A la rica anécdota
El tío Sebo vendía orujo a céntimo en una taberna de Camasobres y lo escanciaba en un cuerno de vaca. A estas porciones él las llamaba "metadillas". Cuentan en casa que, un día llegó la abuela diciendo : "He visto a unos tíos ahí, pescando, al lado del puente. Me parecían ingalaterros". — 00 — ¡Ay, qué carne! ¡Ay, qué leche! ¡Es de pasto! Y se lucían las ciudadanas cuando llegaban a la aldea: — ¡Aldeana! ¡Pueblerina! ¿Cuánto vale esa gallina? y se reían las pueblerinas de la ignorancia de aquellas altivas señoras: — ¡Ciudadana!, ¡Papo de olla!, cinco reales porque es polla... — 00 — Un vecino de Celada solía decir: "tengo mala dentambre". — 00 — Bajaron a Potes un día de mercado y se perdió uno de la cuadrilla. A los compañeros no se le les ocurrió otra cosa que ir preguntando a todos los que encontraban por Braulio, como si se tratara de un personaje nacional". — 00 — Venia un pajarito. Mancebo le preguntaba a Virgilio: