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La rosca infinita

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Nada cambiará tanto como para ignorar nuestra procedencia. Hemos corrido mucho. Los últimos tramos de este siglo han sido carreras desbocadas, aceleradas. Pisotones. Ya hemos llegado. ¿Qué nos espera?¿Quién nos espera?¿A quién esperamos? Si hay algo que de verdad me inquieta es el punto final de tanto pronóstico. Porque aquí venimos a divagar no en la manera quijotesca de los videntes, sino en la inquietud y la pregunta de tantos millones de mortales. Se descubre el mundo. Se planea. Edificamos sobre él. Innovamos a velocidades supersónicas. Todo está bien, pero no encontramos el punto exacto, el momento ideal, el soporte perfecto que nos sirva ya como camino definitivo. Es evidente que debemos proyectarnos a un futuro, a un espacio sin puerta, a una historia sin final. Parece que la inquietud no nos dejará nunca. Y la ambición tampoco. Después de clonar una oveja no cejaremos hasta clonar al ser humano; después de subir a la luna, vamos buscando vida en Marte. Y lo que nos cabrea n

Bilbao 2000

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Hoy he sentido la tentación de escribiros unas letras de Bilbao, desde Bilbao, la ciudad donde vivo, en la que me instalé hace treinta años y en la que he contactado con muchos palentinos que dejaron su pueblo. Desde ella me proyecto periódicamente hacia ustedes a través de este Medio más que centenario. Pero, conozco Bilbao, sobre todo, a través de quienes le vivieron. He tenido la suerte de entablar amistad con personas que nacieron muy cerca de la ciudad: marineros, constructores, tenderos; Nacionalistas defensores de Arzalluz –pese a todas las razones expuestas por columnistas y contrarios– y Nacionalistas, admiradores sobre todo de Atutxa, el hombre de Interior que, en el punto de mira de los terroristas, frente a las ideas que apuntaban los propios jefes de sus filas, se hizo fuerte y defendió primero y ante todo la vida. También vivo y convivo con varios accionistas del nuevo periódico que sustituirá a Egin. Vivimos y debemos soportarnos, buscando la fórmula para qu

¿Treviño?¿Trebiño?

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A 90 kilómetros de Burgos y a 15 de Vitoria, se encuentra el Condado de Treviño. Hace ya muchos años que se viene hablando de una solución justa que acerque a los 1100 habitantes de este enclave, no sólo social, sino también administrativamente al País Vasco. A primeros de este año en el que estamos, por primera vez, se reunieron en Burgos representantes de los gobiernos Vasco y de Castilla y León, para tratar la problemática y llegar a un acuerdo. Ya en 1994, se dieron cita en Puebla de Arganzón unas 8000 personas para celebrar el Trebiño Eguna, fiesta que según los organizadores y participantes sirve para reivindicar la integración del Condado de Treviño en Alava, y a la que asisten varios políticos, entre ellos el entonces vicelehendakari Fernando Buesa. Es curioso observar cómo cambia el pensamiento de la gente en el transcurso de tres días. El día 5 de Enero, Vicente Orden Vigara manifiesta con estas palabras su disgusto: “Hablar del referéndum o anexión al País Vasco son p

Donde nos lleve la palabra

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Ahora que estoy aquí, y que me siento bien por estar con ustedes. Ahora que aquí me siento vivo, aprovecho para felicitar el nuevo siglo a este diario. Aprovecho la ocasión para felicitar a quienes confiaron en él, a quienes le botaron, a quienes le dirigieron, a quienes día tras día le dieron vida en el taller. Aprovecho el momento para congratularme con este vehículo que nos acerca, que nos comunica, que se llena de color y de nuevas historias pensando en Palencia y su provincia; ahora y aquí, para que no se rompa esa trayectoria de fidelidad y de compromiso hacia esta tierra. Yo nací con él. Y nací con Antonio Álamo Salazar. Y crecí con la “Solana palentina” de Gonzalo Ortega Aragón, que mi padre leyó y resumió de tarde en tarde a toda la familia. “Cómo escribe este tío” –me dice hoy, cuando nos vemos. Yo nací con Félix Buisán Cítores, maestro y periodista, a quien conocí personalmente en Cervera de Pisuerga, formando parte como jurado del Festival de Canciones y Bailes

La paz de los niños

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Han hablado los niños. Los responsables de Unicef en el País Vasco habilitaron unas urnas en cada municipio para que votasen los escolares. El resultado de la encuesta que se realizó a finales de Noviembre, se llevará al Parlamento Vasco para que, –según declaró Consuelo Crespo, responsable de esta Asociación en Euskadi–, “cuando se tomen decisiones que afecten a los niños, se tenga en cuenta su opinión”. Un equipo de sociólogos de la Universidad de Deusto y la misma representante de esta Asociación se defiende de quienes critican semejante inversión aquí, con una serie de argumentos entre los que resalto uno: “Si no les educamos desde pequeños en la solidaridad nunca podremos cambiar los problemas que tiene los países del Sur”. Es sabido que nosotros, los mayores, le sacamos la punta a todo. Merece la pena felicitarse por unos resultados que de momento, pese a la buena intención de los promotores, no van a alcanzar una respuesta práctica. Y vuelve a sorprendernos la opinión