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La paz de los niños

Han hablado los niños. Los responsables de Unicef en el País Vasco habilitaron unas urnas en cada municipio para que votasen los escolares. El resultado de la encuesta que se realizó a finales de Noviembre, se llevará al Parlamento Vasco para que, –según declaró Consuelo Crespo, responsable de esta Asociación en Euskadi–, “cuando se tomen decisiones que afecten a los niños, se tenga en cuenta su opinión”.





Un equipo de sociólogos de la Universidad de Deusto y la misma representante de esta Asociación se defiende de quienes critican semejante inversión aquí, con una serie de argumentos entre los que resalto uno: “Si no les educamos desde pequeños en la solidaridad nunca podremos cambiar los problemas que tiene los países del Sur”. Es sabido que nosotros, los mayores, le sacamos la punta a todo. Merece la pena felicitarse por unos resultados que de momento, pese a la buena intención de los promotores, no van a alcanzar una respuesta práctica. Y vuelve a sorprendernos la opinión de los pequeños. Lo primero que han votado, antes incluso que a la propia familia, ha sido a la paz. Y más que a la participación y al bienestar, han votado a la protección. Hay un dato curioso, verdad, que refleja la poca disponibilidad de los mayores a tomar parte en este plan. El penúltimo deseo del niño entre las doce cuestiones planteadas fue el juego. Y, curiosamente, sólo unos días después de estas elecciones, el departamento de Consumo del Gobierno Vasco paralizaba la campaña publicitaria de unos grandes almacenes que en su afán de conquistar el mercado, prometía vales de descuento imposibles de canjear en el futuro.

He aquí la sinrazón de mostrar una imagen y taparla enseguida con la voz, los gestos, la experiencia, los negocios... y tantas otras cosas siempre en manos de los mayores. Los ejemplos se suceden a diario. La semana pasado conocimos el caso de Ana, una niña que fue vendida por su madre a una familia de Bormujos, y con la que se negaba a regresar, como le dictó el juez, aludiendo a los malos tratos de los que fue víctima, y supimos que la misma Ministra de Justicia se mostraba de acuerdo en la decisión de la Fiscalía de recurrir la sentencia y el propio Manuel Chaves pedía a los jueces que tuvieran en cuenta la opinión de la niña. A fuerza de ver y de vivir nuestros errores, los niños han ido asimilando nuestros males, han dejado más pronto la inocencia que en esas edades se supone, motivados también por las imágenes que los Medios de comunicación están sirviendo. 

Yo creo que una de las grandes aspiraciones de los mayores en nuestro país y sobre todo en el País Vasco era lograr la paz. Los pequeños han visto la tragedia, nos han visto a nosotros en las calles con las manos abiertas, han vivido de algún modo nuestra misma impotencia y han pedido antes que cualquier otra cosa la Paz, porque saben que sin la paz no habrá familia, ni amigos, ni importarán los conocimientos que se adquieran, ni servirán los adelantos. Los niños han querido dejarnos claro que mucho antes de proponerlos para una carrera de futuro, debemos negociar la paz con otros pueblos, con los partidarios de otros partidos políticos, con los vecinos, con la sociedad. Porque también aquí, en esto que llaman el primer mundo, hay muchas personas que sufren, que no tienen trabajo, que carecen de una vivienda digna. Yo he oído a los niños y me ha parecido justo comunicarles su decisión. Porque su anhelo es también el nuestro.

© Froilán de Lózar para Diario Palentino

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