ORÍGENES

15 septiembre 1999

El Oso
septiembre 15, 19990 Comments

César Rueda, mi joven pariente de Polentinos, lleva bien anotadas las veces que ha visto al oso. Treinta y cinco, me dice, con un halo de incredulidad rezumando en sus ojos, propio de quien trabaja para ellos, a la orden de la Fundación Oso Pardo. Le pregunto por Guillermo Palomero, el presidente, uno de los hombres, es verdad, y a los hechos me remito, que más fe han depositado en este empeño de conservar para las generaciones venideras el escaso y magnífico legado de los osos ibéricos.




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11 septiembre 1999

Casas y hospederías
septiembre 11, 19990 Comments

Vengo de visitar el convento de San Andrés de Arroyo, donde la priora, Delia Cajigal, hermana de los herreros de mi pueblo, Pepe y Conrado, que en su día me participó toda la historia que allí dentro se mueve, me comunica, en medio de las otras religiosas, la desaparición de la cabeza del patrono, una talla preciosa que algún experto en robos sacros cortó con destreza para que luzca hoy a escondidas, quién sabe dónde, lejos de aquellas tapias.






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06 junio 1999

Asomados a esta tierra
junio 06, 19990 Comments


Nada que ver con los nacionalismos. Nada. Ni una palabra. Ni una mirada. Ni una pizca de comprensión hacia sus pautas. Para mí hay un mundo ahí afuera sin hogar y sin patria, hay un mundo con gentes de todos los colores al que me gustaría pertenecer. Para ellos, el mundo -entiendo yo- es una isla con su bandera, con su himno, con su lengua. Ellos quieren vivir en minúsculas, en solitario, sin ligaduras de ningún tipo a quien de alguna manera estuvieron unidos durante años. Quieren vivir por ellos y para ellos solos. Nada que ver con estos autosuficientes y convencidos independentistas. Nada que ver con ningún tipo de nacionalismo, ni con el nuestro.

Nada que ver con ninguna fuerza política, ni del País Vasco donde vivo, ni de Castilla, la tierra de la que procedo. La tierra de mis padres, la tierra de mis antepasados, personajes escondidos de un diario cualquiera de Miguel Delibes, al pie de Peña Labra, tocando ya las Ventas cántabras.

¿ Castilla está olvidada? 

Es el lamento eterno de quienes a diario la escribimos. Sufrimos el olvido de quienes rigieron la provincia de Palencia. Es un reproche sin añadido alguno, porque los errores y las ausencias se superan con la razón y el sentimiento. Hoy la Montaña Palentina es un universo de nuevas sensaciones para gozo y sorpresa de propios y extraños. 

Pero no es suficiente. Pero no sirve todavía de compensación. 

¿Castilla está escindida? 

Es la moda de las modas. Mientras unos buscan la reconciliación y el reconocimiento, otros piden la guerra. Todo para que se les reconozca unos privilegios que en su día la historia les concedió. Tal vez lo merecieran. Puede que fuera inmenso el honor de ostentar un reinado, pero la vida, al fin, no se mide por eso, ni siquiera por las encomiables cualidades de bondad y acogida que prodigó esta tierra. 

No caben ya más lágrimas por lo que no se hizo. Y comenzaba señalando mi alejamiento de la política porque no entiendo a los políticos. Quieren lo que no deben, buscan lo que no queremos, nos ofrecen lo que no pueden darnos. "Ahora que sí, mañana que no dijeron eso... 

Castilla está triste. Como castellano que hasta el alma me siento estoy triste con ella. A los veinte años me rebelé por esa apatía interna y entre Portillo y Laguna de Duero, escribí a escondidas una novela donde los hombres y mujeres de esta tierra estrenaban un país, el País Castellano. Fue un instante fugaz, una mirada extraña, un vago anhelo que jamás vi de verdad ni llegué a presentir entre las gentes que nacieron en ella. Yo creo que los castellanos, todos -salvo contadas excepciones-, hemos abierto puertas a todo el mundo sin preguntar de dónde venían, ni qué portaban, ni qué lengua era la suya. Y les hemos enseñado lo que sabíamos, les hemos entregado lo que teníamos. Esa forma abierta de manifestarse, cediéndonos en cuerpo y alma a veces, ha hecho que otras comunidades se aprovechen, pretendiendo, incluso, entre solapados vaivenes y medias zarandajas la última de las peticiones, el anhelo cegador de los nacionalistas catalanes y vascos: la autodeterminación, la independencia plena, aún sabiendo que tal deseo lleva aparejadas muchas pérdidas que ninguno de los pretendientes estaría dispuesto a permitirse. 

Durante estos años he observado cómo se consumían nuestras historias entre las páginas de los libros. Conocí el dolor de los castellanos más alejados y supe que se mitigaban con emplastes caseros y muchas dosis de resignación. Y digo que viví ya un simulacro de Treviño. 

Nada que ver con la apatía que hoy percibo en tantos escritos, entre tanta gente que entiende y a su manera ama un trozo de esta región nuestra. De aquí salieron muchas personas que mostraron al mundo unas tradiciones, una cultura, una forma de vida. Y aquí residen gentes capaces de retomar el pulso y la palabra y poner esta tierra en su lugar, abrazada a otras tierras, sin fronteras ni desavenencias internas, cogidos a la mano de quienes emigraron para que alcance sentido toda la generosidad y la riqueza que ahora mismo tiene como muestra Las Edades del Hombre en Palencia. Que el mundo lo admire y lo comprenda. Que Castilla lo pregone. Que todos los palentinos sepamos valorar la riqueza que aquí anida, sin más pretensión que la de dejarlo escrito para que las generaciones venideras lo agradezcan y lo sigan guardando si cabe con más fuerza. 

