Ver para creer
No hay nada imposible. Lo sabemos, pero nos negamos a aceptar que pasen cosas extraordinarias en esa especie de biombo en el que transcurre nuestra vida. Nevó en Madrid después de siglos. Mucha gente tuvo que abrir y cerrar los ojos muchas veces porque pensaban que aquello no podía estar pasando allí. Incluso, hubo negacionistas empeñados en afirmar que aquella nieve era distinta, que aquella nieve era mentira, que aquello no era nieve y que a otro perro con ese hueso. Dice un refrán castellano que para creer no hay cosa como ver, pero ante esa ola de negacionistas ya se ha quedado viejo, porque lo ven, lo tocan y lo niegan. Y parece que tienen derecho a poner en entredicho todo, aunque sean cuatro contra el mundo. La casualidad quiere que la película de la nieve que nosotros experimentamos cada año; que en muchas ocasiones padecimos, algunas bajo mínimos; carreteras cortadas durante días, algunas veces semanas; paleando tejados para que no se hundan, abriendo caminos porque hay lugare