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José Luis de Mier, inmemoriam

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No tenía urgencia por dedicar estas letras al amigo que se me ha ido. No tenía prisa porque, de algún modo, dedicarle algo a alguien que ya no está es ridículo si con ello se ha de demostrar una amistad pura. Y por otro lado, correr para decírselo a la gente es como querer echar más tierra encima para regresar cuanto antes, consumidos por la prisa, al trasiego diario. Conocí a José Luis con motivo de la fundación de Fuente Cobre. Él era el alma del prestigioso bufete "De Mier", a cuyo frente sigue ahora alguno de sus hijos, en Barcelona. El último encuentro que tuvimos fue el pasado verano, en su despacho de Santamaría de Redondo, un antiguo pajar convertido ahora en una surtida biblioteca, desde cuya ventana pueden verse uno de los símbolos de este valle: las peñas del Moro. Mientras revisaba los libros, disfrutaba de aquella inmensa y repleta biblioteca en medio de un pueblo al que José Luis siempre llevaba en el corazón. En Cervera de Pisuerga, el último domingo de

La carretera o el camino

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Después de muchos años dando tumbos por una carretera siempre defectuosa, la Junta de Castilla y León comenzó hace dos años las obras de mejora en la carretera que une las localidades de Cervera de Pisuerga y Piedrasluengas. Pero faltando la mitad, lo que se ha hecho hasta ahora -salvando algún trazado nuevo-, es un churro que nos devuelve a las andadas: baches y hundimientos a la altura de Vañes, curvas tan peligrosas como antes y lo que es peor, la amenaza de seguir teniendo un trayecto por el alto de las matas, cuando se podría salir por un camino recto y firme como estaba proyectado en uno de los planos, y si no puede ser Ligüérzana , porque nos salimos ya del mapa, pues puede ser un enlace a la carretera de Gramedo , que siempre nos quedará por delante Cervera. Más adentro de ese sentimiento interno que voy plasmando periódicamente en el Diario y en las redes sociales, se hace patente un pasotismo que acobarda.  En una de las reflexiones que lanzo en la página de faceb

Sobre la identidad palentina

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En un interesante artículo publicado en nuestro diario a finales del pasado año y firmado por Carmen Cuesta y Luis Calderón se hace una interesante reflexión sobre el turismo que no acaba de cuajar en nuestros campos. El análisis ahonda en lo que unos y otros hemos venido reflejando en los últimos años, sin otro anhelo que ver despertar nuestra tierra al turismo, darle más ritmo a lo que se viene haciendo ahora en las distintas comarcas y una propuesta si cabe más rotunda sobre la identidad. Yo estimo que el románico es un aliciente poderoso que, combinado con el paisaje y la gastronomía puede generar en pocos años un trasiego importante de gente nueva, que es a fin de cuentas lo que echamos en falta, aunque tampoco es malo que quienes vienen vuelvan, lo que va de acuerdo con una popular campaña que se publicitó hace unos años. A mi no me preocupa en exceso la identidad. Palencia, para mí, es irrepetible por todo. Me identifico con sus paisajes, con su gente, con su rico

Como Lanestosa

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La única esperanza que nos queda es que en todos esos lugares donde se anuncia la despoblación en pocos años, hay personas que nunca tiran la toalla y eso siempre te ayuda a mirar con una pizca de optimismo. Brechas despobladoras se abren en todas partes. Son como pequeños terremotos que van desgajando sin piedad la corteza humana. Aquí Lanestosa. Allá los Llazos, Casavegas, Quintanilla de Corvio y tantos otros...  Rondando en ambos sitios el cierre  definitivo, pero resistiéndose también mientras alguien siga creyendo que se  puede. Lanestosa es el pueblo más pequeño de  Vizcaya. En el siglo XII cruzaban por su suelo  empedrado las carretas que iban hacia  Laredo o Burgos, por el puerto de Los  Tornos. Aquel paso motivó que creciera hasta que  comenzó el declive a finales del XIX al  agotarse su mina de zinc. Ahora se encuentra como los nuestros en  un compás de espera. Aunque las   autoridades locales trataron de buscar  nuevos eventos, hasta construyeron una  prom

La montaña, toda y para todos

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Eso es lo que voy a sugerir en este libro que ahora llevo entre manos y que, si todo marcha bien estará en las librerías palentinas en el plazo de un año. Metido de nuevo en la aventura, notas de historia y de leyenda de todos y cada uno de los pueblos que comprenden la montaña palentina. La idea no es nueva y si el románico luce espléndido y es una carta de presentación única en la comarca de Aguilar, la historia no desdice tampoco en los Santuarios más importantes del norte, la Reserva de los bisontes en San Cebrián de Mudá, Centro de interpretación de la Cigüeña en Barrio de San Pedro, la Casa del Oso en Verdeña, la Casa del Parque en Cervera de Pisuerga, la ruta de los pantanos y la historia que pende de cada uno de estos lugares, sin olvidar el encanto de despoblados como Frontada y de pueblos que siguen latiendo bajo mínimos, como los Llazos. Es verdad que en los últimos años se ha retratado de arriba a abajo la montaña palentina;  quienes hemos nacido en ella no n