ORÍGENES

30 agosto 2008

Lores
agosto 30, 20080 Comments



Este lugar, poco documentado, aparece así citado en el Becerro de las Presentaciones de León. Por su enclave, algunos se atreven a darle un origen ibérico. Su nombre derivaría de ‘lur’, "tierra". Con la misma raíz tenemos en la cercana Liébana Luriezo y en León hay un Luriana. Alrededor hay muchos otros topónimos del mismo origen. En cuanto al resto de la palabra podemos pensar en ‘aitz’, “roca, peña” como actualmente se dice en euskera. El significado sería, pues, 'lur-aitz', “peña de la tierra". Este pueblo quedó dividido por el río Lores, que recibe la aportación del arroyo Gerino y las fuentes de Montegerino, la Caldera y Hontoria. El sabor montañés que aquí se observa, residencia de la nobleza de Pernía, bien lo evidencia el dicho: "en San Salvador de Campo de Muga y Alabanza, abadengo, en Lores, hidalguía".

El diccionario de Sebastián de Miñano de 1826 señala sobre este pueblo tenía entonces “72 vecinos y 250 habitantes. Situado en un valle, rodeado de montañas y cimas nevadas, y sólo tiene una entrada por la parte del este. Confina al norte con Caloca [sic] y por el norte y Oeste con el desierto de Pineda. Produce centeno, yerba y cría de ganados; tiene bastantes pastos para cabaña del fino trashumante, en los cuatro meses de verano, por la grande extensión de sus términos y montañas. Industria: carretería de sales, trigo y vino, y fábrica de aperos de labor, como ruedas, carretas de bueyes, etc.”.

Destaca en este pueblo la fiesta de invierno que se celebraba el 2 de febrero, día de las Candelas. Las mayordomas elaboraban un ramo de rosquillas que primero se llevaba a la iglesia y después se rifaba por toda la comarca. Froilán Blanco recuerda la fama que tenían estas rosquillas y cuya receta han tratado de comercializar años después varias panaderías de Cervera. En Lores permanecen abiertas en invierno 11 casas. Dice Concha Barón al referirse a la población: "En Lores te sorprenderá la amabilidad de sus gentes. Con sólo preguntar, te permitirán entrar en su pequeña iglesia con campanario del siglo XIII, recientemente restaurada y desde la que hay una vista muy bonita; te indicarán dónde está el antiguo molino o dónde encargar artesanía de la zona, como las cestas de mimbre y las albarcas, llamadas aquí corochas. También te llevarán a comprar, o incluso a degustar gratis sus famosas rosquillas. Si buscas naturaleza, acércate al puente Grande (junto al que suelen anidar las cigüeñas) y sal del pueblo a pie por un sendero que conduce hasta el paraje llamado la Horca de Lores, a más de 2.000 metros de altura. Ahora, en primavera, caminarás entre prados alfombrados de narcisos y arbustos de piornos y aulagas. Te cruzarás con carros de madera tirados por bueyes y pasarás por delante de antiguas colmenas. Haz un descanso a medio camino en el paraje de las Tenadas".

Un hijo del pueblo que investiga en sus raíces habla de una casa situada junto al río Gerino, propiedad de José María Albillo y del escudo que pende de la misma con una inscripción que data de 1720: “Con la ayuda de Dios esta casa izo Isidoro Blanco y su mujer Josefa Merino”. Según cuenta la tradición, la casa cambió de sitio, pues al estar ubicada lejos de los dos ríos que pasan por el pueblo se doblaban las faenas. Los dueños cocían el pan para los pastores que entonces venían de Extremadura y decidieron situarla junto al río y así tener el agua cerca para amasar . Notas:

Santiago Alonso: “Aunque suene a cuento, por averiguaciones que he hecho buscando en los archivos de la junta vecinal de Lores, resulta ser cierto; la tradición popular es muy fidedigna”.
Texto: "Cervera, Polentinos, Pernía y Castillería", editorial Aruz, 2ªedic, Julio de 2009
Video: José Luis Estalayo


