ORÍGENES

29 septiembre 2007

Que viva el Oso
septiembre 29, 2007 6 Comments

Ya es hábito viejo dedicarle en el otoño un artículo al oso. Porque, de alguna manera, ahí están las estadísticas, el Plan de Conservación del Oso Pardo está dando noticias esperanzadoras con un ligero aumento de la especie.




Lo del oso es bueno, funciona bien, los políticos lo tienen muy a menudo en su pensamiento y los conservacionistas están que se salen de gozo, y así se lo hacen ver en un encuentro digital que promueve el diario “la Nueva España”, al coordinador de este tipo de eventos, José Luis García Lorenzo. Parecen contentos por una noticia que saltaba recientemente a los medios y en la que se hablaba de enseñar a los turistas los lugares por donde transitan los osos. A nadie se le escapa que quienes le promocionan y vigilan están de uñas contra el progreso y que impedirán mientras esté en su mano todo lo que implique un cambio en el entorno y que ellos definen como un ataque al bicho.

No estaban aquí cuando en la zona se explotaba las minas, se dinamitaban las rocas; no estaban, cuando un número significativo de familias se dedicaban a la ganadería y auténticas cabañas invadían los caminos. No estaban aquí cuando los de Polentinos se encontraban con los de Resoba, o los de La Abadía, o los de Vañes, en los caminos que llevan a la Sierra o, en los que conducen hacia el puerto, o en tantos otros cruces de caminos.

Y el oso iba y venía entre todos, sabiendo incluso que alguien podía abatirle de dos tiros. Y el oso llegó hasta nuestros días, no por ellos, que no estaban, que no habían nacido, que no se imaginaban entrar en el libro Guinness por su lucha sin cuartel para evitar la desaparición del oso. ¡Dios mío, qué digo yo¡, si esto llega a ocurrir, nos sumiría en una depresión como la que azotó al mundo en los años 30.

El oso se alimentó de nuestros arándanos y se atrevió a atacar nuestras colmenas en otoño, pero nadie lo mató por eso.

Con mayor o menor acierto he defendido siempre la labor de quienes están dentro, de quienes cobran por dedicarse a defenderlo. Están para hacer eso y lo hacen bien. Pero no entiendo el enamoramiento que el animal despierta en el resto: hombres de ciudad imbuidos por el tráfico, que conocen de refilón estos lugares y son capaces de desplazarse a una manifestación que trata de la defensa del oso. Que hay quienes consideran prioritario a todo, el esclarecimiento de su muerte; que se persiga con encono a quienes se les pase por la cabeza envenenarlo o darle un tiro, ni aún en defensa propia.

Fundación Oso, Senda del Oso, excursión para ver al oso; cómo vive, cómo duerme, como pasa el invierno, como trepa a los árboles, la pisada del oso, la cagada del oso... Hay un completo y exhaustivo manual del oso, como especie en extinción a cuyo estudio y bibliografía viven entregados cientos de personas. Mientras tanto, el hombre agoniza, la especie humana emigra y a quienes se deciden a seguir viviendo aquí se les acota el paso, se les prohíbe la queja, da igual lo que pase con su vida.

Pues, qué bien, pues qué gracia. ¡Que viva el oso¡ ¡Pobre oso¡


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22 septiembre 2007

El casuco
septiembre 22, 2007 3 Comments

El valle de los Redondos es uno de los reductos naturales de mayor valor ecológico de la cornisa cantábrica. Eso está escrito por doquier. Y es así por su bosque, por la riqueza botánica y faunística y los lugares idílicos como el Ribero Pintado, Covarrex, Cueva del Cobre y Sel de la Fuente.


José Luis de Mier y Marisol, su esposa, tienen un tesoro en Santa María de Redondo. Gonzalo Alcalde Crespo fue testigo conmigo de un encuentro con ellos y, trípode en ristre, recogió las instantáneas que pueden admirarse de este lugar de ensueño. Días más tarde, me consta, nuestro anfitrión esperaba la visita de mi compañero de página Pedro de Hoyos, que escribe de él: “si don José Luis de Mier presume de algo en su vida es de castellano y palentino”.




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08 septiembre 2007

Mirando estrellas
septiembre 08, 20070 Comments

Alvaro Sánchez Tarifa publica en un número de “Maquetrén” un interesante artículo que nos lleva desde Vegamediana a Cistierna por el Valle del Esla.


Aquel ferrocarril tuvo en activo la locomotora de vapor centenaria más antigua de Europa occidental y el autor, remontándose a 1830, nos habla de las primeras explotaciones mineras en la cuenca de Sabero, donde se crea unos años más tarde la Sociedad Palentina–Leonesa de Minas. De allí salía, vía Cistierna, el cargamento para las centrales térmicas de Guardo y de La Robla.




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30 julio 2007

Hijos ilustres del Valle de Redondo
julio 30, 20070 Comments

Aunque el informe está recogido en otros blogs, quiero exponerlo aquí por la importancia que tiene el conocimiento de quienes nos precedieron. Don Laureano Pérez Mier, auditor de La Rota, confió otros datos sobre los orígenes de Gregorio de Mier a la revista “Hola” (nº. 2.732, 19-12-1996). D. Laureano hace el estudio en el Diario Palentino hacia 1954 con motivo de la boda de Rainiero y Grace Kelly. Al mencionar a Mariana de Celis, cita que nació en Santa María de Redondo en 1790, aunque el académico Manuel Revuelta González, en un interesante ensayo publicado por la Institución Tello Téllez de Meneses, dice no haber encontrado la partida de bautismo de Mariana, y tampoco la de su matrimonio con Gregorio de Mier.



Hijos ilustres del Valle de Redondo Por Laureano Pérez Mier

1.- A través del Expediente de Filiación e Hidalguía, descubre a D. Gregorio de Mier y Terán, que emigrará a Méjico y que contará entre sus nietos con una que se casará con Magencio de Polignac. Año 1692: D. Felipe de Mier y Terán y Dña. Ana Duque, tienen un hijo, D Felipe, (y otro que se llamó José), que se casará con Josefa López y murió en 1757. El hijo mayor también se llamó Felipe de Mier López se casó con Manuela de Mier. El hijo mayor de éstos se llamó Antonio de Mier y Mier se casó con Dña. Antonia Alonso de Terán. El 7º. de sus hijos (1796) es Gregorio de Mier (Alonso) De Terán. Narra parte de la historia de ese D Gregorio en Méjico. Tuvo cuatro hijos: Luisa, Antonio, Dolores y Teresa apellidados De Mier y Terán y Celis. Viaje de Antonio de Mier y Terán y su esposa Isabel Pesado por muchas naciones y cómo se cumplió su voluntad de repartir dinero en Redondo y Piedrasluengas.

En 1794 toda Pernía da poderes a D. Felipe de Mier y Terán para que actúe a favor de ella ante el Consejo de Castilla.

Nota: la nieta de Gregorio que emparentará con el Príncipe Polignac de Mónaco (luego tomarán el apellido Grimaldi), nacerá de la hija mayor de ese Gregorio, es decir, de Luisa de Mier (y Terán) y de Celis. El “Rottchild mejicano” D. Gregorio de Mier y Terán, tercer abuelo del actual Príncipe de Mónaco, nació en el pueblecito palentino de Redondo. Su nieta casó con el Príncipe Magencio de Polignac, de Mónaco y su nieto Ignacio con la hija del Presidente mejicano Porfirio Diaz.

