ORÍGENES

25 enero 2009

La tradición oral de Palencia
enero 25, 20090 Comments

La Diputación de Palencia ha presentado estos días el "Archivo de la tradición oral de Palencia", que recoge los registros sonoros de mi gran amigo, el compositor residente en Tarragona, Luis Guzmán Rubio. Se realizaron a partir del año 1959 y representan algunas de las primeras grabaciones folklóricas de Castilla y León.



Froilán de Lózar | Tremaya

Luís Guzmán Rubio, hijo del insigne maestro Ricis escribe y describe la montaña a través de la música. Desde que llegó como maestro a San Felices de Castillería, a los 21 años, se impregnó del paisaje y las costumbres y aunque la vida le obligo a emigrar fuera, no ha dejado de promocionar todas las recopilaciones de su malogrado padre. Luis Guzmán me espera a la una de la tarde a la puerta de la iglesia de Tremaya.

“Me vi obligado a entrar en el folklore por la muerte de mi padre. Yo estaba de maestro en Tremaya y aquel año, en 1945, el Consejo Superior del Instituto de Musicología convocó un concurso de recopilaciones de canciones y temas populares en toda España. Decidí participar al encontrarme con el trabajo que mi padre había recogido -¿quién iba a pensar que se iba a morir a los 48 años?-, por los pueblos de Palencia y especialmente por la Montaña Palentina. Las primeras obras de la montaña son de 1941, pero antes ya tenia recogido mucho trabajo de la parte sur. Recopilaciones que hizo para las armonizaciones de las obras que cantaba la Coral Filarmónica Palentina. Todo ese material, aproximadamente unos 80 apuntes, procuré completarlos añadiendo otros que solicitaba la convocatoria nacional. Cuando desde Tremaya pasé a ser director de la banda de Cervera, entré en contacto con la Sección Femenina y el Hogar Pilar Madrazo, y empecé los escarceos de coros y la búsqueda de canciones paro los concursos provinciales y nacionales. A los dos años empecé a mandar trabajos modestos y de ese modo conseguí premios y accésit importantes. Una de las colecciones más completas fue la que remití con el lema Nuestra Señora del Castillo, de Cervera.

  • Un buen hijo. Un buen padre 

“Lo de mi padre ha sido especial siempre en toda la familia. En mi hermano Antonio y en mi, ha sido de locura. Yo soy quien soy por mi padre, de tal suerte que tengo algunas placas dedicadas a mi trabajo y siempre aparece la frase: “En homenaje al maestro Luis Guzmán Ricis, en la persona de su hijo Luís Guzmán Rubio”, y esto me llena de orgullo. No es menos cierto que he aportado al cancionero palentino algún centenar de canciones recopiladas por mí, pero es un trabajo que tengo abandonado para dar prioridad a la obra de mi padre. Más que nada, por la persona humana y artista que era, malogrado, que entregó su vida musicalmente a Palencia como nadie lo ha hecho”. 

  • Maestro de Claudio Prieto

“Normalmente, a los artistas se les reconoce después de muertos. La música de Claudio Prieto es música universal, no asequible desgraciadamente al pueblo por nuestra incultura. Esto sucedió también con Stravinski y ahora sus obras están en la cumbre. Cuando la Coral Filarmónica Palentina puso en su programa dos obras de Rabel, causó profundo extrañeza en el mundo musical. Eso es un poco lo que le sucede ahora mismo a Claudio, al que también le falta un mentor”.
 
  • El primer contacto con la música en la montaña

"Elegí este destino, entre otras razones, por el asombro de belleza que le produjo a mi padre cuando dos años antes la conoció y recogió las preciosas canciones que luego de armonizarlas, serían: ‘La mozuela de Camasobres’, ‘¿Dónde vas a por agua?’, algunas dictadas por Saray Plaza y otras mozas de Camasobres y, ‘No quiero tus avellanas’, que le dictó Manuel Nestar. El primer contacto con la música en sus pueblos queda reflejada en el acta de inspección de la escuela mixta de San Felices de Castillería: "...de la música y con especial preparación para ella, ha sabido traer a la escuela el divino encanto de las canciones regionales que los niños saben cantar...", pero, además, cultivábamos la poesía y a los niños se les daba bien recitarla; ¿recordáis ‘Toriano y Sandalio’, ‘La loba parda’, ‘El 2 de mayo’...?Recuerdo la asistencia como un mozo más a las romerías de Nuestra Señora de las Nieves, San Justo, San Lorenzo y antes Santiago y Santa Ana. La explosión de fiestas de Nuestra Señora y San Roque, las más de las veces amenizadas a golpes de tambor y pandereta con las bonitas tonadas cantadas por las encantadoras mozas; las menos de las veces, amenizadas por un acordeonista, que creo, era de Reinosa y se llamaba Pepe Luis. Las fiestas grandes de San Juan y San Pedro, en Aguilar de Campóo, con bandas de música y coros; San Antonio en Guardo, con festivales folklóricos; Nuestra Señora en Cervera, con brillantes festivales en su plaza portátil -imborrable recuerdo el acto de imponer al estandarte de Peña Aguilón una corbata por el ilustrísimo Ayuntamiento de Cervera de Pisuerga—; las fiestas del Carmen en Barruelo y tantas otras... El recuerdo de las corales de Barruelo, bajo la dirección de Nicolás Torre, Peña Aguilón, con José María Monzón al frente, que cubrió una amplia y bonita época de Aguilar: ¡qué misas pontificales!; las corales de Cervera, de Guardo... Las bandas de música de Cervera, que fundara Dionisio Cuadrado; las bandas de Guardo, con remotos antecedentes de sus directores Amón, Cermeño, Pepe Rueda, Eladio Villacorta, y con gentes como los Rueda, Ventura Huertes, Ferino, Tito Bravo y tantos otros. 

Posteriormente, las academias de música que tuve el honor y orgullo de dirigir y de las cuáles salieron alumnos que supieron sacar provecho económico a la música, algunos destacados profesionales; y por la de Guardo, donde inició parte de su andadura nuestro entrañable Claudio Prieto, que llena de orgullo a Muñeca, pueblo que lo vio nacer, Palencia y a España entera, como genio destacado de la música universal. El intercambio de actuaciones con Aguilar, Saldaña, Potes, Guardo, Palencia... La Coral Filarmónica Palentina, la Coral Vaccea de Palencia; Coral Lancaster, el milagro de la Coral Carrionesa, la Coral de Saldaña, las corales de Barruelo y Aguilar, ya citadas. La Coral de Guardo, con Allende al frente, los grupos de Astudillo, Villada, Ampudia, dulzaineros todos de Palencia. Remontando tiempos más lejanos y recordando a las bandas de música que tuvo la provincia de Palencia. Carrión de los Condes (maestros Caro, Valbuena, Goriba); Cisneros, Marcelino Toledo; Dueñas, Paredes de Nava, Castellanos; Saldaña, Julián Torres; Torquemada, Emilio León; Villada, Fermín Abad; Villarramiel, Santos Antolín; Herrera de Pisuerga, José Zurita, y otras, dejando para el final la Banda Municipal de Música de Palencia, orgullo de los palentinos, y de cuya academia salieron legiones de profesionales que dieron prestigio a la tierra que los vio nacer. Las orquestinas de baile de Barruelo, dos o tres; El Chato, en Aguilar; El Vasco, Los Charutos y Los Lirios en Guardo”.

