ORÍGENES

10 octubre 1999

¿Qué es la Montaña palentina?
octubre 10, 19990 Comments

Carta de Jaime García Reyero


En esta ocasión tengo que dar un toque de atención y a la vez de admiración a mi buen amigo y siempre defensor de nuestra tierra norteña palentina, Froilán de Lózar, siempre empeñado en poner de relieve todo lo bueno qu estas tierras dan, de denunciar a grito corito todos sus males, así como el olvido y las muchas espaldas que dan a la montaña palentina.
         Froilán es como el moro que, subido a lo más alto del minarete de nuestras montañas, grita una y otra vez a los cuatro vientos con su pluma.
         Nuestra tierra necesita más oídos, más atenciones, más realidades y menos proyectos y rpomesas hueros.
         Bien por Froilán de Lózar, por sus artículos en este Diario Palentino y por sus libros que, entre sus páginas, destila el mejor zumo de palentinismo. Sin embargo, hay algo que quiero exponer aquí y que Froilán no ha tratado en profundidad, quizá porque siempre se ha volcado en su parcela natal, la Pernía. Me estoy refiriendo a la desunión, al individualismo latente y palpable que hay entre los pueblos de la Montaña.
La pelusa entre localidades se da en todos los pueblos, comarcas, provincias y regiones. Pero aquí se paladea más que en otros lugares.
La rivalidad no es buena compañera para nadie, porque no se trata de competir, sino de progresar juntos.
         Aquí no se protesta porque no se hace tal o cual calle o carretera, sino porque se la hacen al vecino. Aquí, se calla demasiado y sólo se habla en las reuniones de amiguetes. Así, nos da la sensación de que la Montaña Palentina está fragmentada en reinos taifas tontos.
¿Qué es la Montaña Palentina? ¿Dónde empieza? ¿Dónde acaba? ¿Qué pueblos en realidad la forman? Cada vez resulta más difícil definirla.
Se habla de la Montaña Palentina cuando en realidad sólo se está refiriendo a una zona de ella. Se escribe de la Montaña Palentina cuando sólo se cita a una parte, olvidándose (no sé si con intención o ignorancia) del resto. Vemos cómo surgen asociaciones bajo el techo y la denominación de la montaña, cuando en realidad sólo aglutina a unos pocos, dejando de lado a los demás. O unas asociaciones hacen la competencia boba a otras de la misma comarca. Surgen y se apoyan iniciativas, pero siempre procurando que no te las pise el vecino.
         Se da el nombre genérico de Montaña Palentina a lugares que no lo son. Unos usan y deletrean el Carrión, cuando en realidad son Pisuerga y viceversa. Unos se escudan en el Oso o en el urogallo para frenar la marcha de otros; pero, cuando hay que acelerar el paso, ni osos, ni urogallos, ni pajaritos belloteros que valga. De carcajadas y me quedo corto. Y claro, siempre aderezado todo con el perejil de la política, que acude a todas las salsas para marcar aún más las discrepancias. ¿Por qué no se hizo en su día el pantano de Vidrieros? Este año de sequía todos nos hemos acordado de él. Y si mal no recuerdo, las protestas mayores venían de los lugares que no tienen que ver con el Carrión. Cuando se protesta sin cimientos, tarde o temprano, el culo suele quedarse al aire.
         Sí, amigo Froilán, en nuestra montaña, como en otras tierras, se dan nacionalismos de a peseta, o localismos retrógrados, como en todos los sitios, pero aquí son más acentuados o demasiados.
         Esto hace que los inconvenientes a la hora de crecer o de enterrar los olvidos, que nos ahogan, sean pedruscos en nuestro camino.
         Así evitan que esta parte tan hermosa de Palencia llegue puntual a la estación por donde pasa el tren del desarrollo que todos deseamos.
         Hay que acabar de una vez por todas con esas gilipolleces de celos geográficos.
         Hay que aunar sudores y colocar todas nuestras fuerzas sobre la misma palanca. Hay que, desde la primera localidad hasta la última, remar a un solo grito, porque remando cada uno a su aire, la piragüa se nos irá al fondo.
         Es necesario más hermanamiento entre nuestros pueblos, hacer una sola Mancomunidad de localidades de la montaña y así, cuando surja un problema gordo, se pongan todos de la mano a solucionarlo con prontitud.
         Todos esos nubarrones que he expuesto y que cubren la Montaña Palentina, dan la sensación de que van a dispersarse pronto y se abrirán claros deseados.
         La noticia, aparecida días atrás de la posible fusión de las dos asociaciones más potentes de la Montaña Palentina, con presidencia en Barruelo de Santullán y Acade, ubicada en Velilla del Río Carrión, que abrirán sus puertas y unirán sus manos para caminar juntos.
         A ellos también se les fusionará Proder Vega – Valdavia, con sede en Saldaña.
Esta unión supondrá un paso de gigante para el hermanamiento de fuerzas y lugares en la Montaña Palentina.
         Esperemos que esto sea pronto realidad y el ejemplo cunda para poder llevar esta tierra al puerto que todos deseamos.
         Dios lo quiera.

