ORÍGENES

20 marzo 2000

El mejor tesoro
marzo 20, 20000 Comments

En otro artículo de esta misma serie mencionamos la cueva del Neredo, en Lores, donde los vecinos buscaron en otro tiempo una caldera de oro, ayudados por una adivinadora de Santander que aquí perdió el olfato y las supuestas dotes. La misma curiosidad que años antes le había llevado a un sacerdote a entrar con un brazo de velas que se le agotaron, regresando al pueblo con las manos vacías. Una historia similar me la transmitió Francisco Pérez, de Polentinos, pueblo en el que se suscita “la leyenda de la piel de toro”, que rezaba así: “A la orilla de un camino, cerca de una fuente, está enterrada la piel de un toro llena de oro”.





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14 marzo 2000

A tí, mujer
marzo 14, 2000 2 Comments

Matilde Herrero, tía segunda por línea parterna y vecina de Lores, guardaba como un tesoro los libros de cuentas y de historias, algunos de los cuáles recibí como herencia una vez que los sobrinos repartieron sus pertenencias.

Matilde era una mujer noble. Siempre decimos cosas buenas de los muertos, pero sirva de acicate mi visita semanal a su casona, lo que activaba mis deseos de aprender cosas relacionadas con la tierra: cómo se desarrollaba el trabajo en sus tiempos de moza, cómo era la convivencia; tradiciones que se vivían con una vocación hoy en desuso; costumbres que hacían leyes, o servidumbre que ella misma experimentó en Piedrasluengas, donde asimiló tanto las coplas de aquel horquero trastornado, que todavía la recuerdo de pie, de espaldas a la trébede, en aquella cocina recogida (con una puerta lateral que daba al horno donde se hacían las mejores rosquillas del mundo); la lumbre a medio gas y sobre las parrillas un pequeño puchero, mientras la mujer iba recitando de una manera tal los hechos que se confundía la realidad con la leyenda.







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06 marzo 2000

Cuestión de carácter
marzo 06, 20000 Comments

Cuando el presidente de una gran cadena de establecimientos recurrió a la fábula de la rana y el escorpión, pensé inmediatamente en trasladársela a ustedes para dibujar la situación que padecemos, que amenaza con encallar ese inmenso barco de ilusiones que durante los últimos años hemos venido manejando. Cuentan que una rana y un escorpión se encontraron un día a la orilla del río. Los dos querían cruzarlo. El escorpión no sabía nadar, pero le ofreció protección a la rana para que le ayudara.







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02 marzo 2000

El monasterio
marzo 02, 20000 Comments

Cinco kilómetros al oeste de San Salvador de Cantamuga, se encuentra el monasterio, que debió ser -conforme atestiguan viejas crónicas-el más importante de estas altas tierras del Pisuerga. Sanatorio antituberculoso, colegiata, abadía y seminario menor.
El edificio se halla enclavado a los pies del monte, recogido al comienzo de un extenso valle, mirando de costado al Peñalabra. Para llegar hasta este rincón de la provincia, mansión que fuera del poderío eclesiástico, hemos de atravesar Lebanza, pueblo al que debe su existencia.



En 1179, el obispo palentino don Raimundo, concedió 10 días de perdones a quienes trabajaran para reconstruir el monasterio, doblando la absolución a los vecinos que aportasen carro y pareja de bueyes. (Precedente que puede derivarse de las viejas ordenanzas de estos núcleos montañeses, como la llamada huebra de concejo, que tenla lugar en el mes de mayo y donde se acordaba la limpieza de las calles, excluyendo de la sanción de dos reales a aquellos vecinos que no tuviesen carro).

El lugar bien merece una llamada de atención, que bien mirado desde la parte de Polentinos que lleva al Cimbrio, se va escondiendo y aparece a intervalos, produciendo a la vista el mismo efecto que produce al oído la reverberación de una campana.

Cuando en casa me mandaban con los víveres para los residentes, subir al monasterio era como acudir cada día a un lugar nuevo, impresionado por aquellos pasillos tan largos, seducido siempre por aquel misterio que parecía envolver todo el recinto.

Como este recorrido no es histórico, sino, más bien, memoria viva de un lugar a pocas leguas de mi casa, procede ahondar sobre su situación geográfica, contemplándose desde su alfoz el valle que conduce al primer pueblo. Don Raimundo, en la citada bula, añade que este monasterio está sito "in locis desertis et mortuosis" y algunos escritores que aportaron documentación sobre el lugar, justifican su enclave por la abundante leña de los montes que lo rodean, lo que les permitía hacer frente a los terribles inviernos, sirviendo asimismo de parapeto contra las incursiones de los moros.