Para saber más:
"Cervera, Polentinos, Pernía y Castillería, de Froilán de Lózar; Editorial Aruz, Primera edición Julio de 2008, Segunda edición, Julio de 2009

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22 enero 2009

Leyenda y realidad del lobo (I)
enero 22, 20090 Comments

Procuro distraerme y distraerles con historias que han ido llegando hasta nosotros desde lugares que a su modo las viven y soportan también. En México alcanzaron notable difusión las leyendas acerca de los lobos. Para los indígenas más ancianos el alma de un lobo nunca desaparece de este mundo. Por aquellas tierras, hacia el siglo XVII, toma vida la leyenda de Zaclatán, donde se cuenta la lucha feroz de un hombre y una bestia en la que los dos pierden la vida. Los escritores de allá, impresionados por esa lectura, explican así la estela que se levanta en el lugar del combate para conmemorarlo. En la misma se aprecia al cazador y al lobo abrazados y por debajo la consignación de la leyenda.


Pero tampoco es necesario viajar tan lejos para encontrarnos con leyendas que nos acercan a los lugares y sus gentes, y en las que se explican los miedos de lugar, los vínculos que marcan un determinado comportamiento y donde entre líneas asoma una buena parte de la historia verdadera.

Es el caso de “La Reina loba”, como se la conocía a una mujer en la provincia de Orense, que obligaba a sus súbditos a la entrega frecuente de alimentos, obligación en la que iban turnándose las familias para evitar así su ira.

En Otero de Bodas (Zamora), cuenta la leyenda que su fundador, condenado por la maldición de una muchacha a la que mancilló, mataba a las mujeres con las que se desposaba y para no dejar rastros, echaba sus cuerpos a los lobos.

El Ayuntamiento zamorano de Puebla avanza en un proyecto de recopilación de historias y leyendas que sobre el lobo se van tejiendo en las comarcas fronterizas de Sanabria y el Parque Natural de Monteshinos, en Portugal. En el mencionado proyecto trabajan el naturalista Luis Riesgo y el investigador Joau Pedro Galhano, al parecer, muy volcado desde hace años en la interpretación de las relaciones entre el hombre y el lobo.

Aunque personalmente no le vea justificación a ese dinero que los gobiernos destinan a la conservación de los animales, cuando tanto se lo niegan al hombre para que dignifique el entorno donde vive, si le encuentro cierto sentido a la participación de la Junta de Castilla y León en este Centro del Lobo. La comarca de Sanabria y Carballeda, alberga en la actualidad la mayor población del lobo en la península ibérica y una de las mayores de Europa, y otro tanto sucede en el Parque del País vecino que se alía también para llevar a cabo esta empresa. En Asturias, asimismo, la figura del lobo es controvertida y polémica. En agosto del pasado año, uno de los colaboradores de Félix Rodríguez de la Fuente, el biólogo Carlos Sanz, capitaneó la exposición denominada: “leyenda y realidad del lobo ibérico”. La muestra de Belmonte estaba compuesta por objetos y fotos cedidas por entidades y particulares con las que, probablemente, se pretende suavizar esas voces de la población que afectados por los ataques de la fiera, están pidiendo su cabeza. Los especialistas tratan de demostrar la importante labor que este animal desempeña en el equilibrio biológico de los ecosistemas en los que habita, aunque desde el mismo Fapas se reconoce como una especie ecológicamente muy compleja y que interfiere en muchas ocasiones en los intereses de la gente que vive del campo.

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12 enero 2009

La Historia de Pernía
enero 12, 20090 Comments

Valentín Ruesga Herreros, hermano del investigador Laurentino Ruesga quiere compartir con nosotros el estudio y las últimas reflexiones sobre nuestro territorio. En este meritorio trabajo, volvemos a encontrar momentos de esplendor y de sombras.


Pernía: Ordenación territorial y mandatarios. Siglos X-XIII


  • Por Valentín Ruesga Herreros
En la Edad Media española, no disponiéndose de documentos específicos relativos a la ordenación territorial y a los mandatarios de una determinada región o comarca, el estudio de la documentación ordinaria, especialmente la referente a cesiones, donaciones o transmisiones otorgadas o confirmadas por las autoridades de la zona, puede servir para conocer características y detalles de su administración y de sus mandatarios. Esta documentación se encuentra principalmente en los archivos y cartularios de iglesias y monasterios, verdaderos depositarios del acervo documental y cultural de la época.

En Pernía, tomando esta denominación en sentido amplio para designar a la zona que en su momento constituirá la parte palentina de la merindad de Liébana y Pernía, se puede recurrir principalmente a los documentos de la Abadía de Lebanza y a los de los monasterios lebaniegos de Santo Toribio y Piasca. Aunque la documentación no es muy abundante, puede servir para formarse una idea de la evolución de la ordenación territorial de Pernía y para conocer a los dignatarios que tuvieron autoridad sobre ella entre los siglos X y XIII, el final de la Alta Edad Media y la plenitud del Medievo. Son muy escasos los documentos anteriores a esta época que hagan referencia a términos relacionados con Pernía y el más antiguo sería la controvertida Hitación de Wamba, del año 676. Este documento se tiene por apócrifo y redactado a finales del siglo XI; de buena parte de los documentos antiguos y en especial los anteriores al siglo XII, se conservan solamente copias manipuladas o redacciones elaboradas con posterioridad a las fechas que en ellas figuran, con el objeto de acreditar posesiones y derechos adquiridos, pero aun así puede suponerse que tienen valor histórico, de no ser que refieran hechos inverosímiles o en contradicción con documentos de incuestionable autenticidad. De esta forma, la Hitación de Wamba fija los límites de la diócesis leonesa, entre otros términos, por Liébana, Cervera y Peñas Negras, lo que indicaría, si el documento tuviese una base real, que ya entonces se conocerían con tales nombres esta comarca cántabra y estos asentamientos en Pernía. Con la invasión árabe es posible que Pernía, como las demás tierras castellanas al norte del Duero, fuese abandonada por los cristianos, pero el siguiente documento a considerar, que es de 818 y se encuentra en el Archivo Histórico Nacional, recoge el acta de fundación del monasterio de Naroba, en Liébana y a él se incorporan heredades en Cervera, Arbejal y Resoba, indicando así que ya ha comenzado la repoblación foramontana en esta comarca. Ya a principios del siglo X Alfonso III cede conjuntamente a las sedes episcopales de Oviedo y León la jurisdicción eclesiástica sobre el territorio comprendido entre Astorga y el río Carrión, hasta su confluencia con el Pisuerga y en 916 Ordoño II pone bajo la dependencia de la sede de Santa María de León a los términos de Cervera, Peñas Negras y Liébana, entre otros.