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08 octubre 1999

Notable y popular
octubre 08, 19990 Comments

En el tercer aniversario de su muerte




Cada persona lleva su pasado al libro de la vida. Y en el pasado está la vida de los nuestros. A medida que pasan los años, unas imágenes se difuminan más, otras aparecen más nítidas; las primeras se escapan, las segundas se instalan en alguna parte del cerebro, indican que vivimos intensamente una época, que conocimos otra forma de vida, que degustamos un poco el ambiente y las tradiciones del momento.

En Cervera de Pisuerga, frente al Museo Etnográfico, donde se citan artilugios de antaño, Juan y Piedad Isla quisieron rendir homenaje a sus paisanos, que fueron amigos, parientes, conocidos, miembros todos de esa gran familia que es un pueblo.

Allí estaban el retrato y la sipnosis de Froilán de la Hera, natural de Areños; Julio Rodríguez Herrero, de Villarramiel, que regentó el Hotel Rubio de Cervera; el practicante Emilio Lagar Lorenzo, que atendió más de mil partos; el almacenísta Amérito Pérez; Filo, la planchadora; Manuel Otero, el barbero.

Allí estaba la semblanza del abogado y director de banca, Mariano Cajigal Macho, que escribía a primeros de siglo un artículo en este periódico pidiendo lo que ahora Piedad le ha dado: "Sí, amigos y paisanos, yo busco un historiador que nos hable de las vicisitudes de nuestros antepasados, de su lucha por la vida, de sus hazañas guerreras, de sus instituciones sociales y familiares, de tantas y tantas cosas que serían para nosotros, sus descendientes, timbres de gloria y escuela de enseñanzas, porque, como dijo el filósofo, la historia es la maestra de la vida".

Allí estaban también la panadera de Celada de Roblecedo, que tuvo once hijos y que fabricaba el pan a los vecinos que traían su harina; el relojero que llegó de Orense; Aquilina de la Hera, que dejó su espíritu vagando en el restaurante de las afueras, motivo de alabanzas que, incluso alguno de los clientes más allegados hizo verso:

"El que busca bienestar y confort,
y quiere saborear lo mejor de lo mejor,
sin duda, sin titubeo, y con toda decisión,
le ves marchar paso firme, camino del Resbalón".

Otro tanto cuentan las crónicas de Tomás "El Sevillano", los hermanos Gallo, Manolo Nestar, Mariano Doce, Tomás Contreras, apodado el tio pedorro, que anunciaba: "Vendo medias para clérigos de lana", o "Vendo gorros para criaturas y criaturos".

