ORÍGENES

04 marzo 1993

Incomunicados
marzo 04, 19930 Comments

Otra vez los acontecimientos me desbordan y debo adelantar mis reflexiones para que coincidan en el lugar y el tiempo. Cuando comienzo a escribir estas líneas, nieva en Bilbao con una inusitada fuerza. Niños y mayores se mezclan en los patios llenándose las manos del elemento blanco. Ya el sábado por la noche, la radio notificó que la Diputación de aquí, tenía preparados veinte coches especiales y quince o veinte máquinas quitanieves.


Los diarios no llegaron con normalidad a muchos de los puntos de encuentro, y como de costumbre, cundió la alarma por unos palmos nieve, forzando una sonrisa de mi máquina. El domingo por la noche me llaman de San Salvador. A pesar de conocer la intensidad que aquí alcanza la nieve, están alarmados: algunos tejados se han hundido y por sus palabras me recuerdan la gran nevada de hace doce años. El telediario dice que ochocientos pueblos de toda España se encuentran incomunicados. Pero cuando se generaliza la noticia, ésta deja de tener importancia. Quienes tienen aquí su rebaño, sus vacas, su trabajo, ven la parte negra de la nieve, y vuelvo a reincidir en lo ajeno sin que ello me sirva de consuelo.

En Ibias, en la parte asturiana, junto al puerto de Connio, se vive una aventura similar. Los 74 pueblos que forman el municipio, viven con una escasez de medios que supera con creces cualquiera de las nuestras: el sesenta por ciento carece de teléfono y se llega por caminos de tierra. Ese mismo porcentaje carece de alumbrado y las basuras se tiran por doquier. Pero volvamos a lo nuestro. El lunes, a las doce de la noche, llamo a San Salvador. Siguen incomunicados, sopla un fuerte viento y no reciben la señal de televisión. Algunos vecinos han hablado de ponerse en contacto con un diario madrileño. El martes por la mañana, hoy, cuando remito al periódico este artículo hecho crónica, muchos de los puntos conflictivos se han ido despejando y ha remitido el temporal en la montaña. Quizás peor consuelo llevan las zonas cántabras de Tresviso, Caloca y Polaciones , vecinos nuestros, que el domingo se mencionaban en todos los medios vascos, pero donde sucede algo similar a lo que aquí venimos denunciando: los medios técnicos y humanos no se sitúan donde verdaderamente se están necesitando. Varias máquinas se han averiado y el lunes se volvieron de Vañes, quedando los pueblos de Castillería y Pernía incomunicados. No olvidemos que esta incomunicación supone graves pérdidas para los ganaderos que hacen entrega diaria de la leche.

No es la primera vez ni será la última, pero me llaman y me piden que escriba. Algo se está moviendo. También aquí se necesita ayuda, que alguien nos recuerde en los telediarios, que alguien nos mencione en los periódicos, que se agilice el servicio de limpieza para que lleguen el panadero y el cartero, el médico y la ambulancia. porque son cuatro días, puede que cinco, o seis, cuando en el resto de lugares se están desbordando las noticias por veinte centímetros, como sucede en Cataluña, y el personal pone el grito en el cielo por dos días de incomunicación.


©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
 "El Norte de Castilla"




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05 febrero 1993

Pleitos
febrero 05, 19930 Comments

Victor de la Serna -que le vamos a gastar de tanto usarle-, se acercó bastante a nuestras sierras. Por la ruta de los Foramontanos, llega a la Venta de Tajahierro, enclavada en las primeras brañas de Palombera. Maestro, es decir poco, lo cierto es que vino a Peña Labra y se acercó a todos los misterios que envuelven ¿esta zona de Palencia?




Como sabe el lector, hace algunos años, por un pleito habido entre uno de los últimos pueblos de la provincia, Piedrasluengas, y un pueblo de Cantabria, Valdeprado, manejados los hilos por el influyente Eduardo García de Enterría, Palencia perdía unas hectáreas de terreno, en un litigio que venía ya de siglos. El viajero, de todas formas, se pregunta a qué se debe tanto cambio, no encontrando respuesta. Tiempo atrás, Piedad Isla, fotógrafa de Cervera, hizo pública una carta a través de un medio palentino ya desaparecido, dirigida a un diputado, en la que se exponían razones -según la autora mas que suficientes- para anexionarnos a la provincia de Cantabria. El dilema, pleiteado con envites de tinta, quedó como estaba al principio, y es que Palencia está muy lejos. Lo comentaba yo con mi redactora, Isabel Calle, por teléfono, tratando de exponer el injusto olvido que sufre el personal por estas latitudes.

Suena ya un poco a burla, que cuatro niños quieran plantarnos la ikurriña en la plaza del pueblo, viendo acaso nuestra indiferencia tan atroz hacia todo lo que se mueve. No hemos sido personal de campaña. De aquellas hospitalarias gentes, no queda sino el recuerdo de los viejos cuando se cosechaba el lino y la cántara de vino costaba dos reales. Cuando las abuelas lo eran de lodo el pueblo. Ahora nos lo han quitado todo. La capital y el pueblo viven sumidos en los pleitos dichosos, que siempre acaban tarde y mal porque hay vencidos. Si por ejemplo, subes a Celada de Roblecedo, un pueblo que llegó a tener 400 vecinos, lo encontrarás limpio de polvo y paja, hasta Cervera queda lejos para que funcionen bien las cosas. Estamos atrapados. La protesta que pudiera elevarse está anquilosada en los labios de estas humildes gentes para quienes hoy la bandera es lo de menos. Tal vez nos tocase algo, si como ha propuesto hace poco un diputado en el Congreso, Cantabria se aliase con Castilla, por aquello de que siempre ha sido su puerto. Una solución que requiere, dada la magnitud que están alcanzando algunas autonomías, mucho más que palabras. Y la verdad es que, aquí, no estamos para pleitos.