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30 julio 2008

Escenas de la vida rural
julio 30, 20080 Comments
  • José Luis de Mier y José Damián Simal

Los habitantes


Los habitantes eran esencialmente buenos. Estaban metidos en su trajín diario. No tenían más aspiraciones que sobrevivir. No había impulso alguno que les moviera a romper aquel endiablado círculo de trabajo y dificultades. Pocos salieron del pueblo salvo para ir a las ferias a vender una vaca o a Liébana para comprar un cerdo, o a la mili en el Norte de África, de donde volvían cargados de piedras de mechero o de plumas estilográficas que tampoco se podían vender. Las habían comprado en Tánger. Conocidas eran las historias que contaban los que habían ido a la mili y que se repetían de boca en boca. Algunos vecinos impulsaron el que sus hijos fueran a Colegios de frailes. Estábamos en los años de la posguerra y con abundantes vocaciones religiosas. La realidad es que la inmensa mayoría respondía al interés en salir del pueblo. Los padres llevaban a sus hijos a los colegios de curas a primeros de octubre. Sólo una minoría aprovecho la oportunidad que le daban los estudios. La mayoría volvieron tras uno o dos años y se establecieron en la mina o se fueron a Alemania. Algunos trataron de hacer fortuna en los pinos. Era ésta, una aventura, la de ir al País Vasco a cortar pinos. Pero el trabajo era muy superior al salario que les daban a cambio. Hubo quien volvió de la ciudad diciendo que había estudiado álgebra. ¿Qué sería eso? Pero a los niños, sólo mencionar la palabra álgebra, nos dejaba extasiados. La mayoría difícilmente sabía leer y escribir correctamente. No conocí analfabetos totales. Otros, muy pocos, eran conscientes de que los hijos debían ser cultos para dejar de una vez por siempre las vacas y sus moñigas. Pero era una minoría. Ya recuerdo de quien aconsejaba que no debían los jóvenes tener muchas ambiciones y les sentenciaba: “He conocido a un hombre que decía que había comido en los mejores hoteles del mundo pero que a veces tenía tanta hambre que las patatas crudas le habían sabido buenas”. El joven se quedaba con la primera parte de la frase. A este personaje no le podían quitar lo que había disfrutado. El tener que comer patatas crudas alguna vez era lo secundario. Llegaron en aquel momento las cotizaciones a la Seguridad Social agraria. Era el año 1954. Alguien dijo que aquello no era obligatorio. Que era como cuando se pagaba a Falange. Que él dejó de pagar y no le pasó nada. No distinguía entre ambos pagos. Tal vez nadie se lo había explicado. Terminó cobrando la pensión porque alguien le convenció que debía pagar los cupones de la Seguridad Social agraria. Rara vez terminaban las diferencias en el juzgado y entre los originarios del pueblo, rarísima vez había agresiones. Los asuntos se resolvían en el Concejo, si eran cuestiones de animales, y sólo si eran de propiedades, en el Juzgado. Eran temas menores, como un deslinde, que el vecino destruía por la noche la pared que otro había levantado por el día, la ocupación con aperos de labranza de un terreno que se pretendía ser propio o las vacas que se habían metido en una tierra o prado, comiéndose parte de la cosecha. No hubo límite en la emigración entre 1950 y 1965. Desaparecieron del pueblo familias enteras, aunque tuvieran hasta seis u ocho miembros. Todos emigraron a los más diversos lugares: Alemania, Argentina, y todo el territorio nacional, en especial Madrid, Valladolid, Bilbao y Barcelona. Allí quedaron las casas que, en su mayoría, terminaron hundiéndose por el abandono o por no dovidirse la herencia y adjudicarse a un hermano en concreto. El tiempo y los arbustos han ido cubriendo las ruínas y sólo el catastro define hoy los lindes de las mismas. También parte de las fincas rústicas han terminado cubiertas de arbustos en los que también el catastro es el único que orienta en cuanto a los límites de propiedades.