Yo he visto aquí dos mundos: la bulla alegre de los campamentos de verano y el silencio más profundo de las primeras nieves, sólo roto a intervalos por el ladrido de los perros; ellos descubren trajinando al vaquero que los arrendatarios de los terrenos han enviado a este apartado rincón del mundo. En un lugar discreto, a la entrada del monte que conduce al Carazo, y donde los vecinos de Lebanza acuden a buscar avellanas en otoño, los administradores de la finca mandaron construir una piscina que recibe el agua helada del pequeño río.

Quiero trasladarles al lugar con la misma poesía que el lugar aporta al caminante, deduciendo de esta manera la motivación que a los fundadores de la vida monástica les trajo un día a estos parajes. Todavía hoy, cuando puedo, subo al monasterio. Voy a comprar un poco de silencio, que pagaré después en la ciudad a plazos, regenerándose en mi interior las ansias por regresar a aquel lugar de la montaña, actuando lo que allí sintiera como bálsamo ante ese frenesí devastador que parece azuzarnos. Subo a la cruz, voy camino del chozo.

Se va recomponiendo el escenario, casi en la misma proporción que se alarga el silencio.

En el siglo X, un hombre, unos hombres, llegaron a este lugar de nuestra tierra, transitaron por los mismos caminos y seguramente miraron embelesados al mismo punto donde edificarían después el primitivo monasterio de Nebancia.

No sé, querido amigo, hasta qué punto es lógico que viva todavía impresionado. No sé hasta qué punto conseguiré avivar su deseo por conocerlo. Yo creo que nos interesa como palentinos repetirlo, airear el mensaje que reflejan los montes, pintar con pintura distinta cada época del año, remojar los sentidos en este universo de paz que agrede a esta abadía situada en lo más hondo de la montaña palentina.

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22 febrero 2000

Toma el carbón y corre
febrero 22, 20000 Comments

Como el hombre tropieza más de una vez en la misma piedra y esa piedra es el motivo de esta historia, he de pronunciarme con claridad sobre este asunto del carbón a cielo abierto que ahora ruge con fuerza hacia las tierras que miran a la villa de Guardo.


Que no vengan ahora los empresarios anotando los puestos de trabajo que implica, porque sabemos cómo queda un limón cuando lo exprimen. Porque conocimos ya la devastación de Santullán y debemos intuir el incumplimiento de empresarios y políticos; los primeros, porque prefirieron perder el dinero que entregaban en depósito y, los segundos, alcaldes y concejales de los pueblos, porque desviaron el dinero hacia otros menesteres y se pasaron por alto la restauración de los terrenos. Esa es la gran verdad y, aunque deban matizarse algunos hechos, han de servir de ejemplo los calveros que dejaron abiertos. “Guardo no será un nuevo Barruelo” –respondió Evilio Morán en 1994 a un periodista de esta casa, haciendo clara alusión al eje vital de las infraestructuras. Así mismo, señaló la autoridad de aquel momento:

“El carbón lo tenemos seguro como mínimo hasta el año 2002 y nosotros estamos mirando ya a nivel de municipios mineros, alternativas que ofrezcan una continuidad a estas riquezas”.

¿Se refería don Evilio a la alternativa de la explotación a cielo abierto?¿Cuánto tiempo dura esa alternativa que pueda garantizar los puestos de trabajo que señalan? ¿Qué nos queda cuando se van las enormes orugas? Se comprende que lo hagan en Redondo, encima de las minas activas y con unas limitaciones claras y concisas, pero no es de recibo que lo hagan como lo están haciendo junto al mismo casco urbano de Villanueva de la Peña, ni en Guardo, ni en cualquier otro lugar donde, ni una restauración en toda regla devolvería las cosas a su estado normal.

Hace unos días, Jesús Rodríguez Lanza, director general de Uminsa (que agrupa a seis minas palentinas), en clara referencia al desmonte que se está llevando a cabo en Villanueva de la Peña, se manifestaba a favor de la explotación exterior si se quería mantener los puestos de trabajo en la minería clásica. Esto es pan para un día. Ya lo saben bien ellos, que pagan a los vecinos por las tierras millones que no valen para atarles la lengua; que dejan en depósito a los ayuntamientos cantidades ridículas que no interesa a ningún efecto recuperar, porque su misión es sacar el jugo de la tierra y salir huyendo; que no merece la pena sembrar árboles que estas generaciones no verán, porque la flora, la fauna, el paisaje que tantas sensaciones nos provoca (no entendemos de minas, pero entendemos de montaña), quedará mutilado: rotos los caminos y las fuentes, montañas de escombros que nos advierten cómo se fueron los últimos suspiros de esta tierra a manos de extraños portadores.

Yo no quiero verlo. Y se lo cuento a ustedes porque lo vi primero, cuando tenía 22 años, subiendo a Peñota tras los pasos de un empresario que ahora vive de esto, que por encima de la Eugenia me habló alto y profundo de la técnica para recuperar los montes, mientras yo impresionado miraba la profundidad de aquellos cortes, centenares de metros escarbados.

Yo no quiero verlo. Se lo prometo. Lo vi en los ojos del pueblo de Barruelo, del valle que ha soportado durante lustros la explotación más vergonzosa. Y al carajo con el oso pardo, lo digo por la gente que debe pasar su vida mirando hacia el lugar, ennegrecidos sus pulmones primero por el carbón de dentro y, al final, negras también sus casas por el carbón de fuera. Cuando acudí a Villanueva en diciembre de 1977, atendiendo la llamada de varios vecinos, y el periódico publicó el artículo en tercera página y en negrita, sabía que no conseguiríamos nada. El dinero es el eje que alivia las gargantas de aquella mismas gentes que en otras circunstancias hubieran dicho basta. Pero el dinero no servirá, se lo aseguro, para lucir luego los montes. Yo sólo veo un minero y un explotador. Yo sólo veo un futuro siempre que le plantemos cara a este atropello que ahora se quiere repetir en otros puntos. Cuando se ha depositado toda la confianza en un alcalde, y el alcalde, seducido por una cantidad, mal guiado por terceros, se equivoca, el pueblo está perdido. Alejandro Lamalfa dijo al fin: “No perdono a nadie”. Y sabemos que hubo abusos, extorsiones, amenazas... Sabemos que la libertad se quedó prisionera en un puño. Pero les aseguro que así ha de ser y en tal postura hemos de mantenernos si queremos que esta tierra no se muera mañana.

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19 febrero 2000

Antropología de la ferocidad
febrero 19, 20000 Comments

Un miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, se desplazó en la década de 1970 a las tierras de Liébana, cerca de nuestra provincia, para elaborar un estudio profundo de lo que el autor denominó “rara pureza”; “una estructura económico-social, una cultura y una ecología perfectamente tradicionales en los pueblos del norte de España”. Javier López Linage, que estableció en Bárago su cuartel general, ya dedujo entonces que sus reflexiones sobre aquella forma de vida podían ser aplicables, con leves matices, a todos los pueblos lebaniegos ya muchos otros de toda Cantabria. Aprovechando dicha coyuntura, iremos más lejos, para afirmar que tales definiciones nos alcanzan: la belleza es un caudal inagotable y no debemos olvidar que conservarlo ha supuesto un enorme sacrificio en los lugares donde no han sido buenos los accesos, han sido muy duros los inviernos y el censo de población –pese a las perspectivas turísticas que ahora se barajan– sigue descendiendo.







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11 febrero 2000

Como se mueve el agua en la batea
febrero 11, 20000 Comments

He perdido la fe en cuanto he visto las dificultades que imperan para hacer realidad ese proyecto de unificar las voces. Ha sido un momento. No me atrevía a decírselo por miedo a que lo tomaran como un pulso, que saben lo que me impone perderles a ustedes por una apuesta.

Por este motivo anduve perdido durante unos meses, sin programa ni deseos de blandir el bolígrafo, que la crítica o la reflexión ha de hacerse sereno, pues si el hecho de situarse ante un papel en blanco es ya de por sí un ejercicio duro, hacerlo con la fe por los suelos es doblegar un poco otras estaciones donde se visualizan el amor, la esperanza, el sosiego y otras muchas facetas y actitudes que sin la fe se encuentran notablemente disminuidas.



Aunque en otros aspectos de la vida podría pasar por un ser ordenado, pocas veces como ahora he abandonado los proyectos: la revisión de alguna vieja novela, la elaboración de algún relato, llegando a detener lo que comenzó siendo una biografía de Barrio y Mier y que terminó como un ensayo. Lo único que alimenta este tiempo de sequía, lo poco que consigue mantener ese recuerdo activo, es “Diario Palentino”, que me sigue descubriendo a diario trocitos de Palencia, voces de descontento que se suman a las nuestras para pedir una vez tras otra la revisión de aquellos asuntos que no terminan de encauzarse.

Coincidió, además, uno de los últimos artículos remitidos al periódico, donde comentaba las posibles fusiones de los municipios –a propósito de una nueva ley que estudiaba el Ejecutivo regional–, con la ruptura de las negociaciones entre Acade y Consorcio, una historia de acercamiento en la que muchos palentinos habían depositado sus esperanzas. Hemos vivido lo que machaconamente pronosticábamos y bien alto y bien claro vuelve a pronunciarlo desde Guardo mi amigo Jaime García Reyero, cuando apunta que ha primado el individualismo, la cerrazón –que nos hace creer que somos distintos a los otros–, si bien, hemos de distinguir con claridad todas las opciones puestas sobre la mesa. Pues sabemos que hay un localismo exacerbado, como hay un nacionalismo retrógrado. Cada pueblo alimenta una serie de costumbres que no tienen por qué perderse al unirse a otros para fortalecer su posición.

A propósito de lo que allí hablaba, no me ha extrañado este primer desplante, porque lo hemos presenciado en otro tiempo, cuando se propuso un Ayuntamiento para todos en Vañes, o cuando el Ayuntamiento de Lores (entonces uno de los pueblos más grandes de Pernía) se fusionó con el de San Salvador. Apurando la lógica, sabemos que Cervera de Pisuerga es el punto más próximo y, pese a las diferencias que siempre nos marcaron, pese al excesivo número de pueblos que están bajo su mando, no debe descartarse que en un futuro próximo, dado el paulatino descenso de población y las nuevas leyes que se van promulgando, acabemos todos bajo su mando.

Pero si esta visión resulta intolerable para muchos montañeses, lo resulta sobre todo, poque no estamos habituados a trabajar en equipo. El aislamiento padecido nos ha hecho insolidarios y nos damos cuenta que el problema es de todos cuando tratamos de obtener algo de aquellos que capitanean nuestro barco. Entonces nos lamentamos de nuestro estado: no sumamos puntos a ningún efecto; no contamos ni política ni territorialmente y nuestras pataletas les importan un bledo a los vecinos, con tal de unir su voz a la nuestra, nos toman por unos recalcitrantes Robinsones. No voy a negar mi parte de culpa, si es que ha de tenerla el que reconociéndose palentino, se siente montañés por encima de todo, que es muy diferente del sentimiento en el que se amparan los nacionalistas y los nacionalsocialistas, que con tanto furor viven la tierra donde nacieron, que desprecian o quieren ignorar todo aquello que les hable de España, de la que, lo quieran o no, siguen formando parte.

Por ese motivo también creo que si queremos que nuestra tierra cuente en el futuro, debemos unir todas las voces, también las de La Vega y de la Ojeda, porque también están como nosotros alejadas de la mano tutora. Ello no significa que debamos cerrar el libro donde se muestran nuestros hábitos, que son el tesoro de cada pueblo, sino que, como las empresas y los estados, hallemos juntos la representación en otras facetas que nos marcan, para que nuestros pequeños pueblos sigan avanzando.

Algo pasará, estoy seguro. Alguien llegará un día y removerá esto como debe removerse la comida para ligar la salsa, como se mueve el agua en la batea, como se filtra el sol por los cristales. Algo prenderá como parte del sueño que soñamos y juntos mantuvimos hasta verlo crecer como la espiga.

Título original: Juntos como hermanos.
Para la sección "Impresiones", en "Diario Palentino", 11 febrero de 2000.
Imagen: @Toño Gutiérrez

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21 diciembre 1999

Palencia y su montaña (y II)
diciembre 21, 19990 Comments

Contestando al artículo del escritor Jaime García Reyero:

"¿Qué es la Montaña Palentina?"

"Santa Ana, madre de la Virgen, abuela por línea materna del Señor, es la patrona de Piedrasluengas, el último pueblo de Palencia si tomamos la dirección de Potes". Isidro Cicero, viajero y escritor cántabro, recuerda en un libro pequeño pero muy ameno, cuando las mayordomas del lugar solían cambiarla de capisayos, según fueran cambiando las solemnidades del año litúrgico. Así, en una ocasiones la revestían de Santa Ana, otras de Santa Eulalia, de Inmaculada y, en ocasiones, de San Antolín, obispo y patrono de Palencia. De ahí procede la plegaria que los romeros cantaban en las procesiones el 26 de Julio:




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20 diciembre 1999

Palencia y su montaña (I)
diciembre 20, 19990 Comments

Contestando al artículo del escritor alarense Jaime García Reyero:


  • Froilán de Lózar
Siendo muy niño, cuando toreaban el Cordobés y el Viti en la vieja plaza, yo bajaba con mi padre a los San Antolines y de su mano, y de la mano de los representantes que a él le vendían las cosas, recorría la ciudad, entonces tan gigantesca y distante para mí. Mi padre nunca faltó a las fiestas de la capital, a excepción de estos últimos años, cuando ya mi madre quedó atrapada por completo en las redes del Parkinson.

Paseando por la calle Mayor, Luis me narraba con añoranza los años pasados en Cervera y en Guardo, la incertidumbre que le embargó al llegar por primera vez como maestro a San Felices de Castillería, y yo buscaba una excusa que me devolviera, si no la figura, sí la esencia y el entusiasmo de mi interlocutor. Amigo Jaime, luego te explicaré por qué considero necesario que en Palencia se desate ese interés creciente hacia la montaña, que es suya en la misma medida que fue nuestra.




