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La Abadía de Camilo

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“En la abadía de Lebanza se está bien y tranquilo. Queda lejos, en Cervera de Pisuerga, provincia de Palencia, pero se está muy bien. El viaje merece la pena”. La nota está extraída del libro “San Camilo”, de Camilo José Cela, prologado por Francisco Umbral y cuyo lanzamiento levantó mucha expectación en su momento. Cela llevaba algunos años sin publicar y afrontaba en la misma la guerra civil, en los tres días cruciales del levantamiento, y por lo tanto, en la festividad de San Camilo que es el 18 de Julio. “En la Abadía de Lebanza –prosigue en su monólogo– por doce pesetas te dan pensión completa en habitación con agua fría y caliente y lavado de ropa incluido, cinco comidas diarias y toda la leche y todos los huevos que quieras y que seas capaz de comer”. Cuando Camilo escribe de este lugar haciendo un canto incluso a la altitud, los 1500 metros sobre el nivel del mar, más que el doble de Madrid, y “el ambiente despejado y sin niebla en el que se respira un aire muy f

Patrimonio público, no político

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Saber es bueno. Todos queremos saber, pero hay todavía por esos mundos gente atrevida y malintencionada que lo confunden todo, que opinan sin saber, a ver qué pasa, por decir algo, y así uno se va encontrando con pueblos que no están donde dicen, con lugares a los que se les atribuye servicios que no dispensan y apelativos que rompen el concepto mágico que estos lugares atesoran para quienes tuvimos la suerte de corretear por ellos. Una de estas perlas la encuentro cuando buscaba información en la web sobre San Salvador, “San Salvador tiene un apellido –Cantamuda– que ha dado pie a algunas de las leyendas más zarrapastrosas de nuestro acervo popular. Así que mejor no seguir por esa senda”. Seguramente no se lo contaron bien, o no puso el mínimo interés, o el tío confunde leyenda con historia, que la historia habla de “cantamuga”, como término, mojón, y eso es en definitiva lo que marca su verdadero origen. En Mayo de 2005, la Diputación provincial hace público un informe dond

Salvemos San Jorde

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Carlos Morenés, vicepresidente de Hispania Nostra, asociación que nace en 1976 sin ánimo de lucro, y cuya finalidad es la defensa y salvaguarda del Patrimonio Español, le escribe una sentida carta a mi amigo Amando Vega, profesor de la Universidad del País Vasco en Donosti, en la que se compromete a difundir, concienciar y motivar a la opinión pública, especialmente a los vecinos y autoridades de los pueblos donde se encuentren, para que limpien, consoliden y cuiden ellos mismos ese patrimonio. En el caso que nos ocupa, en la comarca de La Ojeda, el edificio abandonado de San Jorde, que a partir de 1975 comienza a ser allanada por visitantes malintecionados, quedándose poco a poco sin tejas, haciéndose los boquetes más grandes, llevándose los canecillos, las piedras, la ventana románica. ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL LIBRO VER DOS VECES LAS COSAS FROILÁN DE LÓZAR, SEPTIEMBRE DE 2020 LECTURAS EN EL BLOG +DE 500

Las frutas a todos pertenecen...

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Mi primera reflexión, con la que comulgo plenamente es la cita de Jean-Jacques Rousseau, que en su discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres expone: «El primer individuo al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir "Esto es mío" y encontró a gente lo bastante simple como para hacerle caso, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, cuántas miserias y horrores no le hubieran ahorrado al género humano el que, arrancando las estacas o cegando el foso, hubiera gritado a sus semejantes: "Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que las frutas a todos pertenecen y que la tierra no es de nadie".» Y la segunda reflexión es la que yo mismo me hago, exponiendo como expongo a diario en los diferentes medios donde colaboro mi pensamiento y mi obra: "Reconocemos y admiramos al autor, pero nada le debemos. Debemos citar siempre su nombre, al extraer una partícula de

Otro crímen de género

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No puedo evitar un estremecimiento cuando pienso en una muerte. Todas las semanas, por lo general una mujer, acaba muerta a manos de su pareja. Lo leo y me resisto a creerlo, aunque no los conozca, aunque el hecho suceda a 500 kilómetros  de distancia. Mi llanto no está marcado por la consanguinidad , pues ningún  lazo me une a ellos. No derramo lágrimas , ni sale el asunto a colación  en la conversación  con los amigos. Yo creo que nos estamos acostumbrando a verlo. Es como una liga en la que semanalmente toman partido cuatro asesinos imprevistos. Mi lamento viene de muy adentro y tampoco me sirven de desahogo estas cuatro letras que ahora les manifiesto. Pregunto: ¿Nos sirve de algo tanta educación  como recibimos?¿Nos vuelven locos los celos o la envidia?¿Puede llevarnos una pequeña discusión  a una matanza? A mi  me pasa como a Solón que, cuando le dijeron: "llorar no te devolverá  al muchacho", contestó el legislador griego: "Por eso lloro, porque no tiene remedi