¿El hospital?¿Otro Golobar?
A veces uno se tira casi una vida entera escribiendo de aquello que preocupa a la gente de la España rural, a la gente de nuestros pequeños pueblos de la montaña palentina. Y cuando uno echa una mirada al pasado, buscando balances positivos, la desolación es la palabra más suave que se me ocurre en estos momentos para definirlo. Uno se siente defraudado, desmotivado, sin el apoyo de quienes la gestionan y sin la implicación, salvo pequeñas excepciones, de quienes lo padecen. Pero uno sigue aquí a pesar de todo, que eso sí que son ganas de revolver en lo imposible. Por si esto no fuera suficiente para desengañarnos, parece que hasta la culpa la va a tener el mensajero por recordar aquí una vez tras otra que estamos ya a muchos años de aquellas promesas que se hicieron, y que sin la intención de llevarlas a cabo se siguen haciendo, para ponerle freno a esa tenaza de la despoblación y acercar lo más posible un hospital en condiciones a estos aislados pueblos. Mi amiga Marta Redond