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10 octubre 1999

¿Qué es la Montaña palentina?
octubre 10, 19990 Comments

Carta de Jaime García Reyero


En esta ocasión tengo que dar un toque de atención y a la vez de admiración a mi buen amigo y siempre defensor de nuestra tierra norteña palentina, Froilán de Lózar, siempre empeñado en poner de relieve todo lo bueno qu estas tierras dan, de denunciar a grito corito todos sus males, así como el olvido y las muchas espaldas que dan a la montaña palentina.
         Froilán es como el moro que, subido a lo más alto del minarete de nuestras montañas, grita una y otra vez a los cuatro vientos con su pluma.
         Nuestra tierra necesita más oídos, más atenciones, más realidades y menos proyectos y rpomesas hueros.
         Bien por Froilán de Lózar, por sus artículos en este Diario Palentino y por sus libros que, entre sus páginas, destila el mejor zumo de palentinismo. Sin embargo, hay algo que quiero exponer aquí y que Froilán no ha tratado en profundidad, quizá porque siempre se ha volcado en su parcela natal, la Pernía. Me estoy refiriendo a la desunión, al individualismo latente y palpable que hay entre los pueblos de la Montaña.
La pelusa entre localidades se da en todos los pueblos, comarcas, provincias y regiones. Pero aquí se paladea más que en otros lugares.
La rivalidad no es buena compañera para nadie, porque no se trata de competir, sino de progresar juntos.
         Aquí no se protesta porque no se hace tal o cual calle o carretera, sino porque se la hacen al vecino. Aquí, se calla demasiado y sólo se habla en las reuniones de amiguetes. Así, nos da la sensación de que la Montaña Palentina está fragmentada en reinos taifas tontos.
¿Qué es la Montaña Palentina? ¿Dónde empieza? ¿Dónde acaba? ¿Qué pueblos en realidad la forman? Cada vez resulta más difícil definirla.
Se habla de la Montaña Palentina cuando en realidad sólo se está refiriendo a una zona de ella. Se escribe de la Montaña Palentina cuando sólo se cita a una parte, olvidándose (no sé si con intención o ignorancia) del resto. Vemos cómo surgen asociaciones bajo el techo y la denominación de la montaña, cuando en realidad sólo aglutina a unos pocos, dejando de lado a los demás. O unas asociaciones hacen la competencia boba a otras de la misma comarca. Surgen y se apoyan iniciativas, pero siempre procurando que no te las pise el vecino.
         Se da el nombre genérico de Montaña Palentina a lugares que no lo son. Unos usan y deletrean el Carrión, cuando en realidad son Pisuerga y viceversa. Unos se escudan en el Oso o en el urogallo para frenar la marcha de otros; pero, cuando hay que acelerar el paso, ni osos, ni urogallos, ni pajaritos belloteros que valga. De carcajadas y me quedo corto. Y claro, siempre aderezado todo con el perejil de la política, que acude a todas las salsas para marcar aún más las discrepancias. ¿Por qué no se hizo en su día el pantano de Vidrieros? Este año de sequía todos nos hemos acordado de él. Y si mal no recuerdo, las protestas mayores venían de los lugares que no tienen que ver con el Carrión. Cuando se protesta sin cimientos, tarde o temprano, el culo suele quedarse al aire.
         Sí, amigo Froilán, en nuestra montaña, como en otras tierras, se dan nacionalismos de a peseta, o localismos retrógrados, como en todos los sitios, pero aquí son más acentuados o demasiados.
         Esto hace que los inconvenientes a la hora de crecer o de enterrar los olvidos, que nos ahogan, sean pedruscos en nuestro camino.
         Así evitan que esta parte tan hermosa de Palencia llegue puntual a la estación por donde pasa el tren del desarrollo que todos deseamos.
         Hay que acabar de una vez por todas con esas gilipolleces de celos geográficos.
         Hay que aunar sudores y colocar todas nuestras fuerzas sobre la misma palanca. Hay que, desde la primera localidad hasta la última, remar a un solo grito, porque remando cada uno a su aire, la piragüa se nos irá al fondo.
         Es necesario más hermanamiento entre nuestros pueblos, hacer una sola Mancomunidad de localidades de la montaña y así, cuando surja un problema gordo, se pongan todos de la mano a solucionarlo con prontitud.
         Todos esos nubarrones que he expuesto y que cubren la Montaña Palentina, dan la sensación de que van a dispersarse pronto y se abrirán claros deseados.
         La noticia, aparecida días atrás de la posible fusión de las dos asociaciones más potentes de la Montaña Palentina, con presidencia en Barruelo de Santullán y Acade, ubicada en Velilla del Río Carrión, que abrirán sus puertas y unirán sus manos para caminar juntos.
         A ellos también se les fusionará Proder Vega – Valdavia, con sede en Saldaña.
Esta unión supondrá un paso de gigante para el hermanamiento de fuerzas y lugares en la Montaña Palentina.
         Esperemos que esto sea pronto realidad y el ejemplo cunda para poder llevar esta tierra al puerto que todos deseamos.
         Dios lo quiera.

