ORÍGENES

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El bosque de Roberto

Por aquellos días ya andaba Robert Wagner investigando por el contorno, hasta topar con el paleobosque de su vida. Emiliano Vega, el presid...

14 marzo 2000

A tí, mujer
marzo 14, 2000 2 Comments

Matilde Herrero, tía segunda por línea parterna y vecina de Lores, guardaba como un tesoro los libros de cuentas y de historias, algunos de los cuáles recibí como herencia una vez que los sobrinos repartieron sus pertenencias.

Matilde era una mujer noble. Siempre decimos cosas buenas de los muertos, pero sirva de acicate mi visita semanal a su casona, lo que activaba mis deseos de aprender cosas relacionadas con la tierra: cómo se desarrollaba el trabajo en sus tiempos de moza, cómo era la convivencia; tradiciones que se vivían con una vocación hoy en desuso; costumbres que hacían leyes, o servidumbre que ella misma experimentó en Piedrasluengas, donde asimiló tanto las coplas de aquel horquero trastornado, que todavía la recuerdo de pie, de espaldas a la trébede, en aquella cocina recogida (con una puerta lateral que daba al horno donde se hacían las mejores rosquillas del mundo); la lumbre a medio gas y sobre las parrillas un pequeño puchero, mientras la mujer iba recitando de una manera tal los hechos que se confundía la realidad con la leyenda.







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06 marzo 2000

Cuestión de carácter
marzo 06, 20000 Comments

Cuando el presidente de una gran cadena de establecimientos recurrió a la fábula de la rana y el escorpión, pensé inmediatamente en trasladársela a ustedes para dibujar la situación que padecemos, que amenaza con encallar ese inmenso barco de ilusiones que durante los últimos años hemos venido manejando. Cuentan que una rana y un escorpión se encontraron un día a la orilla del río. Los dos querían cruzarlo. El escorpión no sabía nadar, pero le ofreció protección a la rana para que le ayudara.







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02 marzo 2000

El monasterio
marzo 02, 20000 Comments

Cinco kilómetros al oeste de San Salvador de Cantamuga, se encuentra el monasterio, que debió ser -conforme atestiguan viejas crónicas-el más importante de estas altas tierras del Pisuerga. Sanatorio antituberculoso, colegiata, abadía y seminario menor.
El edificio se halla enclavado a los pies del monte, recogido al comienzo de un extenso valle, mirando de costado al Peñalabra. Para llegar hasta este rincón de la provincia, mansión que fuera del poderío eclesiástico, hemos de atravesar Lebanza, pueblo al que debe su existencia.



En 1179, el obispo palentino don Raimundo, concedió 10 días de perdones a quienes trabajaran para reconstruir el monasterio, doblando la absolución a los vecinos que aportasen carro y pareja de bueyes. (Precedente que puede derivarse de las viejas ordenanzas de estos núcleos montañeses, como la llamada huebra de concejo, que tenla lugar en el mes de mayo y donde se acordaba la limpieza de las calles, excluyendo de la sanción de dos reales a aquellos vecinos que no tuviesen carro).

El lugar bien merece una llamada de atención, que bien mirado desde la parte de Polentinos que lleva al Cimbrio, se va escondiendo y aparece a intervalos, produciendo a la vista el mismo efecto que produce al oído la reverberación de una campana.

Cuando en casa me mandaban con los víveres para los residentes, subir al monasterio era como acudir cada día a un lugar nuevo, impresionado por aquellos pasillos tan largos, seducido siempre por aquel misterio que parecía envolver todo el recinto.

Como este recorrido no es histórico, sino, más bien, memoria viva de un lugar a pocas leguas de mi casa, procede ahondar sobre su situación geográfica, contemplándose desde su alfoz el valle que conduce al primer pueblo. Don Raimundo, en la citada bula, añade que este monasterio está sito "in locis desertis et mortuosis" y algunos escritores que aportaron documentación sobre el lugar, justifican su enclave por la abundante leña de los montes que lo rodean, lo que les permitía hacer frente a los terribles inviernos, sirviendo asimismo de parapeto contra las incursiones de los moros.