El pueblo - El herrero


Apoyado en el quicial de la puerta del molino, he visto pasar la historia de este pueblo durante cincuenta años. Narraré los veinticinco primeros. El molino está en la ribera derecha del río Pisuerga y al otro lado, en una explanada, de las pocas que hay en este terreno montañoso, está el pueblo. El Pisuerga acaba de nacer y este es el primer pueblo por el que atraviesa. El pueblo tenía unas cien casas cuando empiezan mis recuerdos. Ahora difícilmente quedan en pie cuarenta. Ni siquiera la Casa Concejo se ha salvado de la ruína. Continúa la iglesia como único elemento comunitario. Desaparecieron la fragua y el potro de herrar. Era aquella una caseta de no más de cuatro metros de larga por tres de ancha con solo dos aberturas: la puerta y una ventana de no mnás de cuarenta por cincuenta centímetros. Tenía las paredes de piedra, el tejado de madera y teja árabe, la chimenea o chimeneo, al fondo, permitía que el humo saliera hacia el exterior. En este fuego se caldeaban los hierros para doblarlos o trabajarlos. Entrando, a mano derecha, estaba el yunke sobre un gran madero de roble de no menos de sesenta de ancho por setenta centímetros de alto. Poco más se hacía que torcer unos hierros pues tampoco se disponía de elementos que permitieran un gran rendimiento de la lumbre, como así se llamaba. El resto era un espacio libre donde se almacenaban los útiles del herrero que venía de un pueblo cercano a herrar las vacas. Aquí herrero no significaba sólo quien trabajaba el hierro, sino, principalmente, quien herraba las vacas y, contadas veces, las yeguas. Los callos se ponían a las vacas. Las herraduras a los equinos. El herrero, cuando llegaba, tocaba la campana de la iglesia con una peculiar forma que indicaba que había llegado y que trajeran sus animales para herrarlos. También, a veces, tenía un día fijo y se sabía que, salvo que nevara, ese día llegaba el herrero. Especialmente tenía que venir antes de finales de Junio. Había que poner callos a las vacas para que estas pudieran ir a por hierba a la sierra. Los caminos eran malos y pendientes y los carros, algunos denominados “de madera” necesitaban un esfuerzo suplementario de los animales para poder arrastrarlos. No era el peso de la hierba lo más gravoso. Era el propio carro el que tenía tanto peso especial que nunca, en las idas a la sierra, cargaba hierba que pesara más que el propio armazón. Por ello las vacas debían ir bien calzadas. Llevaban normalmente un callo en cada pata delantera y uno en cada pata trasera. El que resistiera, dependía, más que del uso que la vaca hiciera de él, de la pericia del herrero al montarle en sus uñas. Era frecuente encontrar por la montaña los callos que iban perdiendo los animales por los caminos. Nada se desechaba. Se traían a casa y el herrero podía complementarlos o, más a menudo, era un trozo de hierro que se vendía al cacharrero cuando este aparecía por el pueblo. El herrero, terminado su trabajo, volvía a meter en la fragua los utensilios de errar y se iba a otro pueblo a hacer la misma labor. Los utensilios de errar eran una parte de los bienes comunitarios del pueblo, como eran también la romana o el tronzador o el juego de pesas y medidas, que estaban siempre en la casa del presidente del Concejo y que se trasladaba de casa cuando cambiaban al presidente. Estos elementos sirvieron durante siglos a los habitantes del pueblo. Cuando alguien necesitaba pesar un cordero o cortar un roble en el monte, pedía estos instrumentos que devolvía al acabar el trabajo. Las economías no permitían que en cada casa hubiera estos útiles.Los utensilios de herrar también eran las cinchas o correas con las que se colgaba al animal para que este no pudiera moverse cuando se le herraba. Con unos palos de unos cincuenta centímetros de largo, girando un travesaño que se hallaba en la mano derecha del potro, se elevaba el animal. El del lado contrario era fijo. Todos estos enseres se guadaban en la Casa Concejo. El animal quedaba suspendido y la pata que se le iba a herrar se le ataba a los poyos o zapatas que estaban ubicados a cada lado del potro. Para conocer al detalle la distribución del potro, consúltese la obra “La montaña Palentina”, La Pernía, de Gonzalo Alcalde Crespo. Aprovecho aquí para citar a este conocedor y escritor de nuestra tierra. Me impresionaba de niño, no tanto como el herrero cortaba y limpiaba la pezuña del animal y como la rebajaba hasta que el callo podía encajar, como el hecho de que calavara los callos en la uña del animal. Si el clavo entraba por la pezuña, el animal no lo sentía, pero si tocaba la carne al entrar, a cada golpe del herrero, el animal se estremecía y volteaba, haciendo temblar todo el potro. Lo normal era que ante este hecho, el herrero sacara el clavo e hiciera variar la dirección del mismo alejándole de la carne. Nada de todo lo descrito queda en pie.