©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
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27 enero 1993

¿Existió la leyenda?
enero 27, 19930 Comments

Cuenta la leyenda que, por una historia de celos, tomó la villa de San Salvador su actual nombre, y aunque a los publicistas nos enseñen los libros que, las leyendas sólo sirven para explicar un hecho, lo cierto es que la respuesta del cantor me parece adecuada para explicar el por qué San Salvador de Tremaya, es hoy de Cantamuda.


Creamos pues en ella, de la misma forma que creemos en los Reyes Magos. Fue Munio el conde de este valle, lugar que tuvo el privilegio de ser libre antes de que los políticos actuales nos lo anunciaran a bombo y platillo, nombrando a sus señores y rigiéndose por sus fueros, acaso como premonición de lo que ahora se está consolidando en nuestro entorno como mapa regional o autonómico. Con Munio Gómez nos alcanzó la sangre de la llanura, la de la Vega de Saldaña, aplacando así, tal vez, nuestro recio carácter, ahora mismo dormido, congelado, como quien dice -rompiendo aguas ante acontecimientos que llegarán porque el tiempo no se detiene y la esperanza sigue viva-. También nos tocó sangre leonesa, por parte de su esposa doña Elvira, hija de doña Adosinda, asturiana rica. Dice el trovador al mencionar el flechazo que, el Conde, que tenía sesenta años, se enamoró de una niña que apenas contaba veinte.

Matías Barrio y Mier, un político-poeta de los que ahora carecemos, nos contó la historia a su m0do y manera y en algo fue minucioso el de la Castillería, de Verdeña, un pueblo donde se junta el cielo con la Tierra, enseñándonos después de muchas dudas, porque también fue cauto, la ficha de ambos, que me recuerda un poco las novelas de M.Lafuente Estefanía: Religioso y justiero él, dechado perfecto de las mujeres cristianas, ella; Munio: guerrero y defensor a ultranza de su ley; Elvira, de belleza extremada, afable con sus vasallos. Y acaso fuera la bondad para con sus súbditos lo que hiciera brotar las primeras dudas en la mente de su afanado esposo, que entre el ajetreo de la caza y los asuntos de la guerra no hallaba un respiro para el amor. Pernía, es un manjar que se extiende a los pies de la «Peña Tremaya» que hoy yace adormecida, rompiéndose lenta e inexorablemente el timbre de su voz, o sea, las casas que desde allí se observan, fingiendo una vitalidad que está muy lejos de sentir. Sólo el Pisuerga que baja de Fuente Cobre parece dar prestancia y juego a estos pequeños pueblos: San Juan y Santa María de Redondo, Los Llazos y Tremaya, La Venta, San Salvador y el Campo, Areños, Lebanza, La Abadía.... Por cualquier ventana del Castillo que se asomara doña Elvira, podía llenarse de aquel bello paisaje, seguramente que exclamando: (lo estoy presintiendo como la mejor de las videntes) ¡que bello este rincón del mundo! o «¡Este reino bien merece una guerra, o una defensa a ultranza, o una historia de amor!.

Aunque los sueños se acaban, -dice Matías que la causa pudo ser el hijo que no lIegaba-. pienso yo que, acaso el mal de ojo, o el destino, quién sabe si fue la historia que le contaron los amigotes, y nos metemos ya en una historia similar a esas venezolanas que hoy inundan la televisión. Cualquier cosa pudo servir para poner en movimienlo la trama que da origen a esta bella leyenda.

«Un pariente lejano de los que allí sirvieron, me contó en sueños que Elvira ya presentía algo raro por el modo de comportarse su marido. Había como un poso de rencor en las conversaciones y estas cada vez eran más breves. ¡Y qué podía hacer ella para romper aquel obstáculo!. Era cierto. El Conde sólo veía enemigos en su castillo. Todo había empezado en bromas, en una jornada de caza entre Valmián y Hordejón un día de otoño. Un encumbrado personaje de la Castillería, le dijo al Conde que su esposa le engañaba con un vasallo. Para quitarle luego importancia al comentario, añadiría que el desliz era normal dado las largas horas de soledad a las que estaba condenada.

-¿ Y quién es él? -le apremió el Conde, dirigiendo el cañón de su escopeta hacia el osado bufón. Y no encontró respuesta. Los que le acompañaban aquel día lo tomaron a chiste, aunque se evidenciaba que al Señor Conde le habían tocado una parte sensible que sangraba y que después le hicieran ver fantasmas por doquier, urdiendo en secretos abyectos planes para acabar con la traición.

La primera medida fue mandar a las Cruzadas con sus hermanos García Gómez de Saldaña y Sancho, a un joven de Camasobres que parecía ser el recadero de la Condesa. El apuesto galán, que entonces soñaba con Rosario, una hermosa doncella del pueblo de Casavegas, fue pasto sin saberlo de las iras del viejo Conde. aunque nunca se detuvo a pedir explicaciones. Si allí la vida era tranquila y estaba agradecido por el trato que le habían dispensado como criado, defendería con el honor propio de sus años el lema de su señor, muriendo si ello fuera necesario en tan difícil causa. Algún cambio más se llevó a cabo aunque no merecía la pena mencionarlo, pues el principal proyecto tomó cuerpo una cruda y rabiosa noche, apenas comenzó a nevar, estando todos ya recogidos en sus aposentos.

