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Mostrando entradas de 2019

La cabeza del alfoz

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En la documentación medieval que ha llegado hasta nuestros días, existen algunas referencias de una cierta fortificación en la alta Edad Media en las proximidades de Resoba (Palencia), la cual aparece nombrada como 'Castro de San Juan'. Los textos atestiguan que fue cabeza del alfoz homónimo, que abarcaba los actuales términos de Polentinos y de Resoba, así como las comarcas que hoy se denominan Fuentes Carrionas y el Valle Estrecho. SANTIBÁÑEZ DE RESOBA Cien pueblos venerados, absortos, descritos de cien formas, que tratan de ganarle tierra al olvido poniendo en la balanza un equipaje tentador: su gente, su enclave, su leyenda. La situación geográfica les hace distintos y la leyenda les mantiene en una especie de suspense. Quienes viven aquí son conscientes del sacrificio al que se exponen y el tiempo se encarga de ir limando todas las asperezas. Pero, podemos pedir más: a los gobiernos, a los medios de comunicación, a los turistas. Por una serie compl

La despensa

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Cervera ha sido despensa en todos los tiempos, almacén de aprovisionamiento para la superpoblada Liébana y toda la vertiente oriental de 'Peñasagra" hasta el mar. De ello dan testimonio las 18 ventas existentes entre Potes y Cervera; las situadas en puntos de paso por las altas montañas: Aruz, Sierra de Alba, Puente Tebro ... De ahí que en Liébana se dijera siempre: "Suda, suda, cañavera, que mi padre fue a Cervera, a por pan, vino y cera. El pan y vinopara nos, la cera para vos". CERVERA DE PISUERGA "Hay una lucidez deslumbrante, siniestra, sórdida en el dolor", -explica el filósofo Rafael Argullol en su lucha contra un dolor físico irresistible. Nosotros no luchamos ahora contra ese tipo de dolor, el de tantos como se nos descubren a lo largo y ancho de la vida. Es posible que nos neguemos a ver la realidad, la que habla de la inexorable agonía de nuestros pueblos. Esa fórmula de los políticos que nos doran la píldora, o

De, por y para la mina

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También se celebra, aunque no oficialmente, la festividad de Santa Bárbara, patrona de los mineros, el 4 de Diciembre; la subida al Torreón, el primer domingo de agosto y la fiesta del turista, el tercer fin de semana de agosto. BARRUELO DE SANTULLÁN   Lo expone bien Alfredo Rodríguez, uno de sus cronistas: Durante muchos años sólo se vivió de, por y para la mina, pues significaba ingresos y estabilidad económica. Había, por tanto, alegría, sin perder el sereno ambiente de paz que infunde la grandiosidad del contorno.  La necesidad de obreros, lleva a la empresa que dirigía el ingeniero francés Félix Parent, a crear infraestructuras sociales y mejorar las condiciones de lo que se denominó entonces paternalismo industrial. De aquella época todavía se pueden ver buenos ejemplos de arquitectura tradicional minera. Aquello que fue la vida y la razón de un pueblo, tuvo también su parte dolorosa donde muchas personas perdieron la vida en las galerías y otros

Amaia-a, la frontera

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En el siglo XII se nombra como “castellum de Tremaia”. Según el investigador Gonzalo Alcalde Crespo, tanto la etimología de San Salvador de Cantamuda (muga), como la de Tremaya (amaia-a), nos hablan de un límite, mojón o frontera de un territorio, por lo que es muy posible que ambos lugares convivieran unidos por mucho tiempo. TREMAYA Interrumpo y valoro un correo, que mi amigo Luis Guzmán envía al fraile José Luis Estalayo, que me saluda desde Méjico. José Luis nació en Tremaya, pueblo en el que recayó nuestro mentor allá por el año 1943. Cuando Luis ejercía como maestro en la escuela de San Felices, cuenta que, acompañado por Clementino, el hijo del maestro de Herreruela, llegaba hasta Celada, subían por Valsemana hasta la Espina para caer así por gran pendiente sobre Tremaya. En ese cúmulo de recuerdos, Luis se detiene en la cantina, en la pradera donde se hacía el baile, en las eras donde se jugaba a las cartas y se adquirían pipas y almendras garrapiñadas. L

Lavancia, Labanza, Alabanza

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Su origen parte de antiguo establecimiento monacal de La Abadía, conocida en los documentos históricos por los nombres de Lavancia, Labanza, Alabanza, remontándose al siglo X. LEBANZA Estrabón, que estudió en profundidad las costumbres de los pueblos del norte, y al que hacen continua referencia los investigadores actuales, hablaba de la bellota como alimento fundamental las dos terceras parte del año. Después de secar, la trituraban y molían y con la harina se elaboraba un pan que se conservaba durante largo tiempo. Dice Estrabón que, “los montañeses, en general, cuando obtenían ciertas cantidades de vino, reunidos todos los parientes lo consumían presto en común”. Respecto a las jerarquías en estos pueblos, se sabe que comían sentados en bancos adheridos a los muros de las casas, o en círculos alrededor de la comida, pasándosela unos a otros y ocupando puestos según edad y dignidad. PARA SABER MÁS DE LEBANZA PINCHAR EN LA IMAGEN PARA IR AL ÍNDIC