El potro de madera ha ido cayendo a trozos por el peso de la nieve o ha servido alguna de sus palancas para hacer fuego en algún campamento de verano. El edificio de la fragua, que nada significa para los que han venido de otras tierras, ha servido para extraer las buenas piedras labradas y destinadas a reconstruir sus edificaciones.Si existe el dicho de que “del árbol caído todo el mundo hace leña”, se puede parafrasear que de la fragua no cuidada, todos los descuideros se aprovechan. De ella sólo queda alguna parte de las paredes, habiendo desaparecido incluso la pila donde el herrero templaba los hierros incandescentes y el yunque.

La Navidad - La Lotería


La Navidad era la llegada de las naranjas, de la nieve, de rezar el rosario en la iglesia con luna llena y caminar por las sendas abiertas en la nieve. Era el besar al niño Jesús que había estado oculto todo el año. Era el belén que habían montado por primera vez en el pueblo un cura en los años cincuenta. Era ver que con un irrigador de lavativa se hacía una cascada en el belén de la iglesia. Era el llegar de las participaciones de la Lotería de Navidad que enviaban familiares de Madrid, comprados en la administración de Doña Manolita. Era ir a la misa del gallo en la Nochebuena. Era volver con la luna brillando sobre los prados llenos de nieve. Eran los villancicos que cantaban las mozas del pueblo. El Adeste Fideles o el “pero mira como beben los peces en el río” que yo nunca entendí. Eran las campanadas en la Puerta del Sol en la única radio que existía en el pueblo. Era el día que los de la ciudad tomaban uvas y nosotros solo contábamos las doce campanadas y decíamos: “año nuevo, vida nueva”. Pero el año nuevo sería igual que el año anterior. Con las mismas vacas, las mismas ovejas, las mismas cabras, la misma pobreza y el mismo frío que en Navidad helaba la cara y se metía en el cuerpo. No había más esperanza. Había pasado el día de la lotería y tampoco había tocado. Nada. Nunca tocaba nada. El futuro era el trabajo. Todo ello se reflexionaba en el año nuevo. Y todos los años nuevos alguien tomaba la decisión de irse hacia otras tierras. Alguien también se moría y había que limpiar de nieve el camposanto para poder enterrarle. Debía ser muy frío el estar bajo tierra, una vez que los hombres del pueblo se volvían a sus casas. Sólo iban los hombres al cementerio. Las esposas, las mujeres se quedaban a la salida de la iglesia.

Los Reyes Magos que no llegaban nunca


Era la Navidad, el momento en que los padrinos nos daban el aguinaldo de naranjas, higos, castañas y nueces. No había juguetes. Los Reyes Magos, habitualmente, se caían al pantano, decían los padres. Y no llegaban. O tal vez había mucha nieve y los camellos no habían podido avanzar. Nunca llegaban. Días más tarde nos traían alguna peonza o algún portalápices que habían dejado los Reyes en casa de nuestras lejanas madrinas. Pero nada más. Los días de la Navidad se consumían leyendo el periódico, los libros de historias, tal vez, alguno religioso, los libros de costumbres de Pereda u otros semejantes. Pero había que leer. Inevitablemente en las noches, había que leer. Se jugaba a las cartas, al tute, a la brisca, a todo aquello que las cartas, el parchís o las damas permitían…