Munio, sin prestarle oídos a su conciencia, bajó a las cuadras, dispuso una mula llena de defectos, dice Matías que coja, ciega y vieja y montó sobre ella a su esposa, dándole por guía y compañero a una vieja sirvienta sorda y muda.

Ya tenemos todos los alicientes.

Falta la Providencia que entonces existía, porque le digo yo a Matías que en este siglo se ha perdido y que vivimos cada día más rodeados de miseria y desolación. Entonces, aquella, salvó a la inocente Elvira. La joven Condesa que vivía -quiero pensar- ajena a tales desvaríos amorosos. Así es como salvado el precipicio, Pisuerga adelante, cantó la muda la injusticia que se había cometido con su señora, razón por la cual Dios las había guiado hasta el pueblo que a partir de entonces se llamó de Cantamuda.

Dicen los sabios autores que, aquella libertad, de la que siglos más tarde, hace sólo unos años, diera cumplida referencia nuestro malogrado poeta Gabriel González en un librito donde se recogían las Ordenanzas, se la dio la Condesa en edad avanzada. Pero ahora, dejando a un lado la leyenda que he recosido a mi manera con deleite para ofrecérsela a los amantes de nuestras tradiciones, sin rencor hacia los franceses que después quemaron nuestras casas, convendría en estos tiempos que corren, removerla, calentarla, para que como el ilustre paisano nos contara, sin dejar la humildad que siempre ha caracterizado a nuestra montaña, reviviesen las grandes enseñanzas que atesoran.


©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
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23 enero 1993

Conspiración de silencio
enero 23, 19930 Comments

No hay nada imposible, aunque quienes venden a través del periódico un pueblo, nos vuelven a poner en evidencia. Una columnista de este medio se preguntaba recientemente de quién era la culpa y uno, sinceramente se lo digo, está agotando sobre el papel las últimas historias.



La conformidad de la gente, que es una forma de apatía engañosa, o aún peor, un despectivo «cada cual se apañe como pueda", ha podido con todos los lemas y ha sucumbido ante todas las barreras. Me explico. Hace algunos meses murió absurdamente un vecino en un pueblo del norte. Todos callaron. Hubo un pequeño conato de rebelión por parte de la familia que acabó a la entrada de Palencia. Unos años atrás sucedió algo similar, aunque casos parecidos y en otros sectores se estén repitiendo de continuo. La sección de «correo espontáneo o cartas al director» de los distintos medios, sirven de ejemplo muchas veces, cuando un ciudadano que se ha visto afectado por una situación irregular o desagradable, pide una respuesta o descarga su parecer sobre el asunto.

Todo es loable, verdad. Estas mismas crónicas pueden llegar a serlo, pero nada conseguiremos mientras sigamos refugiándonos en una falsa alabanza. Me confesaba Luis Ángel, miembro de la Junta vecinal de San Salvador, su disposición a enfrentarse con las situaciones irregulares que a su juicio se vienen detectando en la localidad. Hace años que mucha gente se pregunta en corrillos, a espaldas de, en el bar de la esquina, sobre los asuntos que deben y pueden esclarecerse. Pero se mantiene el silencio para que todo siga aparentemente por el buen camino, para que los cuatro vecinos que ahora quedan no vivan enfrentados en una conspiración permanente que va haciéndose callo. Si dentro de estos pueblos no hay armonía, cómo se va a conseguir la justa reivindicación de un médico o un un maestro, el arreglo inmediato de la carretera comarcal, un servicio de transportes, unas máquinas quitanieves en Cervera. En definitiva, ¡una necesaria y urgente revalorización de nuestra zona de montaña!.

©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
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19 enero 1993

El sentimiento de las tres íes
enero 19, 19930 Comments

Alguno de los posibles lectores de este cuaderno, puede pensar, si no conoce la enjundia de la montaña palentina, que estamos desgranando historias de hace cien años. Desgraciadamente, muy pocas veces vienen a corroborar lo contrario grupos y asociaciones, porque son pocos los que quedan y ya no hay fuerzas para emprender otros caminos.





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FROILÁN DE LÓZAR, SEPTIEMBRE DE 2020
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07 enero 1993

Hurgar en la costumbre
enero 07, 19930 Comments

Nada cuesta, una vez más, bucear por esa franja norte de nuestra geografía provincial, donde aún quedan rescoldos de aquel fuego de antaño. En Polentinos, pueblo tradicional donde los haya, este año mataron el gallo de Quico, mientras el hombre estaba en la verbena, y treparon al Mayo en pleno agosto, ya saben, aquella tradición cuando cantaba misa uno del pueblo. 



Las costumbres, como la vida, han cambiado.

En San Salvador y en Polentinos se cantaban las marzas y los Reyes hasta bién entrada la década de los ochenta y en el mantenimiento de toda tradición influye, me consta, la ayuda de los mayores y la disponibilidad de los más jóvenes. Hace dos años, en San Salvador, en el marco de la iglesia románica, se escenificó un nacimiento viviente. No es gran cosa, desde luego. Ni se vive con aquella pasión de años atrás, ni se vuelven los ojos hacia los ritos heredados de nuestra gente adulta.

Hoy somos extraños en nuestra propia casa y el pueblo, como el mundo, están en pie de guerra, no de tiros, ni siquiera simulada, sí de enfrentamientos y hostilidades varias que hacen inviable el sano ejercicio de hurgar en las costumbres. Costumbre, me refiero a tradición como lo sigue siendo la matanza del cerdo, después de la copa de orujo y las galletas.

A la incertidumbre de quienes se subirían al carro de los colaboracionistas, se añade la desgana de quienes lo presencian, perdiendo así el encanto aquellos actos que nos hicieron felices; ensayos que nos reunieron en un local cualquiera, después de las labores cotidianas llegando así a conocernos mejor, a comentar las cosas, a tratar de poner remedio a los problemas que con frecuencia se dieran en el pueblo.