De todo lo que antecede se deduce que entre las comarcas de Liébana y Pernía se establece, de forma que puede decirse natural, una relación que se mantuvo casi permanentemente, mientras que por otra parte parecen perfilarse los términos de Cervera y Peñas Negras como los núcleos de futuras demarcaciones territoriales de la comarca perniana, el primero por estar situado en la zona más favorecida geográficamente y el segundo por su posición estratégica. Después de estos precedentes, del año 932 es el documento en el que figura el primer mandatario conocido de Pernía; se trata de la escritura por la que el conde Alfonso y su mujer Justa conceden al abad Gonzalo la iglesia de Santa María de Lebanza, con numerosas posesiones e iglesias en tierras palentinas y cántabras, afirmándose también que Alfonso es hijo del conde de Saldaña, Diego Muñoz. El documento se conserva en el Archivo Histórico Diocesano de Palencia y procede de la Abadía de Lebanza; no es documento original, sino copia del siglo XII y se supone ampliamente manipulado e interpolado, reflejando más las circunstancias y situación de la época en que fue copiado o redactado que las de las fechas a las que se refiere el propio documento, del que, no obstante, podría aceptarse el fondo histórico. Alfonso es citado también en documentos del cartulario de Santo Toribio de 924 a 952, dándosele en ellos el título de conde, que en aquella época no tenía el carácter de título nobiliario, sino que más bien era el magnate a quien el monarca encargaba gobernar y administrar en su nombre un determinado territorio. Aunque también algunos documentos lebaniegos ofrecen muchas dudas acerca de su autenticidad, de todo esto parece deducirse que el conde Alfonso tenía jurisdicción sobre extensos territorios del norte de Palencia y del occidente cántabro, de forma que el condado de Liébana debía incluir también Pernía y sus titulares gobernarían con frecuencia ambas comarcas De los términos de Pernía que se citan en el documento de 932 se dice en un párrafo “…in suburbio castello que vocitant Petras Nigras, locum prenominatum Nebantia, territorium cerbariense” y en otro “Et in territorium Petras Nigras, in Carreçedo, ecclesia Sancte Leocadie…”; esto parece confirmar la idea de que Peñas Negras y Cervera vienen a ser puntos de referencia como posibles centros de sendas demarcaciones. También se dice en otro párrafo “…in alfoz de Sancti Iohanis in loco que dicitur Vidrieros ecclesia Sancte Marie…”; se da a entender aquí que en la comarca existe otro alfoz o demarcación, cuyo centro, “Sancti Iohanis”, podría ser Santibáñez de Resoba, puesto que como se verá, está acreditada documentalmente una “mandación” en Resoba en el siglo XII. Si no se trata de una descripción absolutamente manipulada, esto podría indicar que en la primera mitad del siglo X ya existía una incipiente organización territorial en Pernía, dividida en alfoces o distritos constituidos generalmente en torno de un punto fortificado o castillo.

Después del conde Alfonso, los documentos de Piasca y Santo Toribio citan al conde de Castilla Fernán González, al parecer con jurisdicción sobre Liébana entre los años 956 y 959, mientras que entre 961 y 966 los cartularios lebaniegos señalan como conde a Fernando Rodríguez; aunque no hay constancia documental que estos dos mandatarios gobernasen también en Pernía, es posible que fuese así, si bien es más probable que esta comarca palentina estuviese en estos años iniciales de la segunda mitad del siglo X bajo el control de los condes de Saldaña de la familia de los Beni Gómez, a la que parece que perteneció el conde Alfonso.