Vuelta a empezar


Cuando terminaban las vacaciones de Navidad, los que estudiaban volvían a la ciudad, a los pueblos importantes y nosotros esperábamos que retornara la maestra que nos volvería a contar historias que hubiera oído ella en sus Navidades. Nos contaba que era de un pueblo de la estepa castellana, en la que no había agua. La fuente la tenían a varios kilómetros del pueblo. ¿Cómo era posible, si en el nuestro todo era agua? En invierno era la nieve, en primavera el deshielo, en verano las tormentas y en otoño las lluvias antes de las nieves. ¿Cómo era posible que hubiera pueblos sin agua? Además, para allá enviábamos nosotros el agua con el río Pisuerga.

El peso de la nieve que hundía los tejados


De vez en cuando, por el peso de la nieve, alguna viga de madera, en alguna casa , en algún pajar, en alguna hornera, se rompía y había que apuntalarla para que no se hundiera con ella todo el tejado. En la primavera se iba al monte a cortar un árbol o aprovechar alguno caído para reponer la viga rota. En el invierno se daba de comer dos veces a los animales y se les soltaba a medio día para que bebieran en el río o en los pilones. Se limpiaban cada día las cuadras. Alguien, no recuerdo quién- destruyó un hermoso abrevadero que había en el pueblo. Era de piedra labrada y fue sustituído por uno de cemento. Debió descansar cuando terminó. Ni siquiera la fuente en piedra de sillería quedó en pie.

La cigüeña


Llegado el tres de febrero, día arriba, día abajo, aparecía la cigüeña volando sobre los chopos del pueblo. “Ha llegado la cigüeña” gritábamos los niños que nos asomábamos a las ventanas de la escuela para ver sus pasadas, aunque estuviera nevando. La cigüeña y su llegada simbolizaban que ya el invierno estaba avanzando. No que había pasado, sino que había transcurrido una parte importante del mismo. Cuando se iban los pastores tranhumantes a Extremadura, era que se acercaba el invierno. Cuando veíamos la cigüeña, era que el invierno se iba venciendo. O por lo menos eso nos parecía. Pero aún quedaban varios meses para que llegara el tiempo primaveral. La cigüeña echaba la nieve del nido y allí bajo la nieve o en las fuentes heladas del invierno permanecían quietos, incóviles, el macho y la hembra. Siempre decíamos la cigüeña, aunque hubiera dos. Anidaban en los chopos, al lado del molino, hasta que hacía el 6 de agosto emigraban a otroas tierras, después de haber criado. ¡Han volado los cigüeños!, era otro de los acontecimientos a tener en cuenta en nuestra mirada de niños. Les veíamos entrenarse, saltando sobre el nido, hasta que un día les observábamos volando al lado de los padres, alrededor del nido, al principio y más tarde, un día se perdían en el cielo…

DL B-35.562/2008
@Escenas de la vida rural. Oleo de Simal para este libro “Imágenes para el recuerdo”
(edición personal y limitada)

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Cervera, Polentinos, Pernía y Castillería
julio 30, 20080 Comments

Tocando y bailando en Redondo Foto recogida por J.L. Estalayo

Del libro "Cervera, Polentinos, Pernía y Castillería"
Autor: Froilán de Lózar
Editorial: Cultura y Comunicación, 2008
3ª. Edición, Julio de 2014


En las fiestas de los pueblos, a los romeros se les daba, como plato especial, ‘la pucherada’ (garbanzos y carne de oveja). No faltaba tampoco la morcilla, llamada de las ‘trancas’ (velón que va alrededor del hígado y corazón). De postre, los sabrosos frisuelos y arroz con leche.