Yo he visto aquí dos mundos: la bulla alegre de los campamentos de verano y el silencio más profundo de las primeras nieves, sólo roto a intervalos por el ladrido de los perros; ellos descubren trajinando al vaquero que los arrendatarios de los terrenos han enviado a este apartado rincón del mundo. En un lugar discreto, a la entrada del monte que conduce al Carazo, y donde los vecinos de Lebanza acuden a buscar avellanas en otoño, los administradores de la finca mandaron construir una piscina que recibe el agua helada del pequeño río.

Quiero trasladarles al lugar con la misma poesía que el lugar aporta al caminante, deduciendo de esta manera la motivación que a los fundadores de la vida monástica les trajo un día a estos parajes. Todavía hoy, cuando puedo, subo al monasterio. Voy a comprar un poco de silencio, que pagaré después en la ciudad a plazos, regenerándose en mi interior las ansias por regresar a aquel lugar de la montaña, actuando lo que allí sintiera como bálsamo ante ese frenesí devastador que parece azuzarnos. Subo a la cruz, voy camino del chozo.

Se va recomponiendo el escenario, casi en la misma proporción que se alarga el silencio.

En el siglo X, un hombre, unos hombres, llegaron a este lugar de nuestra tierra, transitaron por los mismos caminos y seguramente miraron embelesados al mismo punto donde edificarían después el primitivo monasterio de Nebancia.

No sé, querido amigo, hasta qué punto es lógico que viva todavía impresionado. No sé hasta qué punto conseguiré avivar su deseo por conocerlo. Yo creo que nos interesa como palentinos repetirlo, airear el mensaje que reflejan los montes, pintar con pintura distinta cada época del año, remojar los sentidos en este universo de paz que agrede a esta abadía situada en lo más hondo de la montaña palentina.

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22 febrero 2000

Toma el carbón y corre
febrero 22, 20000 Comments

Como el hombre tropieza más de una vez en la misma piedra y esa piedra es el motivo de esta historia, he de pronunciarme con claridad sobre este asunto del carbón a cielo abierto que ahora ruge con fuerza hacia las tierras que miran a la villa de Guardo.


Que no vengan ahora los empresarios anotando los puestos de trabajo que implica, porque sabemos cómo queda un limón cuando lo exprimen. Porque conocimos ya la devastación de Santullán y debemos intuir el incumplimiento de empresarios y políticos; los primeros, porque prefirieron perder el dinero que entregaban en depósito y, los segundos, alcaldes y concejales de los pueblos, porque desviaron el dinero hacia otros menesteres y se pasaron por alto la restauración de los terrenos. Esa es la gran verdad y, aunque deban matizarse algunos hechos, han de servir de ejemplo los calveros que dejaron abiertos. “Guardo no será un nuevo Barruelo” –respondió Evilio Morán en 1994 a un periodista de esta casa, haciendo clara alusión al eje vital de las infraestructuras. Así mismo, señaló la autoridad de aquel momento:

“El carbón lo tenemos seguro como mínimo hasta el año 2002 y nosotros estamos mirando ya a nivel de municipios mineros, alternativas que ofrezcan una continuidad a estas riquezas”.

¿Se refería don Evilio a la alternativa de la explotación a cielo abierto?¿Cuánto tiempo dura esa alternativa que pueda garantizar los puestos de trabajo que señalan? ¿Qué nos queda cuando se van las enormes orugas? Se comprende que lo hagan en Redondo, encima de las minas activas y con unas limitaciones claras y concisas, pero no es de recibo que lo hagan como lo están haciendo junto al mismo casco urbano de Villanueva de la Peña, ni en Guardo, ni en cualquier otro lugar donde, ni una restauración en toda regla devolvería las cosas a su estado normal.

Hace unos días, Jesús Rodríguez Lanza, director general de Uminsa (que agrupa a seis minas palentinas), en clara referencia al desmonte que se está llevando a cabo en Villanueva de la Peña, se manifestaba a favor de la explotación exterior si se quería mantener los puestos de trabajo en la minería clásica. Esto es pan para un día. Ya lo saben bien ellos, que pagan a los vecinos por las tierras millones que no valen para atarles la lengua; que dejan en depósito a los ayuntamientos cantidades ridículas que no interesa a ningún efecto recuperar, porque su misión es sacar el jugo de la tierra y salir huyendo; que no merece la pena sembrar árboles que estas generaciones no verán, porque la flora, la fauna, el paisaje que tantas sensaciones nos provoca (no entendemos de minas, pero entendemos de montaña), quedará mutilado: rotos los caminos y las fuentes, montañas de escombros que nos advierten cómo se fueron los últimos suspiros de esta tierra a manos de extraños portadores.