Los Beni Gómez consiguen hacia 974 la gobernación de Liébana, con lo que entonces es seguro que gobernarían también en Pernía; el conde Gómez Díaz figura en documentos de Piasca de aquella fecha; siendo citado por última vez en Liébana en 981. En 990 el cartulario de Santo Toribio calenda con García Gómez, nuevo conde de Saldaña, hijo de Gómez Díaz; en estos tiempos los Beni Gómez mantienen un enfrentamiento casi permanente con los reyes leoneses y cuando en 1017 muere García Gómez sin descendencia, parece que trata de sucederle en el condado de Saldaña su hermano Munio Gómez, casado con Elvira Favílaz y que aparecen en un documento de Santo Toribio del año 1015, haciendo donación al monasterio de la iglesia de San Julián de Congarna. A Elvira se atribuye la fundación de la iglesia colegiata de San Salvador de Cantamuda y la tradición identifica a estos magnates con los protagonistas de la leyenda, que no historia, de La Venganza del Conde, en su escenario de la Peña Tremaya. De todos modos, como se verá, hay documentos que podrían acreditar la intervención de Munio y Elvira en Pernía en estos años. Munio Gómez fallece hacia 1020 sin descendencia, mientras que Saldaña ha pasado a su primo Diego Fernández, hijo de Fernando Díaz, hermano de Gómez Díaz; Diego Fernández conserva el condado de Saldaña hasta su muerte en 1029. En 1030 aparece como condesa de Liébana Toda García, viuda de Sancho Gómez, hermano de García Gómez, que había muerto en Córdoba junto con Abderraman Sanchuelo, hijo de Almanzor, derrotados por los partidarios del califa Mohamed II. Toda García es documentada en los archivos lebaniegos hasta 1039. En 1034 es restaurada la diócesis de Palencia, hecho que vendrá a tener influencia en la organización territorial y en la gobernación de la Pernía, pues por una parte contribuirá a definir los límites con la zona de influencia de Aguilar de Campoo y por otra parte los derechos temporales que otorgarán a los obispos las donaciones regias afectarán a la configuración de las jurisdicciones señoriales de la comarca. En la confirmación de los límites de la recién restaurada diócesis según diploma de Fernando I de 1059, la zona más septentrional era el alfoz de Mudá, que debía comprender el Valle de Redondo, Castillería excepto Verdeña y Estalaya, Mudá, San Cebrián de Mudá, Salinas y otros lugares de la zona; la diócesis de Burgos no parece aceptó de buen grado esta distribución y reclamaba el alfoz de Mudá, de modo que incluso la bula de Urbano II de 1095 indica que el límite entre las dos diócesis pasaría entre Redondo y Mudá, quedando esta última zona para Burgos; la reivindicación no debió tener efectividad y finalmente la totalidad del alfoz de Mudá quedó incluido en la diócesis de Palencia y después también en la merindad de Pernía. De 1037 es el documento según el cual Elvira Favílaz, viuda de Munio Gómez, pone a la iglesia de San Salvador de Cantamuda bajo la dependencia directa de la sede de Santa María de León, donando además a la catedral leonesa un crecido número de posesiones en Pernía, Liébana y Saldaña, confirmándose esta donación en 1069 y señalándose que dicha iglesia (“arcisterium”) había sido fundada por ella. Se recogen estos documentos en el libro Tumbo de la Catedral de León, habiendo además otra copia del primero en el archivo catedralicio. Los documentos no son originales, pues el libro se confeccionó a finales del siglo XII, siendo el último documento incluido de 1171; de este modo, los documentos podrían estar interpolados y se podría decir de ellos lo mismo que del diploma del conde Alfonso de 932, pero también podrían confirmar el posible dominio de Munio y Elvira sobre Pernía en los años iniciales del siglo XI, registrando además estas escrituras por primera vez el nombre de esta comarca El primer documento dice “Et ipso monasterio Sancti Salvatoris qui est in Pernia in Campo de Muga non longe Castrum (castillo) Tremaia…”, mientras que en el segundo se copia erróneamente “Pronia”. Entre los lugares que citan, algunos de difícil identificación, en la primera escritura se dice “et in rivulo de Obles monasterium Sancta Maria et Sancti Tirsi,…”, añadiéndose en el segundo “…qui sunt in alfoce de Tramaia.”. Se señala así la existencia de un nuevo alfoz que se acredita, como se verá, por la documentación de una “tenencia” en Tremaya en el siglo XII. El “rivulo de Obles”, forzándolo mucho, podría ser el río que sale de la Cueva del Coble o Cobre, que pasa por el “alfoce de Tramaia” donde están “monasterium Sancta Maria et Sancti Tirso”, ¿las iglesias de Tremaya y Los Llazos?. En cuanto al término Pernía podría aplicarse aquí al primitivo alfoz de Peñas Negras, aunque más adelante parece que se aplica más bien a toda la comarca que constituirá la futura merindad, conjunto de los cinco alfoces que se han mencionado y que se acreditarán documentalmente como entidades administrativas propias y separadas: Cervera, Peñas Negras, Resoba, Mudá y Tremaya. Hacia el año 1040 los hermanos Munio y Guter Alfonso gobiernan en Saldaña, Cea y otros términos y probablemente también en Pernía y Liébana, puesto que descendían de esta última comarca, no siendo por tanto de los Beni Gómez; confirman varios documentos de Piasca, pero a partir de 1047 es conde de Carrión, Saldaña y Liébana Gómez Díaz, hijo de Diego Fernández y que figura en documentos de Santo Toribio y Piasca de los años cincuenta, hasta su fallecimiento en 1057. A partir de 1064 y hasta 1085 los cartularios de Santo Toribio y Piasca registran a Pedro González como conde de Liébana, del que no hay constancia documental de que tuviese intervenciones en Pernía; en 1089 parece que gobierna en Liébana el conde Martín Alfonso, de la familia procedente de esta comarca a la que se ha hecho referencia; era asimismo conde de Cea, por lo que es probable que tuviese también el gobierno de Pernía. En los últimos años del siglo XI es conde de Carrión, Saldaña y Liébana Pedro Ansúrez, sobrino del conde Gómez Díaz y casado en primeras nupcias con Ailo Alfonso, hermana de Martín Alfonso. Fue personaje importante en la corte de Alfonso VI, quien le encargó la repoblación de Valladolid. Pedro Ansúrez fue el último conde de Saldaña y el último Beni Gómez que como tal tuvo dominio sobre Liébana y Pernía. Falleció en 1117 y tras esto, ambas comarcas parece que salieron de la esfera de influencia de Saldaña, constituyendo una entidad territorial y administrativa aparte, con “tenencias” o “mandaciones” propias y cuyos titulares y los de los alfoces o distritos que las constituían figurarán en la documentación de esta época. Es ahora figura destacada el conde Rodrigo González de Lara, cuñado de la reina Urraca, hija de Alfonso VI; es titular de numerosas “tenencias”: Trasmiera, Asturias de Santillana, Castilla, Campoo, Liébana; figura en documento de Piasca de 1122 además como “mandante” de Peñas Negras, mientras que Fernando Pérez lo es de Cervera y Mudá. Fernando Pérez es hijo de Pedro Ansúrez y tenía también dominio sobre San Román de Entrepeñas, en Santibáñez de la Peña. En documento de Piasca de 1125, copia del siglo XVIII, Rodrigo González de Lara figura como señor de Asturias, Aguilar, Liébana y Pernía; este último término englobará seguramente todo el territorio palentino que se integrará en el futuro en la merindad de Liébana y Pernía. Enfrentados los Lara con Alfonso VII, el conde Rodrigo cede o ha de compartir sus “tenencias” con el conde Osorio Martínez; posteriormente se reconcilia con el rey y tras un viaje a Tierra Santa, fallece en 1143. En 1142 Alfonso VII y su mujer Berenguela conceden al obispo de Palencia, Pedro y al abad de Santa María de Lebanza, Pedro Humberto, inmunidad a la Abadía con sus términos y posesiones; gran parte de éstas son las mismas que se mencionaban en el documento del conde Alfonso de 932, nombrándose también ahora los alfoces de Cervera y San Juan.

A partir de 1143 figura como “mandante” en Liébana Pedro González, documentándose en Santo Toribio y Piasca hasta el año 1157, no habiendo referencias de actuaciones suyas en Pernía.

En 1162 el cartulario de Piasca cita al conde Gómez González de Manzanedo como “potestate” en Liébana y Pernía; de 1165 es un documento del archivo de Lebanza por el que la Abadía recibe una donación de una casa en Vergaño, que es confirmada por “domno Gomez et Gonzalvo roiz mandantes Cervera et Petras Nigras, Guterri Pétriz, Mudave”; Gómez será Gómez González de Manzanedo, que comparte la “mandación” de Cervera y Peñas Negras con Gonzalo Roiz, miembro éste, según algunos investigadores, de la casa Ceballos; según documentos de Piasca debían tener también el gobierno de Liébana, mientras que Guter Pérez dirigía el alfoz de Mudá. Una donación al monasterio de Piasca de 1172 es confirmada por el conde Gómez conjuntamente con los hermanos Gonzalo y Álvaro Roiz, como “tenentes” de Cervera, Peñas Negras y Mudá, suponiéndose que tendrían también la “tenencia” de Liébana.

