ORÍGENES

28 mayo 1991

La ouija
mayo 28, 19911 Comments

La tierra es como una tabla. Le inducimos para que se nos muestre poco a poco, y sale a nuestro encuentro, y nos revela caminos , y nos devuelve historias. En esta búsqueda no hay nada peligroso, no hay nada oscuro, no hay nada que pueda, posteriormente, herirnos. Se nos muestra tal cual, sin ataduras, y el mensaje que emana garantiza un final asombroso.




Lo curioso y lo cierto es que unos más, otros menos, todos estamos descontentos por algo, con alguien, y esto se nota demasiado en la dinámica de estos núcleos. Esa es la crónica diaria. A esa noticia se añaden otras, como la que, desde California, nos recuerda José, y que habla del descontento de los jóvenes por tanto olvido, por tantas y tantas ausencias de los poderes públicos. Uno vota a una determinada persona y espera una respuesta que le alcance, una ayuda que, no sé por qué historias, nunca llega cuando se necesita. Será por eso que, como dijo Celaya: "Somos el golpe terrible de un corazón no resuelto". Vivimos con la ilusión siempre en vilo, esperando un milagro, que no es tal, porque no se necesita ni se pide un imposible. Se pide un medico rural en La Pernía, porque para eso, en su día se levantó una casa; se pide una carretera comarcal en condiciones, se pide un servicio de máquinas quitanieves, que impidan la incomunicación durante tantos días. Lo que contaba a este respecto la Asociación Cultural de Santibáñez de Resoba, es una de las muchas historias que les toca librar a estos núcleos de montaña tan alejados de Palencia. La Castillería tiene asumido eso. En La Pernía, más concretamente, en San Salvador, el temporal de nieve que se vivió en los meses pasados, dejó por los suelos varios postes de luz, lo que viene a alimentar una vez mis la escasa preocupación de los organismos por dotar de medios adecuados sus instalaciones, en una zona que soporta la dureza del invierno estoicamente, ¡qué remedio le queda!, para llenar los pantanos y dar cumplidas muestras de beneplácito a los campesinos que, más al sur, esperan en jarras primavera.

Es cuestión de tiempo. No pueda hacerse nada. Hay que mostrarse agradecidos..., todo eso lo sabemos, nos lo dice la tabla, se repite una generación tras otra, pero que no pidan sonrisas ni exaltaciones quienes no ayudan a hacer más justa la vida de esta gente. ¡Déjense ya de historias!, que la vida se escapa y poco importará lo que soñaron, y de nada servirá tanto proyecto, cuando en lo más elemental parecen fracasar año tras año. Son frases inválidas que llenarán una página de periódico. Nada más.

Uno escribe, se compadece, se rebela al enterarse de situaciones por las que atraviesan esos pueblos, sumidos en aparente tranquilidad e indiferencia, pero la procesión, como suele decirse, va por dentro. Todos los que por diferentes razones lo contamos, de una o de otra manera, desde acá o desde allá, intuimos creo, la difícil misión de los alcaldes, del presidente de la Diputación, del presidente de la Junta, pero son ya muchos años los que llevamos machacando la piedra, y las fuerzas decaen, y unos por otros siempre, ya se sabe, el consabido epígrafe.

Hay un rumor que corre como la espuma en la montaña. Se habla del Parque Natural, y tal propuesta asusta, claro, porque ello va a impedir el desarrollo de ciertas actividades, ya da por sí sacrificadas y cada vez más reducidas. No parece sensato que después de todo alguien vaya de pronto y diga: "Toma, Parque, para que te resarzas de tantas amputaciones". De la noche a la mañana, paraíso nacional empantanado, aire encerrado en una jaula: ¡cuidado; no tocar, que se puede romper lo que tanto sudor os ha costado". Esa es la respuesta política a tanto grito dado. Como sois cuatro "pelagatos", no vamos a gastar el presupuesto en nada con vosotros. Invertir, sí, en pantanos, para que no nos falle el agua; invertir sí, en publicidad, para que admiren los españoles la tierra que tenemos al norte, la bendición del cielo, y para solazarnos nosotros de cuando en cuando, que todo no va a ser invertir. Lo demás parece cosa de la casualidad, lo achacaremos al tiempo malo, a la situación geográfica, al futuro inmediato que habla de muerte paulatina.

Dice Maruja Torres, periodista, que, "la vida es como el café o las castañas en otoño. Siempre huele mejor de lo que sabe". En fin, no seamos derrotistas, pese a todo. No nos dejemos guiar por los rumores, no hagamos rezos imposibles, ni imposiciones de manos sobre tablas esperando conectar con soluciones de otros mundos. Ahora tenemos tiempo. Ahora tenemos fuerzas. ¿Quién habla de confianza perdida? Venimos decididos a comenzar de nuevo, desde cero, que la vida, ya lo dice el cantar, no vale nada, y lo de atrás, todo se queda en la vereda, esperando la siembra. Pero hay que dejar de lado el egoísmo que nos invade, nosotros somos los primeros interesados en mostrar la situación real de nuestra tierra: sus inquietudes, sus necesidades, sus deseos, que no diga después Alfonso Guerra, ni nadie, que en Castilla y León no sabemos gastarnos el dinero, que se han devuelto no sé cuantos millones a las arcas centrales. Siempre hay anhelos. ¿Quién no los tiene?

Nuestra ouija es la tierra que pisamos, el monte que nos rodea. Forjamos historias importantes sobre ella, y aunque no lo sepamos, aunque tratemos de ignorarlo, queda escrito sobre su piel el interés depositado por sus hijos. Nunca es bastante lo que hacemos. Hay que mojarse en muchas situaciones para comprender el alcance de historias que borramos porque sí, y de personas que alejamos con frialdad porque también. Desde acá y desde allá, unos y otros, apoyando con más hechos que intenciones las propuestas.

Imagen: Amando Vega

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01 enero 1991

Hemeroteca, 1990
enero 01, 19910 Comments
Hemeroteca: 1990
Cartas a los diarios
Información de periódicos y revistas nacionales y extranjeros
Seguimiento semanal de la noticia
Impresiones



  • Dorar la píldora

"Hay una lucidez deslumbrante, siniestra, sórdida en el dolor", -explica el filósofo Rafael Argullol en su lucha contra un dolor físico irresistible. Nosotros no luchamos ahora contra ese tipo de dolor, un dolor de tantos como se nos descubren a lo largo y ancho de la vida. No se da a ver nuestro padecimiento. Es posible que nos neguemos a ver la realidad, esa realidad que habla de la inexorable agonía de nuestros pueblos. Esa fórmula de los políticos que consiste en dorarnos la píldora, ocultar datos para rebajar la inflación, quitarle importancia a las declaraciones vergonzosas de un individuo en torno a la pensión de las mujeres...., ha sido la misma fórmula que han utilizado los grupos que se disputan la montaña: sublimar hasta el último de los límites, proyectos y obras que no impiden el flujo doloroso de la emigración. Nuestro dolor no tiene cura, por más dinero que se vierta en los programas de desarrollo. A mí me lo advirtieron y me rebelé mucho, pero el tiempo hace justicia a la lucidez que demostraron quienes ya entonces se descubrieron en el dolor.-
© Froilán De Lózar [Diario Palentino, 1 de Mayo de 2002]


Publicaciones: "Cancionero de Palencia"
Mario Angel Marrodán, colaborador de la revista Pernía, presentó en Aguilar de Campóo su libro "Cancionero de Palencia", en el que hace un amplio recorrido de todos los rincones de nuestra tierra. La presentación corrió a cargo del poeta palentino José María Fernández Nieto, tras una breve introducciíon del presidente del CIT, Pedro Sánchez Ruiz.

Jaime García Reyero, Poeta y escritor [Diario Palentino, 10/10/90
Como palentino sólo me queda agradecer y aplaudir a Mario Angel Marrodán por su deferencia en sus versos hacia nuestra tierra. Y una pena que un libro como este no figure además en otras colecciones de nuestras entidades e instituciones, que muchas veces se recrean en libros que nada tienen que ver con nosotros. "Cancionero de Palencia", núm 118 de la Colección Rocamador, es una grata y bella sorpresa para la poesía palentina.

Premios: Mérito Turístico al Hotel Valentín
El Hotel Valentín, de Aguilar de Campóo ha sido galardonado con la placa de bronce al mérito turístico., que viene a sumarse a una larga lista de premios y condecoraciones: -Medalla de Bronce de la Cámara de Comercio de Palencia, 1970; -Trofeo al Prestigio Comercial, 1982; -Trofeo al Mejor Servicio, 1982; Diploma FITUR, 1983 y 1984, Placa de la Primera Muestra Gastronómica de la Provincia de Palencia, 1986, Plkemio Blasón de Turismo de Castilla y León, 1990; Trofeo Gastronómico Internacional de Europa, 1984; Placa a la Calidad Internacional, 1984 y Taza de Oro opara las mejores cafeterías de España, 1987.

Periodismo: Diario Palentino cumple 100 años
El día 1 de Octubre de 1890, salió a la calle el primer número de un nuevo periódico "El día de Palencia". Se subtitulaba: "Periódico de Noticias Generales y Políticas e Intereses de la Provincia".

Faustino Varona, misionero [Diario Palentino]
Tilines de Amor:
"Tengo penas y alegrías,
tengo dos males a un tiempo;
y si la pena me mata,
la alegría me da aliento."


"Si quieres que yo te quiera,
has de decir siete veces:
quiero, quiero, quiero, quiero,
quisiera querer quererte.