Palencia mirando hacia Castilla. Castilla en pie y erguida, buscando el reconocimiento, reconociéndose ella misma, con tantos lugares para vivir y ser vividos y tanta gente de aquí y de fuera asomados un fin de semana a todos los balcones de esta tierra. 

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03 abril 1999

Después del encanto
abril 03, 19990 Comments

Sigo con interés todas las historias que en los últimos años se vienen publicando en los periódicos sobre la Montaña palentina. Con interés y con preocupación. Más de lo segundo que de lo primero, porque ni machacando la piedra, como nos auguraron, se hace agujero, se consigue el afianzamiento mil veces pronosticado. Y lo sabemos. Y no podemos hacer nada.
Es importante que antes y después de estas palabras: que antes y después de este escrito, vengan otros, que canten aquellos que lo sienten y lo viven de manera distinta y que sus cantos minimicen así nuestro presunto abatimiento.




Si hay cien personas en un pueblo y a las cien les preguntan lo mismo, te darán cien respuestas distintas. Sabes que habrá cien puntos encontrados, cien capítulos de una historia diminuta que lo aúnan todo: progreso y decadencia, envidia y duelo, desprecio y remordimiento...

Todo el mundo sabe desde hace mucho tiempo que los pueblos se mueren. No se puede evitar que mueran las personas que trabajan en ellos, aquellos que mantuvieron viva la llama de tantas historias. Lo sabemos y lo asimilamos. Pero tampoco se puede vivir respirando paisaje, ni llevando como principio fundamental al oso, al rebeco, a las garduñas, el respeto a los bosques, la sumisa entrega a las pautas de moda como la ecología...

Y esto lo saben, también deben saberlo, quienes planifican su futuro. Hay dos formas de ver las cosas: desde el interior, como lo ven quienes lo viven, y desde el exterior, como lo pintan quienes lo promocionan. Entonces la belleza es figurativa. La belleza es sublime para quienes nacimos en su entraña y todo lo vemos de color, por ejemplo la nieve, la distancia, la tendencia al envejecimiento de los pueblos, y en la misma línea, todo aquello que implica un freno riguroso para el crecimiento a los ojos de los visitantes, es para el lugareño un insignificante callo. Lo era, al menos. Lo fue mientras tuvimos fuerzas para esperar las soluciones que se nos prometieron, que fueron postergándose un gobierno tras otro.

Así pues, querido lector, mucho diccionario, mucho recorrido por el Norte, muchas costumbres recuperadas, pero a la hora de la verdad los habitantes siguen esperando. Y es cierto que los pueblos lucen cada día más hermosos. Se construyen nuevas viviendas, en algunos todavía se dan cita cantos y tradiciones, algunos jóvenes se casaron aquí o han venido de fuera, y como mucho, el que pudo, adquirió su segunda vivienda en la villa más próxima, lo que le permite venir de vez en cuando, abrir las ventanas, sacudir el polvo de la casa y de año en año revisar paredes y tejados.

Primero fue el canto primaveral, la explosión sincera de un sentimiento que queríamos compartir con el resto de ciudades y pueblos. Y cantamos con interés y expectación hasta que se fueron agotando nuestros cantos, hasta que disminuyeron nuestras fuerzas.

Ayer nos advirtieron que tomásemos con paciencia nuestro sino, que pronto llegaría la recuperación de nuestros pueblos. Y si, llegó el turismo rural, hubo pequeñas concesiones, se fraguaron muchas esperanzas y parece que ahí se acabó la historia.

Hemos mostrado una resignación de varias vidas, y pasados los años, pese a los cantos de nuestros escritores, pese a los reportajes y a las citas de los medios de comunicación, pese a los millones y millones que se citan para arreglo de carreteras, debemos rendirnos a la evidencia de que en la Montaña nada cambia, nada se transforma, todo se termina.

@ Sección "Fin de Siglo" en Diario Palentino, 3.4.1999
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02 marzo 1999

¿Hay alguien ahí fuera?
marzo 02, 19990 Comments

Desde pequeño, como la niña que recrea el personaje de Jodie Foster en la película ‘Contact’, siempre me sentí atraído por el misterio de otros mundos. Frente a la soledad a la que el ser humano debe encararse cada día y a los grandes acontecimientos que cambiaron la visión de las cosas, hemos tenido la suerte de nacer en una época jalonada de acontecimientos y de avances.

 

Hace unos años, cuando conocí a través de los medios de comunicación que existía una agencia en Barcelona que contrataba viajes al espacio para primeros del 2000, hice una fotocopia y se la entregué a un amigo apasionado de todo aquello relacionado con la ciencia. “Piden quince millones por un viaje de una semana” —le advertí. “¿Sólo quince millones? Eso es un regalo. ¿Tú sabes lo que eso significa?”. Y entonces comprendí que no necesitaba preguntarle más. A través de un cristal imaginario, vi mi cara de niño contemplando el cielo desde un monte cercano a nuestra casa. Éramos cosas diminutas frente a aquel Universo, enfrentados de continuo por historias insignificantes y partidas contra el tiempo.

¿Qué hacemos aquí?¿De dónde venimos?¿Qué hay más allá?

Como la investigadora que en el Desierto de Nuevo México busca tenazmente una respuesta, así la busco yo sin más pretensión que la de sentirme útil de alguna forma y cada día más convencido de que, muy pronto, desde algún recóndito lugar, nos llegará otra voz que se ha venido preguntando desde siglos atrás lo mismo que nosotros.