A partir de 1178 y hasta 1187 figura como señor de Liébana el conde Fernando (Núñez de Lara) junto con Gonzalo y Álvaro Roiz alternativamente; en documento de Lebanza de 1181 figuran el conde Fernando y Álvaro Roiz como “tenentes” de Cervera y Peñas Negras.

De 1181 es el conocido documento por el que Alfonso VIII “dona, concede y confirma” al obispo de Palencia y tío suyo, Raimundo, el monasterio de San Salvador de Cantamuda con todas sus posesiones y pertenencias, así como un buen número de lugares y posesiones en Pernía y Liébana. Estas concesiones se hacían a título de compensación por la disminución de réditos y beneficios que experimentaba el obispado con los nuevos fueros otorgados a Palencia, por lo que cabe deducir que la concesión real alcanzaría solamente al dominio territorial o solariego de los lugares o posesiones donados, sin que confiriese derechos jurisdiccionales sobre los mismos, que se supone serían conseguidos con la consolidación del régimen señorial con los Trastámaras y la concesión del título condal a los obispos de Palencia.

Entre 1188 y 1192 figuran Gonzalo y Álvaro Roiz “ambo fratres tenentes” de Liébana, suponiéndose que esta “tenencia” alcanzaría también a Pernía. Con fecha 1193 y procedente del archivo de Lebanza, una escritura de compra-venta entre particulares de heredades en Carracedo y Liébana, es confirmada por Guter Roiz como “tenente” de Cervera, Peñas Negras, Mudá y Tremaya; también confirma Rodrigo Gutiérrez (Girón), mayordomo de Alfonso VIII y que según documentos de Santo Toribio de estos años, es “tenente” en Liébana. En otra escritura de Lebanza de 23 de octubre de 1194 figura Gonzalo Rodríguez Girón en Liébana, Pedro Rodríguez de Guzmán en Cervera, Peñas Negras y Tremaya y Gil Gómez (de Manzanedo) en Resoba. Gonzalo Rodríguez era hijo de Rodrigo Gutiérrez y también fue mayordomo de Alfonso VIII, Enrique I y Fernando III; era “tenente” en Liébana en 1206, acompañado en Cervera y Peñas Negras por Pedro Fernández, según documentos de Santo Toribio; en 1221 y 1223 figura como señor de Liébana y Pernía en los documentos de Piasca, mientras que en una escritura de Lebanza de diciembre de aquel último año confirma como “mandante” de Liébana, Peñas Negras y Cervera.A partir de los años finales del siglo XII comienza a ser habitual que entre los personajes que confirman los documentos jurídicos figuren los merinos, funcionarios de la justicia. Desde el punto de vista administrativo, se van configurando así Liébana y Pernía como una de las 19 merindades menores dependientes de la Merindad Mayor de Castilla, cuyo titular era nombrado por el rey. En 1232 es “tenente” de Liébana, Pernía y Asturias Rodrigo González Girón, hijo de Gonzalo Rodríguez; fue también mayordomo del rey Fernando III y debió conservar la “tenencia” de Liébana y Pernía hasta su muerte en 1256, pero en ocasiones, probablemente por ausencia, le sustituyen en el cargo otros personajes: en 1239 y 1253 figura Diego Rodríguez y en 1247, Álvaro Fernández.Después de Rodrigo González Girón figura en los documentos de Piasca Pedro Núñez de Guzmán gobernando en Liébana y Pernía por lo menos entre 1260 y 1264; este magnate es también el primer Adelantado Mayor de Castilla, cargo que venía a sustituir al de Merino Mayor y que tenía ambién atribuciones de carácter militar. Con la creación de la figura del Adelantado Mayor parece que finaliza el régimen de las “tenencias” o “mandaciones” en la gestión territorial; se conservará la condición administrativa de las merindades menores, entre ellas la de Liébana y Pernía, si bien a partir principalmente del reinado de Alfonso XI y sobre todo con los reyes de la dinastía Trastámara, en muchos territorios se constituirá y consolidará el régimen de los señoríos jurisdiccionales de carácter hereditario.


El cuadro se ha dividido para hacer más llevadera la lectura. Para comprenderlo basta fijarse en las fechas y los lugares sobre los que tiene su potestad el gobernante

(L)=Documento de Lebanza
(P)=Documento de Piasca
(ST)=Documento de Santo Toribio
(-)=Supuesto

Liébana


924 Alfonso (ST-L), [952]
956 Fernán González (P-ST), [959]
961 Fernando Rodríguez (ST-P), [966]
974 Gómez Díaz (P)(Carrión Saldaña), [981]
986 García Gómez (ST) (Saldaña), [1017]
1015 Munio Gómez (-), (Saldaña), [1020]
1016 Diego Fernández (-), (Saldaña), [1029]
1030 Toda García, (ST-P), [1039]
1040 Munio Alfonso, (-), +Guter Alfonso (Cea, Saldaña), [1047]
1047 Gómez Díaz , (ST-P), [1057]
1064 Pedro González, (ST-P), [1085]
1089 Martín Alfonso (P), (Cea), [1093]
1101 Pedro Ansúrez, (P), (Carrión, Saldaña), [1117]
1122 Rodrígo González de Lara, (P)
1125 Rodrígo González de Lara, (P)
1132 Osorio Martínez, (P), [1143]
1143 Pedro González, (ST-P), [1157]
1162 Gómez G. Manzanedo, (P), [1178]
1165 Gómez G. Manzanedo +Gonzalo Roiz , (-)
1172 Gómez G. Manzanedo +Gonzalo Roiz +Alvaro Roiz, (-)
1178 Fernando Núñez de Lara +Gonzalo Roiz, (P), [1187]
1181 Fernando (Núñez de Lara) +Alvaro Roiz, (-)
1188 Gonzalo Roiz +Alvaro Róiz , (P) [1192]
1193 Rodrígo Gutiérrez Girón (L)
1194 Gonzalo Rodríguez Girón (L), [1232]
1206 Gonzalo Rodríguez Girón (ST)
1221 Gonzalo Rodríguez Girón (P)
1223 Gonzalo Rodríguez Girón (L)
1232 Rodrígo González Girón, (P) [1256]
1239 Diego Rodríguez, (P)
1249 Alvaro Fernández, (P)
1253 Diego Rodríguez, (P)
1260 Pedro Núñez de Guzmán (P) [1264]
 

Pernía


1125 Rodrígo González de Lara, (P)
1162 Gómez G. Manzanedo, (P) [1178]
1221 Gonzalo Rodríguez Girón (P)
1232 Rodrígo González Girón, (P) [1256]
1239 Diego Rodríguez, (P)
1249 Alvaro Fernández, (P)
1253 Diego Rodríguez, (P)
1260 Pedro Núñez de Guzmán (P)