Cuando las fiestas eran en invierno, los forasteros se quedaban en el pueblo ocho o diez días, debido al temporal y a la altura considerable que alcanzaban los neveros. En mayo se celebraba “el día de la caridad”. Por ejemplo, en Polentinos, tenían la llamada “caridad” gente de Vañes y Estalaya. El cura entonces rezaba: “Por los fundadores del prao rincón”, “Por los fundadores del prao las presas”, “por los fundadores del prao muñices”, etc. y de carga se entregaban dos libras de pan por el prado de la fuente de abajo y un litro de vino. Por las Candelas, en febrero, los vecinos bebían en unas tazas de plata, que en pueblos como Lebanza aún se conservan. El trigo se sembraba en octubre y hacia marzo iban todos a limpiarlo con azadillas y herramientas manuales. Hay quien asegura que esto tenía que hacerse los días llamados ‘cadillos’: los tres últimos días de mayo y los tres primeros de junio, antes llamados de San Juan. De esta manera se perdían los cardos y ya no volvían a salir.
  • A comer la oveja 
Quienes no han vivido en esta tierra, los que la conocen por las referencias de visitantes y cronistas, se sorprenderían de tantas historias como se fueron desentrañando en ella. Yo que vengo dedicado en cuerpo y alma a remover sus fueros y costumbres, todavía me sorprendo con esos relatos de poderes ocultos que fueron transmitiéndose oralmente y en los que con todo lujo de detalles se nos va describiendo el misterio que rodeó cada escenario, las pócimas utilizadas para aventar el mal y los diferentes personajes que se vieron envueltos o rodeados por ellas. Muchos pueblos de nuestra montaña, cada vez con menos fuerza y entusiasmo, han venido reviviendo costumbres que arrastran ese halo de misterio. Es conocido el juicio que se le hacía a San Damián, en Lastrilla, enfrente de la casa del cura, representado por un muñeco que colgaba de la pared. Mascarada que no siempre era del agrado de la gente mayor.

Unos días antes de la festividad de los Santos, los jóvenes de muchos pueblos de la montaña compraban la oveja más grande para cenarla al atardecer del día uno. En algunos pueblos, como Valdegama y Villacibio, se sustituía por un burro, que recibía el nombre de ‘machorra’ o ‘borra’. Y la costumbre ha ido tímidamente despertando en otros puntos de la alta montaña, sin fecha concreta, armonizando con la llegada de los emigrantes.

En Villanueva de la Peña tenían autorización para matar una borrega todos los domingos hasta el día de los Santos. Los mozos vendían la carne a las mujeres del pueblo y con lo que obtenían les quedaba para comprar una borrega para ellos y cenarla mientras se iban relevando para tocar las campanas a difunto.

El tío Rus, un paisano de Rebanal de Las Llantas que se hizo famoso en la comarca por el dicho “yo tengo una hija y al que se case con ella le mando ciento sillas y cincuenta mil duros de empeño”, cuentan que un año les comió buena parte de una oveja y no volvieron a tener noticias suyas.

En Villabellaco, el día de los difuntos se encendía una gran hoguera de la que el sacerdote recogía las cenizas para el incienso. Para que los mozos tocaran las campanas el sacerdote les pagaba el vino de la cena. En Villanueva o Bustillo el sacerdote les daba a los niños un panecillo y una perra chica. Yo mismo recuerdo, siendo niño, que el de San Salvador nos daba también algo simbólico a los monaguillos.
  • Las misas votivas de Lores 
El día 31 de diciembre de cada año, al presentar los libros al Ayuntamiento de San Salvador, el pueblo de Lores consignaba en sus cuentas las mil pesetas que pagaba durante el año a Julio Roldán, presbítero, por las misas votivas que se celebraban en la parroquia en honor de los santos siguientes: Águeda, viuda; Fabián y Sebastián, mártires; Virgen de las Candelas y San Lorenzo, diácono, que es el patrono (10 de agosto).