Hasta hace muy pocos años nuestro mayor interrogante era saber si había vida más allá, cualquier tipo de vida. Después de E.T., la gran creación de Steven Spielberg, llegaron nuevas películas abordando el mismo asunto: sofisticadas naves que proceden de otros planetas, cuerpos extraños con formas y fuerzas desconocidas que se ríen de nuestros aparatos más modernos y, como colofón, un “Día de la Independencia”, donde los americanos encuentran un resquicio para llegar hasta su nave nodriza , salvando al mundo de esa ambición dominadora que los promotores del film venían estimulando.

Primero fue el hallazgo de un planeta que gira alrededor de la estrella 47 de la Osa Mayor, a 34 años luz de la Tierra, y al menos dos veces y media la masa de Júpiter. El segundo es un planeta que gira alrededor de la estrella 70 de la Constelación de Virgo. Su masa es seis veces superior que la de Júpiter, y sus condiciones atmosféricas puede que sean peores. Y después fue el hallazgo de un planeta que gira alrededor de la estrella 51 de Pegaso, a 42 años luz de la Tierra, descubierto desde el observatorio de Ginebra por los suizos Mayor y Queloz. Los científicos intuían que antes del fin del pasado siglo, un satélite europeo lanzado al espacio pudiera detectar la existencia de mundos lejanos. La NASA tiene previsto lanzar hacia el año 2010 el telescopio Planet Finder, compuesto de cinco espejos de entre uno y dos metros de lado por 90 de largo, para gravitar en torno a Júpiter y buscar planetas semejantes donde pudiera existir sustancia necesaria para la vida, como el ozono, el oxígeno y el bióxido de carbono.

“La importancia del agua es decisiva. —señala David Des Marais, bioquímico de la NASA— El agua es un medio perfecto para que las sustancias orgánicas que contienen carbono, se disuelvan y reacciones unas con otras de mil maneras”.

En un tranquilo paisaje rural, 50 km. al noroeste de Boston, Massachusetts, se encuentra el radiotelescopio Beta, equipado con una antena parabólica de 25 metros de diámetro, que puede detectar señales extraterrestres de mil millones de canales. El director de este proyecto, Paul Horowitz, físico de Harvard, asegura: “A mí no me cabe la menor duda de que hay vida inteligente en el, se lo aseguro. ¿Que si hay vida en nuestra galaxia?: Las probabilidades son enormes. Lo difícil es que los seres inteligentes de la galaxia nos transmitan señales de radio en la longitud de onda que esperamos y con la potencia necesaria para que la captemos”.

Vivimos en un mundo donde el avance tecnológico es un manifiesto permanente. Como seres inteligentes no descartamos la posibilidad de vida humana en lugares lejanos y desconocidos. Ya no vamos a la luna para pisarla únicamente, o para conquistarla; ahora, más que nunca, una vez localizado el agua, queremos ir a vivir en ella, porque como el guionista manda decir a Jodie Foster en ‘Contact ‘ , “a lo largo de nuestra vida, el vacío se ha hecho soportable porque nos tenemos unos a otros”. Y acaso la obsesión por buscar compañía fuera de la Tierra les lleve a nuestros investigadores cada día más cerca de un hallazgo.

Entonces puede que reconozcamos que alguien vive en condiciones superiores ahí fuera, con otra organización y otro sentido de las cosas.
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01 marzo 1999

Charly, 007
marzo 01, 19990 Comments

Voy deprisa. El mismo día que el agente 007, Pierce Brosnan, se lanza al vacío desde uno de los edificios que da vista al Museo Guggenheim, me llama Charly, el empresario de Lantadilla, que expone en la feria de muestras de Bilbao, al lado de otras empresas de Castilla y León, que traen productos de nuestra tierra con nuevos envoltorios, otros sabores y la intención loable de llegar a más gente. Vamos corriendo. Me lleva Leandro Arúe, amigo de ambos y al llegar al stand nos fundimos en un abrazo. Enseguida se pierde por una puerta para volver a entrar con dos copas en las que vierte un orujo de hierbas exquisito. Me habla de sus proyectos inmediatos. Cuenta un chiste, cuenta otro chiste, llama a la puerta de quien exhibe la morcilla de Burgos, en otro lugar le llenan una bandeja de chorizo, más allá de cecina...


Aureliano mete entre los dedos un habano adquirido en la isla y borda cada encuentro. De todas las provincias llegan gentes buscando su producto. Su último contacto, realizado estos días, quiere llevarse a Portugal la prueba; me habla de su viaje por Argentina, y me cuenta con sinceridad, que esa sí que destila a raudales, su visita a las bodegas de aquellos lugares.

Medito sobre la complejidad de esta nueva faceta, la de este palentino cuya vida transcurre de feria en feria, como los feriantes pero sin tómbola, como los actores pero sin red ni cuerda, a la buena de Dios, con una mirada hacia la incógnita y una puesta en escena que dejaría estupefactos a muchos de los que le conocen.

No escribo de Charly porque me lo pida, ni porque se lo deba. Escribo porque me satisface ver a un paisano nuetro botar su barco publicitario cada día, ahora en el País Vasco, muy pronto en Valladolid, mañana en cualquier otro sitio, aprovechando todos los viajes que lleven un saco de productos artesanos, rompiendo un poco nuestro miedo al vacío.