(coplas recogidas de la pastora Anastasia, de 94 años)

Asociaciones: Protesta de Peña Escrita
Telésforo Redondo Fuente protestó en nonmbre de todos los vecinos de Santibáñez de Resoba, ante las distintas administraciones públicas, porque han permanecido durante cinco días aislados, sin que las máquinas quitanieves les abrieran paso, como ha ocurrido en otros pueblos de la denominada "Ruta de los Pantanos".

Obituario: "Juan Sánchez Tejerina", poeta.
A primeros de octubre muere en Valladolid el poeta villarramielense, colaborador asíduo de PERNÍA, Juan Sánchez-Tejerina. Hombre abierto y dinámico, frecuentaba los círculos literarios e intervino en recuitales y pregones por toda la geografía castellana. Obtuvo numerosos premios, entre otros, "Ciudad de Valladolid, La Flor Natural de los Juegos Florales de Aguilar de Campoo, Poesía Navideña de Guardo, el "Gabriel y Galán" de Salamanca; "Concejo Abierto de Castilla y León, Barcelona; "Ulloa Pereira, de Toro (Zamora); "Sarmiento, Valladolid, siendo además finalista de prestigiosos concursos de cuentos: "Jauja", "Guardo" y "Ciudad de Martos". Era, además, autor de varios libros de poemas.

Casimiro Redondo, maestro [Diario Palentino]
El tiempo, no ha logrado borrar las costumbres que, a la larga, hacen leyes. El folklore es cultura y tradición, y pervive, siendo a mi juicio, positivo. La escasa juventud, ayudada por los casados entusiastas, celebran cada año la fiesta de la Hoguera, en recuerdo y conmemoración de la que fuera su fiesta patronal. .../El ayuntamiento de Velilla les ha financiado la fiesta posterior: panceta, chorizo, chocolatada, y hasta orujo para calentar sus tristes estómago.

Tragedia: Mueren tres mineros en Guardo
A mediados de Diciembre, mientras en el exterior arreciaba una tempestad de nieve y frío, un soplo "de mal viento", como se conoce en el argot minero la emanación de dióxido de carbono, tumbaba a Federico Gutiérrez, en las profundidades del pozo "El Arenal", de la Cántabro Bilbaína. Sus primos, Eulogio y Clementino Gutiérrez de Celis, cayeron junto al cuerpo de Federico cuando fueron a rescatarle. Quienes les encontraron, aseguran, recordando sus rostros relajados, que la muerte les llegó sin hacerse sentir.

Angel García Guinea, [DIARIO ALERTA]
Como campurriano que soy, por lejana genealogía, y porque toda mi vida ha sido informada por el paisaje de nuestro valle, el sentir -o meditar- sobre nuestros rincones o sobre nuestras solitarias montañas, es para mi un regreso hacia los recuerdos más bellos de mi existencia.

© Copyrighn Orígenes

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31 diciembre 1989

Hemeroteca: 1987-1989
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Hemeroteca: 1987-1989 


**Caso del Oso
**Pantano de Vidrieros
**Cartas a los diarios
**Información de periódicos y revistas nacionales y extranjeros
**Seguimiento semanal de la noticia
**Impresiones


Caso del Oso
Especialistas de Anatomía y de Zoología de la Universidad de León, parecen confirmar a un grupo ecologista palentino, que la versión del cazador de Brañosera no se ajusta a la realidad, según demuestra la trayectoria de las balas.

José Manuel Marraco Espinosa, Abogado [ALERTA, 17/12/1988]
Lo que se pretende con la eliminación de plantigrados es que desaparezca un supuesto riesgo en las montañas para fomentar la visita de turistas...

Caso del Oso: Brañosera con Lorenzo
El veterano cazador, minero jubilado, vuelve a ratificarse en sus declaraciones. Los vecinos apoyan la versión de Lorenzo. "Sentí que mi vida peligraba. "Me encuentro apenado por lo sucedido, pero a la vez alegre, por haber salvado mi vida..."

Caso del Oso: Denuncia de los Eciologistas
Al conocerse los resultados de la autopsia, el colectivo ecologista palentino presenta una denuncia contra Lorenzo Fernández, cazador de Castrejón de la Peña, que abatió al oso "Rubio" en Brañosera.

Gonzalo Alcalde Crespo geógrafo palentino [ALERTA, 5/11/88]
Yo soy una de las muchas personas que ha tenido encuentros con los plantígrados, y ni yo ni muchos de los que hemos vivido esa experiencia nos hemos sentido amenazados por el peludo animal, todo lo contrario...

Caso del Oso: La Asociación con Lorenzo
"Fermín Sardina", secretario de la Asociacion de Cazadores, manifiesta su apoyo al cazador que el día 30 de Octubre abatió a tiros a un ejemplar de Oso pardo en la sierra de Brañosera.

César Blanco muere al despeñarse en Piedrasluengas
El Secretario para la defensa de los Recursos Naturales de Cantabria, murió a causa de las heridas que se produjo el 18 de octubre de 1988, al caer por un terraplén en las proximidades de Piedrasluengas. César estaba estudiando la invernada de los osos.

Evitar la despoblación en el norte de Palencia
El Comité de Coordinación de Desarrollo de la Agricultura de Montaña, ha anunciado que la inversión que se realizará en este sector durante el año 1989, será de 16.500 millones de pesetas, de los cuales, 5700 corresponden a iniciativas desplegadas por la Aministración central.

Ambrosio Calzada, escritor [ALERTA, 3 de Diciembre de 1988]
Claro que, de goce de paisaje no se puede solamente subsistir, y es por esto, en beneficio de los que allí están, y de los que allí se trasladan en un afán de liberar a sus retinas de imágenes de hormigón y a sus pulmones de aire viciado,que deben mantenerse y revitalizarse los pueblos, lugares y aldeas.

Caso Pantano de Vidrieros
Mariano San Martín, concejal del ayuntamiento palentinoy coordinador de Izquierda Unida, declara que " La Coordinadora para la Defensa del Río Carrión", está en contra del embalse, ya que de llevarse a efecto, no servirá para mejorar la calidad de las aguas del Río Carrión.

Jesús Mañueco Alonso, Pte. Diputación de Palencia [D PALENTINO]
Alguien tiene la misión de defender únicamente sus intereses, y es legítimo; otros tenemos la responsabilidad de velar por los intereses en conjunto de toda una provincia. . No vamos a consentir que se atropellen los intereses reducidos de la economía del sector ganadero y agrícola en una zona de la provincia de Palencia, tan importante y necesitada de la colaboración y respeto como las demás.

José Pérez Llorente, periodista [ALERTA, 18 de Agosto de 1990]
En el año 1910 se construyeron en Barruelo dos grupos de casas para obreros, en cada uno de las cuales podian albergarse cuatro familias, además de la construcción de tres casillas para alojamiento de Ingenieros de las minas y jefes de interior y exterior. La compañía ferroviaria subvencionaba las escuelas que previamente habían solicitado los empleados, con el fin de dar educación a sus hijos. Maestros que además pertenecían a la plantilla de empleados y como tal gozaban de todos los adelantos.

Visita del Dtor. general de Turismo de la Junta
Santos Sánchez, director general de Turismo de la Junta de Castilla y León, visitó a mediados de octubre de 1990 el norte de la provincia y "quedó impresionado por su enorme potencial de recursos turísticos".El director general subrayó que era un ferviente convencido del espléndido futuro que espera al turismo rural, un turismo en el que se pueden ofrecer recursos tan atractivos y caa día más buscados como la naturaleza, la ecología, la gastronomía, los paseos a caballo por la montaña, la pesca...etc.

Cantabria suspende la carretera que atravesaba el norte
El proyecto fue aprovado por el Gobierno de Hormaechea en agosto de 1989, con un presupuesto de 2500 millones de pesetas. El trazado de la carretera trascurría en su mayor parte por el norte de Palencia, en una zona considerada de alto interés ecológico, por lo que había provocado numerosas protestas de colectivos naturalistas y ecologistas.

Ricardo Calvo Olea [DIARIO PALENTINO, 5 de Julio de 1990]
En Guardo humea la térmica. No parece importar poque prevalece la pureza del ambiente. El Coro tarraconense de Castilla y León, ofrece a los mayores sus mejores canciones de la tierra. La señora Laura Regueiro da las gracias y la bienvenida a los catalanes: "Sois como un aliento nuevo que llega de lejos a romper la monotoníade cada día de la manera más hermosa: cantando".

Edesio Gómez [DIARIO ALERTA]
Tierras de Aguilar de Campoo, la villa bucólica palentina, donde vivir es patriarcal, señorial y laboral, henchido de recursos históricos, de una inquietud inmensa de progreso, preñada de esperanza de futuro. Aguilar de Campoo, entre la mirada de Cantabria y de Castilla.

Gonzalo Ortega Aragón [DIARIO PALENTINO]
Las posturas radicales pueden llevar a errores históricos y a ocasiones perdidas. Y lo malo es que, si se producen esos errores, los vociferantes de aquí y de all´esconderán la cabeza y no querrán saber nada, porque nada perdieron ni ganaron en el embite, que lo suyo era otra canción. Otra canción no se sabe si desesperada, oportunista o despistada.

Isabel Calle [NORTE DE CASTILLA]
Han sido ya 5 años en los que el "Día de la Provincia" con más o menos aciertos ha tratado de recordar y hacer un recuento de la identidad palentina y ha rememorado en pregones oficiales la emigración indeseada a que se han visto sometidos muchos convecinos por falta de trabajo. Deliberadamente se ha convertido en una fecha clave de encuentro con los palentinos que viven aquí y los que residen fuera de las fronteras provinciales y Mañueco ha sabido explotarlo programando la fiesta en agosto.