Unos curiosos documentos que hoy son noticias periodísticas

La boda de los príncipes de Mónaco, celebrada la primavera pasada y acontecimiento de la máxima resonancia en la prensa de todo el mundo, despertó entre nosotros una gran simpatía hacia la feliz pareja por su visita a nuestra Patria y por la prolongada permanencia de los rencién casados en nuestras playas durante su luna de miel. La prensa haciéndose eco de las ascendencia española del Príncipe Rainiero dijo entonces que la abuela paterna del Príncipe, doña Susana de la Torre de Mier y Terán, hija de don Gregorio de la Torre y de doña Luisa de Mier y Terán, era descendiente por su abuelo don Gregorio de Mier del Rottchild mejicanos, de la linajuda familia santanderina de los Mier y Terán. El venturoso acontecimiento que para los Príncipes de Mónaco representa hoy el nacimiento de su primogénito –siquiera sea ella Carolina Luisa Margarita y no Gregorio, como hubiera sido de nacer varón-, nos depara ocasión propicia de demostrar no solamente que “el Rottchild mejicano” y tercer abuelo del Príncipe Rainiero nació en el pueblo de Redondo, en la montaña palentina, sino que la familia de Mier y Terán se hallaba radicada en el mismo pueblo de mucho tiempo atrás, ejerciendo notable influencia en aquella comarca a la que los descendientes del magnate mejicano siguieron favoreciendo y considerando como su patria chica. Los documentos que hoy ofrecemos a los lectores de "DIARIO-DIA" –también los documentos pueden ser noticia periodística, escalando así las páginas interiores del periódico-, referentes a don Gregorio de Mier y Terán, asi como a sus ascendientes y descendientes se hallan tomados respectivamente:

1) de los libros parroquiales de San Juan y de Santa María de Redondo

2) del Archivo de la Real Chancillería de Valladolid

3) del protocolo notarial de Cervera de Pisuerga, actualmente en el Archivo histórico provincial de Palencia

4) de un libro interesantísimo titulado “Apuntes de viaje. De México a Europa”, libro que debe ser inscrito entre los “raros bibliográficos”.

Expediente de filiación e Hidalguía

Comenzaremos por el extracto y árbol genealógico del expediente de filiación e hidalguía promovido el año 1817 por don José de Mier Alonso y por don José de Mier Torices, vecinos de Santa María, en el Valle de Redondo. El expediente que se halla en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, en la Sala de los Hijosdalgo, legajo 1.344, número 34, contiene los siguientes extremos:

a) Petición y demanda ante los Alcades de Hijosdalgo de la Real Chancillería de Valladolid, Mayo de 1817.

b) Compulsa de partidas sacramentales en San Juan y Santa María de Redondo, 27 de agosto de 1817.

c) Textimonio de padrones del Valle de Redondo correspondiente a los años 1816, 1771, 1737, 1730 y 1692.

d) Información testifical, practicada el 7 de agosto de 1817.

Tanto los litigantes como todos sus ascendientes por ambas líneas figuran en los padrones de distinción de estados como pertenecientes al Estado Noble de Hijosdalgo hasta el último padrón del año 1816. La información testifical prueba que los litigantes y sus ascendientes estuvieron siempre en posesión de su Estado Noble de Hijosdalgo.

Según los expresados datos, en el padrón del año 1692 don Felipe de Mier y Terán y doña Ana Duque figuran como padres de don Felipe y de don José de Mier Terán, bautizado el segundo el 23 de marzo de 1695 fecha a la que no alcanzan los libros parroquiales que se conservan actualmente. El primogénito don Felipe de Mier y Terán Duque casó con doña Josefa López, y según consta en la partida de defunción que acaeció en San Juán de Redondo el 27-11-1757. “dejó por sus testamentarios a D. Joseph de Mier su hermano y vecino de Santa María y Phelipe de Mier su ijo, y por ijos lexitimos y Da. Josepha López su lexitima mujer, a Phelipe, Santhiago, Maria y Phelipa de Mier y Terán”. (Libro de defunciones al folio 36). Doña Josefa López falleció en Santa María de Redondo el 11-9-1785 hallándose la partida inscrita al folio 38 del libro correspondiente. El primogénito de los anteriores, don Felipe de Mier López casó el 26-7-1763 con doñaManuela de Mier y Terán, falleciendo esta cinco años después, el 23-10-1758; don Felipe, en cambio, vivió hasta el 22-11-1797. En su partida de defunción inscrita al folio 114 v. Del libro de San Juán de Redondo se lee: “quedaron por sus herederos Antonio y Francisca de Mier sus hijos lexitimos y Manuela de Mier su primera muger, y mas Antonia de Mier su hija lexitima y de Ursula de Mier, su segunda muger”. Don Antonio de Mier y Mier nacido en 1754 contrajo matrimonio en 1783 con doña Antonia Alonso de Terán, natural de Piedrasluengas, de cuyo matrimonio nacieron doce hijos por el siguiente orden:

1) Joseph del 30-3-1784
2) Agustín del 15-4-1786
3) Baltasar del 13-1-1788
4) Juana el 3-1-1790
5) Tomasa el 21-12-1791
6) Francisco el 1-2-1794
7) Gregorio el 24-4-1796
8) Matías el 24-2-1798
9) Celestino 9-4-1800
10) María Dolores el 17-4-1802
11) Susana Felipa el 23-8-1804, falleció muy niña
12) Ángel el 1-3-1806

Partida de bautismo de Gregorio de Mier y Terán

“Gregorio Mier (al margen). En veinte y siete de abril de este año de mil setecientos noventa y seis yo Don Antonio Martínez Beneficiado de preste y Cura Teniente en esta Parroquia de San Juan Valle de Redondo, bauticé solemnemente, puse oleo y crisma, y hice los demás exorcismos que previene el Ritual Romano a Gregorio hijo lexitimo de Antonio de Mier y Antonia Alonso ambos de primer matrimonio, vecinos de etse lugar aquel también natural y esta de el lugar de Piedrasluengas, obispado de León, es nieto de Fellipe de Mier López y Da. Manuela Mier, también vecinos y naturales de este, y asimismo nieto de Josef Alonso y Antonia de Terán vecinos de el dicho Piedrasluengas aquel de alli natural y esta de el lugar de la Puente Pumar en el valle de Polaciones dile por abogado a Sto. Toribio Mogrovejo nacio el dia veinte y quatro de dicho mes y año como lo afirmo Antonio de Mier Morante vecino y natural de este valle que fue su padrino a quien advertí el parentesco espiritual con lo demás que previene el Ritual Romano y en fe de ello lo firmo con dicho padrino y testigo felix simon ntural de este dicho, ut supra Antonio Martinez (rubricado) Antonio de Mier Morante (rubricado) Felix Simón (rubricado).[1] La partida de bautismo del hermano mayor de Gregorio es decir de José, la cual se halla al folio 43 y año de 1784, se inscribe asi: “Joseph Antonio de Mier y Terán”, y en el cuerpo de la partida tanto su padre como su abuelo paterno figuran con el apellido compuesto “de Mier y Terán”.

El padrino de bautismo

El padrino de bautismo de Gregorio, Antonio de Mier Morante, tercer abuelo materno nuestro y biznieto a su vez por línea paterna de don Felipe de Mier y Terán y Ana Duque, fue por su matrimonio con doña Gabriela Alonso de Mier natural de Piedrasluengas, padre de José de Mier Alonso, el que juntamente con José de Mier Torices promovió en 1817 el expediente de filiación e hidalguía en la chancillería de Valladolid al que nos referimos al principio.