Es muy tarde. Debemos regresar al otro lado de la ciudad para volver a la rutina de nuestro trabajo. Palencia y Aureliano, Aureliano y Palencia, los dos por esos mundos refrescando la memoria de tanto palentino ausente, incentivando el ánimo de aquellos que hoy la viven, promocionándonos, aunque el despliegue periodístico esté hoy dos mil metros más abajo.

Saltó el doble del actor irlandés.

Mañana, una persecución por toda la ciudad y después la despedida. Lo bueno de Charly es que se va pero regresa, nos lleva en la memoria, planea cada encuentro casi artesanalmente, como su producto, y la única fantasía a lo Bond que se permite es el recuerdo de su chica de Cuba.

Bond, desde la ficción; dando vida a una historia. Charly, envolviendo la realidad con sus aromas.

La película va a comenzar. La mesa está servida.

En la imagen, el producto estrella de esta firma, Aureliano I. destilado con sumo esmero y envejecido en cubas de Roble Americano, Limousín y Allie durante 8 años, posteriormente se realiza un coupage de 30 días y se embotella.

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05 febrero 1999

El mal de todos
febrero 05, 1999 3 Comments


Nadie está libre de las miserias de este mundo. Nadie. El dinero y la inteligencia abrirán puertas. Los títulos y los trajes podrán vestirte de prestigio. La escuela de la vida te aliviará el camino. Y si, además, tienes un poco de suerte, te sonríe la fortuna, te arropa la familia y los amigos, el camino se te hará más ligero, pero ni siquiera con todas las cartas de tu parte encontrarás ese camino de rosas que soñaste. John Bayley lo sabe bien.

El autor británico refleja en su libro “Elegía por Iris”, cómo él, “un joven académico espectacularmente ignorante respecto a las cosas mundanas, se quedó prendado de Iris Murdoch...”, como ambos tomaron la decisión de no tener hijos, absorbidos por unas carreras deslumbrantes. Escritores de reconocido prestigio en su país, montados en una línea que parecía no romperse nunca, llegan al ocaso de su vida y se dan de bruces con el terrible mal de Alzheimer. Ese es el mal de todo el mundo. Nos olvidamos que está latiendo ahí, hasta que nos envuelve. Ese mal y tantos otros males imprevistos para los que no encontramos solución precisa.

Ronald Reegan, sufrió esa misma historia. Un rotativo de su país, “The Times”, jugaba con la versión de Patti Davis, la hija que estuvo lejos de su padre mientras fue presidente de los EE.UU., la misma que luego se pregunta: ¿qué le podemos regalar que le ilusione...? Reagan, el que fuera el presidente más poderoso de la tierra, el que tuvo en sus dedos el destino del mundo, que casi no reconocía ya a los suyos, recibió en una de las últimas navidades unos globos, libros para niños y chocolatinas. “Son para ti –le dijeron. No tienes que compartirlas con nadie”. “¡Qué bien” –exclamó, colocándo sus regalos, uno en fila de otro, encima de la mesa.


Imagen: www.telegraph.co.uk/

Pequeño ejercicio de memoria
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28 enero 1999

Luther King o el sueño... [de Obama]
enero 28, 19990 Comments

Para un hombre como Martín Luther King, que no era demócrata, que no era republicano, que ni siquiera se consideró nunca norteamericano, el sueño que soñó para los 22 millones de negros se vio interrumpido por una bala que le entró por el cuello el primer jueves de abril de 1968. Dicen del asesino que le gustaba lucir públicamente su racismo, que balbuceaba palabras en español (de la época en que regentó un bar en Méjico) y que se inscribe en un curso por correspondencia para aprender a abrir candados sin llave. Dicen del asesino, que huye, se transforma, burla al FBI mil veces y que, aún hoy duerme en la cárcel sin haber contestado a la pregunta: ¿Por qué? Lo cierto es que, el autor de “Marcha hacia la libertad”, admirador de Gandhi, también Premio Nóbel de la Paz, estaba convencido de su lucha pacífica. “Os destruirémos con nuestra capacidad de aguante””Para ganar nuestra libertad, le hablaremos a vuestro corazón y a vuestra conciencia, y al final venceremos”. Y el mismo año que asesinan a Kénnedy, King encabeza una marcha sobre Washintong en la que participan 250.000 personas, y es allí donde pronuncia la palabra, las palabras: “Yo tengo un sueño”. “El señor me ha permitido subir a la montaña, y desde allí arriba he visto la Tierra Prometida. Es posible que yo no pueda llegar con vosotros hasta ella, pero quiero que sepáis que todos nosotros, como pueblo, alcanzaremos esta Tierra Prometida”. Desde entonces, incluso mucho antes, desde que el hombre comenzó a comunicarse, la libertad ha sido el grito más gritado. Ha sido el sueño más soñado. La libertad fue y sigue siendo el largo camino para el hombre.

Imagen: De Nobel Foundation - commons.wikimedia
Pequeño ejercicio de memoria
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19 enero 1999

Rito animal
enero 19, 19990 Comments



Froilán De Lózar



Unos días antes de que Jesús Sánchez Merino, vecino de Matabuena (Segovia) denunciase los malos tratos que acabaron con una burra de su propiedad y causaron graves daños a otra, ambas en avanzado estado de gestación, el director de un periódico de Valladolid me explicaba por teléfono las razones que aconsejaban no publicar el artículo “Rito animal”, que a primeros del pasado año viera la luz en el “Diario palentino”. Una de las razones esgrimidas para el rechazo de la citada crónica, era el matiz desagradable que despedía, en constante referencia a animales que siempre se utilizaron para la tradición. “Y tú sabes el renombre y la importancia que tantos pueblos de Castilla y León han alcanzado gracias al eco de esas fiestas”. 