Peñas Negras


1122 Rodrígo González de Lara, (P)
1165 Gómez G. Manzanedo +Gonzalo Roiz , (L)
1172 Gómez G. Manzanedo +Gonzalo Roiz +Alvaro Roiz, (-)
1181 Fernando (Núñez de Lara) +Alvaro Roiz, (-)
1193 Guter Roiz (L)
1194 Pedro Rodrígeuz de Guzmán, (L)
1206 Pedro Fernández (ST)
1223 Gonzalo Rodríguez Girón (L)

Cervera


1122 Fernando Pérez, (P) [1133]
1165 Gómez G. Manzanedo +Gonzalo Roiz , (L)
1172 Gómez G. Manzanedo +Gonzalo Roiz +Alvaro Roiz, (P)
1181 Fernando (Núñez de Lara) +Alvaro Roiz, (L)
1193 Guter Roiz (L)
1194 Pedro Rodríguez de Guzmán (L)
1206 Pedro Fernández, (ST)
1223 Gonzalo Rodríguez Girón (L)

Mudá y Otros


1122 Fernando Pérez, (P)
1165 Guter Pérez (L)
1172 Gómez G. Manzanedo +Gonzalo Roiz +Alvaro Roiz, (P)
1193 Guter Roiz, (Tremaya) (L)
1194 Pedro Rodríguez de Guzmán, (Tremaya) (L)
Gil Gómez de Manzanedo, (Resoba) (L)


Posible distribución de los alfoces de Pernía; entre paréntesis se indican los lugares desaparecidos o despoblados.


Alfoz de Peñas Negras
Areños
Camasobres
(Caminos)
(Carracedo)
Casavegas
El Campo
Lebanza
Lores
(Peñas Negras)
Piedrasluengas
San Salvador de Cantamuga
Vañes
(Villanueva de Vañes)
Alfoz de Tremaya
Estalaya
Los Llazos
Tremaya
Verdeña
Alfoz de Cervera
Arbejal
Cervera de Pisuerga
Colmenares
Dehesa de Montejo
Gramedo
Ligüérzana
Rabanal de los Caballeros
Vado
Valsadornín
Alfoz de Resoba
La Lastra
(La Robla de Arbejal)
Polentinos
Rebanal de las Llantas
Resoba
Ruesga
San Martín de los Herreros
Santibáñez de Resoba
Triollo
Ventanilla
Vidrieros
Alfoz de Mudá
Barcenilla
Celada de Roblecedo
Herreruela de Castillería
(Llanillo)
Mudá
(Quintanahernando)
Quintanaluengos
(Roblecedo)
Rueda
Salinas de Pisuerga
San Cebrián de Mudá
San Felices de Castillería
San Juan de Redondo
(San Martín de Redondo)
Santa María de Redondo
Vallespinoso
Vergaño

  • Fuentes consultadas
-Basterra Adán, Miguel Vicente: Despoblados de los altos valles del Pisuerga y del Carrión, es.geocities.com/despoblados_de_la_montana/index.htm
-Canal Sánchez-Pagín, José María, Gordaliza Aparicio, Roberto: Don Rodrigo Gustioz, magnate palentino del siglo XII , dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=1098280&orden=0
-Cawley, Charles: Medieval Lands, Foundation for Medieval Genealogy fmg.ac/Projects/MedLands/Contents.htm
-Estepa Díez, Carlos: El alfoz castellano en los siglos IX al XII dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=122044
-Francia Lorenzo, Santiago: Territorio Perniano (de Matías Barrio y Mier) dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=1098417&orden=0
-García Guinea, Miguel Ángel: El Románico en Palencia, El Románico en Santander
-Lózar, Froilán de: Cervera, Polentinos, Pernía y Castillería, Ed., Cultura y Comunicación, 08
-Martínez Díaz, Gonzalo: Restauración y límites de la diócesis palentina, dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=2487150&orden=0
-Montenegro, Julia: Colección diplomática de Santa María de Piasca: (875-1252)
-Pérez de Urbel, Justo: Historia del Condado de Castilla
-Pérez Mier, Laureano: El Condado de Pernía
-Ruesga Herreros, Laurentino: La Merindad de Liébana y Pernía. Apunte histórico
-San Martín Payo, Jesús: La más antigua Estadística de la Diócesis Palentina (a. 1345) (Becerro de los Beneficios de la Catedral de Palencia) dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=2485814&orden=0
-Torres, Margarita: Linajes nobiliarios de León y Castilla: Siglos I IX-XII

© Ruesga Herreros, Valentín. Enero de 2009


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08 enero 2009

Crónica de una década
enero 08, 2009 2 Comments

No importa mucho quién vuelva sus ojos sobre la historia para rememorarla. Lo que importa de verdad es escribirla, sacarla del olvido, mostrar los tiempos convulsos que nuestros paisanos sortearon a veces con lo mínimo en unos días complicados para todos, como los que preceden a la Revolución minera de 1934 en Guardo y los que culminan con la Guerra Civil.


Me reía al comentarlo hace unos días con Wifredo, nuestro editor, que califica a mi amigo Reyero de imprescindible, palabra casi prohibida en nuestro diccionario, porque nadie lo es, por buenas que sean las intenciones y digno el rescate de la historia de otro tiempo.

El 4 de agoto de 1930, Camporredondo es una fiesta, porque se inaugura el pantano Príncipe Alfonso y a la misma acuden entre otras distinguidas personalidades de la época, Abilio Calderón y el alcalde de Palencia, Carlos Martínez de Azcoitia. Lo más curioso es que el Ministro de Fomento se había desplazado desde Madrid en un brack (coche adaptado para circular por las vías del tren). A Cervera llega a las doce de la mañana una comitiva acompañando al Rey Alfonso XIII, que veraneaba en Santander.

No sé si la prensa es en realidad el Cuarto Poder, dependerá de los momentos, del lugar que ocupe lo que trate, pero a comienzos de esta convulsa época, el corresponsal de este diario en Guardo habla de la mala situación de los caminos que comunican con los pueblos leoneses.

En 1932, el jefe de la Guardia Civil pide a las autoridades que solucionen la habitabilidad del Cuartel. Desde la izquierda se les contesta que en peores situaciones viven muchas familias de la localidad y tal vez sea ese un detonante que había de influir en los acontecimientos posteriores. En 1936, tres concejales del Ayuntamiento, inician una enérgica protesta contra los abusos que la Guardia Civil viene ejerciendo sobre los obreros y ciudadanos sin causas aparentes. Protestas que irán aumentando hasta culminar en Junio con la propuesta de la Corporación que pide a la primera autoridad de la provincia el traslado de la Benemérita, nombrando su propia policía.

El libro está lleno de curiosidades, como la que nos describe del “Tío Paco” que vigilaba en octubre sus manzanas para que no se las llevaran los chavales del pueblo; Eutimia, la primera guardense que llegó a cien años; Emilio Martín, el médico que opera con éxito a un joven minero, ayudado por el hijo del farmacéutico, que sería el fundador de la clínica guardense “El Santo Ángel de la Guarda”.