Los padres de Gregorio de Mier

Los padres de Gregorio de Mier, don Antonio de Mier y Mier y doña Antonia Alonso de Terán, fallecieron en San Juan de Redondo, con diferencia de cuatro días el 23 y el 27 de febrero del año 1809, cuando su hijo Gregorio contaba 12 de edad y 25 su hermano José el primogénito, que pasa a ser cabeza de familia. En 1816 José figura como regidor en el padrón del mismo año y en 1820 aparece asimismo como Alcalde Constitucional de Redondo en la escritura de “recorrido de mojonera” que se verifica cada nueve años entre Redondo y Brañosera.[2]

Libro de matrícula

Por fortuna se conserva también el libro de matrícula correspondiente a estos años, donde se relacionan actualmelnte como es sabido, las personas que vienen obligadas al cumplimento de las leyes eclesiásticas. Gregorio de Mier aparece la primera vez en la matricula correspondiente al año 1805 cumpliendo el precepto de sola confesión, y dos años después en 1807 Gregorio figura con 11 años cumpliendo por primera vez los preceptos de confesión y Comunión. En la matrícula de 1809 que se hace generalmente después del cumplimiento pascual, aparece ya como cabeza de familia José de Mier seguido de sus hermanos, algunos de los cuales desaparecen de la matrícula en años sucesivos. Así en la matrícula de 1815, junto al cabeza de familia José, de 32 años, aparece Gregorio con 20 años, Matías con 18 y Celestino con 14; al año siguiente, el 1816 desaparecen los tres últimos, pero un año después, en 1817 reaparecen de nuevo para desaparecer nuevamente los tres de la matrícula en 1818. Matías y Celestino reaparecen todavía en alguno de los años siguientes como “forasteros”.

Matrícula Parroquial

La desaparición y sucesiva reaparición de Gregorio en la matrícula parroquial entre los años 1815-1819 nos induce a creer que este, antes de su marcha a Méjico, debió ausentarse temporalmente de Redondo por causa de educación y de estudios, al igual que sus hermanos más pequeños Matías y Celestino. [3]

Emigrar y hacer fortuna

Creemos, pues, que la marcha de don Gregorio a Méjico debió ocurrir hacia 1819, aproximadamente, y nunca antes de 1818, o sea hacia los 22 o 23 años de edad con un bagaje nada despreciable de cultura, lo que explicaría que don Gregorio se abriera camino pronto hasta conseguir una de las mas fabulosas fortunas de la época, siendo conocido por “el Rottchild mejicano”. Don Gregorio de Mier y Terán se convirtió en un gran benefactor de su patria de adopción, fue el fundador de Nuevo Laredo y al correr de los años su nieta Susana casó con el Príncipe de Mónaco Magencio de Polignac, en tanto su otro nieto, Ignacio, hermano de Susana contrajo matrimonio con doña Amanda Diaz, hija del General y Presidente de aquella república, don Porfirio Díaz.

Los cuatro hijos de Gregorio de Mier

De don Gregorio de Mier y Terán que vivió hasta los 73 años, sabemos que tuvo por lo menos los cuatro hijos siguiente:

Luisa de Mier y Terán y Celis, casada con don Gregorio de la Torre.
Antonio de Mier y Terán, que casó con doña Isabel Pesado, Duquesa de Mier.
Dolores, casada con don Arístides Suberville.
Teresa, que casó con el señor Fernández del Castillo.

Fechas de casamiento

Ignoramos cuándo tuvo lugar el matrimonio de doña Luisa de Mier y Terán con Gregorio de la Torre, aunque suponemos que debió ser algunos años antes que el de sus hermanos; de éstos en cambio sabemos que se casaron los tres entre 1868 y 1870, primero don Antonio y después sus dos hermanas, y lo sabemos por Isabel Pesado, la cual nos da la fecha exacta de su matrimonio con don Antonio de Mier y Terán cuando hallándose en París el 5 de noviembre de 1871 escribe en sus apuntes: “Tercer aniversario de nuestro casamiento. Antonio me obsequió con una rica alhaja y Teresa con un precioso ramo de flores. Me ha dado tristeza pasarlo tan lejos del sitio donde se verificó y separada de las personas queridas que ese día nos acompañaron. Teresa es la sola que está a nuestro lado” [4]

A ella igualmente debemos no la fecha exacta, pero si la indicación aproximada del tiempo en que contrajeron matrimonio las hermanas de don Antonio. Así al comienzo casi del libro [5] al llegar a París a principios de mayo de 1870 les esperaban en la estación “Lola de Mier, hermana de Antonio y Arístides Suberville, su marido, que hacia pocos meses se habían casado en México”; y un año después, en octubre de 1871 nuevamente de paso por Paris salieron a esperarles Teresa de Mier, hermana de Antonio y su marido Fernández del Castillo”, y al día siguiente 27 de octubre, escribe: “vino Teresa a vernos y trajo a su hijo para que lo conociésemos; tiene pocos meses; es bonito y gracioso” [6].

Fecha del fallecimiento de Gregorio de Mier

Pero lo que verdaderamente le agradecemos es el que nos proporcione incidentalmente también pero con exactitud el día del fallecimiento de don Gregorio de Mier y Terán, su padre político. Ocurrió aquel el 28 de junio de 1869, o sea pocos meses después de haber contraído matrimonio su hijo don Antonio. El 28 de junio de 1870 estaban don Antonio y su esposa en Badajoz de regreso de la playa de Belén en Lisboa e Isabel escribe en sus apuntes. “Era el primer aniversario de la muerte de mi padre político, el s señor don Gregorio de Mier y Terán, y la Misa que oíamos (en la catedral de Badajoz) y se celebraba en el claustro, se aplicaba por su intención”; y al año siguiente por la misma fecha que el matrimonio estaba Kassel (Alemania) recuerda nuevamente el aniversario de la muerte del señor de Mier y Terán.

Mas la persona y la vida de don Antonio de Mier y Terán, hijo y sucesor de don Gregorio merecen capítulo aparte donde veremos quien y cómo fue don Antonio de Mier y Terán, el indiano que repartió mas de medio millón en dinero el año 1904 en Santa María de Redondo, la esposa del hijo de Rottchild mejicano escribió un interesantísimo libro sobre su viaje a Europa.

Antonio de Mier y Terán - 1904, el año del dinero

Durante casi medio siglo la expresión de curso forzado acuñada por las buenas gentes de los pueblos de Redondo y de Piedrasluengas para hacer referencia a un acontecimiento cualquiera de la primera década del novecientos era invariablemente ésta “allá por el año del dinero”, y para ellos el año del dinero era el 1904. ¿Acaso les toco la Lotería? No; pero en cierto sentido fue algo mejor, puesto que el reparto de casi medio millón alcanzó por igual y sin excepción a todos los cabeza de familia de los pueblos expresados. En un tiempo en que los Presupuestos Generales del Estado apenas si rebasaban los mil millones, y cuando el valor de una vaca –entonces como ahora base de la economía familiar de aquellas gentes- no alcanzaba ni mucho menos la cifra en reales que hoy se cuenta por duros, medio millón de pesetas claro es, no servía para volver ricos a los pobres, pero qué duda cabe que una inyección de varios millares de pesetas aplicada a cada hogar podía paliar y de hecho palió los rigores de la estrechez, en muchas familias. Y junto al reparto por familias hubo también cantidades proporcionadas aunque modestas, para las Iglesias de los pueblos así como para la construcción de escuelas. Así es como hace ya cuarenta y tantos años que campea grabada en piedra sobre el balcón central de la escuela de Santa María de Redondo esta inscripción que aprendimos a leer siendo todavía niños. “Don Antonio de Mier y su esposa la Excma. Sra. Duquesa donaron esta escuela”. ¿Quiénes y cómo fueron los bienhechores de aquellos tres pueblos de la montaña palentina?. De Don Antonio de Mier y Terán sabemos ya que era hijo de Don Gregorio de Mier y Terán, y aunque nacido y educado en Méjico, sintió la llamada entrañable de la tierra primitiva. Casado a finales de 1868 con una dama mejicana doña Isabel Pesado, muy poco tiempo después, en la primavera de 1870 emprendieron un viaje a Europa en el que se llegaron aquel mismo verano hasta la oculta y remota aldea de sus antepasados. La esposa de Don Antonio de Mier y Terán, señora muy culta para su época, tuvo la feliz idea de ir anotando sin pretensiones literarias, en forma sencilla y con un tinte de atrayente ingenuidad las impresiones personales del viaje en el que el joven matrimonio recorrió casi todos los países de Europa –hasta Rusia y Polonia- y que duró dos años y medio, llegándose a Estados Unidos y el Canadá antes de rendir el viaje de regreso a Méjico. En total son 15 países y más de 80 ciudades cuya visita nos cuenta con sencillez en un libro que se titula “Apuntes de viaje. De México a Europa en los años de 1870, 1871 y 1872”, el cual vio la luz en edición particular cuarenta años después en París, en 1910.