No soy ecologista. Tampoco soy naturalista. Expongo en este rincón mis pensamientos sin más ambición que la de comunicarme con un pequeño y fiel grupo de amigos. No pertenezco a ninguna Asociación y es probable que alguno de mis lectores no llegue a conocerme nunca. Soy consciente de ello y soy feliz así. 

Por mi casa se pasearon perros de diferentes razas y sólo en dos ocasiones debimos recurrir a la máxima pena: un perro de presa que tarazó el morro de un cerdo y agujereó las botas de un vecino que acudió a separarlo y un mastín con una enfermedad de boca; el primero de un tiro, el segundo por medio de una inyección que recetó el veterinario. 

A mi modo defiendo el trato humano a las personas y el trato justo a los animales. No me agrada que un perro, por muy cuidado y limpio que esté, le pase la lengua a su dueño/a por la cara, pero entiendo sus caricias, la orden de “siéntate”, “ven aquí”, a la que el amo le ha enseñado a responder. En casa me reprochan este desligamiento. Y sus motivos tienen. Y mis motivos tengo. No te escondes, pero rehuyes el encuentro. No lo rechazas, pero ignoras su presencia, lo que a los ojos de los demás implica ya una falta. Pero no puedo apoyar tampoco una escena donde el animal soporta las patadas o las chanzas que persiguen su muerte, algunos dirán que gloriosa o natural. 

De niño fui testigo de una escena que nunca he logrado apartar de la mente. Un hombre mató a su perro de cinco o seis estacazos. Tuvo lugar el hecho junto a las tolbas de la mina y tanto me impactó, que después de tantos años todavía hoy se me aparece nítido, en los ojos del animal una pregunta, en los ojos de su amo o asesino, porque ambas cosas era, una obsesión.

El hombre le llamó varias veces por su nombre. El animal fue hacia él. Yo creo que intuyó algo, algo terrible, pero, ¿Quién no acude encantado a la llamada de su amo y cuidador?. Y se acercó despacio, pensativo, como cualquier humano en su lugar hubiera hecho. Después vino la tempestad, cuando el hombre dejó caer con fuerza el grueso palo. El animal esquivó el primer golpe, pero no trató de huir, como sería lo propio; al contrario, incluso adivinando las horribles intenciones de su ingrato señor, se acerco más a él y aguardó paciente y resignado aquella muerte cruel que el destino le daba.–


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15 enero 1999

La rosca infinita
enero 15, 1999 3 Comments


Nada cambiará tanto como para ignorar nuestra procedencia. Hemos corrido mucho. Los últimos tramos de este siglo han sido carreras desbocadas, aceleradas. Pisotones.
Ya hemos llegado. ¿Qué nos espera?¿Quién nos espera?¿A quién esperamos?
Si hay algo que de verdad me inquieta es el punto final de tanto pronóstico. Porque aquí venimos a divagar no en la manera quijotesca de los videntes, sino en la inquietud y la pregunta de tantos millones de mortales.
Se descubre el mundo. Se planea. Edificamos sobre él. Innovamos a velocidades supersónicas. Todo está bien, pero no encontramos el punto exacto, el momento ideal, el soporte perfecto que nos sirva ya como camino definitivo. Es evidente que debemos proyectarnos a un futuro, a un espacio sin puerta, a una historia sin final.
Parece que la inquietud no nos dejará nunca. Y la ambición tampoco. Después de clonar una oveja no cejaremos hasta clonar al ser humano; después de subir a la luna, vamos buscando vida en Marte. Y lo que nos cabrea no es el progreso, sino el haber llegado a la conclusión de que avanzar tanto en tantas cosas no impide las envidias, ni el desencanto y nada de cuanto hagamos impedirá que sigan cometiéndose injusticias y crímenes horrendos.
Vistas así las cosas, no tiene sentido tanta vuelta de tuerca. ¿A dónde vamos? ¿Llegaremos? ¿Estamos ya o no estamos?
Parece que ya estamos.
Estaremos.


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14 enero 1999

Bilbao 2000
enero 14, 19990 Comments


Hoy he sentido la tentación de escribiros unas letras de Bilbao, desde Bilbao, la ciudad donde vivo, en la que me instalé hace treinta años y en la que he contactado con muchos palentinos que dejaron su pueblo. Desde ella me proyecto periódicamente hacia ustedes a través de este Medio más que centenario.

Pero, conozco Bilbao, sobre todo, a través de quienes le vivieron. He tenido la suerte de entablar amistad con personas que nacieron muy cerca de la ciudad: marineros, constructores, tenderos; Nacionalistas defensores de Arzalluz –pese a todas las razones expuestas por columnistas y contrarios– y Nacionalistas, admiradores sobre todo de Atutxa, el hombre de Interior que, en el punto de mira de los terroristas, frente a las ideas que apuntaban los propios jefes de sus filas, se hizo fuerte y defendió primero y ante todo la vida. También vivo y convivo con varios accionistas del nuevo periódico que sustituirá a Egin. Vivimos y debemos soportarnos, buscando la fórmula para que ese silencio de las armas sea definitivo, y nadie, ni siquiera el obispo Setién, se cuestione este tiempo de paz anteponiendo la premisa de una pequeña nación, incluyendo en la misma a muchos hombres y mujeres cuyo único afán era ampliarla. 