A primeros de abril, un perro que rabia siembra la alarma entre el vecindario y los pueblos limítrofes y causa asombro el accidente que tiene como protagonistas a Moisés Barreda, primer Oficial Administrativo del Ayuntamiento y a una mujer que circulaba en bicicleta.

En 1936 nacen en Guardo 108 niños, once de los cuales ilegítimos y mueren 29.

La militante comunista Rufina Miranda “La Rufa”, huye por los montes hacia Asturias, llega a Francia, viaja a Méjico y se casa por poderes con el novio que había dejado en Guardo.

El maestro gerundense Timoteo Galí es acusado de ateo cuando está de vacaciones en zona republicana.

En 1937 se vuelve a abrir la iglesia de Aviñante, cerrada al culto dos años antes por el fuerte pensamiento de un pueblo al que se conoció como “El pueblo rojo de la Peña”.

En fin que, nadie vivía al margen, a todos alcanzó la guerra y este libro es una contribución a nuestra historia.

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11 diciembre 2008

De boca en boca
diciembre 11, 20080 Comments


La antropóloga argentina Patricia Fasano, en su libro “De boca en boca” realiza un exhaustivo análisis sobre “el chisme”. Sobre la dimensión que alcanza este fenómeno, lo resume muy bien una de sus interlocutoras: “¡Acá el chisme corre como reguero de pólvora! Capaz que si vos queréis avisar algo, en vez de hacer tantos carteles, lo más seguro es decirlo en voz baja, como chisme. ¡Ahí seguro que se enteran todos!”.





ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL LIBRO
VER DOS VECES LAS COSAS
FROILÁN DE LÓZAR, SEPTIEMBRE DE 2020
LECTURAS EN EL BLOG +DE 1650

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04 diciembre 2008

Dicen que Gobernar es Poblar
diciembre 04, 20080 Comments

Si “gobernar es poblar”, como dice Francisco Ramos, el portavoz del PSOE en las Cortes Castellanas, aquí, en esta tierra, más que en ninguna otra, se nota el desgobierno. Pero no creo que la despoblación sea culpa de ningún gobierno, aunque así lo haya reflejado en alguna ocasión. Me explico: No se proclama un bando para despoblar un lugar. No se destierra a nadie. No es bueno para ellos que se despueble el medio donde ejercen.



Un pueblo no se cierra a golpe de poder o talonario. Es verdad que, en todo hay recovecos, pronunciamientos no muy atinados y desfases que ayudan a poner candados, pero de ahí a buscar mandamases con espíritu claro de vaciar una comunidad, hay un abismo. El mundo se mueve. El tiempo avanza. Los cambios se suceden y, ciertamente, aunque nos descorazone esa lenta e imparable sangría que deja sin voz a nuestros pueblos, no se puede culpar a nadie de una decisión tan difícil, que tanta duda impone a quienes la protagonizan, ya sea el que se va, ya sean los propios amigos y familiares que se quedan.

Pero ahondemos un poco más en las reflexiones que a hace unos meses nos participaban en estas mismas páginas los portavoces de los dos partidos mayoritarios. Asegura Carriedo, que todos los Gobiernos, desde que se aprobó el Estatuto, han puesto su empeño en reducir la despoblación y observa que la repoblación comienza a dar sus frutos con un aumento de veinticinco mil personas en el último año. Para Ramos –como no podía ser de otra forma- se evidencia lo contrario, allí donde apunta que ninguno de los gobiernos que pasaron antes han logrado atajarlo.

Ningún político, por mejor que lo haga, nos va a encarrilar esto. Los políticos pueden hacer más llevadero el problema, pueden aplacarlo, pero no pueden en modo alguno detenerlo. No es ya sólo el trabajo a través de los incentivos a las empresas que se instalen en los núcleos más desfavorecidos. ¿Qué pasa con las escuelas, con los hospitales, con los médicos, con las carreteras…? Hay que repararlo todo, repararlo muy rápido y no tenemos a nuestro alcance nada que favorezca el ánimo de quienes manejan en alguna medida el destino de estos pueblos. No hay verdadera voluntad por parte de nadie de cambiar la trayectoria de ese drama y, si por algún resquicio asoma un atisbo de algo, la señal es tan débil que no detendrá la marcha de quienes por motivos diversos han puesto sus ojos en otra parte. Es el caso de los mayores, buscando la seguridad de un centro donde puedan ser atendidos, o las villas cercanas que aglutinan servicios y medios para sobrellevar de una manera digna la vida en los últimos tramos.

Yo ya me he referido alguna vez aquí al pesimismo al que me han conducido tantas declaraciones de gobernantes que desconocen el verdadero valor de quienes contra viento y marea han nacido, han vivido y han muerto en esta tierra de pasados tan duros. Nadie podrá llenar tanto vacío. Nadie podrá devolverle el esplendor de aquellos años, donde se vivía en armonía con lo mínimo. Se ha cumplido un ciclo. Llegará otro, a lo mejor, parece normal que surja por alguna parte otra alternativa al tiempo que crecen las villas del entorno, pero nada de lo que vemos hace auspiciar una vuelta de tuerca.©

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28 noviembre 2008

Ninfa, una mujer del norte
noviembre 28, 2008 8 Comments


Así la escribe su nieto, nuestro seguidor y amigo.
Allí nació. Allí vivió. Allí murió.

Por José Luis Estalayo


A principios del siglo XX nació en Tremaya una niña cuyo futuro se preveía muy incierto. De pequeña tuvo que ir a servir en los pueblos aledaños para ganarse un mendrugo de pan y poder saciar el hambre.

Ninfa, mi abuela, era una mujer profundamente humana y sencilla. Mujer activa, de esas decididas que alcanzan todo lo que se proponen a base del trabajo duro y constante y superando los obstáculos. Mujer de carácter lleno de nobleza, como toda castellana, cercana, afectiva, tierna, generosa, abnegada, con voluntad firme. Mujer de elevados valores cristianos, respeto y consideración por los demás. Su naturalidad, ausencia de prejuicios y de falsas apariencias, la hizo especial. Mujer con imaginación, lejos de ver pasar la vida, la vivía. Mujer sencilla, sin ningún acontecimiento relevante que llamara la atención del mundo.

Dedicada a su terruño no le afectaron mayormente los avatares de la historia que le tocó vivir. La II República con los temas de la tierra, de los obreros, el regionalismo y el religioso sin resolver. Los tres años de la guerra civil, el período franquista.

Pero su pueblo, Tremaya, reflejando la inmensa belleza de sus bosques y campos, verdes en verano, multicolores en la primavera, llenos de frutos en el otoño y de nieve en el invierno, vivía en paz. 