Froilán de Lózar [DIARIO PALENTINO]
Cervera de Pisuerga, del Río que brota en las entrañas de nuestros Redondos, a la sombra del Pico Almonga, vive estos días de agosto llena de gente. Gente de todos los puntos, de todas las condiciones; gentes que vinieron para catar las mieles y, han regresado hoy llenos sus coches de más gente. El Pantano de Ruesga, abajo del Parador "Fuentes Carrionas, el propio Ruesga y Ventanilla hacen el resto. Poderoso imán, para el ansiado encuentro que nos devuelve con más fuerza que nunca a esta tierra que amamos...

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13 julio 1989

la montaña palentina y el duelo
julio 13, 19890 Comments

Sabemos que existen dificultades a nuestro alrededor, nosotros mismos las tenemos, y no han de ser necesariamente materiales: las hay culturales, de adaptación, sanitarias... Creíamos que disponer de medios era la razón fundamental para perder el miedo a todo lo demás, y nos hemos equiparado en base a las mejores tierras, a los mejores inversores, sin importar esos anuncios que tanto hablan de crisis. Y bien, hemos conseguido anular en buena medida las angustias. Cada uno que tire de las suyas. Esa es la mayor barrera, que no tiemble ante las angustias de los demás.





ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL LIBRO
VER DOS VECES LAS COSAS
FROILÁN DE LÓZAR, SEPTIEMBRE DE 2020


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30 diciembre 1987

Hemeroteca 25 años
diciembre 30, 19870 Comments
Hemeroteca: Índice


1987-1989
Caso del Oso Pardo
Caso Pantano de Vidrieros
Evitar la despoblación del Norte de Palencia

1990
Obituario: Mueren tres mineros en Guardo
Publicaciones: "Marrodán, cancionero de Palencia"
Obituario: Muere el poeta Juan Sánchez Tejerina

1991-1993
Muere el periodista Félix Buisán Cítores
Barruelo, gran manifestación contra los desmontes
Caso Pantano de Vidrieros

1994-1995
Caso Biomasa: El triunfo de la Central de Salinas
Hallan dos cráneos en el Pantano de Requejada
Se agrupan 15 Ayuntamientos del Norte

1996-1997
Desaparecen dos montañeros en el Curavacas
Aparece en Castrejón restos de la época romana

2002
Caso Fontaneda


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25 agosto 1987

Palentinos y Cántabros
agosto 25, 19870 Comments

Más que comparanzas, que siempre nos conducen a enfrentamientos inútiles, he tratado de localizar vínculos, lazos y paisajes que nos unan. Yo he sido por obligación y por devoción un viajero de mi tierra. He buscado sensaciones diferentes por las tierras hermanas de España, y como bien señalo en un capítulo inédito que aparecerá en el que será mi primer libro (1), he bebido de todas.





Cantabria ha sido la primera. La hermana carnal, la prima hermana. Fuéramos o no antepasados suyos, tengamos o no sus mismos rasgos, conservamos algunas de sus costumbres; nos expresamos en muchas ocasiones con sus mismas palabras; rompemos las sombras del invierno con idénticos pasos y temores, en pueblos que, sin dejar de ser hermosos, llevan como nosotros esa misma carga año tras año.

Hoy mismo he roto los zapatos “Deva” arriba. Por Espinama a Fuente Dé, dejando atrás, cerca de Potes, la Cruz que hace mil años trajo el Santo Toribio a este valle de Liébana.

Sabemos que las gargantas del “Cares” son profundas; que Peñalabra, de cerca, es una balsa; yo sé, porque lo he visto, que “El Curavacas”, allá por donde luce Sierra de Alba, es un espejo, y que otro tanto o más tiene de bello Ribadesella, Gijón, Llanes, Cangas de Onís…, pero Cantabria es diferente. Nos identificamos plenamente con ella por la montaña, por el agua, por los desfiladeros.

También por los cantares.

Nacen en la Cueva Cobre,
entre peñas escarpadas
de la Sierra de Redondo,
y pasan junto a Tremaya.


Gabriel González, "el dios de la Pernía".

Aquí se refleja el agua, las piedras, los pueblos. Y más adelante, ya al final de la poesía, el fruto:

Llegando a Valladolid,
la capital de pintores,
mucho tomate y pimiento
y qué ricos los melones.


Gabriel González, "el dios de la Pernía".

En la región hermana, se cantaba:

Si las Peñas de Lebeña
fueran de queso picón,
las habrían derribado
Peña Labra y La Masón.


Si a tal de proyectarnos por Valdeprado abajo, nos dirigimos a San Vicente de la Barquera, por Salcedo, dejando en ese medio la Sierra de Peña Sagra, llegará a deslumbramos la montaña, nos sentiremos cántabros de nacimiento —ya dicen que lo fuimos cuando Fernán González—, y se repetirán idénticos afanes, miedos idénticos a la soledad, a la carencia de medios y al invierno.

Polaciones buena tierra,
pero nieva de contínuo,
el que no mata “lechón”
pasa el invierno jodido.


“El hombre —escribió Victor de la Serna— ha saturado con cemento la primera herida que El Ebro le hace a la tierra española antes de poseerla. (Las otras son las de Valderredible y Orbaneja, que simula castillos y arcos en una roca rosada).“ Contornos simétricos, idénticos, cada uno con sus propias costumbres. Danzas ancestrales de allá que los de acá valoran, y viceversa, porque en los dos lados laten culturas similares. Si allá el lechazo es plato obligado por San Blas, aquí lo es por Pascua. Dietas y procesiones nos vuelven a encontrar en el camino, llueva o nieve, haga frío o calor; aquí el patrón, allí los santuarios, donde cuentan los escritores costumbristas hermanos que llegan lebaniegos del fin del mundo a llevar un ratuco las andas… Allí vamos a la mar, como patos al agua;. Aquí suben a la Venta para repostar su bodega de vino de la Mancha. Añoranzas, cucañas, canciones y ferias de ganado. Potes arde en septiembre. Todo sabe a queso picón en la villa del Deva y el Quiviesa, y allí ponen su mercadillo los artesanos nuestros. Devoción y jarana, folklore marinero y en septiembre, cuando en nuestra capital luce San Antolín, a unos kilómetros de “La Pernía” vuelve la feria a “La Laguna” o el baile romero de Pejanda. A lo alto y a lo bajo, Cantabria hermana nos une de camino, nos introduce lenta y suavemente en sus paisajes y la fiesta se hace en cualquier prado, en cualquier pueblo. Y a veces, muchas, la diversión no está en las flores, ni en las carrozas, ni en los grandiosos espectáculos. A veces, algunas, la fiesta se hace en la bolera, entre pinchos de queso y de cecina, jugándose en dura lid el completo, rememorando aquellas enramadas o las marzas; paisanos de coraje que se fueron con el último invierno. Antaño, cuando los israelitas estaban a punto de iniciar un viaje, depositaban un clavo de hierro entre las grietas del muro occidental de las lamentaciones en señal de apego a su patria. De igual modo, cuando el montañés se aleja en busca de futuro hacia otras tierras, deja la herencia, deja las costumbres, deja los usos, como si fueran una parte importante de su vida. Cuando vuelve de vacaciones asiste al deterioro de esa imagen. Y sabemos que no es culpa de nadie. Es cuestión de comprensión. Cambia el mundo y así debemos aceptarlo. De nada sirve avivar unas imágenes del pasado que nadie asimilará de igual manera. El folklore sigue con la vida, hacia otros escenarios, en busca de otras pautas, a ambos lados de los montes que nos separan y nos unen. Todavía queda vida y belleza a borbotones. A intervalos, en algún lugar se encuentran dos culturas, y al fuego de la amistad que retuvieron, van interpretando con cierto orgullo los recuerdos que emanan de ellos.

El futuro está ahí mismo.

____________

(1) “Viaje a través de la Montaña”, de la colección “Últimas crónicas del norte”, publicado en 1989.
Imagen: José Luis Estalayo. 

@Artículo publicado en la década de los 80 en "Diario Palentino".

EL FOLKLORE | ENSAYO
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Las costumbres
agosto 25, 19870 Comments

Hacer buenas o malas las costumbres implica el rejuvenecimiento o la vejez de un pueblo. Los chinos suelen decir que, “en cada tierra su uso y en cada casa su costumbre”. Y en esta tierra tiramos de ambas con una devoción casi en desuso. Somos costumbristas por tradición, dejando entrever, como el poeta, lo cotidiano. Porque la vida está hecha de pequeñas sonrisas, de pequeños conciertos, en contra de esa función desorbitada que de nosotros pretenden algunos personajes.





El último alcalde de Polentinos, por ejemplo, fue elegido en Concejo, por un miembro de su casa. Aquí siempre votan los vecinos y no los habitantes. Se busca a un hombre, no importa la ideología ni el rostro que tenga. Se necesita la costumbre y con esa misma urgencia se implanta. Su imposición parece razonable y justa, pues busca y favorece la realización del bien social. Hubo costumbres que devoraron leyes y no están lejos las Ordenanzas, a alguno de suyos capítulos hago referencia en otros libros y artículos.