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08 octubre 1999

Notable y popular
octubre 08, 19990 Comments

En el tercer aniversario de su muerte




Cada persona lleva su pasado al libro de la vida. Y en el pasado está la vida de los nuestros. A medida que pasan los años, unas imágenes se difuminan más, otras aparecen más nítidas; las primeras se escapan, las segundas se instalan en alguna parte del cerebro, indican que vivimos intensamente una época, que conocimos otra forma de vida, que degustamos un poco el ambiente y las tradiciones del momento.

En Cervera de Pisuerga, frente al Museo Etnográfico, donde se citan artilugios de antaño, Juan y Piedad Isla quisieron rendir homenaje a sus paisanos, que fueron amigos, parientes, conocidos, miembros todos de esa gran familia que es un pueblo.

Allí estaban el retrato y la sipnosis de Froilán de la Hera, natural de Areños; Julio Rodríguez Herrero, de Villarramiel, que regentó el Hotel Rubio de Cervera; el practicante Emilio Lagar Lorenzo, que atendió más de mil partos; el almacenísta Amérito Pérez; Filo, la planchadora; Manuel Otero, el barbero.

Allí estaba la semblanza del abogado y director de banca, Mariano Cajigal Macho, que escribía a primeros de siglo un artículo en este periódico pidiendo lo que ahora Piedad le ha dado: "Sí, amigos y paisanos, yo busco un historiador que nos hable de las vicisitudes de nuestros antepasados, de su lucha por la vida, de sus hazañas guerreras, de sus instituciones sociales y familiares, de tantas y tantas cosas que serían para nosotros, sus descendientes, timbres de gloria y escuela de enseñanzas, porque, como dijo el filósofo, la historia es la maestra de la vida".

Allí estaban también la panadera de Celada de Roblecedo, que tuvo once hijos y que fabricaba el pan a los vecinos que traían su harina; el relojero que llegó de Orense; Aquilina de la Hera, que dejó su espíritu vagando en el restaurante de las afueras, motivo de alabanzas que, incluso alguno de los clientes más allegados hizo verso:

"El que busca bienestar y confort,
y quiere saborear lo mejor de lo mejor,
sin duda, sin titubeo, y con toda decisión,
le ves marchar paso firme, camino del Resbalón".

Otro tanto cuentan las crónicas de Tomás "El Sevillano", los hermanos Gallo, Manolo Nestar, Mariano Doce, Tomás Contreras, apodado el tio pedorro, que anunciaba: "Vendo medias para clérigos de lana", o "Vendo gorros para criaturas y criaturos".

Por Cervera de Pisuerga pasó, proveniente de La Vega de Saldaña, el cura Don Saturio, cuyo primer destino fue Resoba, y que ejerció como coadjutor 46 años en la villa norteña. El tío Garabito, empresario de minas; Basilio y María, de la fonda "La Deseada"; Teodora Gómez, la perruca; Tomás Ibáñez, el tío mosquito y tantos y tantos otros que vinieron antes que ellos y que dejaron un lugar, un libro impreso que de alguna manera ha recuperado para la historia de Palencia esta palentina, Piedad Isla, reportera que fue de la Agencia EFE, metida hasta los tuétanos, por su oficio de fotógrafo al que se entregó con las mejores artes, en el devenir de todos los pequeños y grandes pueblos del norte de Palencia.

Es una satisfacción, debió serlo para ella, recibir en vida un homenaje de su tierra, aunque todos no acudan, porque los homenajeados ya no viven y algunos de los paisanos han habilitado líneas rojas que se estiran y que no se rompen, que se engordan por asuntos que causaron llagas y que dejaron huellas y pesares.

Todos no acudirán, parece norma escrita, pero todos son conscientes de lo que supone pregonar lo nuestro con la devoción y el desinterés que en esta encomiable tarea ha puesto Piedad Isla.

