Victor de la Serna -que le vamos a gastar de tanto usarle-, se acercó bastante a nuestras sierras. Por la ruta de los Foramontanos, llega a la Venta de Tajahierro, enclavada en las primeras brañas de Palombera. Maestro, es decir poco, lo cierto es que vino a Peña Labra y se acercó a todos los misterios que envuelven ¿esta zona de Palencia?
Como sabe el lector, hace algunos años, por un pleito habido entre uno de los últimos pueblos de la provincia, Piedrasluengas, y un pueblo de Cantabria, Valdeprado, manejados los hilos por el influyente Eduardo García de Enterría, Palencia perdía unas hectáreas de terreno, en un litigio que venía ya de siglos. El viajero, de todas formas, se pregunta a qué se debe tanto cambio, no encontrando respuesta. Tiempo atrás, Piedad Isla, fotógrafa de Cervera, hizo pública una carta a través de un medio palentino ya desaparecido, dirigida a un diputado, en la que se exponían razones -según la autora mas que suficientes- para anexionarnos a la provincia de Cantabria. El dilema, pleiteado con envites de tinta, quedó como estaba al principio, y es que Palencia está muy lejos. Lo comentaba yo con mi redactora, Isabel Calle, por teléfono, tratando de exponer el injusto olvido que sufre el personal por estas latitudes.
Suena ya un poco a burla, que cuatro niños quieran plantarnos la ikurriña en la plaza del pueblo, viendo acaso nuestra indiferencia tan atroz hacia todo lo que se mueve. No hemos sido personal de campaña. De aquellas hospitalarias gentes, no queda sino el recuerdo de los viejos cuando se cosechaba el lino y la cántara de vino costaba dos reales. Cuando las abuelas lo eran de lodo el pueblo. Ahora nos lo han quitado todo. La capital y el pueblo viven sumidos en los pleitos dichosos, que siempre acaban tarde y mal porque hay vencidos. Si por ejemplo, subes a Celada de Roblecedo, un pueblo que llegó a tener 400 vecinos, lo encontrarás limpio de polvo y paja, hasta Cervera queda lejos para que funcionen bien las cosas. Estamos atrapados. La protesta que pudiera elevarse está anquilosada en los labios de estas humildes gentes para quienes hoy la bandera es lo de menos. Tal vez nos tocase algo, si como ha propuesto hace poco un diputado en el Congreso, Cantabria se aliase con Castilla, por aquello de que siempre ha sido su puerto. Una solución que requiere, dada la magnitud que están alcanzando algunas autonomías, mucho más que palabras. Y la verdad es que, aquí, no estamos para pleitos.
©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
"El Norte de Castilla"
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