A los pies del Peñalabra

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Último pueblo de Palencia, camino de la villa de Potes, y paso hacia los valles cántabros de Liébana y Polaciones, como vigía a los pies del Peñalabra, considerado el mojón de Castilla. PIEDRASLUENGAS “Dónde irá el buey que no are. A Piedrasluengas” –dice el refranero que rescataba en estas mismas páginas el escritor palentino Germán Barrio–. Pero, aunque parezca increíble, también el buey araba en aquellas pendientes donde los terrenos arcillosos de nuestra tierra van encogiéndose para dar paso al micro clima de la Liébana. Esa luminosidad que deslumbra a los investigadores, es la que surge casi en los límites de nuestra provincia, a un paso de “La Venta Pepín”, primera posada que se alza en territorio vecino y donde tantas veces reparamos las fuerzas al subir de las ferias de Potes, citas a la que acudían todos los lunes del año nuestros ganaderos y comerciantes; lugares y gentes que tantas huellas dejaron y comunicación que sigue viva entre actuales poblad

Libro de montería

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En las anotaciones al libro de Montería de Alfonso XI, ya menciona José Antonio Valverde los montes pernianos a mediados del siglo pasado. Forada, en Camasobres; La Espina, monte en la divisoria de aguas en el Puerto de Piedrasluengas; la Dehesa del río Cerezo, entre Camasobres y Peña Labra; y así mismo, el monte de Valtornero, en Casavegas; La Dehesa de Lores, el monte de Caloca, monte Serino, monte de Lebanza; monte de Fuente Tablada, entre Lebanza y San Salvador y el monte de Lobaceda entre Vañes y Villanueva... Nos encontramos en unas tierras donde la caza del oso era habitual, según el Tratado de Caza de 1846, donde se le consideraba una alimaña, hasta prohibirse definitivamente en 1967, después de un periodo de veda generalizado entre los años 1952 a 1957, para que la población se recuperase. Así describían entonces aquella actividad: “La caza de los osos no deja de ser peligrosa, porque cuando éstos ven al cazador suelen dirigirse hacia él para acometerle, levantándose

Raquel Rodríguez Alonso, el alma del Hotel Cildá

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“Esto iba a ser una casita”. Me cuenta Raquel Rodríguez Alonso, mientras degustamos un té en el salón del hotel Cildá, que ella fundó en 2013. Pese a que Olleros de Pisuerga no figura en los letreros de la autovía y se accede a este pueblo por Mave, pese a que las autoridades no han movido un dedo para señalizar la entrada al pueblo donde se localiza la “catedral de los eremitorios rupestres”, aquí está nuestra protagonista, firme en su empeño de llevar adelante aquel sueño que tuvo después de terminar empresariales en Valladolid. Pero es duro enfrentarse a las primeras pruebas: una inspectora que viene de Palencia, califica aquel hotel rural tan mono de pensión, en base a unas medidas que no cumple; la crítica de Fernando Gallardo en el diario “El País” no supera el 6,30. Las ausencias repetidas de Giovanni, el carpintero, que finalmente vuelve y termina el trabajo dejando una estela de buen gusto en este local lleno de encanto. Aquello que la saca de quicio, que

José María de Cossío (Y II)

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Lo que se desprende de aquella figura taurina y literaria es humanidad. Humanidad que nos sirve a todos para no bajar la mano en la defensa y promoción de lo nuestro, y no perder nunca la tolerancia, el respeto y la comprensión hacia las posturas de los otros, que debió ser lo que le granjeó la amistad con tantos autores y gentes de su tiempo. Dice al respecto José Camón Aznar: “Si cada hombre tiene una vocación exigente, la de Cossío es la de la amistad”. Cossío era vallisoletano de nacimiento, además de académico, alcalde de Tudanca, presidente del Ateneo de Madrid y como añadió un crítico de nuestro tiempo, Cossío era un gozador de la vida, porque supo hacer una fiesta de la vida y meter en ella a autores de todas las tendencias. Escribió a propósito de esto Emilio García Gómez: “Cossío se divierte escribiendo de temas regionales, pergeñando comentarios y apostillas a nuestros clásicos e interesándose por la historia de los espectáculos públicos. Lo expresa todo aquella ané

José María de Cossío (I)

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No es sencillo acertar en los juicios sobre personas que vivieron en otro siglo. Uno se acerca ellos, en principio, desorientado por tan distintos pareceres. Se escriben muchas biografías y se presume de saberlo todo, intuyendo lo que se esconde detrás de cada personaje, sabiendo como sabemos que no dejan de experimentar muchas sensaciones que nadie recogió con la presumible fidelidad con la que luego se transmiten. Uno se imagina lo que no es y conviene empaparse en las lecturas de la época para no argumentar hechos que se vivieron en otros momentos de la historia. Y en modo alguno le hacen justicia a Cossío estas cuatro líneas que ahora le dedico, después de la visita en primavera a aquella casona de Polaciones donde vivió los últimos años de su vida y en la que deja impreso algunos de los escenarios que sirvieron de inspiración a notables escritores de su tiempo. He contado en esta misma madeja la historia de Matilde Camús, que compartió comidas y largas sobremesas con José

Ruta del Carbón de Cook

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        Desde 1838 a 1894, poco antes de que llegara el ferrocarril —el de Alar a Santander y el de La Robla— se produce en el Valle de Castillería el carbón de coque. Se transportaba el material, primero en carretas, tiradas por caballerías, hasta la dársena del Canal de Castilla en Alar del Rey y después en barcazas, según trasladan los cronistas, hasta llegar a Palencia y Valladolid. Hasta Rueda llegaba el carbón que venía de la Sierra de Corisa. La pequeña producción se ofrecía al consumo después de convertirlo en carbón de Cook. El carbón que llegaba de aquella Sierra, lo mismo que el que llegaba de la mina La Florida, en San Felices de Castillería, se transportaba en carretas a través de caminos intransitables hasta Rueda, de allí a Quintanaluengos, Perazancas por el Valle de Valdoso hasta llegar a Alar del Rey a través de Olmos y Prádanos de Ojeda. CUADERNO DE ANOTACIONES Luis Angel Torres Ramasco, oriundo de San Felices de Castillería, se acuerda de los últi