Por Cervera de Pisuerga pasó, proveniente de La Vega de Saldaña, el cura Don Saturio, cuyo primer destino fue Resoba, y que ejerció como coadjutor 46 años en la villa norteña. El tío Garabito, empresario de minas; Basilio y María, de la fonda "La Deseada"; Teodora Gómez, la perruca; Tomás Ibáñez, el tío mosquito y tantos y tantos otros que vinieron antes que ellos y que dejaron un lugar, un libro impreso que de alguna manera ha recuperado para la historia de Palencia esta palentina, Piedad Isla, reportera que fue de la Agencia EFE, metida hasta los tuétanos, por su oficio de fotógrafo al que se entregó con las mejores artes, en el devenir de todos los pequeños y grandes pueblos del norte de Palencia.

Es una satisfacción, debió serlo para ella, recibir en vida un homenaje de su tierra, aunque todos no acudan, porque los homenajeados ya no viven y algunos de los paisanos han habilitado líneas rojas que se estiran y que no se rompen, que se engordan por asuntos que causaron llagas y que dejaron huellas y pesares.

Todos no acudirán, parece norma escrita, pero todos son conscientes de lo que supone pregonar lo nuestro con la devoción y el desinterés que en esta encomiable tarea ha puesto Piedad Isla.

Imagen: Gente Digital

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15 septiembre 1999

El Oso
septiembre 15, 19990 Comments

César Rueda, mi joven pariente de Polentinos, lleva bien anotadas las veces que ha visto al oso. Treinta y cinco, me dice, con un halo de incredulidad rezumando en sus ojos, propio de quien trabaja para ellos, a la orden de la Fundación Oso Pardo. Le pregunto por Guillermo Palomero, el presidente, uno de los hombres, es verdad, y a los hechos me remito, que más fe han depositado en este empeño de conservar para las generaciones venideras el escaso y magnífico legado de los osos ibéricos.




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11 septiembre 1999

Casas y hospederías
septiembre 11, 19990 Comments

Vengo de visitar el convento de San Andrés de Arroyo, donde la priora, Delia Cajigal, hermana de los herreros de mi pueblo, Pepe y Conrado, que en su día me participó toda la historia que allí dentro se mueve, me comunica, en medio de las otras religiosas, la desaparición de la cabeza del patrono, una talla preciosa que algún experto en robos sacros cortó con destreza para que luzca hoy a escondidas, quién sabe dónde, lejos de aquellas tapias.






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06 junio 1999

Asomados a esta tierra
junio 06, 19990 Comments


Nada que ver con los nacionalismos. Nada. Ni una palabra. Ni una mirada. Ni una pizca de comprensión hacia sus pautas. Para mí hay un mundo ahí afuera sin hogar y sin patria, hay un mundo con gentes de todos los colores al que me gustaría pertenecer. Para ellos, el mundo -entiendo yo- es una isla con su bandera, con su himno, con su lengua. Ellos quieren vivir en minúsculas, en solitario, sin ligaduras de ningún tipo a quien de alguna manera estuvieron unidos durante años. Quieren vivir por ellos y para ellos solos. Nada que ver con estos autosuficientes y convencidos independentistas. Nada que ver con ningún tipo de nacionalismo, ni con el nuestro.

Nada que ver con ninguna fuerza política, ni del País Vasco donde vivo, ni de Castilla, la tierra de la que procedo. La tierra de mis padres, la tierra de mis antepasados, personajes escondidos de un diario cualquiera de Miguel Delibes, al pie de Peña Labra, tocando ya las Ventas cántabras.

¿ Castilla está olvidada? 

Es el lamento eterno de quienes a diario la escribimos. Sufrimos el olvido de quienes rigieron la provincia de Palencia. Es un reproche sin añadido alguno, porque los errores y las ausencias se superan con la razón y el sentimiento. Hoy la Montaña Palentina es un universo de nuevas sensaciones para gozo y sorpresa de propios y extraños. 

Pero no es suficiente. Pero no sirve todavía de compensación. 

¿Castilla está escindida? 

