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Ladrones antiguos

Matilde Herrero, la tía de mi padre, agradecida por las visitas constantes que le hacía y conociendo mi predilección por la materia, me hizo entrega en cierta ocasión de una vieja caja que contenía unas monedas muy antiguas y un libro apolillado que hablaba del fin del mundo. Lo primero lo conservo entre los anaqueles donde guardo los libros y revistas. Y el libro, desgraciadamente, desapareció en casa de un encuadernador desaprensivo que, puede que se lo vendiera a alguno de esos personajes que han hecho negocio con la venta y el expolio en Bilbao de los textos antiguos.




La casona de Lores, donde vivió, estaba llena de barreños, palanganas, artesas, baúles y vajillas; un viejo reloj y una valiosa mesa de nogal, labrada a mano en siglos pasados, pieza clave en la que pusieron sus ojos los supuestos mendigos o visitadores que llegaron hasta este alejado pueblo.

El asunto vuelve a removerse, con la detención la semana pasada de una banda en Madrid que se dedicaba a estos menesteres, y que había obtenido su botín -según confirmaron en el informativo de la primera cadena de TVE- en Cantabria, León y el norte de Palencia... Es de suponer que allí podrán hallarse algunos de estos restos, aunque ignoro (después de contactar telefónicamente con el pueblo) si los familiares lo denunciaron en su día y por qué motivo se ha destapado ahora el asunto, después de tres años y medio de cometerse el robo.

Como los muebles, así son los ladrones: antiguos, aunque parecen haberle tomado también afecto al campo y vienen en pequeñas bandadas embruteciendo poco a poco el gesto hospitalario de esta gente. Hace unos meses, un grupo de "húngaros" entró en la Venta de Pepín y se llevó dos millones de pesetas, fruto de una venta reciente de ganado. Alertada la Guardia Civil del hecho fueron detenidos a la entrada de Cervera de Pisuerga, recuperándose el botín que iba en aumento a medida que estos avanzaban; se detenían en otros lugares de paso y aprovechaban como digo esa expresión de confianza que aquí anida, donde nada se teme y hay en cierta manera una clara referencia a los antepasados, cuando iban a arar sus tierras y dejaban abiertas de par en par sus puertas.

Me llegan noticias de que un conocido ganadero y empresario de la zona ha sido objeto de un robo más moderno, el del talón sin fondos: Estos ladrones de guante blanco llegaron en domingo, compraron una partida de terneros, los cargaron y extendieron un cheque que no pudo hacerse efectivo el lunes por la mañana al carecer de fondos.

Estos hechos le vienen bien al refranero, y a ese dicho jocoso y familiar: "no me fío ni de mi padre", porque si la impotencia es la impresión más cercana que nos llega, en algunos de estos ejemplos las preguntas de cuánto y cómo se hacen llaga: Podemos entender que, mientras seis personas nos entretienen, se descuelguen dos, husmeen por las habitaciones y se lleven lo que puedan, pero en un pueblo pequeño donde la curiosidad es la primera cosa y donde nadie entra o sale sin que se sepa, sorprende bastante que lleguen unos forasteros con una furgoneta, hagan un butrón, saquen unos pesados muebles y se esfumen sin que nadie sepa nada de nada. En este oficio, como en todos los demás, deben hacerse un planteamiento previo: "Estudiamos el pueblo, volvemos disfrazados de anticuarios, ofrecemos dinero y vamos situando en el papel la casa, los hábitos de los vecinos y del dueño a expoliar. Para no alargar más el comentario, yo acabo preguntándome: ¿habrá alguno que les guía desde dentro? Son sólo conjeturas y dudas ante el hallazgo en Madrid hace unos días de numerosos muebles que fueron robados en este y otros pueblos y no es el valor material lo que nos preocupa, cuando sabemos el significado que estos objeto tienen para quienes los han ido conservando de generación en generación.

Pido con vehemencia (que lo ponga en negrita el redactor si es necesario) que se haga justicia y, si los familiares más directos lo olvidaron, que se devuelvan los enseres al Museo más cercano, recuperando así la esencia y las raíces de algo nuestro.

Imagen: José Luis Estalayo

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