Imagen: Gente Digital

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15 septiembre 1999

El Oso
septiembre 15, 19990 Comments

César Rueda, mi joven pariente de Polentinos, lleva bien anotadas las veces que ha visto al oso. Treinta y cinco, me dice, con un halo de incredulidad rezumando en sus ojos, propio de quien trabaja para ellos, a la orden de la Fundación Oso Pardo. Le pregunto por Guillermo Palomero, el presidente, uno de los hombres, es verdad, y a los hechos me remito, que más fe han depositado en este empeño de conservar para las generaciones venideras el escaso y magnífico legado de los osos ibéricos.




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11 septiembre 1999

Casas y hospederías
septiembre 11, 19990 Comments

Vengo de visitar el convento de San Andrés de Arroyo, donde la priora, Delia Cajigal, hermana de los herreros de mi pueblo, Pepe y Conrado, que en su día me participó toda la historia que allí dentro se mueve, me comunica, en medio de las otras religiosas, la desaparición de la cabeza del patrono, una talla preciosa que algún experto en robos sacros cortó con destreza para que luzca hoy a escondidas, quién sabe dónde, lejos de aquellas tapias.






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06 junio 1999

Asomados a esta tierra
junio 06, 19990 Comments


Nada que ver con los nacionalismos. Nada. Ni una palabra. Ni una mirada. Ni una pizca de comprensión hacia sus pautas. Para mí hay un mundo ahí afuera sin hogar y sin patria, hay un mundo con gentes de todos los colores al que me gustaría pertenecer. Para ellos, el mundo -entiendo yo- es una isla con su bandera, con su himno, con su lengua. Ellos quieren vivir en minúsculas, en solitario, sin ligaduras de ningún tipo a quien de alguna manera estuvieron unidos durante años. Quieren vivir por ellos y para ellos solos. Nada que ver con estos autosuficientes y convencidos independentistas. Nada que ver con ningún tipo de nacionalismo, ni con el nuestro.

Nada que ver con ninguna fuerza política, ni del País Vasco donde vivo, ni de Castilla, la tierra de la que procedo. La tierra de mis padres, la tierra de mis antepasados, personajes escondidos de un diario cualquiera de Miguel Delibes, al pie de Peña Labra, tocando ya las Ventas cántabras.

¿ Castilla está olvidada? 

Es el lamento eterno de quienes a diario la escribimos. Sufrimos el olvido de quienes rigieron la provincia de Palencia. Es un reproche sin añadido alguno, porque los errores y las ausencias se superan con la razón y el sentimiento. Hoy la Montaña Palentina es un universo de nuevas sensaciones para gozo y sorpresa de propios y extraños. 

Pero no es suficiente. Pero no sirve todavía de compensación. 

¿Castilla está escindida? 

Es la moda de las modas. Mientras unos buscan la reconciliación y el reconocimiento, otros piden la guerra. Todo para que se les reconozca unos privilegios que en su día la historia les concedió. Tal vez lo merecieran. Puede que fuera inmenso el honor de ostentar un reinado, pero la vida, al fin, no se mide por eso, ni siquiera por las encomiables cualidades de bondad y acogida que prodigó esta tierra. 

No caben ya más lágrimas por lo que no se hizo. Y comenzaba señalando mi alejamiento de la política porque no entiendo a los políticos. Quieren lo que no deben, buscan lo que no queremos, nos ofrecen lo que no pueden darnos. "Ahora que sí, mañana que no dijeron eso... 

Castilla está triste. Como castellano que hasta el alma me siento estoy triste con ella. A los veinte años me rebelé por esa apatía interna y entre Portillo y Laguna de Duero, escribí a escondidas una novela donde los hombres y mujeres de esta tierra estrenaban un país, el País Castellano. Fue un instante fugaz, una mirada extraña, un vago anhelo que jamás vi de verdad ni llegué a presentir entre las gentes que nacieron en ella. Yo creo que los castellanos, todos -salvo contadas excepciones-, hemos abierto puertas a todo el mundo sin preguntar de dónde venían, ni qué portaban, ni qué lengua era la suya. Y les hemos enseñado lo que sabíamos, les hemos entregado lo que teníamos. Esa forma abierta de manifestarse, cediéndonos en cuerpo y alma a veces, ha hecho que otras comunidades se aprovechen, pretendiendo, incluso, entre solapados vaivenes y medias zarandajas la última de las peticiones, el anhelo cegador de los nacionalistas catalanes y vascos: la autodeterminación, la independencia plena, aún sabiendo que tal deseo lleva aparejadas muchas pérdidas que ninguno de los pretendientes estaría dispuesto a permitirse. 

Durante estos años he observado cómo se consumían nuestras historias entre las páginas de los libros. Conocí el dolor de los castellanos más alejados y supe que se mitigaban con emplastes caseros y muchas dosis de resignación. Y digo que viví ya un simulacro de Treviño. 