Es la moda de las modas. Mientras unos buscan la reconciliación y el reconocimiento, otros piden la guerra. Todo para que se les reconozca unos privilegios que en su día la historia les concedió. Tal vez lo merecieran. Puede que fuera inmenso el honor de ostentar un reinado, pero la vida, al fin, no se mide por eso, ni siquiera por las encomiables cualidades de bondad y acogida que prodigó esta tierra. 

No caben ya más lágrimas por lo que no se hizo. Y comenzaba señalando mi alejamiento de la política porque no entiendo a los políticos. Quieren lo que no deben, buscan lo que no queremos, nos ofrecen lo que no pueden darnos. "Ahora que sí, mañana que no dijeron eso... 

Castilla está triste. Como castellano que hasta el alma me siento estoy triste con ella. A los veinte años me rebelé por esa apatía interna y entre Portillo y Laguna de Duero, escribí a escondidas una novela donde los hombres y mujeres de esta tierra estrenaban un país, el País Castellano. Fue un instante fugaz, una mirada extraña, un vago anhelo que jamás vi de verdad ni llegué a presentir entre las gentes que nacieron en ella. Yo creo que los castellanos, todos -salvo contadas excepciones-, hemos abierto puertas a todo el mundo sin preguntar de dónde venían, ni qué portaban, ni qué lengua era la suya. Y les hemos enseñado lo que sabíamos, les hemos entregado lo que teníamos. Esa forma abierta de manifestarse, cediéndonos en cuerpo y alma a veces, ha hecho que otras comunidades se aprovechen, pretendiendo, incluso, entre solapados vaivenes y medias zarandajas la última de las peticiones, el anhelo cegador de los nacionalistas catalanes y vascos: la autodeterminación, la independencia plena, aún sabiendo que tal deseo lleva aparejadas muchas pérdidas que ninguno de los pretendientes estaría dispuesto a permitirse. 

Durante estos años he observado cómo se consumían nuestras historias entre las páginas de los libros. Conocí el dolor de los castellanos más alejados y supe que se mitigaban con emplastes caseros y muchas dosis de resignación. Y digo que viví ya un simulacro de Treviño. 

Nada que ver con la apatía que hoy percibo en tantos escritos, entre tanta gente que entiende y a su manera ama un trozo de esta región nuestra. De aquí salieron muchas personas que mostraron al mundo unas tradiciones, una cultura, una forma de vida. Y aquí residen gentes capaces de retomar el pulso y la palabra y poner esta tierra en su lugar, abrazada a otras tierras, sin fronteras ni desavenencias internas, cogidos a la mano de quienes emigraron para que alcance sentido toda la generosidad y la riqueza que ahora mismo tiene como muestra Las Edades del Hombre en Palencia. Que el mundo lo admire y lo comprenda. Que Castilla lo pregone. Que todos los palentinos sepamos valorar la riqueza que aquí anida, sin más pretensión que la de dejarlo escrito para que las generaciones venideras lo agradezcan y lo sigan guardando si cabe con más fuerza. 

Palencia mirando hacia Castilla. Castilla en pie y erguida, buscando el reconocimiento, reconociéndose ella misma, con tantos lugares para vivir y ser vividos y tanta gente de aquí y de fuera asomados un fin de semana a todos los balcones de esta tierra. 

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03 abril 1999

Después del encanto
abril 03, 19990 Comments

Sigo con interés todas las historias que en los últimos años se vienen publicando en los periódicos sobre la Montaña palentina. Con interés y con preocupación. Más de lo segundo que de lo primero, porque ni machacando la piedra, como nos auguraron, se hace agujero, se consigue el afianzamiento mil veces pronosticado. Y lo sabemos. Y no podemos hacer nada.
Es importante que antes y después de estas palabras: que antes y después de este escrito, vengan otros, que canten aquellos que lo sienten y lo viven de manera distinta y que sus cantos minimicen así nuestro presunto abatimiento.




