Hasta la extenuación

A mediados de marzo de este año un estudio de Luis Romero, profesor de geografía en la Universidad de Valencia, da a conocer las causas del despoblamiento en las zonas rurales de España. El turismo no es suficiente para mantenerlas. El investigador apuesta por la recuperación y nuevo uso de los bienes comunales. Por debajo de los 500 habitantes reales un pueblo tiene un crudo futuro. Y esa es la realidad en la que ya se encuentran más de 4.000 municipios, la mitad de todos los que hay en España.



No sé si es bueno o malo reincidir tantas veces en lo mismo. Recurrir cada año al censo de nuestros pueblos, tal vez no sea lo aconsejado por quienes desde hace tantos lustros solo hablan de recetas milagrosas. Porque, mirando el mal, uno ni se consuela ni se cura. Posiblemente, solo sirva a efectos de incrementar el temor a quedarnos solos, precipitando de alguna manera esa hecatombe que viene a ser para nosotros la devastación y el abandono del lugar donde naciste, donde jugaste, donde creciste.

Esto cansa a cualquiera, a mi también, se lo aseguro, pues lo que todos esperamos son soluciones. No más proyectos ni promesas que luego no se cumplen. Sea como fuere, sirva o no para que alguien vuelva los ojos a esta despoblación que nos desangra, hemos de colocar sobre la mesa de nuevo y todas las veces que haga falta esta acuciante llamada para que, si existiera un resquicio, por pequeño que fuera, si quienes desde las altas esferas del poder entienden que alguna actuación puede abrir una brecha de esperanza, se pongan a trabajar en ello que aquí la esperanza no se pierde hasta que se apaguen todas las luces.

La idea de escribir un libro resumiendo la historia de cada pueblo, las notas que han llegado por diferentes vías hasta nosotros, nos ayuda a pegarnos de frente con este abandono de los pueblos que ya venimos anunciando desde hace años.

Necesitamos repetirlo, aunque nos duela, aunque sólo sirva para recordar que una vez hubo vida en ellos y, sobre todo, que hay gente que no abandonará nunca y que necesita, por lo tanto, medidas que puedan mantenerle allí, donde se siente vivo.

De la sección "La Madeja", para Diario Palentino, @2018

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