En cada círculo, en cada localidad se generan una serie de creencias, pautas y comportamientos que, posteriormente, se van enriqueciendo al entrar en contacto con otros pueblos. El hecho curioso de los cantores puede darnos una idea aproximada. Los Reyes que se cantaban o se cantan en San Salvador de Cantamuga, son distintos de los que se cantaban o se cantan en Polentinos. Difieren en pequeñas frases y en la música. Hay estrofas idénticas (¿plagiadas, quizá?) y hay estrofas totalmente distintas, lo que en pocos kilómetros de distancia que separan a estos dos núcleos, no deja de causarnos sorpresa. Luego, cada pueblo vive de manera diferente la Navidad o la Pascua y en sus fiestas patronales hay algo que los une y que a su vez los diferencia: un rito, acaso un simple simbolismo… En ese apartado influyen mucho los jóvenes y los Organismos. Hay una condición de miedo y de desgana en este aspecto y, aunque no debemos ser pesimistas, conviene reincidir en ello. No se ha perdido la ilusión –como hemos podido dejar entrever en ciertos momentos–, porque sin ilusión no hay quien viva. Hay ideas, muchas ideas en esa juventud que viene, sólo necesitamos atraparlas, ponerlas boca arriba, buscar a través de ellas la participación del pueblo. No hay demasiado joven ni demasiado viejo, incapaz de aportar su granito. Entre todos la fiesta se hace más grande y las costumbres se hacen leyes.

No debemos perder las buenas costumbres, instancias reguladoras de toda la conducta rural, al igual que en las sociedades primitivas. No obstante, hay que imprimirlas el cambio que requieren, la nueva interpretación que la evolución del mundo exige. Y saber que ni todas son exactas, ni todas son aborrecibles. El tiempo se encarga de recuperar lo que fue “hit” o hizo furor en el pasado, adaptándolo a lo que ahora parece desearse.

Cómo iba a imaginar mi abuela Lorenza Simal que algunos de los romances que ella me tarareaba siendo niño, girarían hoy sobre un trozo de plástico. Pues giran y hoy se compone menos que nunca. Todo parece remozado, apenas se utiliza un mínimo de la imaginación y suben a los primeros puestos de las listas de éxito canciones que se arrugaron a fuerza de sonar y sonar unos años atrás.

¿Se ha perdido todo? –nos preguntamos, como se preguntan los viejos del lugar—, o es que no hay nada nuevo bajo el sol? No hay nada nuevo, es cierto. Todo lo que surge formaba parte ya de nuestra historia. Debemos sacarlo de las tinieblas donde se encuentra y hacer que suene, ponerlo un nombre, darlo color y sentimiento.

Hubo costumbres, las hay, y más allá de nuestra efímera existencia seguirán reproduciéndose, porque el mundo es como su creador, inteligente, y sabrá reproducirlas cuando llegue el momento. Alfonso X, de Castilla y León, define las costumbres como “Derecho o fuero que non es escripto, el cual han usado los omes luengo tiempo, ayudándose de él en las cosas o en las razones sobre que lo usaron. E son tres maneras de costumbres. La primera es aquella que es sobre alguna cosa señaladamente, así como en lugar o en persona cierta, la segunda en persona como en lugares, la tercera sobre otros fechos señalados que facen los omes de que se hallen bien en que están firmes”. [1]

____________

[1] Ley 4ª. Título 11. Parte 7ª.
En lo que se refiere a las costumbres, usos o hábitos que se siguen observando en nuestra sociedad, hay dos razones que la hacen poderosa y válida: la constancia y la generalidad. Cuando un acto ha surgido espontáneamente, ha gustado y se ha repetido en una fecha y un lugar concreto (modificándose o no ciertos aspectos del mismo), y cuando ha imperado el interés general de la sociedad en que tuvieron su orígen ( y no la necesidad o conveniencia de alguno o algunos individuos que viven en ella), estamos ante la fuerza de la ley, costumbres que pueden llegar a suplir una ley deficiente, según el marco donde nazcan.

Preguntada la Sagrada Congregación de Ritos, si cualquier costumbre derogaba sus decretos, contestó:
“Que ninguna costumbre en contrario, por interesada que fuese, podía derogar la Ley Prescrita por los Derechos de la Sagrada Congregación, con la advertencia de que una vez quitada la costumbre, no podía nunca volver a introducirse.”?

@Para la sección del autor "Folklore", en "Diario Palentino"
Imagen: José Luis Estalayo


EL FOLKLORE | ENSAYO
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20 agosto 1987

Las raices
agosto 20, 19870 Comments

Nuestras vidas son los ríos… hermosos versos de nuestro gran poeta que nos sitúan –nunca mejor dicho– en el marco idóneo para arrancarnos. Pues no hay mensajes nuevos. Se pueden aportar frases distintas para expresar idénticos sonidos, las mismas leyendas, ritos, bailes, tradiciones y un largo etcétera de momentos que hablan de nuestra vida. Lo que sí es cierto es que, el folklore, hoy, comprende infinidad de movimientos y expresiones. Yo me atrevo a decir que esta materia trata de la vida en su más amplio concepto.[1]




Por los cuentos se inicia el gran estudio del folklore. El cuento que, más allá de la literatura, lleva un mensaje humano, un acercamiento a la realidad sin ser ella misma, una aproximación a tantos y tantos valores como se nos escapan a diario de las manos. Yo no sé si los contadores universales han pretendido lanzarnos el mensaje; desde luego, son muchas y diferentes las versiones que se han hecho de leyendas y cuentos con arreglo a esa sociedad que va mudando de costumbres, pero lo que sí parece destacar en todos ellos es el desarrollo de los sentidos, el acercamiento a los fenómenos extraños, la explicación de algunos mitos que aún permanecen vivos en nuestro entorno. La palabra folklore parece destinada a recoger otras facetas de la vida. Así, tiene contactos con la Economía política, con la historia de las Instituciones, del Derecho, de la Literatura, de la Tecnología, sin confundirse con ellas. Cada autor va incorporando nuevas facetas a medida que surgen nuevas ramas hasta llegar a nuestros días, donde este campo toma contacto con todo aquello que se mueve. El estudio abarca los más variados aspectos; [2] desde las creencias hasta los almanaques, pasando por la técnica, señales, vestidos, alimentos, danza, poesía, relatos y un largo número de géneros, pueblos y familias. Siempre desde un plano puramente especulativo he repasado los cambios que se han producido en esta materia, el significado de ciertos ritos, que hoy también tienen su consistencia y arraigo en algunos países y, aunque acudamos a los libros desde un plano personal y orientativo —como pudiera hacerlo cualquier ciudadano de su casa— me ha par­­ecido necesario hacer estas precisiones antes de introducirme en nuestra zona, un pedazo de tierra insignificante —si se quiere— pero donde hay evidentes señales de un floklore inmensamente rico. ¿Ejemplos? Muchos. Hace unos años conocí a un profesor que actualmente reside y ejerce en Barcelona. Le gusta investigar y descubrió en un lugar apartado de La Castillería vestigios de un pueblo Celta. Los libros escritos sobre la Montaña Palentina no profundizan en estos aspectos, pero sirven, sin duda, de orientación a todos esos estudiosos y expertos que tanto se hacen de rogar. No hablan de la gran cantidad de molinos que existieron en estas comarcas, lo que denota el movimiento que aquí hubo y la importancia que debieron adquirir en algunas épocas de la historia, estos pueblos hoy casi despoblados, de cara a los embarcaderos que nos llevaban hacia Europa. Lo cierto es que hay una historia candente por descubrir aún, lo que serviría para ampliar las referencias y el interés por nuestra zona de montaña. He pasado estos últimos años de mi vida entre estos pueblos que me vieron nacer, entre estos misterios, al borde de tantas inquietudes como aquí palpitaron, y es hoy, al escribir estas letras, cuando miro sorprendido hacia atrás, hacia la indiferencia que el maravilloso entorno nos depara y, sobre todo, al interrogante, a la explosión de gozo, a la historia que estos documentos pueden aportar hoy, encarados ya al nuevo siglo. ¿Acaso no tenemos motivos para estar orgullosos? Y ansiosos, porque todos estos capítulos forman parte de una larga travesía por la vertiente de nuestro libro de folklore aún inédito.

____________

[1] Aunque la palabra naciera con el romanticismo, no pueden negarse los hechos que vienen sucediendo desde el principio de los tiempos. Así tenemos, por ejemplo, Pausanías y su “Descripción de Grecia”; Montagne, y su “Viaje a Italia” y otros como Browne (1646), Thiers(1677), Macpherson (1780), Herder (1791) y los hermanos Grimm (1810), con sus “Cuentos Populares”.

[2] Los libros nos hablan del francés P.Sebillot y sus “Cuentos Populares de la Alta Bretaña”, director que fuer<a del inventario de folklore francés (1904–1907); “El cielo y la tierra, el Mar y las Aguas”, “La Fauna y la Flora”, “El pueblo y la historia”. Se habla también de grandes folkloristas, como Charlette Burne y su “Manual de la Sociedad Británica de Folklore”(1914).



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25 julio 1987

Uso y abuso de la fe
julio 25, 19870 Comments

Recordamos su revista Pernía, ya con varios años de antigüedad y logros. Insólita publicación que, fuera de su tierra palentina, quiso ser como embajada de ella; y que, además, se convirtió en caja de resonancia de muchas voces de escritores y poetas inéditos que hasta entonces aparecían enmudecidos, teniendo muchas cosas que decir. Hacer sonar esta mudez ya fue un milagro, y sólo su fe, no sólo en él, sino en los demás, pudo alimentarlo. Contra viento y marea, luchando contra obstáculos económicos y hasta contra cotos literarios donde entrar era punto menos que imposible para el novel, consiguió —está consiguiendo— formidables frutos; primero, de continuidad; y, poco a poco, de calidad. Esta revista que hoy da la mano a los artículos de Lózar, supo crecer su planta palentina en las vascas tierras de Bilbao, donde viene diciendo mucho y bien de otras tierras y hombres de España, incluso de Hispanoamérica —colaboraciones le llegan de todos los puntos cardinales de aquende y allende el océano—, para hacerse como puente, y, lo que es mejor, tejido vital de nuestra prosa y nuestra lírica. Yo de Pernía, hablé, exaltándola, como cumplía, en mi tesis doctoral. Porque la revista paisana llevaba a cabo perfectamente la verdadera tarea de la información: informar y formar. Froilán de Lózar supo, inteligentemente, hacerse abanderado de este doble y noble cometido. Hoy, en esta introducción a nuestro folklore; es decir, en su expresión y glosa de lo que es la esencia de un pueblo, sabe estar, una vez más, a la mejor altura. Debemos agradecerle esta labor. Debemos elogiar su palabra que, impregnada del claro decir de la lengua española, sabe entrar en los amplios contornos del paisaje y de las costumbres vernáculas de los palentinos, para, sencillamente, magnificarlos.