Si hay cien personas en un pueblo y a las cien les preguntan lo mismo, te darán cien respuestas distintas. Sabes que habrá cien puntos encontrados, cien capítulos de una historia diminuta que lo aúnan todo: progreso y decadencia, envidia y duelo, desprecio y remordimiento...

Todo el mundo sabe desde hace mucho tiempo que los pueblos se mueren. No se puede evitar que mueran las personas que trabajan en ellos, aquellos que mantuvieron viva la llama de tantas historias. Lo sabemos y lo asimilamos. Pero tampoco se puede vivir respirando paisaje, ni llevando como principio fundamental al oso, al rebeco, a las garduñas, el respeto a los bosques, la sumisa entrega a las pautas de moda como la ecología...

Y esto lo saben, también deben saberlo, quienes planifican su futuro. Hay dos formas de ver las cosas: desde el interior, como lo ven quienes lo viven, y desde el exterior, como lo pintan quienes lo promocionan. Entonces la belleza es figurativa. La belleza es sublime para quienes nacimos en su entraña y todo lo vemos de color, por ejemplo la nieve, la distancia, la tendencia al envejecimiento de los pueblos, y en la misma línea, todo aquello que implica un freno riguroso para el crecimiento a los ojos de los visitantes, es para el lugareño un insignificante callo. Lo era, al menos. Lo fue mientras tuvimos fuerzas para esperar las soluciones que se nos prometieron, que fueron postergándose un gobierno tras otro.

Así pues, querido lector, mucho diccionario, mucho recorrido por el Norte, muchas costumbres recuperadas, pero a la hora de la verdad los habitantes siguen esperando. Y es cierto que los pueblos lucen cada día más hermosos. Se construyen nuevas viviendas, en algunos todavía se dan cita cantos y tradiciones, algunos jóvenes se casaron aquí o han venido de fuera, y como mucho, el que pudo, adquirió su segunda vivienda en la villa más próxima, lo que le permite venir de vez en cuando, abrir las ventanas, sacudir el polvo de la casa y de año en año revisar paredes y tejados.

Primero fue el canto primaveral, la explosión sincera de un sentimiento que queríamos compartir con el resto de ciudades y pueblos. Y cantamos con interés y expectación hasta que se fueron agotando nuestros cantos, hasta que disminuyeron nuestras fuerzas.

Ayer nos advirtieron que tomásemos con paciencia nuestro sino, que pronto llegaría la recuperación de nuestros pueblos. Y si, llegó el turismo rural, hubo pequeñas concesiones, se fraguaron muchas esperanzas y parece que ahí se acabó la historia.

Hemos mostrado una resignación de varias vidas, y pasados los años, pese a los cantos de nuestros escritores, pese a los reportajes y a las citas de los medios de comunicación, pese a los millones y millones que se citan para arreglo de carreteras, debemos rendirnos a la evidencia de que en la Montaña nada cambia, nada se transforma, todo se termina.

@ Sección "Fin de Siglo" en Diario Palentino, 3.4.1999
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02 marzo 1999

¿Hay alguien ahí fuera?
marzo 02, 19990 Comments

Desde pequeño, como la niña que recrea el personaje de Jodie Foster en la película ‘Contact’, siempre me sentí atraído por el misterio de otros mundos. Frente a la soledad a la que el ser humano debe encararse cada día y a los grandes acontecimientos que cambiaron la visión de las cosas, hemos tenido la suerte de nacer en una época jalonada de acontecimientos y de avances.

 

Hace unos años, cuando conocí a través de los medios de comunicación que existía una agencia en Barcelona que contrataba viajes al espacio para primeros del 2000, hice una fotocopia y se la entregué a un amigo apasionado de todo aquello relacionado con la ciencia. “Piden quince millones por un viaje de una semana” —le advertí. “¿Sólo quince millones? Eso es un regalo. ¿Tú sabes lo que eso significa?”. Y entonces comprendí que no necesitaba preguntarle más. A través de un cristal imaginario, vi mi cara de niño contemplando el cielo desde un monte cercano a nuestra casa. Éramos cosas diminutas frente a aquel Universo, enfrentados de continuo por historias insignificantes y partidas contra el tiempo.

