Me entero por el periódico, en mi visita a San Salvador el pasado fin de semana, de la muerte de Félix, y al instante, me viene a la memoria el breve contacto mantenido con él, unos años atrás, en Cervera de Pisuerga.
Fue con motivo del Festival de la Canción que anualmente organiza el Ayuntamiento de esta villa norteña, promovido por Luis Guzmán Rubio y al que asistieron también Claudio Prieto y Felipe Calvo. Casualmente, me pregunta por Félix un joven de Camasobres, Gonzalo, que fuera alumno suyo en la capital unos años atrás. ¿Qué le puedo decir?
"El que lee, sabe. El que sabe, puede". Escribiría Félix en su ensayo "Nacimiento del Periodismo Palentino". Félix Buisán consiguió a su modo y manera esos tres objetivos o principios, sembrando la palabra, dejando la esencia, permaneciendo hoy en la memoria de cuantos le conocimos y admiramos. Aunque no quiero y no debo recurrir a los tópicos aquellos de bueno, serio, responsable, calificativos que sin duda merece, pues mentiría de algún modo al no haberle tratado en profundidad. No siento el dolor que deben sentir sus compañeros y familiares. Nada puedo hacer en este sentido para valorar su personalidad. No obstante, bastaron unas horas para que nuestra amistad se hiciera inmensa; diferente, desde luego, a la vuestra.
El maestro me había conocido por las cartas y artículos que yo enviaba al periódico. Mi insistencia pudo con la barrera que todo medio de comunicación se plantea a la hora de dar salida a una firma nueva. El primer articulo que me publicaron, siendo director Antonio Álamo, iba firmado por Crespo y Froilán, algo que disgustó profundamente al primero, autor de los temas de "La Montaña Palentina",con quien hasta aquel momento mantenía un estrecho contacto. Fue el primer error inocente que vio la luz, acaso por el sonido del apellido del primero o, quién lo sabe, por lo que en el artículo se prometía y que no se cumplió. Lo cierto es que, a partir de aquel momento, el gusanillo de escribir se fue haciendo más grande, y de los concursos de Coca-Cola a los que me enviaron representando al Instituto de Arrabal de Portillo, en Valladolid, llegué a las pequeñas publicaciones y al Diario Palentino.
Digo que, Polentinos fue testigo, aquella inolvidable tarde, de nuestro contacto, entregados afanosamente a nuestros temas, olvidando en muchas ocasiones al resto de personajes que tomaron la queimada por Felipe. Hoy, a mi regreso, siento la necesidad de esbozar estas líneas, dedicadas a Félix, amante, admirador y cronista oficial de Palencia, y en el fondo, de la Montaña Palentina.
Como viene, se va, digo la vida, que es cosa de bastantes afanes y de poco tiempo. Como brota, se seca, digo la tierra, digo la montaña; contigo se va en pequeños trozos, casi nadie lo nota, ahora que se nos ocurre proponerte para un paseo, para una medalla, para un premio, para jurado de un concurso de pendones y cantos.
Ahora te escribo, desde una tierra sembrada de terror, lejos de la montaña, la nuestra, la tuya, que aspira todavía los mensajes grabados en libros y revistas. ¡Qué mala es la política, amigo Félix! ¡Cómo destroza todo! ¡Cómo se ha revuelto lo que amamos! ¡Cómo han cambiado las cosas y las gentes! Molesta que vengan los de fuera. Molesta que triunfen los del pueblo. Molesta todo y todos y ya no hay una brizna de aire que resulte inocente. Puede que sean los años, la manera de asimilar los cambios experimentados en todos los campos; puede que influya la visión particular de cada uno, pero no quiero desbordarme en tristes contenidos. La montaña palentina tiene muchas lecturas, una es la verdadera, la que todos llevamos dentro, aunque no aflore al exterior por tantos conceptos engañosos.
Era como un adagio sostenuto; un allegro con brío, que afloraba en los Picos de Europa; un andante maestoso que cruzaba Lebanza; en fin, palentinos amigos, un largo solemne que tocaba los ríos Camión, Pisuerga, Pumar, Bilores, Gerino, Areños...
Fue un viaje el suyo provechoso. "¿Tú sabes cómo suenan los paraísos?" escribió en Pernía. "Pues si no lo sabes, coge tu mochila, enfila el rumbo y ven presto a esta hermosa comarca palentina. Sabrás gozar a pleno pulmón, aquella soledad sonora que deseó para los bienaventurados San Juan de la Cruz".
Ya sabemos lo que son las despedidas. No quiero que vean en estas líneas un punto final, un viaje sin retomo. Los buenos siempre vuelven, están cerca, se les invoca de vez en cuando y su palabra vive fresca metida en nuestra piel. "Sartre dejó escrito que: "Un hombre no es otra cosa que lo que hace de sí mismo". Félix hizo lo que deseaba hacer, me consta que fue feliz e hizo felices a los suyos, y que esa felicidad nos alcanzó a todos los que le conocimos. Que no llegó. ¿Y, quién llega? De cualquier forma, a todos nos quedan capítulos pendientes, ahí están bien recientes los casos de José María Rodero y Michael Landon; ahí estamos nosotros, quién sabe de qué modo y hasta cuándo, buscando caminos, trazando teorías; explicando, en muchas ocasiones, cosas inexplicables.
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