Aunque el libro es muy parco en datos biográficos, de vez en cuando saltan acá o allá incisos, rasgos y detalles que sin pretenderlo nos descubren el perfil humano de la autora y de su esposo don Antonio de Mier y Terán. Comienza diciendo: “Este viaje lo emprendimos mi marido Antonio, mi hermana Carmen y yo para que me repusiese de una grave enfermedad que me condujo a las puertas del sepulcro, hundiéndome en la más negra tristeza”. Llegan a Francia y de allí a Lisboa para tomar baños de mar en la playa de Belén durante 18 días. Al regreso se detienen en Badajoz, coincidiendo allí en la fecha del primer aniversario de la muerte de Don Gregorio de Mier y Terán. A continuación se dirigen hacia San Juán de Redondo adonde llegan a primeros de julio permaneciendo allí hasta los últimos días de agosto.

Describiendo la llegada a Redondo nos dice: “En Camesa (estación de Aguilar de Campoo) nos esperaban el señor Barrio, pariente político de Antonio con su hija Antonia; un carro o carreta con toldo y colchón, tirado por Cástor y Pólux. Bueyes gemelos y otro para los equipajes. Había también varios caballos de montar; tomé uno que estaba arreglado para señora...Cerca de Tremaya, me bajé del carretón y a pie llegué a San Juan de Redondo donde habían vivido los abuelos. Calculé que Antonio se impresionaría, al ver por primera vez estos sitios que no conocía y de los que había oído hablar a su familia, la que casi toda ha desaparecido” [7].

Don José Barrio que era natural de Verdeña casó primeramente en 1835 con doña Dolores de Mier y Terán, la hermana menor de doña Tomasa y de don Celestino; pero habiendo fallecido ésta al año siguiente de 1836 algunos años después contrajo matrimonio con doña Susana, hija de doña Tomasa y sobrina de su difunta mujer. Del matrimonio de don José Barrio con doña Susana nacieron Antonia, Ana María, Matías y Tomasa Barrio y Mier. Cuando Antonia Barrio y Mier acompañaba a su prima política Isabel en 1870 debía estar ya algo más cerca de los treinta que de los veinte años y por este tiempo habían fallecido ya su abuela y su tío abuelo don Celestino. Lo dice expresamente Isabel con motivo de la visita que en el otoño inmediato hicieron a Toledo. “Santa Leocadia: templo pequeño con un bonito panteón; en él están sepultados los restos del canónigo don Celestino de Mier y su hermana doña Tomasa”, [8]. Del buen recuerdo que en sus paisanos había dejado don Celestino de Mier y que debió hacer impresión en el ánimo de don Antonio (su sobrino) y de su esposa, nos habla ésta en los siguientes términos: “Todas las Iglesias de estos pueblos de la montaña palentina son de bóveda para resistir los inviernos pero húmedas, pequeñas y feas...Los ornamentos y vasos sagrados muy pobres, exceptuando los de Redondo y el Barrio de Arriba que para días de festividades regaló el señor Deán, don Celestino de Mier. Estos son de raso blanco y magníficos bordados chinos; con gran cuidado parecía los conservaban en dichas iglesias, tanto por su mérito, como por el recuerdo de este bienhechor que también regaló la cruz candelabros y atriles para el altar, todo de plata”. [9]. Don Antonio de Mier y su esposa no eran simplemente unos cristianos corrientes, sino personas hondamente religiosas ambos, lo que si en la señora nada tiene de extraño, pero en un caballero joven y muy rico, en Antonio, se ha de convenir que no era corriente en su tiempo y denota ante todo que su padre don Gregorio de Mier y Terán cuidó mucho de procurar muy buena educación a su hijo dándole formación de gran señor a la antigua usanza española, tal como don Gregorio la había visto encarnada en la figura venerada y entrañable de su padre don Antonio de Mier y Mier cuando él era un niño de doce años. Todo esto, claro es, no lo dice expresamente Isabel Pesado, pero es algo que flota en el ambiente del libro y se desprende de multitud de detalles como por ejemplo, del interés y empeño con que durante todo el viaje procuraba asistir a Misa los domingos y dias festivos aunque estuviesen en países donde para hacerlo tenían que imponerse notable sacrificio; así como de la frecuencia con que don Antonio encargaba Misas por sus difuntos asistiendo a las mismas. El 9 de mayo de 1871 el matrimonio estaba en Viena y leemos en el diario: “Santo del papá de Antonio; fuimos a mandar decir y oír unas Misas a los Capuchinos”. [10]; y el 27 de agosto siguiente que estaban en Badén: “Domingo; oímos misa en la parroquia y Antonio mandó decir las de fin de mes que acostumbra” [11]. Es natural, pues que a ambos les produjera honda impresión la visita que el 23 de marzo de 1871 hicieron al anciano y santo Pontífice Pio IX, y que se refleja en la sobriedad con que escribe Isabel: “Hoy tuvimos audiencia en el Vaticano; a las dos de la tarde se presentó Su Santidad Pio IX, en el gran salón de Recepciones; allí estábamos reunidas más de doscientas personas, le acompañaban varios Cardenales y Obispos; entre estos se hallaba el Sr. Obispo de México (Labastida) quien nos presentó a Su Santidad; entonces recibimos de su Paternal Mano los obsequios siguientes: Antonio, una pequeña estatua de San Antonio de Padua; Carmen, una pintura en porcelana de Señor San José; yo, una miniatura de la Virgen Rimini; todas con indulgencia plenaria para un día al mes; la mía, la tiene concedida los días ocho”,[12] La mesura y templanza de don Antonio apuntan en este dato: “21 de octubre de 1871 (en Edimburgo). Ha pasado Antonio mala noche...hoy muy temprano vino el doctor; le ordenó varias medicinas (se trataba de un ataque de bilis), dos de las cuales se ha rebelado a aceptar; tomar wisky y no fumar, sobre todo la primera; al fin consintió tomar cognac mediado con agua y hielo” [13]. Nada extraño por tanto, que Isabel profesara a su marido un gran afecto y amor que estaba a la vez íntimamente penetrado de profundo respeto. Hallándose el 25 de agosto de 1872 en Boston, de regreso ya hacia Méjico, Isabel pone en su diario esta nota sentida y conmovedora: “Cuántas horas nos hemos encontrado rodeados de seres indiferentes, que nos sirven por lo que les damos, que ni inspiran ni sienten afecto. Entonces nuestros corazones se unen más estrechamente para recorrer el camino de la vida, en que sola, me parece no podría dar un paso. ¡Doy gracias a Dios por el excelente compañero que me ha dado!” [14]. Ha terminado el viaje, un viaje, como decimos de dos años y medio y con él puede decirse que termina el libro como apuntes de viaje; sin embargo lo poco que resta –apenas 20 páginas- encierra hondísimo valor humano; escritas como están en ocaso de vida estas páginas contienen un resumen brevísimo de la vida de ambos hasta que la muerte los separó en espera de que otra vez la muerte volviera a reunirlos, para siempre. No hay que decir por tanto, que son páginas íntimamente biográficas. Dejemos a la esposa que nos resuma la vida de su marido.