¿Qué hacemos aquí?¿De dónde venimos?¿Qué hay más allá?

Como la investigadora que en el Desierto de Nuevo México busca tenazmente una respuesta, así la busco yo sin más pretensión que la de sentirme útil de alguna forma y cada día más convencido de que, muy pronto, desde algún recóndito lugar, nos llegará otra voz que se ha venido preguntando desde siglos atrás lo mismo que nosotros.

Hasta hace muy pocos años nuestro mayor interrogante era saber si había vida más allá, cualquier tipo de vida. Después de E.T., la gran creación de Steven Spielberg, llegaron nuevas películas abordando el mismo asunto: sofisticadas naves que proceden de otros planetas, cuerpos extraños con formas y fuerzas desconocidas que se ríen de nuestros aparatos más modernos y, como colofón, un “Día de la Independencia”, donde los americanos encuentran un resquicio para llegar hasta su nave nodriza , salvando al mundo de esa ambición dominadora que los promotores del film venían estimulando.

Primero fue el hallazgo de un planeta que gira alrededor de la estrella 47 de la Osa Mayor, a 34 años luz de la Tierra, y al menos dos veces y media la masa de Júpiter. El segundo es un planeta que gira alrededor de la estrella 70 de la Constelación de Virgo. Su masa es seis veces superior que la de Júpiter, y sus condiciones atmosféricas puede que sean peores. Y después fue el hallazgo de un planeta que gira alrededor de la estrella 51 de Pegaso, a 42 años luz de la Tierra, descubierto desde el observatorio de Ginebra por los suizos Mayor y Queloz. Los científicos intuían que antes del fin del pasado siglo, un satélite europeo lanzado al espacio pudiera detectar la existencia de mundos lejanos. La NASA tiene previsto lanzar hacia el año 2010 el telescopio Planet Finder, compuesto de cinco espejos de entre uno y dos metros de lado por 90 de largo, para gravitar en torno a Júpiter y buscar planetas semejantes donde pudiera existir sustancia necesaria para la vida, como el ozono, el oxígeno y el bióxido de carbono.

“La importancia del agua es decisiva. —señala David Des Marais, bioquímico de la NASA— El agua es un medio perfecto para que las sustancias orgánicas que contienen carbono, se disuelvan y reacciones unas con otras de mil maneras”.

En un tranquilo paisaje rural, 50 km. al noroeste de Boston, Massachusetts, se encuentra el radiotelescopio Beta, equipado con una antena parabólica de 25 metros de diámetro, que puede detectar señales extraterrestres de mil millones de canales. El director de este proyecto, Paul Horowitz, físico de Harvard, asegura: “A mí no me cabe la menor duda de que hay vida inteligente en el, se lo aseguro. ¿Que si hay vida en nuestra galaxia?: Las probabilidades son enormes. Lo difícil es que los seres inteligentes de la galaxia nos transmitan señales de radio en la longitud de onda que esperamos y con la potencia necesaria para que la captemos”.

Vivimos en un mundo donde el avance tecnológico es un manifiesto permanente. Como seres inteligentes no descartamos la posibilidad de vida humana en lugares lejanos y desconocidos. Ya no vamos a la luna para pisarla únicamente, o para conquistarla; ahora, más que nunca, una vez localizado el agua, queremos ir a vivir en ella, porque como el guionista manda decir a Jodie Foster en ‘Contact ‘ , “a lo largo de nuestra vida, el vacío se ha hecho soportable porque nos tenemos unos a otros”. Y acaso la obsesión por buscar compañía fuera de la Tierra les lleve a nuestros investigadores cada día más cerca de un hallazgo.

Entonces puede que reconozcamos que alguien vive en condiciones superiores ahí fuera, con otra organización y otro sentido de las cosas.
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