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A cielo abierto

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No es suficiente. Cuando la Junta Vecinal de un pueblo y el Servicio de Protección del Medio Ambiente, utilizando todos los recursos a su alcance, tratan de paralizar una obra que puede suponer la mutilación de muchas hectáreas de terreno, no es suficiente el titular de un periódico, ni unas palabras, ni un artículo... Hace algunos años, cuando muchas de las minas internas iban a quebrar, nos dijeron que la explotación a «cielo abierto» podía mantenerlas, ya que desde el exterior se podía hacer un seguimiento de las capas. Entonces, el Gobierno se pronunció claramente: «El carbón hay que extraerlo como sea y de donde sea». Es decir, no importaba el precio que hubieran de pagar los pueblos. Aquellos días, cuando empezaban a remover los terrenos con ciertas dosis de cautela, encontraron infinidad de fórmulas para convencernos. Se habló de una nueva forma de explotación y aprovechamiento, a la que era imposible llegar desde dentro. El empleo de una maquinaria, nuevas vías de comunica

Oficios

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Señala un estudio elaborado por un equipo de Investigaciones Speleo Etnográficas, dirigido por Gonzalo Alcalde Crespo, que «en Redondo se contaba a mediados del siglo XVIII con un escribano, un cirujano, un médico, dos herreros, dos sastres y dos tejedores, de los cuales los tres primeros oficios eran ejercidos en Tremaya por las mismas personas. Además, dieciocho pobres de solemnidad, 5 curas, 16 religiosos, un guardián y tres criados en el Monasterio Franciscano de La Virgen de Viarce. Es curioso, verdad, e invita esta cita a reflexión. El único herrero que ha quedado en esta zona de montaña con dominio del oficio y abierto a nuevas perspectivas, utensilios de forja parejos a los que mi amigo Valentín Prieto realiza en Guardo reside y trabaja en San Salvador. Dicho esto, añadir que, no hay sastres, ni tejedores, ni pobres de solemnidad. Por no haber, no hay ni curas que deben multiplicarse para ofrecer una misa de domingo a cada pueblo, llegando incluso a zonas com

Contentos estamos

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Aunque nadie lo esté, mucho menos ahora, que la ciudad también padece el acoso incesante de lo que llaman crisis. Pero vamos a decir que sí, que en general, cada vecino en las zonas más elevadas, donde se acentúan más las carencias, proclama en voz alta su bienestar, su acomodo a las situaciones que para el alma forastera implican un delito, o si se quiere, un olvido imperdonable de las Instituciones provinciales. Algo se ha conseguido: el acercamiento de las máquinas quitanieves a la zona de montaña. Bien es verdad que Palencia lo forman muchos pueblos, y que en muchos lugares, ya sea mirando hacia La Ojeda, o a los pueblos de camino entre Guardo y Saldaña, o aquellos que se esconden entre Salinas de Pisuerga y Aguilar, en todos -insisto- están muy limitados los recursos. Pero las zonas de montaña más alejadas de la capital, con mayores dificultades de acceso viven un descontento soterrado. Es un miedo interno que no se deja pronunciar: el médico, haga lo que haga, es intocab

Que paren esta ofensa

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Estoy de acuerdo. Los políticos son necesarios. No cobran ni la milésima parte del trabajo que desempeñan, siempre que lo desempeñen bien. Vamos a darles, pues, lo que demandan. Eso sí, que nos permitan el castigo si no sirven. Sabemos las responsabilidades que conlleva una casa; suponemos las que conlleva un municipio, una provincia, una región .... Así pues, que establezcan un precio, que lo cobren y que tengamos la seguridad que si después de este acuerdo quebrantan la norma, reciban un castigo ejemplar, sin que sirva de excepción su condición de hombres públicos. Hace algunos años, tuve ocasión, de contemplar el magnicidio en Villanueva de Arriba, un pueblo a pocos kilómetros de Guardo. Hasta el lugar me condujeron varios vecinos, pero entonces nadie quiso que su nombre figurase en los papeles y hubo que dejar la información en suspenso. Entonces los ánimos estaban encendidos, se habían devastado unas hectáreas enormes de terreno en busca de carbón a cielo abierto. Unos añ

Incomunicados

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Otra vez los acontecimientos me desbordan y debo adelantar mis reflexiones para que coincidan en el lugar y el tiempo. Cuando comienzo a escribir estas líneas, nieva en Bilbao con una inusitada fuerza. Niños y mayores se mezclan en los patios llenándose las manos del elemento blanco. Ya el sábado por la noche, la radio notificó que la Diputación de aquí, tenía preparados veinte coches especiales y quince o veinte máquinas quitanieves. Los diarios no llegaron con normalidad a muchos de los puntos de encuentro, y como de costumbre, cundió la alarma por unos palmos nieve, forzando una sonrisa de mi máquina. El domingo por la noche me llaman de San Salvador. A pesar de conocer la intensidad que aquí alcanza la nieve, están alarmados: algunos tejados se han hundido y por sus palabras me recuerdan la gran nevada de hace doce años. El telediario dice que ochocientos pueblos de toda España se encuentran incomunicados. Pero cuando se generaliza la noticia, ésta deja de tener importancia. Q