El ha sido y vuelve a ser, un defensor generoso de los ámbitos pernianos, de estas tierras norteñás de la comarca de “Fuentes Carrionas”, donde la naturaleza, “la mejor muestra de la verdad”, al decir de San Ambrosio, puso sus galas. Debemos, sin recato, reconocérselo, ya que es capaz de hacernos contemplar la tierra y empaparnos en su sentido, como Anatol France quería. Ya al leer, al releer estos artículos, nos invita a ir a estos ámbitos. A llenarnos de ellos. A amarlos. A defenderlos. Es bueno jugar con los vientos y con las nieves. Dorarnos como el sol. Llenarnos de inmensidad. Quizá hacernos, con ella, canción. ¿Por qué no, si en los ojos tenemos siempre un horizonte agazapado y en el corazón una cadencia dormida? Hay que despertar y hacer. Froilán nos lo recomienda, tras advertirnos: “Hay que seguir bregando hasta que consigamos alejar ese somnífero que nos tiende la vida”. Porque, al hombre, como al camarón que se duerme, la corriente se lo lleva.

Termino esta presentación. Ella, creo, os ha llevado un poco al hombre. Un poco a su obra. “Por sus obras los conoceréis” —dice el Evangelio—. Aquí está la de Froilán De Lózar. Él tiene la palabra. Escúchala.


Félix Buisán Citores, Periodista y Académico de la Tello Téllez, Palencia, 1992

A la memoria de Félix Buisán Citores, periodista y maestro de quien tanto aprendí.


Se hubiera roto de la tierra el estímulo, sin la fe, sin la confianza que sus hombres y mujeres han depositado en todos y cada uno de los ritos. Fe en lo bueno y en lo malo, porque el camino que está lleno de rosas no necesita estímulos y, en cambio, el esfuerzo y la sonrisa ante las adversidades curte la vida del montañés, le prepara para los malos tragos, le sitúa sobre el camino auténtico. Fe en Dios, a quien, por otra parte, le hacen capitán de sus fracasos y triunfos. Como decía Voltaire: “Si Dios no existiera, sería preciso inventarlo”.

En algunos sociedades, como en la India, Dios está representado por varios rostros y de su cuerpo salen varios pares de brazos; aquí no, en nuestro entorno Dios tiene un rostro humano bien definido. Pocos se alejan de esa imagen que representa sus logros y carencias. Ahora bien, se vive mucho de la fe de los otros, de la suerte de los demás, de la historia sangrante que cada persona paladea a su modo, sin entender del todo algunas actuaciones y llamadas atribuidas al Todopoderoso.

Todavía recuerdo, siendo niño, aquella historia de los panes que el pueblo depositaba ante el altar por Pascua. A la salida de misa, el sacerdote lo repartía entre los monaguillos, junto a una cantidad simbólica de dinero. En el Antiguo Testamento, la fe es la actitud del hombre que, en una encrucijada se vuelve hacia Dios que le hace partícipe de un porvenir más agradable. En el Nuevo Testamento la fe se abre al presente. Y ciertamente, me pregunto: ¿Qué es la vida de las personas sin la fe? Fe que no mueve las montañas, cierto, pero que implica un gasto de energías, que supone una recompensa sin fronteras.

De ahí que la actual impresión que nos cause la comarca, de desaliento y de pobreza, se deba, en principio, a la ausencia de este elemento, sometidos cada vez más a la técnica que en todos los sentidos se nos está imponiendo; los aparatos nos han garantizado una seguridad y compañía que no encontramos en la calle, que no queremos o no podemos advertir en las personas. Tendemos a encerrarnos en nosotros mismos, lo que en los pequeños pueblos supone de algún modo la pérdida paulatina de todos esos valores que en ellos se han ido generando a través de los tiempos. Costumbres que se han ido perdiendo, pendientes como estamos de la comodidad, del confort; sometidos a una buena dosis de soledad y miedo.

La fe es, sin duda, un elemento indispensable para que la monotonía no se descuelgue y se pierda la imagen verdadera de la sociedad donde vivimos. Fe en los demás para alcanzar pequeñas pero significativas metas. Fe en nosotros mismos, porque, como dijera el escritor Antonio Gala: “Nunca podemos decir de ningún ser, de ningún gesto, de ningún instante, por modestos que sean, que no tienen sentido”. Ahora se pone fe en los alcaldes, porque, equivocadamente, se les considera responsables absolutos del bien y del mal que en su mandato se genere. Ahora se ha perdido la fe en los sacerdotes, y hablo de un pasado reciente, de un cura de pueblo generoso que por apoyar a un candidato ha perdido la fe de sus discípulos, se ha metido en el juego peligroso de confesar abiertamente su apoyo a una idea, a un hombre. Se pone fe en todo aquello que nos está perdiendo y se pierde la fe en algunas personas y modos que nos van realizando; inversión de papeles, orgullos desmedidos; engaño que, obedeciendo a un “qué dirán” de dudosa procedencia, se arrastra peregrino, como obligada sombra, por entre todos los espacios y senderos que tantas veces recorrimos.

Se pierde la fe en todo y en todos por un simple fracaso. Hacemos de una apuesta un martirio sin meta. Los pregoneros de verdad ya se han marchado; los otros, nosotros, vosotros, todos los que cantamos con mayor o menor acierto lo que vemos, hemos perdido a sus ojos aquella pizca de bondad que en otros tiempos les pareció advertir. Tal vez estemos tremendamente equivocados y la fe que no existe, o que paso a paso se ha ido resquebrajando, se deba al uso tan superficial que hicimos de ella; o dicho de otro modo, se deba al abuso, al modo de buscarlo, sin depositar un poco más de amor en este acto, haciendo un punto y aparte del resto de las cosas. La fe hay que depositarla en las personas, como personas, porque la ideología no debe estar reñida con los demás principios. La fe se pierde cuando nos dejamos llevar por las habladurías. Se habla mucho. Se culpa siempre a los demás de lo que nos sucede. Los demás siempre tienen algo que a nuestro modo de ver nos pertenece. Por eso, no se puede, no se debe jugar con la fe que nos queda, con aquella que hemos logrado conservar, de la que no hemos abusado.

Y debemos hacer acopio de fuerzas para recuperar la fe que insulsamente derrochamos.

@Folklore, para "Diario Palentino".

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12 junio 1987

Cuando hablan las campanas
junio 12, 19870 Comments


Las campanas doblando por ti están,
y están cavando la fosa
en que te han de echar.


Zorrilla




La campana es el elemento motor de un pueblo. Prehistórico instrumento musical que guarda un canto para cada ocasión, que pide un ritmo para cada momento; que aún hoy, en los hogares, en las cantinas, en el campo, hace que los rostros se vuelvan, se interroguen, dejen por un momento lo que tienen entre manos y busquen el motivo por el que la campana está sonando. Si es un sonido triste –porque la campana interpreta a la perfección lo que siente el campanero–, si su ritmo es lento y sobrecogedor, anunciará la muerte de un vecino. Si las campanas voltean como en los días de fiesta, a una hora desacostumbrada, nos están anunciando una catástrofe, un fuego de monte o de hacienda que nos cerca. No quisiéramos preguntarnos en ese instante qué es lo que está pasando, qué es lo que arde, dónde está el humo o el misterio… Oímos campanas, nos revientan los tímpanos, y como dice el dicho, no sabemos dónde suenan ni quién las mueve con tal ímpetu.

Las campanas, como el fuego que la chimenea inventa, nos reúnen, nos llevan a la misa o al Concejo, nos llaman a la boda o al bautizo, nos acompañan , cuando juntos vamos a decirle adiós al familiar o al vecino. Las campanas nos llevan hacia el humo. Cuando arde una casa todos llegan movidos por su agitado son. No quiero ser morboso. La historia ya pasó a las efemérides de un pueblo montañés. Un día, entre semana, las campanas tardaron mucho tiempo en sonar. Ardió un pajar entero, con la hierba del invierno, con la faena del verano terminada; ardió por un juego de chiquillos y no se pudo salvar nada. Sólo lo puesto, y los jamones que alguien arrojó por las ventanas cuando ya las maderas comenzaban a crujir de forma rara, mientras un anciano se aferraba al legado paterno, trataba de huir de aquellas manos que le sujetaban, porque quería y lo intentaba por todos los medios, hacerse humo con ella. “Que le dejaran perderse entre las llamas. Que vinieran a buscarle más tarde, cuando el sacrificio estuviera consumado y hubiera pasado a formar parte de la historia”. Las campanas aquel día sonaron tarde. Vinieron hombres y mujeres por todos los caminos. No traían nada en las manos. Sólo exclamaciones de dolor y regueros de pólvora. La publicidad de la que en otras ocasiones hemos hablado, la explicación resumida por aquellos que habían llegado antes al lugar y que a su modo iban contando semejante tragedia. Mientras, en el corral, junto a la entrada principal de la vivienda, los marranos renegando y la Guardia Civil impidiendo el paso a los mozos que trataban de arriesgarse sin éxito. Las llamas comenzaron a entrar en la cocina precedidas por un humo cada vez más intenso. ¡Qué podemos hacer! Las campanas no tenían la culpa de nada. Fue una sobrecogedora experiencia que algún día, si las campanas no os llaman a despedirme antes, contaré con todo lujo de detalles.