Fraguado el plan de conocerla mejor, motivado por la idea de una ciudad que va muriendo mientras se levanta a la par y a ritmo trepidante otra mayor, más moderna, más turística, mucho más iluminada, hoy, por fin, he salido a retratarla desde el agua. Cámara Minolta, objetivo 28´80, tarde de sábado apacible... Mi sueño se ha cumplido gracias a la colaboración de dos amigos: Jesús Coria, nacido en Gorliz, en el barrio de Gandía, 1947 y Javier Alvarez (Lutxana–Erandio, 1952). Nuestra intención era bajar por la ría en gasolino, inmortalizando todo aquello que se pusiera a tiro. Desde el extenso embarcadero de Las Arenas, hasta el Puente Colgante (que hace unos días estrenaba barquilla), dejando a un lado la competición de regatas que lleva nombre de grandes almacenes y los grandes barcos que efectuaban maniobras muy cerca del Canal. A medida que avanzamos, van quedando atrás fantasmas del pasado: fábricas sin cristales, restos para la historia de Altos Hornos, grúas a contraluz en desuso; y en la misma proporción nos despiertan las nuevas historias: Puente de Rontegui, Puente de Euskalduna y muy cerca el flamante Palacio de Congresos y Exposiciones; Puente de Deusto, la Universidad, Guggenheim, Puente de Calatrava, Ayuntamiento, Arriaga y Casco Viejo. Bilbao. Viaje de ida y vuelta. Doscientas cincuenta fotografías de una ciudad en la que vivo. Bilbao, ¡ay, cómo has cambiao!. Por un instante he tenido la impresión de estar narrando el final de una época, lejos del cemento, acurrucado cuándo en proa, cuándo intrépido sobre la bancada central de una chalupa de seis metros. Una chipironera vibrando con nosotros por el paisaje que nos daba en la cara, porque estaba ante nosotros, a unos metros de casa y, sin embargo, era distinta. Viajábamos hacia la entraña de una ciudad a la que siempre vimos llena de humo. Ibamos como flotando sobre ella. Confieso que he apretado sin compasión el disparador queriéndome saciar con una imagen que siempre me llegó a través de los telediarios. El revelado de aquellos carretes acabó con la incertidumbre que siempre creció en mí durante años. Y ahora mismo siento que cada instantánea recoge un momento de lo que fue una época, una historia a punto de cerrarse. Una ciudad tocando el agua, acunado por ella, balanceándose suavemente hasta tocar esa figura plateada que el arquitecto Gehry hizo nacer muy cerca del Puente de la Salve. 

Bilbao: otra mirada, otro lugar, otra ciudad.

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31 diciembre 1998

¿Treviño?¿Trebiño?
diciembre 31, 19980 Comments

A 90 kilómetros de Burgos y a 15 de Vitoria, se encuentra el Condado de Treviño. Hace ya muchos años que se viene hablando de una solución justa que acerque a los 1100 habitantes de este enclave, no sólo social, sino también administrativamente al País Vasco. A primeros de este año en el que estamos, por primera vez, se reunieron en Burgos representantes de los gobiernos Vasco y de Castilla y León, para tratar la problemática y llegar a un acuerdo.



Ya en 1994, se dieron cita en Puebla de Arganzón unas 8000 personas para celebrar el Trebiño Eguna, fiesta que según los organizadores y participantes sirve para reivindicar la integración del Condado de Treviño en Alava, y a la que asisten varios políticos, entre ellos el entonces vicelehendakari Fernando Buesa.

Es curioso observar cómo cambia el pensamiento de la gente en el transcurso de tres días. El día 5 de Enero, Vicente Orden Vigara manifiesta con estas palabras su disgusto:

“Hablar del referéndum o anexión al País Vasco son palabras demasiado fuertes que no están en nuestro pensamiento”. Y reforzó su tesis con otra frase contundente: “Si efectivamente forzase el tema, el presidente de la diputación se levantaría de la mesa”.

Pero, volviendo a los archivos, encontramos que el mismo hombre, Vicente Orden Vigara, el 9 de Enero, dice al mencionar el referendum:

“El alcalde y los propios treviñeses son los que tienen que decir cómo, cuándo y en qué tiempo se debe convocar”, y al ser interpelado sobre si aquellos decidieran pertenecer a Alava, afirmó: “No nos quedaría más remedio que acatar la voluntad soberana de los treviñeses”.

Vistas así las cosas, la solución es sencilla, porque según manifestaron los políticos todo depende de lo que diga el pueblo. El pueblo se ha pronunciado ampliamente a favor de la anexión, Allí realizan sus compras, allí acuden al hospital o al médico, allí estudian sus hijos…

A mi modesto entender, no es que nadie quiera con este paso cerrar la puerta del pasado; algo tendrán de las raíces que los ate de por vida a la tierra castellana.

Habrá personas que se manifiesten contrarias a este tipo de cambio, que, por otro lado, no implicará derribar casas o levantar muros, borrar de golpe valles y collados o colocar figuradamente un dique de desprecio hacia todo lo que nos dio o lo que no alcanzamos en las tierras del Cid.

Ernesto Argote, el alcalde de Treviño, destacó a propósito de la famosa reunión de primeros de año que “no se abordaron en ella los temas concretos que preocupan y afectan a las dos comunidades, como son la nacional I, el punto negro donde muchas personas han perdido la vida, la carretera del puerto de Vitoria y el Regadío del Río Rojo".

Aquí sucede lo que nos ha sucedido a los demás en otros sitios. Llevamos años reclamando historia. Historia que muy pocos repiten y que nadie escucha. Cuando ya el pueblo se ha cansado de esperar y estalla, y cuando al otro lado de la pared alguien tienden la mano –sin pensar en principio que guarden en la manga intereses oscuros o electoralistas–, los tutores reales, como si se tratara de repartir una hacienda, ponen el grito en el cielo: “Nadie sabe mejor que nosotros lo que les duele o lo que les hace falta. Y estamos decididos a dárselo con tal de no perderlos”.