Pleitos

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Victor de la Serna -que le vamos a gastar de tanto usarle-, se acercó bastante a nuestras sierras. Por la ruta de los Foramontanos, llega a la Venta de Tajahierro, enclavada en las primeras brañas de Palombera. Maestro, es decir poco, lo cierto es que vino a Peña Labra y se acercó a todos los misterios que envuelven ¿esta zona de Palencia? Como sabe el lector, hace algunos años, por un pleito habido entre uno de los últimos pueblos de la provincia, Piedrasluengas, y un pueblo de Cantabria, Valdeprado, manejados los hilos por el influyente Eduardo García de Enterría, Palencia perdía unas hectáreas de terreno, en un litigio que venía ya de siglos. El viajero, de todas formas, se pregunta a qué se debe tanto cambio, no encontrando respuesta. Tiempo atrás, Piedad Isla, fotógrafa de Cervera, hizo pública una carta a través de un medio palentino ya desaparecido, dirigida a un diputado, en la que se exponían razones -según la autora mas que suficientes- para anexionarnos a la provinci

¿Existió la leyenda?

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Cuenta la leyenda que, por una historia de celos, tomó la villa de San Salvador su actual nombre, y aunque a los publicistas nos enseñen los libros que, las leyendas sólo sirven para explicar un hecho, lo cierto es que la respuesta del cantor me parece adecuada para explicar el por qué San Salvador de Tremaya, es hoy de Cantamuda. Creamos pues en ella, de la misma forma que creemos en los Reyes Magos. Fue Munio el conde de este valle, lugar que tuvo el privilegio de ser libre antes de que los políticos actuales nos lo anunciaran a bombo y platillo, nombrando a sus señores y rigiéndose por sus fueros, acaso como premonición de lo que ahora se está consolidando en nuestro entorno como mapa regional o autonómico. Con Munio Gómez nos alcanzó la sangre de la llanura, la de la Vega de Saldaña, aplacando así, tal vez, nuestro recio carácter, ahora mismo dormido, congelado, como quien dice -rompiendo aguas ante acontecimientos que llegarán porque el tiempo no se detiene y la esperanza sigue

Conspiración de silencio

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No hay nada imposible, aunque quienes venden a través del periódico un pueblo, nos vuelven a poner en evidencia. Una columnista de este medio se preguntaba recientemente de quién era la culpa y uno, sinceramente se lo digo, está agotando sobre el papel las últimas historias. La conformidad de la gente, que es una forma de apatía engañosa, o aún peor, un despectivo «cada cual se apañe como pueda", ha podido con todos los lemas y ha sucumbido ante todas las barreras. Me explico. Hace algunos meses murió absurdamente un vecino en un pueblo del norte. Todos callaron. Hubo un pequeño conato de rebelión por parte de la familia que acabó a la entrada de Palencia. Unos años atrás sucedió algo similar, aunque casos parecidos y en otros sectores se estén repitiendo de continuo. La sección de «correo espontáneo o cartas al director» de los distintos medios, sirven de ejemplo muchas veces, cuando un ciudadano que se ha visto afectado por una situación irregular o desagradable, pide una

El sentimiento de las tres íes

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Alguno de los posibles lectores de este cuaderno, puede pensar, si no conoce la enjundia de la montaña palentina, que estamos desgranando historias de hace cien años. Desgraciadamente, muy pocas veces vienen a corroborar lo contrario grupos y asociaciones, porque son pocos los que quedan y ya no hay fuerzas para emprender otros caminos. ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL LIBRO VER DOS VECES LAS COSAS FROILÁN DE LÓZAR, SEPTIEMBRE DE 2020 LECTURAS + DE 113

Hurgar en la costumbre

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Nada cuesta, una vez más, bucear por esa franja norte de nuestra geografía provincial, donde aún quedan rescoldos de aquel fuego de antaño. En Polentinos, pueblo tradicional donde los haya, este año mataron el gallo de Quico, mientras el hombre estaba en la verbena, y treparon al Mayo en pleno agosto, ya saben, aquella tradición cuando cantaba misa uno del pueblo.   Las costumbres, como la vida, han cambiado. En San Salvador y en Polentinos se cantaban las marzas y los Reyes hasta bién entrada la década de los ochenta y en el mantenimiento de toda tradición influye, me consta, la ayuda de los mayores y la disponibilidad de los más jóvenes. Hace dos años, en San Salvador, en el marco de la iglesia románica, se escenificó un nacimiento viviente. No es gran cosa, desde luego. Ni se vive con aquella pasión de años atrás, ni se vuelven los ojos hacia los ritos heredados de nuestra gente adulta. Hoy somos extraños en nuestra propia casa y el pueblo, como el mundo, están en pie de g