Las campanas se afinan aligerando más o menos de metal puntos determinados de la misma. Mi padre, y perdone el lector las citas familiares, sacristán perpetuo de la de Cantamuga, colegiata de mérito y renombre, se pone en pie y me explica con detalle el movimiento, la fuerza que hay que dar y la vocación o devoción que también parece necesario exhibir, para que los armónicos habituales de la misma (octava, primera, quinta, tercera menor y octaba baja) adquieran sentido y lleguen con nitidez al pueblo que nos mira.

En la Edad Media pudo considerarse la campana como instrumento militar, ya que como señalan las gordas enciclopedias —a son de campanario— se reunía la mesnada para marchar a la guerra. La campana, hizo las veces de corneta de órdenes del Señor feudal, papel que trascendió al renacimiento, existiendo un privilegio por el que el maestre se apropiaba de ellas. El pueblo las rescataba a gran precio, por lo que se dio en considerar como una contribución de guerra. Esta costumbre volvió a ponerla en vigor Napoleón, de ahí que los franceses exigieran rigurosamente las campanas en España durante la Guerra de la Independencia. Una de las obras más famosas de nuestro Casado del Alisal fue “La Leyenda del rey monje”, conocida como “La campana de Huesca”.Y así podríamos seguir relatando procesos y significados que este instrumento ha venido aportando a nuestro libro de folklore a través de los años. Las campanas pueden alertarnos cuando los pillos roban las imágenes, cuando las imágenes que se conservan en los templos tienen tanto valor como las de Cervera de Pisuerga o Paredes de Nava. Las campanas, en fin, mueven la historia de estos recónditos parajes. Nos campaneamos al ritmo que ellas nos imponen y, aunque el campanario obedezca en principio, más a la defensa del templo que al sustento de las campanas, la primera mirada del visitante se dirige hacia ese hueco magnético, buscándolas. ¿Se imaginan un campanario sin campanas?.

Los ejes rechinan, pero las campanas, totalmente de hierro o, con su medio cuerpo de madera, alivian, no sé porqué razón, la parada del extraño visitante y reconfortan el paso o la obligación de los vecinos. El pueblo está a salvo. Las campanas luciendo en lo más alto se preparan para anunciarnos el futuro, lo que ocurre en este mismo instante. ¿Puede oírlas?¿Amable lector, qué le sugieren?.

Imagen vista en "Zaragozame"
EL FOLKLORE | ENSAYO
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26 julio 1986

El verano en el corazón y en el comercio
julio 26, 19860 Comments

Si de folklore hablamos, el verano lo es. Unos meses, no más, de un año que se pasa veloz, como todos los años, pero unos meses llenos de pasiones, de juegos, de belleza, de superación constante en esas ramas de la vida condenadas a quebrar por cualquier imprevisto, que a veces nada tiene que ver con el verano.




¿Qué tiene el norte que no tenga el Cerrato?¿Qué significado pueden alcanzar aquí esos meses, que no alcancen en La Valdavia o en La Ojeda? Son diferentes y no viene al caso explicarlo aquí. Indudablemente, al perderse esos vestigios artesanos, o al reducirse a un simple pasatiempo, se perdieron nuestras buenas relaciones con la Tierra de Campos. No quiero decir que ahora sean malas, no. Ahora están detenidas.

Recuerdo cuando bajaba con mi padre a los mercados de Saldaña en busca de legumbres o, cuando bajábamos a Potes a vender el pimiento para la matanza. Allí adquiríamos el “queso picón”. Aquél queso, que atufaba las casas, se vendía aquí como rosquillas. También se adquirían nueces y castañas “pilongas”. Ahora, el mercado cántabro se ha encarecido de tal forma que parece un mercadillo de lujo. Ignacio, el alpargatero de Cervera, sigue bajando todos los lunes y ya sabe de qué pata cojea cada lebaniego. Claro que, Ignacio, es un paisano nuestro universal. Otro tanto de lo mismo ocurría con Pepe Cajigal, el herrero de San Salvador de Cantamuga. Ahora sus hijos se dedican a empresas más costosas dentro del mismo oficio; Germán, el cacharrero, fue toda una leyenda, con aquella voz de trueno anunciando los productos en las plazas de los pequeños pueblos.

En resumen, había un constante movimiento durante todo el año. Los de aquí iban a buscar el vino a Valladolid o a La Rioja; los de Castillería y La Pernía bajaban a San Salvador a buscar pan y piensos. Los de Cantabria subían a la Venta Urbaneja a por el vino de Secundino. En este punto rezaban las “Ordenanzas”:

El vino que han de traer para abastecer la villa
ha de ser de los terrenos que en el contrato se citan:
Del Infantazgo de Ampudia, Madrigal o Tordesillas,
y lo venderán al precio que los regidores digan.

También se refería a ello nuestro poeta local Gabriel González, en un verso donde dice:

El que haga de tabernero en esta villa y Concejo,
habrá de dar vino nuevo a igual precio que lo viejo.

Aunque soy joven todavía –lo era cuando escribía estas líneas– recuerdo los famosos “trueques”, donde intervenían los frutos secos, cerezas, manzanas y, entonces, nuestra ricas patatas. (No me refiero a la patata de Comercio, sino a la que servía para el arreglo de cada casa).

Otra imagen que también se ha ido perdiendo (no sé qué habrá sido de tanto meritero), es la de la trashumancia. Aún ocupan en la actualidad las Sierras de Herreruela, la Abadía de Lebanza y los Puertos de Cortes y Pineda. Estos hombres entretenían su tiempo libre en la elaboración de utensilios de cuero o de madera; incluso, hacían calcetines de lana. Algunas personas siguen haciendo este tipo de calzado, que luego utilizan para compensar ciertos favores, también como regalo para sus familiares. Todo esto forma parte de un movimiento que tuvo su importancia fundamental para las relaciones entre los pueblos y que contribuyó así a un mejor conocimiento de nuestros mercados y productos y que, sobre todo, fue decisorio en las relaciones humanas. Para recuperar aquella tonalidad está el verano. En este tiempo se reproduce el comercio de la amistad. Esta no se pregona, ni se vende; hay que ganársela poco a poco. Interesa que los amigos sean buenos aunque sean pocos. A este respecto decía uno de los personajes de José Hierro:

“Su esperanza no la cifren
nunca en corazón alguno.
En el mayor infortunio
pongan su confianza en Dios;
de los hombres sólo en uno,
con gran precaución en dos”.

Debemos en estas horas ir aunando voluntades para dejar atrás rencillas viejas, errores por los que siempre queremos juzgar a las personas.¿Vendrá otro invierno malo?¿Lloverá?¿Seguirán diciendo las autoridades norteñas que no conocen en profundidad el asunto del pantano de Vidrieros? En medio de este tiempo habrá una ola de desencantos y desencuentros, como siempre, aunque en el fondo aflore el comercio de la amistad dormido durante tanto tiempo.


Imagen: Pumar59
EL FOLKLORE | ENSAYO
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16 julio 1986

Introducción al verano
julio 16, 19860 Comments

Se acaba la leyenda. Repetimos un día tras otro las frases que ayer se hicieron tinta fresca. Importa que se citen, que vayan y vengan de unos labios a otros, que se extiendan como la vieja publicidad, de boca a boca, y alcance la montaña su verdadero lugar en esta historia.


A lo mejor estamos sacando brillo a unas ilusiones que no tienen futuro, que no serán mañana, porque la montaña se mueve con las gentes que habitan en ella y allí sigue brotando silencio y mudas resonancias. Cuesta mucho, es verdad, hacer que suene algo, pero tengo el presentimiento de que lo estamos consiguiendo. Por eso se doran las palabras, que se vayan incrustando en el alma de los gobernantes las necesidades, para que no se olvide lo que fuimos o lo que tuvimos y aportamos; para que no echemos más desaliento sobre esta tierra que goza, —lo digo convencido—, de un prólogo para la paz. Está escrito en el aire, está escrito en esos rostros arrugados, está presente en esa cantina de la esquina, en esas fiestas del verano, en esos bolos del domingo, en esos juegos de la escuela.

Todo se repite en la mente, en los escritos, y da la impresión de que el mensaje queda ahogado, como materia desechable. La montaña palentina —repetimos—, es un verso, una canción, una esperanza. Pocos caminos existen que conduzcan al cielo, qué es el cielo. Aquí se palpa la belleza en toda la extensión de la palabra y el pecado de omisión es una ofensa permanente. Hay lugares preciosos, hermanos nuestros, castellanos; nos consta que existen pueblos de idénticas raíces y que también están sufriendo, por lo mismo, olvidos similares. El futuro nos reserva muchas sorpresas, aunque a menudo me griten: “esto no da para más”. La crónica de una muerte anunciada es un hecho palpable, sólo que, en medio de toda esa laguna, por encima de ese “rumiar” escenas miserables, hay algo todavía auténtico que permanece, que abrasa la garganta de los viajeros más selectos: la belleza. El paisaje sintoniza con todas las corrientes, con todos los gestos. Nunca pasa de moda. Pueden pasar los ritos, las leyendas, pero la esencia permanece. La imagen está clara. Yo la comparo con el Grupo de Danzas de Arbejal. Hay infinidad de grupos en nuestra provincia con más experiencia, con más categoría, pero nuestra comarca habla por sus bocas, por sus manos, entre panderetas y dulzainas, entre sardinas a la brasa y viento nuevo:

No compres mula en Logroño
ni en Santo Domingo el paño,
ni mujer en La Pernía,
ni amigos tengas en Guardo.

