La enfermedad
Cualquier tiempo es bueno para quejarse y, en este verano que se nos fue, más. En Cervera de Pisuerga se concentraron casi medio millar de almas y, al frente, muchos alcaldes de todos estos pueblos y comarcas empujados por la enfermedad. Sí, porque son enfermos del sistema. Enfermos crónicos. Enfermos, que vienen intuyendo que los Diputados (que son a este efecto, los médicos), no abordan un problema que se extiende y que amenaza con ocuparlo todo. ¡Qué digo! Diputados que abandonan al pueblo, que lo dejan a la deriva, que sólo miran para su culo y su cartera. Se trata de una enfermedad contagiosa, porque la padece también el que viene a hacer turismo o a visitar a su familia. Es evidente que nadie se da cuenta de ese mal hasta que algo le aprieta, hasta que alguien de su familia o amistades se corta y precisan llegar enseguida a un centro de urgencias. No se engañen, nadie está a salvo de un accidente o de un infarto, y es en ese momento cuando uno busca desesperado la cura