A las puertas de Navidad, no es conveniente caer en el pesimismo. Recuerdo con nostalgia aquellas fechas, cuando se compartían alrededor del fogón las viandas del pueblo. Todavía hay gente emprendedora en estos núcleos de montaña.

Que salte la chispa, que la pandereta suene, que los jóvenes se desprendan de esa tela de la indiferencia que tanto prolifera.

No todo va a ser cieno, aunque abunden la ignorancia y el desprecio hacia quienes emprenden tareas tan dignas como la recuperación de un rito.


©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
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26 noviembre 1992

San Andrés: Arte y silencio
noviembre 26, 19920 Comments

Un poco más allá de Prádanos de Ojeda, en un remanso del camino que conduce hacia la localidad de Alar del Rey, se encuentra San Andrés de Arroyo. Dice el periodista Fernando Gallardo que el claustro del siglo XI, por el que sentía gran aprecio Manuel Azaña, es un remanso de silencio. 



Las monjitas me reciben el día de la boda de mi hermana, cinco de ellas hermanas a su vez de su suegra, y una, Delia, la priora, tía de Pili Cajigal, la de San Salvador. Casualidades que, quien escribe de cuestiones, a veces emponzoñadas de política, venga a caer en este remanso, orilla de montaña, donde se labra bamba y socorrito.

Y es cierto. Allí el silencio impone más que el arte. Los arcos, las columnas, los grabados en las piedras, todo es admirable, pero la fuente del patio entona los maitines con destreza, sin pausa, haciendo que el silencio que se imponen estas madres bernardas no sea tal que hasta las fuentes enmudezcan.

Me conducen por un largo pasillo hacia la sala de visitas. No pregunto. Observo a las monjas que me observan, que indagan con suma delicadeza sobre nuestras vidas. En el monasterio de San Andrés de Arroyo, no hay penas y, si las hay, procuran encubrirlas para que no se noten y el cierzo las derrita.

Una imagen de conformidad que dista mucho de esa otra que en la capital vive un señor, o dos señores, todavía no se sabe, a los que les han tocado 400 millones, o la que en Herrera de Pisuerga se ha desatado con la fuga del alcalde Rivero. ¿Será verdad que hay tanta mafia en el entorno?

Como para la muerte no se necesitan alforjas y la vida es un camino que pasa veloz, comprendo hasta cierto punto la felicidad en la que viven las monjitas.

Con esta escapada hacia el llano me aíslo y me repongo como ellas de tanta corruptela, de tanta malversación y marea negra como brota a diario.

Estaban todas. Todas salieron a recibirnos y para todos hubo palabras dulces, tan dulces como los frutos de su obrada.

San Andrés de Arroyo no es sólo un claustro donde el arte se imponga a quienes con devoción lo enseñan y lo guardan. Es, principalmente, un rincón de provincia donde vive y trabaja con una ilusión propia de los niños, una comunidad cristiana.

©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
 "El Norte de Castilla"




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05 noviembre 1992

Piedad Isla
noviembre 05, 1992 2 Comments

No ha sido mujer de un día. Ni una mujer cualquiera. No es un secreto para nadie que Piedad Isla pertenece a esa parte del pueblo que ha luchado codo a codo desde el principio al fin por las cosas en las que creía. Desde su estudio fotográfico en Cervera de Pisuerga, ha proyectado la montaña más allá de nuestras fronteras.




Con enorme sacrificio, ha dado vida a un Museo Etnográfico y ha puesto el punto sobre la llaga en muchos engorrosos asuntos. Por citar algunos: la declaración de Conjunto Histórico Artístico para la villa cerverana y la lucha en contra del pantano de Vidrieros.

Las personas que, como ella, se mueven mucho, generan inquietudes en su entorno y también, por qué no decirlo, enemigos. Piedad sabía que con un negocio en un pueblo pequeño, corre un riesgo muy grande si se mete en política o, quien dice en política, dice también en asuntos sociales, tal puede ser el caso de "Cervera Más Allá". Recuerdo una fuerte polémica, a propósito de la urbanización, donde también salió malparado el humorista "Peridis".

Piedad, que también colaboraba en "El Norte de Castilla" y que, como digo, no es mujer de un día, asumió con una entereza digna de admiración todos estos peligros, y dijo sí, cuando pensaba que sí, y dijo no cuando creyó que había que decir no.

Isla en la Montaña ha sido la propulsora eficiente de una imagen sin par. Y lo digo sin compromiso alguno, cuando apenas he intercambiado tres palabras con ella. Piedad va a recibir un caluroso homenaje de sus compañeros, a los que me sumo con estas breves letras desde mi estudio fotográfico en Bilbao.

Hace unos días, cuando yo preparaba el prólogo para el catálogo de un fotógrafo en Santurce, me llegaba la noticia del homenaje que se le estaba preparando a Piedad en Palencia. Y he querido contribuir en la medida de mis posibilidades.

Para la sección "Cuaderno de Montaña" del "Norte de Castilla"
En la imagen: Piedad Isla en moto, a la entrada de San Salvador

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20 octubre 1992

Broco
octubre 20, 19920 Comments

Un intelectual, Manuel Broco Barredo, escribe acerca de los mineros de Asturias, en una pequeña e interesante revista que edita el grupo madrileño Cero. ¿Qué le está permitido desear a un minero de Mieres? -se pregunta. Todos los mineros, los de Palencia también, se preguntan muchas veces por su vida, por su futuro, cuando las minas cierran, condenados como están a eso que llaman silicosis.


