los últimos años de su vida y en la que deja impreso algunos de los escenarios que sirvieron de inspiración a notables escritores de su tiempo. He contado en esta misma madeja la historia de Matilde Camús, que compartió comidas y largas sobremesas con José