Yo no quiero verlo. Y se lo cuento a ustedes porque lo vi primero, cuando tenía 22 años, subiendo a Peñota tras los pasos de un empresario que ahora vive de esto, que por encima de la Eugenia me habló alto y profundo de la técnica para recuperar los montes, mientras yo impresionado miraba la profundidad de aquellos cortes, centenares de metros escarbados.

Yo no quiero verlo. Se lo prometo. Lo vi en los ojos del pueblo de Barruelo, del valle que ha soportado durante lustros la explotación más vergonzosa. Y al carajo con el oso pardo, lo digo por la gente que debe pasar su vida mirando hacia el lugar, ennegrecidos sus pulmones primero por el carbón de dentro y, al final, negras también sus casas por el carbón de fuera. Cuando acudí a Villanueva en diciembre de 1977, atendiendo la llamada de varios vecinos, y el periódico publicó el artículo en tercera página y en negrita, sabía que no conseguiríamos nada. El dinero es el eje que alivia las gargantas de aquella mismas gentes que en otras circunstancias hubieran dicho basta. Pero el dinero no servirá, se lo aseguro, para lucir luego los montes. Yo sólo veo un minero y un explotador. Yo sólo veo un futuro siempre que le plantemos cara a este atropello que ahora se quiere repetir en otros puntos. Cuando se ha depositado toda la confianza en un alcalde, y el alcalde, seducido por una cantidad, mal guiado por terceros, se equivoca, el pueblo está perdido. Alejandro Lamalfa dijo al fin: “No perdono a nadie”. Y sabemos que hubo abusos, extorsiones, amenazas... Sabemos que la libertad se quedó prisionera en un puño. Pero les aseguro que así ha de ser y en tal postura hemos de mantenernos si queremos que esta tierra no se muera mañana.

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19 febrero 2000

Antropología de la ferocidad
febrero 19, 20000 Comments

Un miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, se desplazó en la década de 1970 a las tierras de Liébana, cerca de nuestra provincia, para elaborar un estudio profundo de lo que el autor denominó “rara pureza”; “una estructura económico-social, una cultura y una ecología perfectamente tradicionales en los pueblos del norte de España”. Javier López Linage, que estableció en Bárago su cuartel general, ya dedujo entonces que sus reflexiones sobre aquella forma de vida podían ser aplicables, con leves matices, a todos los pueblos lebaniegos ya muchos otros de toda Cantabria. Aprovechando dicha coyuntura, iremos más lejos, para afirmar que tales definiciones nos alcanzan: la belleza es un caudal inagotable y no debemos olvidar que conservarlo ha supuesto un enorme sacrificio en los lugares donde no han sido buenos los accesos, han sido muy duros los inviernos y el censo de población –pese a las perspectivas turísticas que ahora se barajan– sigue descendiendo.







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11 febrero 2000

Como se mueve el agua en la batea
febrero 11, 20000 Comments

He perdido la fe en cuanto he visto las dificultades que imperan para hacer realidad ese proyecto de unificar las voces. Ha sido un momento. No me atrevía a decírselo por miedo a que lo tomaran como un pulso, que saben lo que me impone perderles a ustedes por una apuesta.

Por este motivo anduve perdido durante unos meses, sin programa ni deseos de blandir el bolígrafo, que la crítica o la reflexión ha de hacerse sereno, pues si el hecho de situarse ante un papel en blanco es ya de por sí un ejercicio duro, hacerlo con la fe por los suelos es doblegar un poco otras estaciones donde se visualizan el amor, la esperanza, el sosiego y otras muchas facetas y actitudes que sin la fe se encuentran notablemente disminuidas.



Aunque en otros aspectos de la vida podría pasar por un ser ordenado, pocas veces como ahora he abandonado los proyectos: la revisión de alguna vieja novela, la elaboración de algún relato, llegando a detener lo que comenzó siendo una biografía de Barrio y Mier y que terminó como un ensayo. Lo único que alimenta este tiempo de sequía, lo poco que consigue mantener ese recuerdo activo, es “Diario Palentino”, que me sigue descubriendo a diario trocitos de Palencia, voces de descontento que se suman a las nuestras para pedir una vez tras otra la revisión de aquellos asuntos que no terminan de encauzarse.