Mi amigo Vega Antuña, que contaba historias de la nieve en aquel famoso «Cimbalillo», y que regentó el economato de las minas en San Salvador, además de llevar la gestión de las de Castrejón de la Peña, sabe mucho de lo que pasa fuera de la bocamina. Por su parte, Lorenzo, el del Campo, un picador de primera retirado por respirar en las cavernas de la "Eugenia", sabe todo lo que pasa dentro.

La Montaña Palentina se ha llenado de luto muchas veces. Ha muerto mucha gente en situaciones confusas, trabajando en condiciones infrahumanas, boquetes laterales por donde justo entra el cuerpo y la herramienta. Se cava de rodillas o tumbado y no hay seguridad que valga. Algunos jóvenes, en los últimos años, han hechos de tripas corazón y se han ido galería adentro, como hicieron sus padres, tal vez para seguir viviendo. No saben, ni se imaginan, que eso que llaman silicosis les ha comido los pulmones y ya no queda aire bastante para ellos en el mundo. No en vano, he visto la agonía de Vidal, padre de mis amigos, y la de Pepe; viví de cerca, siendo corresponsal del desaparecido «Noticias de Palencia» la noticia de la muerte del picador de 24 años, Ramón Otaola; estaba allí cuando me comunicaron la de Julio Torres, unos años después, la de Vicente, y la de su hermano, y la de tantos otros que lo dieron todo por la mina y en ella encontraron el pago más injusto.

Es ley de vida. Los mineros de Palencia saben muy bien la historia: la de dentro y la de fuera.

@Para la sección "Cuaderno de Montaña" del "Norte de Castilla".
@Imagen de Estalayo, explotación en Areños.



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06 octubre 1992

Una casa en Pineda
octubre 06, 19920 Comments

Un paseo por la memoria. Casi daba por hecho entonces, el nuevo pantano que finalmente no se hizo. He vuelto al Curavacas. Caloca, al otro lado de Casavegas, ya tiene carretera. Tantos años, tantos gobiernos y ha sido el polémico Hormaechea el que ha puesto un servicio imprescindible en aquella parte de la montaña. A éste le echan los tejos porque ha dilapidado una fortuna en cosas para el pueblo, mientras otros se llevan las comisiones y aquí no pasa nada. 



Caloca es el punto álgido de la belleza suma. Más arriba, en Pineda, conviven todas las etnias de Pernía. Tañuga y Secarro, puertos de Lores; Pomar, de San Salvador y el puerto de Cortes, de los Quinitos de Lomeña, pueblo del Ayuntamiento de Pesaguero. Puertos, todos, donde se sigue alimentando la trashumancia.

Cuentan los más viejos del lugar, lo ocurrido un cinco de junio, nadie me ha precisado de qué año. Nevó y trashumantes y vecinos de los pueblos tuvieron que bajar con su ganado. Nuestro puerto termina en la Collada de Dobres y la «Mesa sin Pan», es la línea divisoria entre Pomar y Cortes.

Lo cierto es que en el «prao» -que llaman-, allá por donde culebrea el río «Aruz», que nace en el collado del mismo nombre, cerca de la peña Cuchilluda, mi pueblo ha levantado una casa con servicio y habitaciones, para que pastorear el ganado no sea una labor de unas injustas y casi inservibles quince mil pesetas al mes, que es la cantidad que cobran muchos pobres pastores. Pineda es, junto al resto de puertos que he citado y los de Arbejal y Resoba, más abajo, un parque natural de un valor incalculable. Ni los propios pueblos saben el valor que allí tienen.

No soy ecologista. Cuatro veces, acaso alguna más he admirado la grandeza de Sierra de Alba. Alguien habla de un pantano gigantesco en Vidrieros y me asusto. No por los diez chalets que por encima de este pueblo han construido, ni por las tierras, exentas de contribución, ni siquiera por los vecinos, que están esperando soluciones sin pronunciarse demasiado. No me asusto por la carencia de agua que pueda representar para los del sur la no construcción de este pantano. Los del norte se están sacando solos las castañas del fuego y en esta situación, nadie, sino ellos, merere disfrutar de un digno acuerdo.

Yo lo siento por la Casa de Pineda que es un rincón de paso excelente para el ganado trashumante y para el nuestro. Las aguas que inunden este valle, limitarán en gran manera el servicio que ahora presta a quienes siempre le cuidaron. El agua es un bien público, ahí lo tienen, ahí baja cristalino, puro cien por cien, a Camporredondo va directo, que lo aprovechen, que ya vendrán años más húmedos.

Ya sé que es un escrito, verdad, que nada vale, pero Palencia tiene una montaña a la que algún día los políticos tendrán que prestar la atención y el cuidado que merece.



Para la sección "Cuaderno de Montaña" del "Norte de Castilla"Imagen de Pumar59, Chozo en Pineda, 2013. 

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01 octubre 1992

Caminos
octubre 01, 1992 2 Comments

La asociación cultural «Pernía», cuyas actividades, por muchos conceptos, se han visto mermadas en los últimos tiempos, hizo saber, a través de un comunicado, la situación de la carretera comarcal 627 -Burgos-Potes-, en el tramo comprendido entre Cervera y Piedrasluengas. Dicha situación se viene prolongando y agravando desde hace varios años, deterioro acentuado por los duros inviernos que afectan a la zona de montaña. La ejecución de la obra, proyectada para 1992, lleva camino de no cumplirse -me susurran- hasta el 94.