Tremaya tiene su origen en los asentamiento que los benedictinos en los primeros siglos de nuestra era iban sembrando al buscar el contacto con la naturaleza y sus bondades. Tuvieron que ser ellos los que dieron nombre a este pueblo que emerge entre bosques y praderas, surcado por el río Pisuerga y con casas de piedra en una de las cuales (que se quemó en dos ocasiones) nació Ninfa un 2 de enero a las 11 de la noche.

El ambiente de su familia era profundamente cristiano. Su madre, Florentina (de Herreruela) era trabajadora y caritativa. El padre, Joaquín (de Tremaya), dentro de sus escasas posibilidades, nunca negó a nadie un favor. Ambos crearon un ambiente de paz y generosidad en la casa. Lo recuerdo muy bien, aunque yo era muy pequeño, que en nuestra casa siempre recibió alojamiento, acogida y comida un mendigo que dormía todos los años al calor de la trébede.

Sus abuelos paternos, Gregorio de Mier y Juana Gómez de Tremaya se casaron el 2 de agosto de 1873. Los maternos, Marcos Mediavilla y Gaspara Vielba, eran de Herreruela. Como cualquier muchacha de su edad iba al baile y al río Pisuerga a bañarse. Asistía a las fiestas de los pueblos vecinos con sus amigas y al servicio dominical en la iglesia todos los domingos. Pero por encima de todo, trabajaba.

Mi abuela ignoró que era contemporánea de Unamuno, Freud, García Lorca, Picasso, Huxley y Theilhard de Chardin.

Mientras Gandhi iniciaba la marcha de la sal, mi abuela, si el tiempo se lo permitía, con una horca se iba “a bater los praos abonaos” esparciendo el abono, para que se deshiciera. En el horno de la casa hacia panes, tortas y roscos.

José Ortega y Gasset publica “La rebelión de las masas” y Ninfa festejaba los zamarrones, abasnaba los praos con la “basna” a la que se le ponía un peso para desmenuzar y esparcir el abono. Si entraba agua en un prao lo canalizaba y lo limpiaba de piedras y otras malezas, hojarasca, maderas, para que, a la hora de la siega no se estragara el dalle.

Cuando Fleming descubría la penicilina, Rutherford el láser, James Watson con Francis Crick el código genético y Albert Eintein la fórmula E = mc2, mi abuela quitaba los cardos de los trigos para hacer los haces a su tiempo sin pincharse. Sembraba el mesino que tenía el grano más pequeño pero con la ventaja que se hacía en tres meses. Sembraba el sirvendo (centeno de ciclo corto), el tresmesino, cebada y avena.

Al mismo tiempo que Edwin Hubble demostraba la teoría del big bang, los esposos Curie descubrían la radioactividad, Karmeling Onnes la creación del microchip y la fibra óptica y Yuri Gagarin completaba el primer vuelo espacial tripulado por humanos, mi abuela preparaba la tierra arándola y rompiendo los cabones para sembrar las patatas, y las sembraba, así como el trigo, la cebada, garbanzos, titos y mesino. Una vez sembradas las patatas, las excavaba para quitar las hierbas, y si el tiempo era propicio y los jabalíes no se las comían, en octubre procedía a su recolección.

Cuando naufragaba el Titanic, Barnard hacía el primer trasplante de corazón y Neil Armstrong pisaba la luna, ella quitaba el abono de los corrales, empezaba a segar los praos, daba la vuelta a la hierba que una vez seca, cargaba en el carro con el horcón de 4 púas para llevarla al pajar donde la estibaba con mucho sudor y polvo, sin perder de vista a las vacas que llenas de tábanos no paraban de moverse.

Mientras Europa se debatía en la segunda guerra mundial que dejó 45 millones de muertos, mi abuela empezaba a segar los centenos ya curados, el “trempano” y el trigo, comenzando la agotadora faena de la trilla. Después de darle vueltas toda la mañana con el trillo, amontonaba el resultado con el gario para luego, con el bieldo, aventarlo al aire a fin de separar la paja del grano, actividad que completaba ayudándose con el cribón, el ceazo y la criba. Metía el grano en costales y lo depositaba en arcas para protegerlo de los ratones. Limpiaba la era y recogía el tamo. 

Mi abuela no sabía que, al tiempo que se fundaba la ONU, se bombardeaba Hiroshima y Nagasaki. se asesinaba a J. F. Kennedy, se desembarcaba en Normandía, se hacía la revolución mexicana y Ravel componía su famoso bolero, ella estaba sacando las primeras patatas para ir comiendo y sembrando en su lugar el centeno, haciendo la leña y la hoja que en invierno alimentaría a las ovejas, transportando la hoja en el carro mocho, sin armadura, para que no se desparramara en el camino y cociendo de nuevo el pan.

A la par que es fusilado Mussolini, se suicida Hitler, el Japón se rinde, nace el estado de Israel, Mao-Tsé-tung proclama la República Popular de China, y se fabrica la primera computadora, élla cosechaba las patatas con el arado complementado con el accesorio de las ensurcaderas y las clasificaba en tres montones: las grandes para comer en casa, las medianas para sembrar y las chicas para los cerdos. 

En el mes de noviembre empezaba a abonar los praos. llevaba el “teacete” consistente en huevos y pan para que el sacerdote cantara un responso en la sepultura por sus difuntos, hacía algún charco en los praos, alguna presa, o quitaba los cardos. Si no sacaba las vacas a pacer.

Por San Martín hacía la matanza del cerdo del cual se aprovechaba todo menos las cazuñas. Un trabajo duro y tedioso pero esperanzador para en diciembre, por la Inmaculada, se esmeraba en preparar las migas. Echaba en la caldera lomo, morcilla, chorizos, manzanas, ajos, cebollas, costillas, etc. 

Y en el resto del invierno, teniendo los animales en las cuadras porque no podían salir al campo debido a la nieve, no había descanso tampoco dándose a la tarea de echarles todos los días de comer, llevarlos al río a beber agua, limpiando las boñigas, haciendo lumbre… 

Quizás enero era el mejor mes de la temporada para ella, y aunque no cesaba el trabajo, este disminuía un poco. 

De esta forma, mientras se mezclaba con la cuartilla, media fanega, la romana, la pala, el celemín, el bieldo, la horca, la criba, el arado, el rastro, el cedazo, la guadaña, el yugo, la yugueta, y visitaba sus praos buscando los mojones protegida por unas albarcas, a pesar de beber un buen vaso de vino en cada comida, su vida se iba extinguiendo, hasta que, después de recitarme de carretilla todas las provincias de España en orden alfabético, cantarme “Estas noche son los reyes” y rezar el “Ave María” a sus 97 años se fue con la misma naturalidad con la que había nacido.


Texcoco, 28 de noviembre del 2008


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