Coincidió, además, uno de los últimos artículos remitidos al periódico, donde comentaba las posibles fusiones de los municipios –a propósito de una nueva ley que estudiaba el Ejecutivo regional–, con la ruptura de las negociaciones entre Acade y Consorcio, una historia de acercamiento en la que muchos palentinos habían depositado sus esperanzas. Hemos vivido lo que machaconamente pronosticábamos y bien alto y bien claro vuelve a pronunciarlo desde Guardo mi amigo Jaime García Reyero, cuando apunta que ha primado el individualismo, la cerrazón –que nos hace creer que somos distintos a los otros–, si bien, hemos de distinguir con claridad todas las opciones puestas sobre la mesa. Pues sabemos que hay un localismo exacerbado, como hay un nacionalismo retrógrado. Cada pueblo alimenta una serie de costumbres que no tienen por qué perderse al unirse a otros para fortalecer su posición.

A propósito de lo que allí hablaba, no me ha extrañado este primer desplante, porque lo hemos presenciado en otro tiempo, cuando se propuso un Ayuntamiento para todos en Vañes, o cuando el Ayuntamiento de Lores (entonces uno de los pueblos más grandes de Pernía) se fusionó con el de San Salvador. Apurando la lógica, sabemos que Cervera de Pisuerga es el punto más próximo y, pese a las diferencias que siempre nos marcaron, pese al excesivo número de pueblos que están bajo su mando, no debe descartarse que en un futuro próximo, dado el paulatino descenso de población y las nuevas leyes que se van promulgando, acabemos todos bajo su mando.

Pero si esta visión resulta intolerable para muchos montañeses, lo resulta sobre todo, poque no estamos habituados a trabajar en equipo. El aislamiento padecido nos ha hecho insolidarios y nos damos cuenta que el problema es de todos cuando tratamos de obtener algo de aquellos que capitanean nuestro barco. Entonces nos lamentamos de nuestro estado: no sumamos puntos a ningún efecto; no contamos ni política ni territorialmente y nuestras pataletas les importan un bledo a los vecinos, con tal de unir su voz a la nuestra, nos toman por unos recalcitrantes Robinsones. No voy a negar mi parte de culpa, si es que ha de tenerla el que reconociéndose palentino, se siente montañés por encima de todo, que es muy diferente del sentimiento en el que se amparan los nacionalistas y los nacionalsocialistas, que con tanto furor viven la tierra donde nacieron, que desprecian o quieren ignorar todo aquello que les hable de España, de la que, lo quieran o no, siguen formando parte.

Por ese motivo también creo que si queremos que nuestra tierra cuente en el futuro, debemos unir todas las voces, también las de La Vega y de la Ojeda, porque también están como nosotros alejadas de la mano tutora. Ello no significa que debamos cerrar el libro donde se muestran nuestros hábitos, que son el tesoro de cada pueblo, sino que, como las empresas y los estados, hallemos juntos la representación en otras facetas que nos marcan, para que nuestros pequeños pueblos sigan avanzando.

Algo pasará, estoy seguro. Alguien llegará un día y removerá esto como debe removerse la comida para ligar la salsa, como se mueve el agua en la batea, como se filtra el sol por los cristales. Algo prenderá como parte del sueño que soñamos y juntos mantuvimos hasta verlo crecer como la espiga.

Título original: Juntos como hermanos.
Para la sección "Impresiones", en "Diario Palentino", 11 febrero de 2000.
Imagen: @Toño Gutiérrez

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21 diciembre 1999

Palencia y su montaña (y II)
diciembre 21, 19990 Comments

Contestando al artículo del escritor Jaime García Reyero:

"¿Qué es la Montaña Palentina?"

"Santa Ana, madre de la Virgen, abuela por línea materna del Señor, es la patrona de Piedrasluengas, el último pueblo de Palencia si tomamos la dirección de Potes". Isidro Cicero, viajero y escritor cántabro, recuerda en un libro pequeño pero muy ameno, cuando las mayordomas del lugar solían cambiarla de capisayos, según fueran cambiando las solemnidades del año litúrgico. Así, en una ocasiones la revestían de Santa Ana, otras de Santa Eulalia, de Inmaculada y, en ocasiones, de San Antolín, obispo y patrono de Palencia. De ahí procede la plegaria que los romeros cantaban en las procesiones el 26 de Julio:




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