Lo que sí se ha cumplido es el pronóstico de la asociación y de todos estos pueblos, que temían el agravamiento del estado del firme, influyendo en el desarrollo normal de esta comarca. Hace varios meses, los encargados de esta materia en el Gobierno cántabro declararon que ellos no permitirían recortes. Aquí, que yo sepa, nadie ha hecho declaraciones a este respecto, a excepción de Mañueco y fuera de esta zona; es más, aquellos, apoyados ahora por el gran Hormaechea -a saber lo que puede durar- han señalado su intención de volver a poner en marcha el proyecto de la carretera Reinosa-Potes, parte de la cual atravesaría nuestra montaña, a lo que los ecologistas, siempre metidos en camisas de once varas, habían dicho que no, como los de la Junta. Yo creo que si el proyecto se llevase adelante, el éxito estaría asegurado por muchas razones, aunque una sola sea la principal: Las vías de comunicación son esenciales y por ellas se mide el ritmo de un país. Si la comunicación es mala, el comercio se retrasa milenios. Pero no pretendo meterme en materia económica.

... Si fracasó el proyecto de una vía de comunicación entre Perapertú y el Valle de la Castillería, con la que todos los pueblos del contorno quedarían a muy pocos kilómetros de Reinosa; si, como parece, los planes de una carretera desde Cervera a Piedrasluengas pueden venirse abajo; si a estas comarcas no les quedan más caminos que los que tienen y los que tienen son caminos de cabras; si además, nos dicen en Madrid que esta región ha devuelto dinero como en tiempos de Franco, porque no sabían en qué gastárselo, la cosa tiene un fuerte sabor a ineficacia. Dice el socialista Jesús Quijano que, «el gobierno regional tiene importantes competencias para mejorar la calidad de vida en nuestros municipios». ¿Para qué sirve la competencia, si aquí no han llegado las mejoras? Cómo se lo diríamos nosotros, señores presidentes de todos los gobiernos, de todos los partidos: la montaña palentina lleva años esperando que ustedes hagan algo por ella, para que los que aquí viven, se encuentren de cara con la Constitución y reciban los derechos de los que ustedes hablan.



Para la sección "Cuaderno de Montaña" del "Norte de Castilla".
Imagen de Pumar59.


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01 agosto 1991

Nieve en la prehistoria
agosto 01, 19910 Comments

"¿Las regiones atacadas por las nevadas no están en lugares que conocen temperaturas baje cero y heladas durante tres o cuatro meses al año, desde que los osos campaban por sus respetos en la península? ¿Cuándo vamos a dotar de una suficiente estructura de limpiezas de carreteras y mantenimiento de los servicios a estas poblaciones?".






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31 julio 1991

El eclipse
julio 31, 19910 Comments

Ha pasado el tiempo veloz y llega otro verano al norte, a los pueblos. No hace mucho; en una conferencia, en Bilbao, se dijo que, lo del verano y lo del pueblo era una mentira. Que la gente que tenía pueblo, venía a él porque no tenía dinero para irse más lejos, en avión y de hotel, a ver cosas extraordinarias, a probar comidas exóticas y no a comerle el jamón y el chorizo al pobre padre, y a tirar de su dinero y de su paciencia cargándole con los nietos. No es bueno presumir de lo que no se tiene, le podríamos haber rebatido al indigno conferenciante. A propósito, uno de tantos, metido en esa cadena misteriosa que tanto prolifera y que en fechas recientes ha sido denunciada por la Asociación de Consumidores de España. Podíamos situarle en el ejemplo de quienes no pudiendo se cargan de préstamos para ir de vacaciones por el mundo. Ese no es un modo grato, porque le vamos a recordar buena parte del año por lo que nos cuesta y no por lo que nos dio.





Uno siempre viene a parar a los comienzos, a los recuerdos, a la niñez. Esto, dorado con lo otro, si que es un lujo. Uno vuelve al hogar, porque viven aquí sus seres queridos, sus amigos de otros años, sus recuerdos de otro tiempo y no hay nada que cargar, porque el lomo, cuando la amistad es buena, lo ponen los padres con la mejor de las devociones, anhelando recibir a sus hijos, y sentar en sus rodillas a sus nietos, y sufrir, también eso es verdad, durante ese mes de vacaciones, alguna que otra pesadilla, porque, los niños, ya se sabe, son niños, y los viejos ya no tienen el aguante y el humor de aquellos otros años.

Uno viene al pueblo para descargar tanta hora muerta de ciudad, tanto nicho, que alguien llamó, tanta carrera para nada. A llenarse de prado, de río, y de belleza, sin pretender hallar grandes tesoros, para disfrutar de una grata merienda en compañía de sus padres y hermanos. En el pueblo no se oculta nada; en todo caso, se descubre algo; mucho de lo que nos hizo ser como somos, pensar como pensamos, y embobarnos de cosas simples, con mínimos detalles, hurgando curiosos en la vida de quienes quedaron a este lado, moviendo la brasa de la lumbre para conservarnos el rescoldo. Cada verano nos da una lectura nueva, pero no muy distinta del verano anterior. Decía un novelista y médico franco-canadiense: "Los años cuentan poco para la tierra que cultivamos y ésta enseña, a quienes dependen de ella, que apresurarse no sirve para avanzar". Ha pasado el tiempo, lo notamos en quienes nos rodean; muchachos que han ido creciendo, que han tomado responsabilidades mayores; costumbres que han desaparecido, caras nuevas..., pero la tierra tiene imán, tiene poder, y regresamos a ella porque en su interior nos encontramos llenos de nuevo aire, recuperamos fuerzas, repasamos momentos gratos y nos encontramos con otra gente que con las mismas o parecidas motivaciones, han regresado un año más a la montaña palentina. Acaso no sea este un buen momento para llenar media página de periódico con sentimentalismos, aunque me consta, y eso para mí es muy grato, que hay lectores asiduos, no importa mucho el número, de cuanto en ellas se viene meditando.