La enfermedad de Antonio

De 1872 a 1885 son trece años que viven en Méjico. “Nos encontrábamos felices, cuando en febrero de 1885 (se) enfermó gravemente Antonio; mi angustia fue mortal; no me separé de su lado ni de día ni de noche. Poco a poco se mejoró, los doctores opinaron que el clima de Europa, acompañado de algunas aguas minerales y termales, le eran necesario. Tuvimos que resignarnos a emprender segundo viaje, y dejar otra vez nuestra patria, familia, amigos, casa e intereses...Ya de viaje (en Nueva York) el excesivo calor empeoró a Antonio y a mi me enfermó. Yo tenía gran temor de continuar el viaje a Europa y propuse a mi marido, regresar a nuestra patria, mas él se opuso enérgicamente. Pedí consejo al doctor (Alvarado, un buen médico mejicano), quien opinó que debíamos seguir, porque a ambos nos serían provechosas las aguas de Carisbad, que nos habían prescrito en Méjico”, [15].

Se instalan en París

“De Carisbad, lugar de aguas termales en Bohemia volvimos a París, para buscar alojamiento conveniente; visitamos muchos apartamentos y hoteles particulares, sin que llenen nuestros deseos. Se remataba en esos días el hotel del príncipe Puspoli en la rue Daru, número 14; nos quedamos con él; estaba muy bien decorado y amueblado, pero faltaban, sin embargo algunas cosas, que era necesario comprar o mandar hacer. Nos instalamos en él, a fin de mayo de 1885 y ya ahí, todo marchó ...”[16].

Entre París y Bruselas

“Ya de viaje o permanencia en París pasaba alegre el tiempo, cuando en 1894 el Gobierno de México nombró a Antonio, Encargado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de aquella República en Francia. El mismo cargo le habían antes ofrecido (lo) admitido por la distancia y su delicada salud. Por servir a la patria y complacer al presidente Diaz admitió este último, puesto que estábamos radicados en París. Presentó las credenciales al presidente de aquí, Casimir Perier y pasados unos días, partió para Bruselas, a hacer otro tanto en aquella corte, donde estaba igualmente acreditado. El Rey Leopoldo II lo invitó a comer distinguiéndole con el honor de conducir a la mesa a su hija la princesa Clementina, colocándole a su derecha. Al salir de palacio tomo un enfriamiento que le atacó a la garganta, poniéndole a orillas del sepulcro” [17].

Jubileo de la Reina Victoria y muerte de Antonio

“En 1897 el Gobierno de México nombró a Antonio su representante en el Jubileo de la Reina Victoria I (nació en Londres en 1819 y murió en 1901). Hubo gran recepción en Buckingan Palace...Nosotros nos alojamos en el hotel Bristol, donde tuvimos una buena habitación y carruaje particular, haciendo uso de la corte, para fiestas oficiales solamente”... “En mayo de 1899, nuestro Gobierno nombró a Antonio, Delegado en la Conferencia monetaria, que tuvo lugar en La Haya. Ahí se reunieron representantes de todas las naciones del mundo. Dos meses y medio estuvimos en esta ciudad, en cuyo tiempo no cesaron las fiestas; sobre todo, por la noche. Cuando concluyó la conferencia, el primero de agosto (sin gran éxito, según mi manera de pensar). Antonio se sintió muy fatigado; por orden de los doctores volvimos a Dax, a que tomara baños, y después a Biarritz para respirar el aire del mar, creyendo le sería conveniente; por desgracia no fue así. El 22 de septiembre volvimos a París; yo veía que se desmejoraba y entristecía; perdiendo el apetito. ¡Mi angustia era inmensa! Consultamos a los mejores especialistas; todo fue en vano, el mal progresaba de día en día, hasta que llego el término fatal. El 13 de diciembre de 1899 voló su alma al cielo uniéndose a su Creador. ¡No tengo palabras que expresen lo que sentí al contemplar su cuerpo inanimado...! Después de cumplir sus recomendaciones y desempeñar varios actos que creí fuesen de su agrado, llevaba una vida consagrada a su recuerdo y prácticas religiosas...Hace diez años que vivo retirada del mundo, recibo a la familia, algunos buenos amigos y a mis hermanos cuando han venido de México; esto es mi consuelo; pero la idea de no ver más la patria y la mayor parte de mis deudos que ahí habitan es el punto negro de mi existencia. Por lo demás estoy resignada con la voluntad de Dios, llevando en su amor los padecimientos físicos y morales que Su Majestad me envía. ¡Vivo con los recuerdos del pasado, fija la mirada en la verdadera patria! [18].

Cuando “la Señora” –así dicen siempre aquellas buenas gentes refiriéndose a la esposa de don Antonio- “cumpliendo sus recomendaciones (de su marido) y desempeñando varios actos que creí fuesen de su agrado”, hizo la espléndida donación referida a los modestos aldeanos de aquellos pueblos e instituyó sendas obras pías a favor de las parroquias nativas de la familia de don Antonio, o sea de San Juan y de Santa María de Redondo y de Santa Ana de Piedrasluengas, la piadosa “Señora” “solicitó del señor Obispo como una gracia, que los señores Curas de estos pueblos celebren una Misa rezada el día 13 de cada mes el de San Juan, y una vez al trimestre en la misma fecha el de Santa María (y el de Piedrasluengas) por el alma de su marido y por la suya una vez que hubiese fallecido”.

Hace, pues, medio siglo cumplido que las humildes y agradecidas gentes de aquellos pueblos rezan en “lamentación” de la Misa parroquial del domingo y los sacerdotes vienen interrumpidamente aplicando las Misas prescritas por el alma de sus bienhechores don Antonio de Mier y Terán y de su esposa la Excma. Señora Duquesa de Mier, testimoniando así la perenne vinculación de aquellos pueblos a la familia de Mier y Terán.

__________________

[1] folio 79, del libro de bautizados de San Juan de Redondo, año de 1796 
[2] Archivo Histórico Provincial de Palencia: legajo 1.327: índice de escrituras públicas que el citado año pasan por el Oficio de don Gaspar Gómez Inguanzo). 
[3] Celestino de Mier fue Deán de la Catedral de Toledo 
[4] Isabel Pesado, Apuntes de Viaje. De México a España (p.479). 
[5] Isabel Pesado, Apuntes de Viaje. De México a España (p.13). 
[6] Isabel Pesado, Apuntes de Viaje. De México a España (p.475-476). 
[7] Isabel Pesado, Apuntes de Viaje. De México a España (p.335). 
[8] Isabel Pesado, Apuntes de Viaje. De México a España (ps. 66-69). 
[9] Isabel Pesado, Apuntes de Viaje. De México a España (p.121). 
[10] Isabel Pesado, Apuntes de Viaje. De México a España (p. 264). 
[11] Isabel Pesado, Apuntes de Viaje. De México a España (p. 398). 
[12] Isabel Pesado, Apuntes de Viaje. De México a España (p. 213).
[13] Isabel Pesado, Apuntes de Viaje. De México a España (p. 465). 
[14] Isabel Pesado, Apuntes de Viaje. De México a España (p. 565). 
[15] Isabel Pesado, Apuntes de Viaje. De México a España (p. 603). 
[16] Isabel Pesado, Apuntes de Viaje. De México a España (p. 605-606). 
[17] Isabel Pesado, Apuntes de Viaje. De México a España (p. 615). 
[18] Isabel Pesado, Apuntes de Viaje. De México a España (p. 619-622).

