Todos los año, cuando agosto deja sentir los últimos latidos, me dirijo a La Laguna, un pueblo del Valle de Polaciones. Allí coincidí un día con el alcalde de Quintana, amante del rabel, que gusta de evocar por estas fechas los temas tradicionales cántabros, en compañía de amigos campurrianos que van de fiesta en fiesta por cuatro perras, como hacíamos nosotros por estos pagos. Uno de sus amigos, después de evocar la fiesta de Carmona, o la de "los Campanos", típica de la "Viaña", antes d comenzar a cantar realiza su propia presentación ante vecinos del lugar y personas que acuden de los pueblos cercanos.
Abrir puertas y ventanas
y también los corredores,
veréis pasar en hilera
los "tochos" de Polaciones.
Pero entre los de "Polaciones" -hizo un alto el cantor para buscar la explicación a la siguiente copla- iba uno que tuvo la ocurrencia y contestó de esta manera:
Del Valle de Polaciones
sacó el Rey sus consejeros
y del Valle de Pernía
pastores y borregueros...
Y es que, anécdota sobre anécdota, aquí los valles se estiran a antojo del caminante. Nunca se les llega a conocer del todo. Ni quienes hemos nacido aquí y aquí regresamos siempre que las circunstancias lo permiten, podemos traducirlo. Sensación placentera que nos invade a medida que nos vamos adentrando en el paisaje.
"Uno no es de donde nace, sino de donde pace" -se dice-. Uno no es de donde vive, sino de donde piensa, de donde siente, y yo siento montaña, esto es irremediable.
Lejos de allí estoy más dentro de ella que nunca, emitiendo juicios, buscando razones, rompiendo lanas en pro de asuntos que a mi, de otra manera, jamás me hubieran afectado.
Dicen nuestros vecinos que Peñasagra es lo más cerca del cielo...
Dame la mano morena
para subir a la cima,
en la falda de aquel monte
la Virgen tiene su Ermita.
En los montes de Carmona
se oyen sonar los campanos
señal que la nieve asoma
y descienden los ganados.
Bajan rozando las lomas
desde los pueblos más altos
abandonando las brañas
donde arrancaron los pastos.
Todos los años, agosto en ciernes, busco con un preconcebido anhelo los parajes secretos, los atajos que nos llevaban de pueblo en pueblo, la buena gente a la que tanto debo; la gente menos dispuesta a la que recordé su indiferencia; la gente más necesitada a la que siempre, mientras viva, seguiré como pueda defendiendo.
Los que pasaron antes dejaron el camino preparado. Los valles se mantienen unidos, esperando el futuro.
Por eso, cuando agosto concluye, visito el escenario al que un cantor sin nombre sube y abrazándose a su interlocutor inicia un canto, saca de su chistera un chascarrillo y, finalmente, con voz fuerte entona un estribillo que unánimemente comienzan a tararear los asistentes.
Polaciones, a las faldas de nuestro Peñalabra, tiene también motivos suficientes para erigirse en Parque, para entrar en el catálogo de los rincones bellos.
Allí se entiende que fuera el Valle de sus amores.
Imagen: "La Pasaa" , o paso de la cabaña de Liébana y Polaciones por Camasobres
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