Ellos saben la ilusión que produce el contacto con el pueblo y sus gentes, metidos de lleno en las faenas del verano. También se echará una mano, cuando proceda, en compensación por su recibimiento y acogida, pero que nadie nos venga con batallas. Digamos, para adornarlo, que la montaña es un eclipse. Por desgracia, padece el oscurantismo de quienes deben vestir sus carreteras y arreglar su situación, antes de promocionarla por la provincia y por el mundo: Por suerte, posee cualidades que mantienen su imagen tal y como siempre fue; se han coloreado sus calles y sus casas, se han creado panorámicas nuevas, y ahí está el verano como prueba de que esto hace llamada por sí solo, cada vez a más gente, de aquí y de fuera, porque, los pueblos, el mundo, deben abrir sus puertas, procurando estrechar lazos de amistad con otros pueblos, sin olvidar el propio; y que unos aprenden de otros, y respeten su historia. Por suerte, este no es un eclipse que venga y se vaya en unos minutos; no es este un eclipse para el que necesitemos gafas especiales, un billete de avión, o el consuelo de verlo a través de la televisión. Esta es una tierra bendita, lo digo convencido, a falta de una buena mano de pintura, que incluya muchos de los servicios que ahora sé debaten entre la vida y la muerte.

Esta tierra, la franja de la que hablo, está llena de eclipses que no pueden verse, pero que influyen poderosamente en el ánimo de los vecinos, energía oculta que prende en los visitantes, preguntas sin respuesta que se quedan atrapadas en la oscuridad que aporta la lejanía. Venimos y asumimos como nuestros padres y amigos la apatía que aquí reina, y nos contagiamos de ella. Es el eclipse local; el alejamiento paulatino que la comunicación -dichosa paradoja- ha ido aportando a la convivencia. Ibiza, y el resto del Sur está quemado porque allá van en tropel las masas. Europa queda más lejos y no está al alcance de todos los bolsillos.. Aquí, como quien dice, a la vuelta de la esquina, está la casa que dejamos, en un pueblo pequeño, donde todos, más o menos, se conocen y se entienden, donde se descarga el agobio y la prisa que la ciudad produce; donde se revive, en familia, un eclipse impuesto también por la distancia.

DIARIO PALENTINO | VUELTA A LOS ORIGENES
© Froilán De Lózar para "Diario Palentino"
Imagen: @Pumar59, 2013


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13 julio 1991

Historias de aquí
julio 13, 19910 Comments

El periodista Santiago Córdoba, que escribía en el diario madrileño "Pueblo", veraneaba en Palencia. De aquí sacaba las notas de sociedad para sus crónicas. Materia, desde luego, no le faltaba. Cuentan que había un hombre en estos páramos, amigo de Manolo Nestar, una historia sin desperdicio, que, dándole un poco de tiempo, comía treinta y cinco kilos de filetes. Y tal fue el interés que el insólito caso despertó, que le llevaron a varios especialistas a fin de determinar aquel extraño comportamiento.





La verdad, al parecer, es que el individuo en cuestión evacuaba los alimentos sin hacer la digestión. Mas, "dime con quién andas y te diré quién eres", un paradigma que a todos se nos viene a la cabeza con frecuencia. Porque Manolo Nestar es más que una leyenda, suena a mito, a fantasía, a aventura medieval. Entré pillaje y cortesía desmesurada, quien anduviera de zagal a sus órdenes podía hacerse famoso contando una por una las hazañas de su señor. Dicen que alquiló limpiabotas, compró en Bilbao todas las entradas de un teatro, y en Reinosa, cuando se disponía a merendar en compañía de otro de sus amigos, tiró la tortilla al patio porque a la moza se la había caído la moquita en la sartén. Le cuentan jugador empedernido, aunque siempre contento. De una de aquellas jugadas salió con cuatro pesetas en el bolso. Al amanecer se encontraron con un pobre y se las dieron. Por la noche volvieron a jugar y ganó una fortuna. "Mira, Manolo -se dice que decía-, las pesetas del pobre".

Cuentan (no sé si será verdad todo lo que cuentan), que encargó una cena en "La Venta Santa Lucía", de Vañes, para doce. Y cuando su amigo y él ya estaban sentados a la mesa, y la ventera les preguntó por los otros diez, Manolo Nestar dijo: Ya estamos todos, Mariano Doce, y yo, trece. Claro está que, algunas veces también le supo amarga su jactancia y estas cosas los contadores no las suelen contar. A la par, ya lo hemos contado en otras ocasiones, vivió otra gente más frescachona, que con menos alabanzas, ocuparon un lugar importante en las celebraciones de rigor. Cuentan a este respecto de un indiano al que llamaban don Vicente (porque tenia "din"-dinero). Cierto día hubo un funeral en el pueblo de "El Campo". Entonces se celebraban las memorias y al final una comida. El indiano, como es de suponer, llegó a la última, y se sentó a la mesa balbuciendo: "Pues... he pensado... que al entierro no puedo asistir, a la misa tampoco; pero a ta comida, he dicho, voy a acompañarles".

Hablando de personajes famosos del contorno, por una u otra razón, no podemos olvidar a "Pocos muchos". El hombre se quedó con el apodo porque afirmaba que "más valen pocos muchos que muchos pocos". Era un tío muy alto, así le pintan las crónicas. Alpargatero, "judío errante"... Aseguran quienes le conocieron que el Cristo del Otero era como él de alto. Allí no entraba licor, lo fabricaba él como buen químico qué era, y lo vendía con escabeche. Vendía de todo, como "Lobarcio", como "Anita" y como mi pariente "Simal". "Se venden morcillas de una marrana muy curiosa" -decía un letrero-. Y al otro extremo un cartel entre dos velas : "Documentación para el último viaje".