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23 junio 2007

Reflexiones románicas
junio 23, 20070 Comments

Jaime Cobreros, en un artículo que lleva por título “Románico y creencias”, escribe que el románico es un estilo de plasmación arquitectónica y escultórica vivo y actuante sobre el hombre” Y va más lejos al señalar que, como arte sagrado, tiene la particularidad de dirigirse a todos los hombres y a todas las dimensiones de cada hombre”.



Si esto es así, no estaremos tan alejados ni seremos tan salvajes como algunos imaginan, cuando los expertos en arte han llegado a decir de nuestra colegiata de San Salvador que constituye un ejemplar hermoso y extraño, belleza sólo igualada y repetida en la iglesia de Villaconancio. Se habla mucho de la decoración de sus capiteles a base de tréboles y frutas, de espirales y aves y de su nave que engancha en tres ábsides a partir del crucero, o su espadaña de dos o tres cuerpos (parece ser que lo de los cuerpos es válido de las dos maneras, depende de quien la mire y de la observación que cada uno alcance en esa observación de los elementos que la forman).



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09 junio 2007

Los hilos de Piedad
junio 09, 2007 2 Comments

Nada que justifique tanto el título de este blog, como retraerse en el tiempo a la montaña que retrata y resume mi amiga Piedad Isla. La montaña que aquí voy mostrando es apetecida ya por miles de personas que buscan en el turismo rural una aventura mágica. Piedad tiene en Cervera de Pisuerga la llave que mostrará la historia de esta tierra. No sólo la ha retratado en sus concejos y en sus fiestas, sino que, fundamentalmente, la ha vivido, dos puntos clave para promocionarla y defenderla.



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26 mayo 2007

Un Okupa en su casa
mayo 26, 2007 5 Comments

No se preocupen. Soy consciente de que todo lo que escribimos aquí no sirve para nada. Bueno, casi para nada. Cada uno se desahoga de una forma y aprovechando este hueco que me brinda el diario, es natural que me desahogue en la medida que mejor entienda, con el planteamiento de historias cercanas, de manera que, aquellos que tienen la paciencia y el gusto de seguirme, recojan lo que puedan la lección, si la di; me perniquiebren si no la di como es debido o me dejen sin más en el olvido.


La madeja de hoy tiene hilo abundante, perdónenme si me lío un poco al descifrarla. En el diccionario de quienes se dedican a entrar a vivir en las casas ajenas, hay una normativa que parece indicarnos al resto de los mortales –la mayoría hipotecada de por vida para adquirir una vivienda–, que hemos perdido el tren de la realidad, que somos torpes esclavos de las estadísticas y que, apegados como estamos a las normas que rigen, nunca entenderemos su postura y su necesidad, a menos que recibamos un zarpazo de quienes operan bajo esa filosofía que el común de los mortales entendemos por allanamiento puro y duro.

Pero entrar en un local o en una casa es legal todavía para los okupas, argumentando que lo único que hacen es llenar espacios vacíos que adornan con su creatividad, argumentando que les asisten los derechos básicos a los que tiene derecho todo el mundo y que, una vez dentro, los propietarios no les podrán desalojar sin llevar a cabo algunos procedimiento legales. El Servicio de Asesoría Okupas (manda huevos) tiene un montón de listas de casas vacías y aconseja la prudencia a la hora de fijar los ojos en una determinada vivienda, tener abastecimiento de gas o luz para que no puedan tan fácilmente acusarles de robo y mandarse una carta a sí mismos a la nueva dirección, como prueba fehaciente de que el individuo reside allí mismo y, por extensión, por suposición, por raciocinio, la policía que es tonta deduzca que aquello es suyo. Sus abogados ya les han tranquilizado al respecto de que si están físicamente ocupando la vivienda cuando llegue la policía o traten de desalojarles por la fuerza, se les podrá llevar a juicio. Asímismo aconsejan que no abran la puerta a los agentes y, en todo caso, si insisten mucho, hablen con ellos a través del buzón o desde la ventana y les tranquilicen al respecto, explicándoles que no se trata de ningún ladrón, que están viviendo ahí porque no tienen ningún otro sitio. Y añaden: “Hay que ser educados, pero firmes con ellos”.

Yo comencé a darle vueltas a esta madeja, cuando en octubre del 2005 un grupo de okupas en la ciudad granadina de Fun expulsó a 20 familias de sus casas. Y he seguido tirando del hilo hasta que hace un mes, en Cataluña, un propietario esperó a que salieran los que se habían alojado en su piso y colocando cerradura nueva les fue a pagar con la misma moneda, recuperando así un piso que era suyo, que parecía suyo, que, probablemente, los jueces hubieran resuelto en un plazo de meses, después de gastarse un buen dinero en abogados, que era suyo; que tranquilo, paisano, que la ley es lenta pero segura, que no se puede hacer nada contra los que pacíficamente toman lo que es de uno, y no desean otra cosa que entrar a vivir en una casa que un día encontraron vacía y medio abierta.

Imagen: Taringa
© Froilán de Lózar para Diario Palentino


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19 mayo 2007

Un condado sin Condes
mayo 19, 2007 2 Comments


Si el título de Conde se concede a efectos meramente de abolengo...
Si el rey Felipe V al revestir de tal honor al pueblo de Polentinos, lo hizo por casualidad, echándolo a suertes...


Si los Condes que lo heredaron no se tomaron la molestia de venir a visitarlo, que ya les hubieran recibido en este pueblo de montaña que mira al Curavacas, con arcos de ramos y coplas auténticas y, sin derechos de autor que pagar a nadie, agradeciendo que lo que sucediera se contara y fuera revivido por las generaciones venideras...

Si ni siquiera la guerra o las posguerra fue bastante para empujar al séptimo Conde, Aurelio Colmenares y Orgaz, cronista Oficial de Madrid, a visitar el lugar para ver en qué condiciones de vida se encontraban sus súbditos...

Si todos los reyes y gobernantes que les sucedieron después, tomaron como hábito la renovación de dicho nombramiento y, previo pago del Impuesto correspondiente, los susodichos se alzaron con el título nobiliario, sin interesarse por el lugar y por sus gentes...

Pues si todo eso es así, que lo retiren, que lo suspendan, que a todos los efectos quede exento el lugar de guardar pleitesía a ningún señor en ningún momento.

A ver, dijo el pueblo aquel invierno que duró quince días, quién nos ayuda a llegar hasta la carretera general. ¡Apañaros vosotros, que nosotros andamos muy ocupados con los relatos de la corte! –les respondieron. A ver, volvió el pueblo a gritar, nos estamos quedando sin escuelas, sin centros médicos, están cerrando las minas, las cantinas, las carreteras están intransitables... A ver, dijeron y volvieron sus ojos hacia el lugar donde supuestamente estaba el conde, rubrique usted la situación que padecemos, firme usted esta carta de protesta, usted que maneja en condiciones tantos ruegos y preguntas a los que no someten quienes temporalmente nos gobiernan.

¡Por Dios, señor Conde, que sabemos que existe, que el rey le dio poder sobre estos lugares, como a los condes de los pagos cercanos que se sabe que lucharon por ellos!, interceda por nosotros para evitar hasta donde sea posible la muerte de esta tierra.

Coincidiendo con el Real Decreto de 27 de Mayo de 1912, por el que en nombre del Rey se expide la Real Carta de sucesión en el título de Conde de Polentinos a favor de Ignacio de Colmenares y Gómez Acebo, por cesión de su hermano don Ricardo, se sabe que, hace pocos años, unos señores llegaron a Polentinos y comenzó a despertarse cierta intriga en el entorno. Es apropiado este instante para decirle a mis paisanos que voten sin dejarse llevar por ningún tipo de espejismo. Conocéis a las personas que se presentan para regir el municipio, intuís lo que pueden dar de sí, lo que pueden aportar a los pueblos; reconocéis que dedicarán un tiempo impagable –que aquí no hay sueldos como los de Rajoy o Blanco– a resolver tantas cuestiones pendientes, que siempre las hay por pequeños que sean y alejados que se encuentren de los servicios.