Este es un delito evidente, llamo yo así a la desidia y abandono en los que permanecen tantos pueblos castellanos. Y para muestra, como telón de fondo, este caso de Treviño o Trebiño que desde hace tantos años pide una solución. Unos padres adoptivos que le den lo que los suyos naturales no le dieron.


© Froilán de Lózar para Diario Palentino
Imagen: Oca, por Gronze.com

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28 diciembre 1998

Donde nos lleve la palabra
diciembre 28, 19980 Comments

Ahora que estoy aquí, y que me siento bien por estar con ustedes. Ahora que aquí me siento vivo, aprovecho para felicitar el nuevo siglo a este diario. Aprovecho la ocasión para felicitar a quienes confiaron en él, a quienes le botaron, a quienes le dirigieron, a quienes día tras día le dieron vida en el taller. Aprovecho el momento para congratularme con este vehículo que nos acerca, que nos comunica, que se llena de color y de nuevas historias pensando en Palencia y su provincia; ahora y aquí, para que no se rompa esa trayectoria de fidelidad y de compromiso hacia esta tierra.


Yo nací con él. Y nací con Antonio Álamo Salazar. Y crecí con la “Solana palentina” de Gonzalo Ortega Aragón, que mi padre leyó y resumió de tarde en tarde a toda la familia. “Cómo escribe este tío” –me dice hoy, cuando nos vemos.

Yo nací con Félix Buisán Cítores, maestro y periodista, a quien conocí personalmente en Cervera de Pisuerga, formando parte como jurado del Festival de Canciones y Bailes de la Montaña Palentina. Sólo una jornada de convivencia sirvió para llenarme de Claudio Prieto, Felipe Calvo y mi anfitrión, Luis Guzmán Rubio, lector atento y apasionado de este “Diario palentino”.

Recuerdo la primera colaboración que me publicaron. Fue el jueves, 22 de enero de 1981. En ella hablaba de los contratiempos del invierno, y de cómo Mariano García, molinero durante muchos años en Triollo, entonces minero de “la Eugenia”, pidió ayuda a los jóvenes de San Salvador para llegar hasta la mina y dar de comer a las mulas que estaban a su cargo.

Entonces me motivaron nueve días de incomunicación: los postes de la luz habían caído, no había señal de teléfono, no había máquinas quitanieves y los neveros eran impresionantes. Seguramente, muchos de ustedes no me crean si les repito lo que entonces se publicaba aquí. Luis María Cajigal, el hijo del herrero, hermano de Ricardo (que compartió conmigo estudios en Portillo y Pozuelo de Alarcón) apareció llevando en la mano una lechera por encima del tejado de su tío Conrado.

La segunda noticia se tituló “Rumores Cántabros” y en ella hablaba del descontento de muchas personas que ante la apatía de los gobernantes palentinos se atrevían a sugerir el cambio de provincia, buscando en Cantabria una puerta de comunicación, una palabra de esperanza.

A aquellos primeros y tímidos artículos les siguieron otros, y como quien se aferra a una tabla de salvación yo me aferré a estas páginas y escribí lo que quería escribir, lo que me mandaba la conciencia, lo que sentía, lo que entendía que sentían las gentes de la montaña.

Ahora que la renovación plena de este diario está dispuesta.

Ahora que en nuestra mano sigue la difícil tarea de colocar palabras que lleguen a todos y que todos entiendan.

Ahora que el futuro nos tiende una mano para abrirnos la puerta.

Hoy, después de tantos años de macerar palabras, cuando se vislumbra una respuesta de quienes llevan el timón de Palencia, he de confesar la satisfacción que me invade por todo. Principalmente, por la imagen de la nueva montaña y por la renovación de este vehículo que seguirá defendiendo –lo presumo–, todo aquello que nazca y que florezca en esta singular provincia.

Yo nací con Mariano Valero, el mejor director que he tenido.

Yo nací con ustedes, en este fin de mes, en este fin de año, en este fin de siglo...


© Froilán de Lózar para Diario Palentino

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12 diciembre 1998

La paz de los niños
diciembre 12, 19980 Comments

Han hablado los niños. Los responsables de Unicef en el País Vasco habilitaron unas urnas en cada municipio para que votasen los escolares. El resultado de la encuesta que se realizó a finales de Noviembre, se llevará al Parlamento Vasco para que, –según declaró Consuelo Crespo, responsable de esta Asociación en Euskadi–, “cuando se tomen decisiones que afecten a los niños, se tenga en cuenta su opinión”.





Un equipo de sociólogos de la Universidad de Deusto y la misma representante de esta Asociación se defiende de quienes critican semejante inversión aquí, con una serie de argumentos entre los que resalto uno: “Si no les educamos desde pequeños en la solidaridad nunca podremos cambiar los problemas que tiene los países del Sur”. Es sabido que nosotros, los mayores, le sacamos la punta a todo. Merece la pena felicitarse por unos resultados que de momento, pese a la buena intención de los promotores, no van a alcanzar una respuesta práctica. Y vuelve a sorprendernos la opinión de los pequeños. Lo primero que han votado, antes incluso que a la propia familia, ha sido a la paz. Y más que a la participación y al bienestar, han votado a la protección. Hay un dato curioso, verdad, que refleja la poca disponibilidad de los mayores a tomar parte en este plan. El penúltimo deseo del niño entre las doce cuestiones planteadas fue el juego. Y, curiosamente, sólo unos días después de estas elecciones, el departamento de Consumo del Gobierno Vasco paralizaba la campaña publicitaria de unos grandes almacenes que en su afán de conquistar el mercado, prometía vales de descuento imposibles de canjear en el futuro.