Nada que ver con la apatía que hoy percibo en tantos escritos, entre tanta gente que entiende y a su manera ama un trozo de esta región nuestra. De aquí salieron muchas personas que mostraron al mundo unas tradiciones, una cultura, una forma de vida. Y aquí residen gentes capaces de retomar el pulso y la palabra y poner esta tierra en su lugar, abrazada a otras tierras, sin fronteras ni desavenencias internas, cogidos a la mano de quienes emigraron para que alcance sentido toda la generosidad y la riqueza que ahora mismo tiene como muestra Las Edades del Hombre en Palencia. Que el mundo lo admire y lo comprenda. Que Castilla lo pregone. Que todos los palentinos sepamos valorar la riqueza que aquí anida, sin más pretensión que la de dejarlo escrito para que las generaciones venideras lo agradezcan y lo sigan guardando si cabe con más fuerza. 

Palencia mirando hacia Castilla. Castilla en pie y erguida, buscando el reconocimiento, reconociéndose ella misma, con tantos lugares para vivir y ser vividos y tanta gente de aquí y de fuera asomados un fin de semana a todos los balcones de esta tierra. 

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03 abril 1999

Después del encanto
abril 03, 19990 Comments

Sigo con interés todas las historias que en los últimos años se vienen publicando en los periódicos sobre la Montaña palentina. Con interés y con preocupación. Más de lo segundo que de lo primero, porque ni machacando la piedra, como nos auguraron, se hace agujero, se consigue el afianzamiento mil veces pronosticado. Y lo sabemos. Y no podemos hacer nada.
Es importante que antes y después de estas palabras: que antes y después de este escrito, vengan otros, que canten aquellos que lo sienten y lo viven de manera distinta y que sus cantos minimicen así nuestro presunto abatimiento.




Si hay cien personas en un pueblo y a las cien les preguntan lo mismo, te darán cien respuestas distintas. Sabes que habrá cien puntos encontrados, cien capítulos de una historia diminuta que lo aúnan todo: progreso y decadencia, envidia y duelo, desprecio y remordimiento...

Todo el mundo sabe desde hace mucho tiempo que los pueblos se mueren. No se puede evitar que mueran las personas que trabajan en ellos, aquellos que mantuvieron viva la llama de tantas historias. Lo sabemos y lo asimilamos. Pero tampoco se puede vivir respirando paisaje, ni llevando como principio fundamental al oso, al rebeco, a las garduñas, el respeto a los bosques, la sumisa entrega a las pautas de moda como la ecología...

Y esto lo saben, también deben saberlo, quienes planifican su futuro. Hay dos formas de ver las cosas: desde el interior, como lo ven quienes lo viven, y desde el exterior, como lo pintan quienes lo promocionan. Entonces la belleza es figurativa. La belleza es sublime para quienes nacimos en su entraña y todo lo vemos de color, por ejemplo la nieve, la distancia, la tendencia al envejecimiento de los pueblos, y en la misma línea, todo aquello que implica un freno riguroso para el crecimiento a los ojos de los visitantes, es para el lugareño un insignificante callo. Lo era, al menos. Lo fue mientras tuvimos fuerzas para esperar las soluciones que se nos prometieron, que fueron postergándose un gobierno tras otro.

Así pues, querido lector, mucho diccionario, mucho recorrido por el Norte, muchas costumbres recuperadas, pero a la hora de la verdad los habitantes siguen esperando. Y es cierto que los pueblos lucen cada día más hermosos. Se construyen nuevas viviendas, en algunos todavía se dan cita cantos y tradiciones, algunos jóvenes se casaron aquí o han venido de fuera, y como mucho, el que pudo, adquirió su segunda vivienda en la villa más próxima, lo que le permite venir de vez en cuando, abrir las ventanas, sacudir el polvo de la casa y de año en año revisar paredes y tejados.

Primero fue el canto primaveral, la explosión sincera de un sentimiento que queríamos compartir con el resto de ciudades y pueblos. Y cantamos con interés y expectación hasta que se fueron agotando nuestros cantos, hasta que disminuyeron nuestras fuerzas.

Ayer nos advirtieron que tomásemos con paciencia nuestro sino, que pronto llegaría la recuperación de nuestros pueblos. Y si, llegó el turismo rural, hubo pequeñas concesiones, se fraguaron muchas esperanzas y parece que ahí se acabó la historia.

Hemos mostrado una resignación de varias vidas, y pasados los años, pese a los cantos de nuestros escritores, pese a los reportajes y a las citas de los medios de comunicación, pese a los millones y millones que se citan para arreglo de carreteras, debemos rendirnos a la evidencia de que en la Montaña nada cambia, nada se transforma, todo se termina.

@ Sección "Fin de Siglo" en Diario Palentino, 3.4.1999
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