La mula te saldrá falsa
y el paño te saldrá malo,
la mujer será celosa
y los amigos contrarios.


Agua —que ya cantó una compañera que hace versos—, quiero agua que me cubra todo, que lleno de verdor estos huertos. Porque el agua en la montaña es como el vino en la taberna. Y estamos en la ruta de los pantanos. Tengo ante mí la copia de la construcción del pantano de Camporredondo. Mampostería del Espigüete. "La ejecución —señala el autor del proyecto— fue bastante rápida, permitiendo el sistema de mampostería mamportado y el empleo de gran volumen de piedra de cantera". “El presupuesto total se elevó a 10.181.746 pesetas. Del citado importe deberá resarcir al Estado en la cantidad de seis millones que ha de reintegrar la Sociedad Española de Explosivos cuando tenga terminadas las siete concesiones de saltos de agua en el río Carrión, en el recorrido del pantano hasta Saldaña.”

Aunque por diversos motivos me muestre contrario a nuevas presas (el paisaje está ya calculado) perderían estos pueblos todo su efecto mágico sin este componente. Y digo que el terreno ya está medido. Nuestros ojos se han empapado de él y lo necesitamos como está, sin suprimir ni aumentar nada. El viajero que llegue hasta Camporredondo se encontrará compensado de las molestias naturales de la excursión, con la contemplación de un panorama espléndido. El agua es, como las bicicletas, para el verano. Que nadie tema por él, porque la escasez no es consecuencia de la ausencia del animal, sino de la mala recogida en muchos casos. Desde la Fuente del Cobre, en los Redondos, pasando por la fuente del “Piojo”, en Polentinos, hasta las “fuentes de la salud”, “fuente de la buena madre”, “fuente de El Col”, “fuente de hierro”, “Fuente de San Roque”, y, acaso, la más pura de todas, “la Fuente de Lebanza”. Sirvan estas letras de invitación a ese verano que ya se palpa en el ambiente. Metámonos en el verano. Sacudamos esas briznas de hipocresía que sin querer campean en nuestros labios. Demos esa alegría a nuestro cuerpo, porque la paz empieza por uno mismo y aquí la paz está reñida con el aire.

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09 julio 1986

Ritos y miedos
julio 09, 19860 Comments

La sociedad, la nuestra, de los pequeños pueblos, ha experimentado un cambio profundo en sus formas de expresión y de vida. Hemos estado envueltos durante mucho tiempo en un incontable número de ritos que van más allá de un acto simple y rutinario, y que, por esa misma causa, nos han desconectado de las nuevas corrientes.

Hemos vivido profundamente inmersos en nuestro propio simbolismo. El folklore no es sólo un tipo de baile o de música —eso está claro— y lo digo porque, cuando a nosotros nos hablan de un festival folklórico, enseguida lo asimilamos con cualquiera de esos grupos que durante los meses de verano llenarán las fiestas de los pueblos con sus trajes y jotas. No se reduce éste a una parcela o a un estilo en concreto y es por eso, quizá, por lo que nunca muere.




Desaparecen unos ritos y surgen otros, a veces totalmente diferentes, lo que ayuda a comprender las tendencias y los gestos en las diferentes épocas de la vida. El académico Julio Caro Baroja nos habló de ello a través de sus investigaciones y son muchos los autores que se han dedicado de alguna forma a estudiarlo. (1) Con frecuencia alimentamos nuestra fe a base de milagros. A veces, no trascienden, ni siquiera serviría esta definición para explicarlos, pero sí, incluso en estos pequeños pueblos de provincia donde parece imposible una aparición, han existido versiones y creencias que vienen a sumarse a uno de tantos cuentos o leyendas que en la zona se han dado. En torno a Fátima o a Lourdes se levantaron monumentos y allí acuden millones de personas llenas de fe, dispuestas al mensaje de esperanza, con la ilusión de recibir la gracia o la curación a enfermedades que han sido arrinconadas por la ciencia o por la medicina milagrosa (curanderos).

Una historia similar tuvo su orígen muy cerca de Bilbao, en Umbe. A raiz de un reportaje en la televisión aumentó considerablemente el número de visitantes y fueron muchos los que a diario (cuando se publicó por vez primera este artículo) solicitaron información desde todos los puntos del país. Según parece, la Virgen quiso erigir allí un Santuario. Las personas que recibieron el mensaje en aquél caserío hablaban de levantar un monumento en pocos años que hiciera historia, aunque no faltaron discrepancias y dudas en torno a quienes se fueron sumando a este proyecto. “¿Querrá la Virgen tanta suntuosidad en unos momentos de tanta crisis?” —se preguntaban. Pues bien, he aquí que, un día se apareció la Virgen en uno de estos pueblos. Era una Virgen de madera, naturalmente. El pueblo hizo procesiones en su nombre. La trajeron del monte hasta la Iglesia. Otro día desapareció. (Esta vez el milagro estaba más entregado a los manejos) ¿Alguien quería meterle miedo al pueblo? ¿Alguien pretendía devolverle el sentimiento religioso? No lo sé. No lo sabemos. Lo cierto es que, en aquel lugar se construyó una ermita para que la leyenda no se quedase sólo en eso. Es decir, lo mismo que en Lourdes, pero sin visitantes. Después de aquella euforia, pasados unos años, la imagen se vendió por 30.000 pts. La ermita se acabará cayendo y muchos de los lectores pueden pensar que aquí se termina la historia. Y piensan mal, porque el rito continúa. Las mujeres y los hombres cuando van de camino a los prados de la Sierra siguen echando allí monedas. Tal vez se trate de una peseta o de cinco, que molestan en uno de los bolsos, pero nadie ignora que puede tratarse de una ofrenda sincera. (Tampoco sé si se habrá llenado ya la ermita, o para qué se utiliza aquél dinero, ni quién lo saca, ni adónde se lo llevan).

Hace algunos años, en un artículo remitido al Diario Palentino, y publicado en las páginas especiales del sábado hacíamos referencia a viejos rituales para atraer el agua hacia los huertos. Estos años la tristeza de la tierra no es menor que entonces. Sería necesario hacer una rogativa con mucha fe. Y lo digo, porque recuerdo la anécdota que me contaron en la Castillería, cuando el cura (lo hacía todos los años), salió con el hisopo a bendecir los campos. Cuentan que al siguiente día cayeron unos granizos como piedras. Hace unos años, cuando el País Vasco quedó inundado por las aguas, algunos se apresuraron a exclamar: “¡Ha sido un castigo de Dios!”. Lo mismo dijeron cuando un vecino se rompió una pierna el día de los Santos recogiendo “cachizos” o cuando otro murió mientras laboraba el día de San Roque.

Mucho más allá de ese respeto que las imágenes o los milagros nos infunden, hay una condición de miedo: miedo al castigo, miedo a perder nuestro pasado, miedo al presente, miedo a no encontrar el camino; miedo, en fin, a las sombras, a perder la identidad de nuestro pueblo. Pero, ¿sirve de algo apresurarnos a escribirlo? Vayamos con serenidad analizando las metas propuestas, los cambios operados, el rigor de cuanto ya se ha recuperado para la historia en Discos, Libros o Museos. Capítulos para la historia de nuestro libro de folklore aún inédito.

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(1) Folklore y Costumbres de España, de A. Machado y Alvarez (1885); Navascúes (1931); Manual de Folklore, de L. de Hoyos Sainz, (1947).

(2) Revista Internacional de Estudios Vascos.
Centros de Estudios en Galicia y Asturias. Museo Etnográfico de Barcelona.


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07 julio 1986

Las raíces
julio 07, 1986 2 Comments

Nuestras vidas son los ríos… hermosos versos de nuestro gran poeta que nos sitúan –nunca mejor dicho– en el marco idóneo para arrancarnos. Pues no hay mensajes nuevos. Se pueden aportar frases distintas para expresar idénticos sonidos, las mismas leyendas, ritos, bailes, tradiciones y un largo etcétera de momentos que hablan de nuestra vida. Lo que sí es cierto es que, el folklore, hoy, comprende infinidad de movimientos y expresiones. Yo me atrevo a decir que esta materia trata de la vida en su más amplio concepto.[1]




Por los cuentos se inicia el gran estudio del folklore. El cuento que, más allá de la literatura, lleva un mensaje humano, un acercamiento a la realidad sin ser ella misma, una aproximación a tantos y tantos valores como se nos escapan a diario de las manos. Yo no sé si los contadores universales han pretendido lanzarnos el mensaje; desde luego, son muchas y diferentes las versiones que se han hecho de leyendas y cuentos con arreglo a esa sociedad que va mudando de costumbres, pero lo que sí parece destacar en todos ellos es el desarrollo de los sentidos, el acercamiento a los fenómenos extraños, la explicación de algunos mitos que aún permanecen vivos en nuestro entorno. La palabra folklore parece destinada a recoger otras facetas de la vida. Así, tiene contactos con la Economía política, con la historia de las Instituciones, del Derecho, de la Literatura, de la Tecnología, sin confundirse con ellas. Cada autor va incorporando nuevas facetas a medida que surgen nuevas ramas hasta llegar a nuestros días, donde este campo toma contacto con todo aquello que se mueve. El estudio abarca los más variados aspectos; [2] desde las creencias hasta los almanaques, pasando por la técnica, señales, vestidos, alimentos, danza, poesía, relatos y un largo número de géneros, pueblos y familias. Siempre desde un plano puramente especulativo he repasado los cambios que se han producido en esta materia, el significado de ciertos ritos, que hoy también tienen su consistencia y arraigo en algunos países y, aunque acudamos a los libros desde un plano personal y orientativo —como pudiera hacerlo cualquier ciudadano de su casa— me ha par­­ecido necesario hacer estas precisiones antes de introducirme en nuestra zona, un pedazo de tierra insignificante —si se quiere— pero donde hay evidentes señales de un folklore inmensamente rico. ¿Ejemplos? Muchos. Hace unos años conocí a un profesor que actualmente reside y ejerce en Barcelona. Le gusta investigar y descubrió en un lugar apartado de La Castillería vestigios de un pueblo Celta.