He aquí la sinrazón de mostrar una imagen y taparla enseguida con la voz, los gestos, la experiencia, los negocios... y tantas otras cosas siempre en manos de los mayores. Los ejemplos se suceden a diario. La semana pasado conocimos el caso de Ana, una niña que fue vendida por su madre a una familia de Bormujos, y con la que se negaba a regresar, como le dictó el juez, aludiendo a los malos tratos de los que fue víctima, y supimos que la misma Ministra de Justicia se mostraba de acuerdo en la decisión de la Fiscalía de recurrir la sentencia y el propio Manuel Chaves pedía a los jueces que tuvieran en cuenta la opinión de la niña. A fuerza de ver y de vivir nuestros errores, los niños han ido asimilando nuestros males, han dejado más pronto la inocencia que en esas edades se supone, motivados también por las imágenes que los Medios de comunicación están sirviendo. 

Yo creo que una de las grandes aspiraciones de los mayores en nuestro país y sobre todo en el País Vasco era lograr la paz. Los pequeños han visto la tragedia, nos han visto a nosotros en las calles con las manos abiertas, han vivido de algún modo nuestra misma impotencia y han pedido antes que cualquier otra cosa la Paz, porque saben que sin la paz no habrá familia, ni amigos, ni importarán los conocimientos que se adquieran, ni servirán los adelantos. Los niños han querido dejarnos claro que mucho antes de proponerlos para una carrera de futuro, debemos negociar la paz con otros pueblos, con los partidarios de otros partidos políticos, con los vecinos, con la sociedad. Porque también aquí, en esto que llaman el primer mundo, hay muchas personas que sufren, que no tienen trabajo, que carecen de una vivienda digna. Yo he oído a los niños y me ha parecido justo comunicarles su decisión. Porque su anhelo es también el nuestro.


© Froilán de Lózar para Diario Palentino

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06 diciembre 1998

La causa
diciembre 06, 1998 6 Comments


Durante años, es verdad, se nos hizo creer que la pobreza venía de otros continentes. En la escuela, el maestro nos repartía unos sobres para que nuestros padres aportasen dinero para la causa aquella que nunca tenía fin. Antes, el efecto duraba una semana. Ahora mismo, aquella causa se ha extendido tanto que, cuando menos lo esperas, alguien te sacude con un bote pintado y te coloca una pegatina en el pecho, bien para que no vuelvan a importunarte más durante el día, bien para que, quienes no la llevan y se encuentran contigo, saquen sus céntimos del bolsillo para echarlos a uno de los botes con los que pueden tropezarse al doblar la primera esquina. De este modo, amén de los particulares que recurren a sus propias artimañas y rifas, se crearon Entidades e Instituciones que al menos una vez al año tienen su día de colecta: Domund, Cruz Roja, DYA...etc. Se ha personalizado tanto la pobreza en este fin de siglo que no es raro advertir a cualquier hora y en cualquier punto de la ciudad ese cuadro que, como los fusilamientos de Goya, se nos quedará impreso en la retina, pidiéndonos solidaridad, advirtiéndonos a cada paso de esa parte del mundo tan cercana a nosotros que sufre, que necesita, que pide para sus hijos.

Mientras los altos mandatarios del país anuncian la bonanza de la economía y en alguna autonomía estudian la erradicación de los mendigos, la bomba de la pobreza estalla en otro punto con más potencia, y casi de inmediato se hace patente la solidaridad de mucha gente que intuye la dureza de la situación, la crudeza del maligno, la tesitura de vivir y morir con lo puesto, mientras el agua desbocada se lleva a los suyos, se lleva todos sus recuerdos y principios, tal y como a menudo, año tras año, ocurre en Centroamérica.

Antes, cuando niños, después de la casi obligada aportación de nuestros padres para los “chinitos”, ya nos llegaban noticias de la India, la de Calcuta, la de Teresa. Y nuestros padres y maestros nos recordaban cada día nuestra diminuta opulencia: “Hay millones de niños que no tienen nada que llevarse a la boca”. Y en esa frasecita se encierra el tren de la culpabilidad al que hemos acudido como adultos responsables para solidarizarnos con un país lejano. Hoy, en medio de la catástrofe, después de nuestra pequeña aportación para mitigar las terribles heridas que en todas partes se abren; después de tranquilizar nuestras conciencias, sabiendo que unos actos mueven a otros, a mi me sigue quedando la terrible duda, me siguen machacando las pregunta de siempre: ¿Debe mantenerse la culpabilidad de Europa ante todas las catástrofes y miserias del mundo?, ¿Servirá para algo la imagen que llevamos metida a fuego en la retina?¿Reconocerán los gobernantes de esos países pobres sus obligaciones? Porque, frente a la pobreza más atroz, los gobernantes de China y de la India apostaron por convertirse en potencias nucleares.

Porque no entregamos el dinero para que no llegue, ni para que llegue a medias, ni para que los bancos (en la más obcecada de las opulencias) nos cobren comisiones por hacerlo llegar.

Porque enviamos nuestra pequeña aportación convencidos de que servirá para la causa, y que también los gobernantes de aquellos países pondrán en la balanza como primera causa aquella lucha.

Porque lo necesitan todo. Nos necesitan a todos. Y todo será poco para empezar de nuevo.

© Froilán de Lózar para Diario Palentino

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