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09 julio 1991

Carta para Félix
julio 09, 19910 Comments

Me entero por el periódico, en mi visita a San Salvador el pasado fin de semana, de la muerte de Félix, y al instante, me viene a la memoria el breve contacto mantenido con él, unos años atrás, en Cervera de Pisuerga.


Fue con motivo del Festival de la Canción que anualmente organiza el Ayuntamiento de esta villa norteña, promovido por Luis Guzmán Rubio y al que asistieron también Claudio Prieto y Felipe Calvo. Casualmente, me pregunta por Félix un joven de Camasobres, Gonzalo, que fuera alumno suyo en la capital unos años atrás. ¿Qué le puedo decir?

"El que lee, sabe. El que sabe, puede". Escribiría Félix en su ensayo "Nacimiento del Periodismo Palentino". Félix Buisán consiguió a su modo y manera esos tres objetivos o principios, sembrando la palabra, dejando la esencia, permaneciendo hoy en la memoria de cuantos le conocimos y admiramos. Aunque no quiero y no debo recurrir a los tópicos aquellos de bueno, serio, responsable, calificativos que sin duda merece, pues mentiría de algún modo al no haberle tratado en profundidad. No siento el dolor que deben sentir sus compañeros y familiares. Nada puedo hacer en este sentido para valorar su personalidad. No obstante, bastaron unas horas para que nuestra amistad se hiciera inmensa; diferente, desde luego, a la vuestra.

El maestro me había conocido por las cartas y artículos que yo enviaba al periódico. Mi insistencia pudo con la barrera que todo medio de comunicación se plantea a la hora de dar salida a una firma nueva. El primer articulo que me publicaron, siendo director Antonio Álamo, iba firmado por Crespo y Froilán, algo que disgustó profundamente al primero, autor de los temas de "La Montaña Palentina",con quien hasta aquel momento mantenía un estrecho contacto. Fue el primer error inocente que vio la luz, acaso por el sonido del apellido del primero o, quién lo sabe, por lo que en el artículo se prometía y que no se cumplió. Lo cierto es que, a partir de aquel momento, el gusanillo de escribir se fue haciendo más grande, y de los concursos de Coca-Cola a los que me enviaron representando al Instituto de Arrabal de Portillo, en Valladolid, llegué a las pequeñas publicaciones y al Diario Palentino.

Digo que, Polentinos fue testigo, aquella inolvidable tarde, de nuestro contacto, entregados afanosamente a nuestros temas, olvidando en muchas ocasiones al resto de personajes que tomaron la queimada por Felipe. Hoy, a mi regreso, siento la necesidad de esbozar estas líneas, dedicadas a Félix, amante, admirador y cronista oficial de Palencia, y en el fondo, de la Montaña Palentina.

Como viene, se va, digo la vida, que es cosa de bastantes afanes y de poco tiempo. Como brota, se seca, digo la tierra, digo la montaña; contigo se va en pequeños trozos, casi nadie lo nota, ahora que se nos ocurre proponerte para un paseo, para una medalla, para un premio, para jurado de un concurso de pendones y cantos.

Ahora te escribo, desde una tierra sembrada de terror, lejos de la montaña, la nuestra, la tuya, que aspira todavía los mensajes grabados en libros y revistas. ¡Qué mala es la política, amigo Félix! ¡Cómo destroza todo! ¡Cómo se ha revuelto lo que amamos! ¡Cómo han cambiado las cosas y las gentes! Molesta que vengan los de fuera. Molesta que triunfen los del pueblo. Molesta todo y todos y ya no hay una brizna de aire que resulte inocente. Puede que sean los años, la manera de asimilar los cambios experimentados en todos los campos; puede que influya la visión particular de cada uno, pero no quiero desbordarme en tristes contenidos. La montaña palentina tiene muchas lecturas, una es la verdadera, la que todos llevamos dentro, aunque no aflore al exterior por tantos conceptos engañosos.

Era como un adagio sostenuto; un allegro con brío, que afloraba en los Picos de Europa; un andante maestoso que cruzaba Lebanza; en fin, palentinos amigos, un largo solemne que tocaba los ríos Camión, Pisuerga, Pumar, Bilores, Gerino, Areños...

Fue un viaje el suyo provechoso. "¿Tú sabes cómo suenan los paraísos?" escribió en Pernía. "Pues si no lo sabes, coge tu mochila, enfila el rumbo y ven presto a esta hermosa comarca palentina. Sabrás gozar a pleno pulmón, aquella soledad sonora que deseó para los bienaventurados San Juan de la Cruz".

Ya sabemos lo que son las despedidas. No quiero que vean en estas líneas un punto final, un viaje sin retomo. Los buenos siempre vuelven, están cerca, se les invoca de vez en cuando y su palabra vive fresca metida en nuestra piel. "Sartre dejó escrito que: "Un hombre no es otra cosa que lo que hace de sí mismo". Félix hizo lo que deseaba hacer, me consta que fue feliz e hizo felices a los suyos, y que esa felicidad nos alcanzó a todos los que le conocimos. ¿Que no llegó? ¿Y, quién llega? De cualquier forma, a todos nos quedan capítulos pendientes, ahí están bien recientes los casos de José María Rodero y Michael Landon; ahí estamos nosotros, quién sabe de qué modo y hasta cuándo, buscando caminos, trazando teorías; explicando, en muchas ocasiones, cosas inexplicables.

DIARIO PALENTINO | VUELTA A LOS ORÍGENES
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