Ahora que podéis, nunca os sintáis motivados a votar a nadie por la apariencia o por el título. Otorguemos el poder a alguien que viva cerca y a quien podamos decir basta, bájate, cuando llegue el momento.

Ver también: "Los Condes de Polentinos"
Imagen: Investigaciones Madrileñas, escrito por El Conde de Polentinos. Vista en Todo Colección


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12 mayo 2007

Anuncian caminos que no existen
mayo 12, 2007 4 Comments

Durante los últimos días he vivido obsesionado por llevar los artículos que se han venido publicando en esta sección a la página Web, cuya dirección insertaré periódicamente, por si alguno de ustedes está interesado en visitarla y repasar conmigo algunas de las historias que a mí me motivaron. Para incorporarme de nuevo, o regresar, aunque nunca me fui del todo, aprovecho la línea que me tiende mi director y amigo Mariano Valero. Pero antes de opinar al respecto sobre la constante amenaza de pasarse a otra provincia, o a otra Comunidad, al ver las pocas garantías y beneplácitos que ofrece la nuestra, quisiera hacer una observación sobre un fenómeno curioso aplazando para otro momento el debate al que aludo. 






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Los Condes de Polentinos
mayo 12, 2007 12 Comments

Don Sebastián de Colmenares y Vega recibió en 1716 el título de I Conde de Polentinos. Su padre, también llamado Sebastián, había nacido en Madrid el 5 de Enero de 1634. Fue Oficial 1º de la Secretaría del Despacho de Indias y viajó a Perú en 1667 como Secretario de Cámara del Virrey Conde de Lemos, grande de España, a propuesta del cual fue nombrado Secretario del Rey, después Veedor general y Pagador de la Plaza y Presidio del Callao durante 19 años con una renta de 3240 pesos. En 1668 contrajo matrimonio con la limeña Agustina de Vega que le dio una dote de 58.000 pesos. Su hijo, Sebastián de Colmenares y Vega nació en Lima el 19 de Noviembre de 1672 y el rey Felipe V le confirió el título de Conde de Polentinos, lugar de España donde vivieron sus ascendientes, el 20 de Julio de 1716.


La historia es caprichosa y rebuscando documentos y artículos donde se haga referencia a este lugar, me encuentro con un reportaje firmado por Julio César Iglesias sobre la Casa de la Siete Chimeneas, un distinguido palacete madrileño que perteneció a los Condes de Mejorada, quienes se la alquilaban a los personajes más distinguidos de la Corte. Y es curioso porque ya en 1671 adquieren la propiedad los Condes de Polentinos que la mantienen hasta finales del siglo XVIII.

Sebastián legó el título a su hijo Francisco José de Colmenares y Fernández de Córdoba, que fue II Conde, heredando el título su hijo Domingo María de Colmenares y Contreras (Valladolid, 1750-1811), siendo el III Conde. En Avila se encuentra el Palacio de Polentinos, que heredó Francisco de Colmenares en 1750, por lo que desde entonces esta casa se conoce con su nombre. Dos hijos de este recibieron sucesivamente el título: Don Felipe (1791-1869) y don Segundo de Colmenares y Caracciolo de Sole (fallecido en 1881) que fueron respectivamente IV y V condes de Polentinos.

Quienes hacen el seguimiento de esta rama familiar, intuyen que uno de estos dos últimos vino a emparentar con una Casa-Xara, vinculando así los condados de Las Posadas y Polentinos. Un hijo de Don Segundo, don Aureliano de Colmenares y Taraba, al morir en 1890 mandó el Condado de Polentinos a su hijo don Aurelio de Colmenares y Orgaz, que fue el VII conde. Aureliano fue nombrado cronista oficial de la villa de Madrid (1943) y, de alguna manera, el ayuntamiento quiso hacerle un homenaje con la publicación de la obra “Investigaciones madrileñas”, que vio la luz en 1948, un año después de su muerte.

A éste le sucedió en el título don Ricardo de Colmenares y Duque de Estrada, VIII Conde de Polentinos y X de Las Posadas. Se sabe que Ricardo fue dueño de 64 Hs entre Andoain y Vergara, en las que no hace constar su condición de Conde, si bien sus principales propiedades eran fincas urbanas en Valladolid y Madrid.

Según Real Decreto de 27 de Mayo de 1912, y previo pago del impuesto correspondiente, se expide la Real Carta de Sucesión en el título de Conde de Polentinos, a favor de don Ignacio Colmenares y Gomez-Acebo, por cesión de su hermano. Documento firmado en Madrid el 30 de Noviembre de 2004 por la subsecretaria de Justicia López Aguilar.

Pero tanto poderío y tantos olvidos bien merecen un comentario que les serviré en un próximo artículo.

Imagen: Palacio de los Condes de Polentinos en Avila, tomada de la Wikipedia

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05 mayo 2007

La Abadía de Camilo
mayo 05, 2007 3 Comments

“En la abadía de Lebanza se está bien y tranquilo. Queda lejos, en Cervera de Pisuerga, provincia de Palencia, pero se está muy bien. El viaje merece la pena”. La nota está extraída del libro “San Camilo”, de Camilo José Cela, prologado por Francisco Umbral y cuyo lanzamiento levantó mucha expectación en su momento. Cela llevaba algunos años sin publicar y afrontaba en la misma la guerra civil, en los tres días cruciales del levantamiento, y por lo tanto, en la festividad de San Camilo que es el 18 de Julio.


“En la Abadía de Lebanza –prosigue en su monólogo– por doce pesetas te dan pensión completa en habitación con agua fría y caliente y lavado de ropa incluido, cinco comidas diarias y toda la leche y todos los huevos que quieras y que seas capaz de comer”.

Cuando Camilo escribe de este lugar haciendo un canto incluso a la altitud, los 1500 metros sobre el nivel del mar, más que el doble de Madrid, y “el ambiente despejado y sin niebla en el que se respira un aire muy fino y desintoxicador”, es como si tratara de mitigar aquel levantamiento que se vive en las calles de Madrid y que los protagonistas movidos por su mano parecen ignorar, comiendo, festejando, viviendo a tope aquellos últimos y pacíficos días de lo que denominaron Belle Epóque. ¿Qué le impulsa al viajero de “La Alcarria” a fijar sus ojos en este santuario mariano? ¿Visitó él la Abadía y se siente impactado por el lugar o toma referencia por boca de algún escritor o político del momento?

No es la primera referencia a nuestra tierra. En “La Colmena”, su obra cumbre, cuya primera versión no pasará la censura española y se publica finalmente en 1951 en Buenos Aires, se nos habla de Dorita, expulsada de su casa por haber tenido un hijo de soltera: “La criatura fue a morir una noche, en unas cuevas que hay sobre el río Burejo, en la provincia de Palencia. La madre no dijo nada a nadie: le colgó unas piedras al cuello y lo tiró al río, a que se lo comieran las truchas”.

Al hilo de esta semblanza, abro el correo y me encuentro con la carta de una lectora natural de la tierra, que se muestra agradecida por tantas vivencias y costumbres como se van mostrando en estas páginas. La tierra envejece, en pocos años se han ido muchos seres queridos, pero es verdad que las montañas, los valles, siguen expuestos a la mirada del viajero, aunque ya no haya tanta leche en la Abadía y lo que se vea, con el mismo esplendor de aquellos años -porque nada ha cambiado en el horizonte-, no invite a una estancia muy larga y sosegada.