San Andrés: Arte y silencio

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Un poco más allá de Prádanos de Ojeda, en un remanso del camino que conduce hacia la localidad de Alar del Rey, se encuentra San Andrés de Arroyo. Dice el periodista Fernando Gallardo que el claustro del siglo XI, por el que sentía gran aprecio Manuel Azaña, es un remanso de silencio.  Las monjitas me reciben el día de la boda de mi hermana, cinco de ellas hermanas a su vez de su suegra, y una, Delia, la priora, tía de Pili Cajigal, la de San Salvador. Casualidades que, quien escribe de cuestiones, a veces emponzoñadas de política, venga a caer en este remanso, orilla de montaña, donde se labra bamba y socorrito. Y es cierto. Allí el silencio impone más que el arte. Los arcos, las columnas, los grabados en las piedras, todo es admirable, pero la fuente del patio entona los maitines con destreza, sin pausa, haciendo que el silencio que se imponen estas madres bernardas no sea tal que hasta las fuentes enmudezcan. Me conducen por un largo pasillo hacia la sala de visitas. No

Piedad Isla

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No ha sido mujer de un día. Ni una mujer cualquiera. No es un secreto para nadie que Piedad Isla pertenece a esa parte del pueblo que ha luchado codo a codo desde el principio al fin por las cosas en las que creía. Desde su estudio fotográfico en Cervera de Pisuerga, ha proyectado la montaña más allá de nuestras fronteras. Con enorme sacrificio, ha dado vida a un Museo Etnográfico y ha puesto el punto sobre la llaga en muchos engorrosos asuntos. Por citar algunos: la declaración de Conjunto Histórico Artístico para la villa cerverana y la lucha en contra del pantano de Vidrieros. Las personas que, como ella, se mueven mucho, generan inquietudes en su entorno y también, por qué no decirlo, enemigos. Piedad sabía que con un negocio en un pueblo pequeño, corre un riesgo muy grande si se mete en política o, quien dice en política, dice también en asuntos sociales, tal puede ser el caso de "Cervera Más Allá". Recuerdo una fuerte polémica, a propósito de la urbanización,

Broco

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Un intelectual, Manuel Broco Barredo, escribe acerca de los mineros de Asturias, en una pequeña e interesante revista que edita el grupo madrileño Cero. ¿Qué le está permitido desear a un minero de Mieres? -se pregunta. Todos los mineros, los de Palencia también, se preguntan muchas veces por su vida, por su futuro, cuando las minas cierran, condenados como están a eso que llaman silicosis. Mi amigo Vega Antuña, que contaba historias de la nieve en aquel famoso «Cimbalillo», y que regentó el economato de las minas en San Salvador, además de llevar la gestión de las de Castrejón de la Peña, sabe mucho de lo que pasa fuera de la bocamina. Por su parte, Lorenzo, el del Campo, un picador de primera retirado por respirar en las cavernas de la "Eugenia", sabe todo lo que pasa dentro. La Montaña Palentina se ha llenado de luto muchas veces. Ha muerto mucha gente en situaciones confusas, trabajando en condiciones infrahumanas, boquetes laterales por donde justo entra el cuerp

Una casa en Pineda

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Un paseo por la memoria. Casi daba por hecho entonces, el nuevo pantano que finalmente no se hizo. He vuelto al Curavacas. Caloca, al otro lado de Casavegas, ya tiene carretera. Tantos años, tantos gobiernos y ha sido el polémico Hormaechea el que ha puesto un servicio imprescindible en aquella parte de la montaña. A éste le echan los tejos porque ha dilapidado una fortuna en cosas para el pueblo, mientras otros se llevan las comisiones y aquí no pasa nada.  Caloca es el punto álgido de la belleza suma. Más arriba, en Pineda, conviven todas las etnias de Pernía. Tañuga y Secarro, puertos de Lores; Pomar, de San Salvador y el puerto de Cortes, de los Quinitos de Lomeña, pueblo del Ayuntamiento de Pesaguero. Puertos, todos, donde se sigue alimentando la trashumancia. Cuentan los más viejos del lugar, lo ocurrido un cinco de junio, nadie me ha precisado de qué año. Nevó y trashumantes y vecinos de los pueblos tuvieron que bajar con su ganado. Nuestro puerto termina en la Collada

Caminos

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La asociación cultural «Pernía», cuyas actividades, por muchos conceptos, se han visto mermadas en los últimos tiempos, hizo saber, a través de un comunicado, la situación de la carretera comarcal 627 -Burgos-Potes-, en el tramo comprendido entre Cervera y Piedrasluengas. Dicha situación se viene prolongando y agravando desde hace varios años, deterioro acentuado por los duros inviernos que afectan a la zona de montaña. La ejecución de la obra, proyectada para 1992, lleva camino de no cumplirse -me susurran- hasta el 94. Lo que sí se ha cumplido es el pronóstico de la asociación y de todos estos pueblos, que temían el agravamiento del estado del firme, influyendo en el desarrollo normal de esta comarca. Hace varios meses, los encargados de esta materia en el Gobierno cántabro declararon que ellos no permitirían recortes. Aquí, que yo sepa, nadie ha hecho declaraciones a este respecto, a excepción de Mañueco y fuera de esta zona; es más, aquellos, apoyados ahora por el gran Hormae

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