Los libros escritos sobre la Montaña Palentina no profundizan en estos aspectos, pero sirven, sin duda, de orientación a todos esos estudiosos y expertos que tanto se hacen de rogar. No hablan de la gran cantidad de molinos que existieron en estas comarcas, lo que denota el movimiento que aquí hubo y la importancia que debieron adquirir en algunas épocas de la historia estos pueblos hoy casi despoblados, de cara a los embarcaderos que nos llevaban hacia Europa. Lo cierto es que hay una historia candente por descubrir aún, lo que serviría para ampliar las referencias y el interés por nuestra zona de montaña. He pasado estos últimos años de mi vida entre estos pueblos que me vieron nacer, entre estos misterios, al borde de tantas inquietudes como aquí palpitaron, y es hoy, al escribir estas letras, cuando miro sorprendido hacia atrás, hacia la indiferencia que el maravilloso entorno nos depara y, sobre todo, al interrogante, a la explosión de gozo, a la historia que estos documentos pueden aportar hoy, encarados ya al nuevo siglo. ¿Acaso no tenemos motivos para estar orgullosos? Y ansiosos, porque todos estos capítulos forman parte de una larga travesía por la vertiente de nuestro libro de folklore aún inédito.¦

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[1] Aunque la palabra naciera con el romanticismo, no pueden negarse los hechos que vienen sucediendo desde el principio de los tiempos. Así tenemos, por ejemplo, Pausanías y su “Descripción de Grecia”; Montagne, y su “Viaje a Italia” y otros como Browne (1646), Thiers(1677), Macpherson (1780), Herder (1791) y los hermanos Grimm (1810), con sus “Cuentos Populares”.

[2] Los libros nos hablan del francés P. Sebillot y sus “Cuentos Populares de la Alta Bretaña”, director que fuer<a del inventario de folklore francés (1904–1907); “El cielo y la tierra, el Mar y las Aguas”, “La Fauna y la Flora”, “El pueblo y la historia”. Se habla también de grandes folkloristas, como Charlette Burne y su “Manual de la Sociedad Británica de Folklore”(1914). 

Imagen: La siega en Junio, por Pumar59

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06 mayo 1986

Entre el fuelle y el fuego
mayo 06, 19860 Comments

Estos latidos que ofrece Froilán De Lózar son el silencio de un caminante bajo la soledad deseable de los campos, el timbre de los “Viajes, Modos y Recuerdos por el norte palentino”. La palabra rescata el tiempo perdido, levanta el paisaje de las soledades, abarca horizontes con las pupilas del sol. El entorno, la montaña, las estaciones poéticas, se someten aquí a un rocío de sublimación. En efecto, la comunicación lector/autor es crepuscular, hay un sentimiento de luz que acrecienta la libertad de las águilas.

Aunque los años se lo lleven todo, quedan estos narradores como virtud protectora del poemar. Las vivencias del escritor golpean los labios de la indiferencia, nos llaman al orden, recuerdan un montón de páginas que se encuadernan en el olvido. El pensamiento de un poeta/cronista, es lluvia fina sobre verde. No le duele prendas mostrarnos los puñales desgarradores de tanta armonía herida. Lo hace on tacto. En tono reflexivo. Siendo memoria, siendo parte, siendo añoranza con el enorme huracán de los puñales: “…he vuelto al norte y he vivido la tierra tal y como la siento…”El reflejo de la realidad nos llega de la mano de alguien que sabe florecer como los árboles, espejo de latidos que unas veces se entusiasman como el alba y otras se decepcionan como linterna callejera en la noche de lobos. Aquellos pueblos batidos por la nieve, aquellos entornos geográficos de rosas vírgenes, aquellos ríos cristalinos que descansan entre las venas de un pueblo desaparecido; ésto y mucho más se puede paladear en la oportuna y nívea edición de “últimas crónicas del norte”.Ya me gustaría haber iluminado el camino. ¡Que ustedes lo disfruten!.

Victor Corcoba, crítico, Granada, 1992


Me quedo contemplando la alborada que se lleva la magia y escribo bajo el influjo de una moderna noche de San Juan. Habrán caído los palos y sólo quedará un rastro de cenizas cuando este artículo llegue a vuestros hogares, aunque habrá gentes nuevas que salgan a revivir este folklore cuando el calendario se doblegue a su antojo y San Juan vuelva a recodarnos que estamos entre el fuego y el fuelle, ante la llamarada, que no es un espejismo, que la escena es un canto a la noche del mundo…Vayamos sin demora al oficio del fuelle, que lo nuestro es soplar para avivar la llama que se esconde. “Pegó el fuego con la leña, ya no son menester fuelles”, escribió Moreto, pero, el fuelle en la Montaña ayuda diariamente a encender esa lumbre de familia, que aliviará las penas del momento, bajo la cual se trenzarán historias, milagros o pócimas por los que puede quedarse relegado ese invento de la televisión, que siempre nos martiriza con idénticos rostros, con noticias de miedo, con bandas desalmadas que hacen de la libertad un estrecho camino, con seres de ficción y misterio.

El fuego es capaz de unirnos en el amor y en el dolor, cuando despunta el día y habla el rocío por los campos, cuando llega la noche y el viento se mete por todos los resquicios. Los antiguos habían divinizado el fuego en la persona de Vulcano y los modernos han representado a menudo este dios en las alegorías de los elementos. En la Edad Media, la salamandra fue símbolo del fuego. Los persas quemaban fuegos perpetuos en honor de Ahura–Mazda. El culto del fuego se ha perpetuado entre los parsis. Los griegos veneraron los efectos del fuego en Hefestos; y en Roma, a las vestales se las confiaba la guardia del fuego perpetuo del templo de Vesta. En la montaña, el fuego —como tradición que aún se revive cada año—, alimenta la Pasión de la Semana Santa. La noche del Viernes Santo, las hogueras alrededor del pueblo invitan a un recogido rezo. Canta el pueblo a la luz de la llama. Hace corro junto al fuego, como en familia, recordando en voz alta el Viacrucis personal de cada uno, que a veces es terrible. El fuego de la risa en cualquier punto, en torno al cual se devoran unas patatas cocidas que se “roban”, y es un robo sin malicia, un hábito sin desperdicio, una costumbre que rompe la rutina del ordeño y del bar, del bar y de la siega. El fuego de la amistad bajo cualquier techumbre, donde un grupo de amigos y vecinos comparten la “chuletada”: se enrojecen los dedos y la lengua, porque la carne abrasa, y entre brasas y vino, sin remilgos, sin escrúpulos, el fuego hace que nos sintamos limpios, hermanos, diferentes…Pero el fuego también indeseado, que se ha llevado las haciendas, que ha roto las tertulias.

Quedan rescoldos debajo de las piedras, porque aquí, en la montaña, una casa, por vieja y desvencijada que se encuentre, tiene valores incalculables, más, acaso, que en ningún otro sitio. Y no me estoy refiriendo a los valores de dinero, a joyas o modelos. No. Me refiero a yugos heredados, a pasillos desnudos donde se labran las raíces del individuo, donde aletea la esencia de nuestros padres y antepasados, donde se refuerza la tradición y el apellido. Si el fuego ha servido para cauterizar las más diversas lesiones –ante la ausencia de otros elementos y pomadas, aplicado, eso sí, de una forma brutal–, el fuego ha servido para abrir las heridas internas, las del alma, aplicado por un descuído de muchachos al prenderse los “sarros”, al entrar en contacto las llamas con vigas de madera, o por otras razones que dejan en la calle a los sentidos viejos. Es como morirse de repente. Perder una casa de esa forma, es lo mismo que perder el pasado, la identidad, el legado, la historia que heredamos y vivimos. Fuego que hiere, que redime también. Fuego que, junto con la fabricación de herramientas, es uno de los criterios de la humanidad. Culto y miedo, entre fuelles roñosos y soplidos de viejas montañesas. Folklore vivo. Brasa candente sobre la carne tibia que hace mella para siempre en el cuerpo, que deja una señal para la vida, donde se escribe el nombre de los pueblos. A fuego y sangre repican las campanas. El invierno se mueve lentamente y se teme que las llamas hagan hueco en el monte… A intervalos, la mujer coge el fuelle y exige el movimiento de las llamas, que iluminen la casa, que abracen los cachizos, que la noche adquiere todo su sentido en el hogar, en la montaña, ya sea amor o dolor lo que respire el cuerpo. Unidos todos junto al fuego, tratemos de cerrar las heridas, abramos las compuertas del gozo, que nada quede entre tinieblas. La vida es una, es única, vivámosla entre el fuelle y el fuego.

@Folklore, para "Diario Palentino".


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