Una de las páginas consultadas hace referencia, precisamente, a los años de la posguerra, cuando la Abadía fue Seminario Menor, dedicación que obliga a realizar algunas reformas que, al decir de los críticos, no se muestran respetuosas con la traza original. Clausurado el seminario, las instalaciones se utilizan como Colonias veraniegas hasta caer en el olvido que hoy soportan.

Sí es verdad que en el artículo anterior me mostraba a favor de recuperar esos capiteles románicos que se encuentran en la Universidad de Harvard, pero al ritmo que van las cosas por estas tierras, tal vez no sea el momento de reclamar nada. Sería más sensato que las autoridades tomasen las medidas oportunas para recuperar turísticamente este rincón que hoy yace en el olvido.


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27 abril 2007

Patrimonio público, no político
abril 27, 2007 7 Comments

Saber es bueno. Todos queremos saber, pero hay todavía por esos mundos gente atrevida y malintencionada que lo confunden todo, que opinan sin saber, a ver qué pasa, por decir algo, y así uno se va encontrando con pueblos que no están donde dicen, con lugares a los que se les atribuye servicios que no dispensan y apelativos que rompen el concepto mágico que estos lugares atesoran para quienes tuvimos la suerte de corretear por ellos.




Una de estas perlas la encuentro cuando buscaba información en la web sobre San Salvador, “San Salvador tiene un apellido –Cantamuda– que ha dado pie a algunas de las leyendas más zarrapastrosas de nuestro acervo popular. Así que mejor no seguir por esa senda”. Seguramente no se lo contaron bien, o no puso el mínimo interés, o el tío confunde leyenda con historia, que la historia habla de “cantamuga”, como término, mojón, y eso es en definitiva lo que marca su verdadero origen. En Mayo de 2005, la Diputación provincial hace público un informe donde se menciona el expolio de diversos bienes patrimoniales de la provincia, invitando a los alcaldes de las localidades afectadas a reclamarlos.

Curiosamente, desde Aguilar, en anteriores legislaturas ya se pidió al Museo Arqueológico Nacional la devolución de los capiteles y sepulcros del Monasterio de Santa María la Real. Otras localidades como Santibáñez de Ecla y de la Peña no se pronunciaron en aquel momento sobre documentos y tallas de sus Monasterios de San Andrés de Arroyo y San Román de la Cuba. Allí se cita Lebanza, más en concreto La Abadía, lugar fundado por los condes Alfonso y Justa en el año 932. La primera lectura que extraigo habla de Don Raimundo, el primer conde episcopal de La Pernía, quien manda levantar un edificio románico en el siglo XII. Sabemos que en 1185 el conde Rodrigo de Gustios restauró el monasterio original que se utilizaría como residencia y seminario.

Pero es en el siglo XVIII, durante un viaje de control al Canal de Castilla, cuando Carlos III encomienda la construcción del cenobio al arquitecto Francisco Sabatini y en cuya iglesia interviene el turinés Francisco Valzania. Según los eruditos, se da en este escondido lugar una de las obras más notables de aquel siglo en nuestra comunidad. Quienes interpretan esta segunda lectura, mencionan un par de vistosos capiteles incorporados por Valzania al panteón de la Iglesia, uno representando al Salvador y el otro a las tres Marías, y añade que fueron vendidos por el dueño de la finca en 1927, exponiéndose luego en la universidad americana.

No sé por qué motivo los responsables del Organismo palentino lo publican y hacen la invitación correspondiente para recuperarlo. Tampoco tiene que haber motivo especial para reclamar uno aquello que nos perteneció y ahora se muestra en otros lugares. El alcalde de Aguilar lo interpreta en aquel momento como una iniciativa para desgastar al Gobierno. ¡Pobre pueblo¡ Los políticos, en general, no entienden esa parte de la Constitución donde se dice que el poder reside en el pueblo y que a ellos se les otorga el mando temporalmente para que, entre otras cosas, protejan, restauren y rescaten el patrimonio. ¿No reclamaron los demás los Archivos de Salamanca? ¿No se los hemos entregado?

Pues con la lección bien aprendida, que nos devuelvan lo que es nuestro y que paguen por venir a admirarlo.

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21 abril 2007

Salvemos San Jorde
abril 21, 2007 12 Comments

Carlos Morenés, vicepresidente de Hispania Nostra, asociación que nace en 1976 sin ánimo de lucro, y cuya finalidad es la defensa y salvaguarda del Patrimonio Español, le escribe una sentida carta a mi amigo Amando Vega, profesor de la Universidad del País Vasco en Donosti, en la que se compromete a difundir, concienciar y motivar a la opinión pública, especialmente a los vecinos y autoridades de los pueblos donde se encuentren, para que limpien, consoliden y cuiden ellos mismos ese patrimonio. En el caso que nos ocupa, en la comarca de La Ojeda, el edificio abandonado de San Jorde, que a partir de 1975 comienza a ser allanada por visitantes malintecionados, quedándose poco a poco sin tejas, haciéndose los boquetes más grandes, llevándose los canecillos, las piedras, la ventana románica.






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14 abril 2007

Las frutas a todos pertenecen...
abril 14, 20070 Comments

Mi primera reflexión, con la que comulgo plenamente es la cita de Jean-Jacques Rousseau, que en su discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres expone:



«El primer individuo al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir "Esto es mío" y encontró a gente lo bastante simple como para hacerle caso, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, cuántas miserias y horrores no le hubieran ahorrado al género humano el que, arrancando las estacas o cegando el foso, hubiera gritado a sus semejantes: "Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que las frutas a todos pertenecen y que la tierra no es de nadie".»

Y la segunda reflexión es la que yo mismo me hago, exponiendo como expongo a diario en los diferentes medios donde colaboro mi pensamiento y mi obra:

"Reconocemos y admiramos al autor, pero nada le debemos. Debemos citar siempre su nombre, al extraer una partícula de su obra. La lectura de un libro, la visión de una película, es nuestro verdadero reconocimiento y apoyo. Nadie se aparta de pagar un canon justo que vaya destinado a sus verdaderos creadores, pero a los autores, a los productores, nunca a una sociedad que en ningún caso va a distribuirlo con justicia y que ya ha dado sobrada muestra de su voracidad recaudadora."

Como autor y, totalmente en contra de ese canon que denominan derechos de autor,- ¿qué tabla utilizan para medir a depende qué autores?-, me pregunto, ¿por qué las asociaciones de hostelería y las asociaciones de video, no luchan para que sean los autores y los actores los que paguen una cantidad a quienes se encargan de exponerlos en público, dependiendo de lo que se oigan y lo que se vean, y de las cotas de audiencia que alcance cada uno de ellos en los diferentes establecimientos?

Publicado en varios diarios y revistas

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10 abril 2007

Otro crímen de género
abril 10, 20070 Comments

No puedo evitar un estremecimiento cuando pienso en una muerte.
Todas las semanas, por lo general una mujer, acaba muerta a manos de su pareja. Lo leo y me resisto a creerlo, aunque no los conozca, aunque el hecho suceda a 500 kilómetros de distancia. Mi llanto no está marcado por la consanguinidad, pues ningún lazo me une a ellos. No derramo lágrimas, ni sale el asunto a colación en la conversación con los amigos.

Yo creo que nos estamos acostumbrando a verlo. Es como una liga en la que semanalmente toman partido cuatro asesinos imprevistos. Mi lamento viene de muy adentro y tampoco me sirven de desahogo estas cuatro letras que ahora les manifiesto.
Pregunto: ¿Nos sirve de algo tanta educación como recibimos?¿Nos vuelven locos los celos o la envidia?¿Puede llevarnos una pequeña discusión a una matanza?

A mi me pasa como a Solón que, cuando le dijeron: "llorar no te devolverá al muchacho", contestó el legislador griego:
"Por eso lloro, porque no tiene remedio".

©Froilán de Lózar, sección "La Colmena" en Diario Palentino

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