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27 julio 2008

El bosque fósil de Verdeña
julio 27, 20080 Comments

Robert Wagner Boon [1] explica en Verdeña, ante un equipo de Televisión Española, los orígenes de un bosque fósil cuya antigüedad se ha calculado en 300 millones de años. Alguien, en algún momento del rodaje, indaga acerca de su posible deterioro, aludiendo con razón a los rigores del invierno, los animales sueltos, los visitantes sin escrúpulos que ya arrancaron trozos de la pared vertical donde se recogen tan importantes vestigios, temores a los que el paleontólogo enseguida pone remedio: "Tranquilos, no se preocupen ustedes, porque de cualquier modo este descubrimiento sobrevivirá a todos nosotros". Lo que ya se hace más difícil de explicar, más incluso que la evolución humana, es el tremendo cataclismo que alteró la tierra y levantó una montaña donde antes reinaba un mar. Wagner habla de la montaña como si fuera parte suya, que lo es en el mejor de los sentidos, apurando pinceladas históricas que cambian de alguna manera esa visión que siempre tuvimos de ella.


En el año 2002, visita el lugar un grupo de 34 paleontólogos, visita que precede al Congreso de la Sociedad Española de Paleontología y la Asociación de Paleólogos de la Lengua Española, que tenía anunciada su clausura el día 27 de septiembre en Salamanca. A la misma asistieron como guías Robert Wagner y José Bienvenida, de las universidades de Córdoba y de Vigo, encargados de estudiar este importante yacimiento. La Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León ha preparado sendas para llegar al bosque, ha elaborado carteles explicativos y un mirador para su observación. La pared donde estaba asentado mide 150 metros de largo y 18 de alto y fue descubierta accidentalmente durante una excavación de carbón a cielo abierto que se realizaba en la zona años atrás.

Según los expertos “estas marcas y la interpretación de su contexto geológico han permitido a los paleontólogos que visitaron el lugar, reconstruir la azarosa existencia de este bosque costero, situado sobre un delta que después de su completo desarrollo, fue destruido catastróficamente, al hundirse la franja costera, debido a un movimiento sísmico”...
__________

[1] Wagner Boon, Robert, investigador holandés, lleva residiendo muchos años en España. Fruto de sus investigaciones, es el bosque de fósiles de Verdeña, que el descubrió en las últimas décadas del pasado siglo.

Para saber más:
"Cervera, Polentinos, Pernía y Castillería", de Froilán de Lózar, Editorial Aruz, 2ªEdcc, Julio de 2009.


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26 julio 2008

Buscando el principio
julio 26, 20080 Comments

La misma editorial que en Julio lanzaba el libro de mi vida, porque es la vida de los míos, venía sugiriéndome desde hace años que me animara a escribir la historia de esta tierra. Fue una sugerencia inteligente, porque aunque nunca me hubieran publicado este libro, la invitación me sirvió para escudriñar en cada rincón de cada pueblo, para interpretar el nacimiento de la vida en estos lugares en condiciones muchas veces terribles.





ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL LIBRO
VER DOS VECES LAS COSAS
FROILÁN DE LÓZAR, SEPTIEMBRE DE 2020
LECTURAS EN EL BLOG +DE 500
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19 julio 2008

San Glorio y sus circunstancias
julio 19, 2008 2 Comments
Varios lectores, después de leer el artículo “Un camino sin salida”, han dejado su opinión en el blog de periodistadigital. Me pregunta Christian: "¿no debería la Junta resarcirnos de algún modo por haber hecho tan mal los deberes?"




Enseguida le he mandado un correo a un lector que me sigue cada sábado, muy implicado en todos estos temas o, si lo quieren de otro modo, a un “prestigioso especialista”, como trata la Sentencia a los profesores de las Universidades de León y Salamanca, para que me haga un guiño aproximado de las consecuencias que esa nulidad va a conllevar para esta tierra nuestra.
Me hace observar que en la Sentencia núm. 20, de 8 de Enero de 2008, hay un párrafo que dice: “No se prueba que hayan cambiado las circunstancias o criterios que fueron tenidos en cuenta para la Aprobación del Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre".

Dice la ponente: “En primer lugar porque, como se ha dicho, el expediente carece de cualquier tipo de documentación que acredite que han variado las circunstancias, -ni las medioambientales ni las socioeconómicas-; por el contrario, lo único que obra son informes.../ en los que se sostiene lo contrario.

Mis lectores opinan como opina mi amigo: Los ecologistas y la ponente han hecho su trabajo. La Junta, en cambio, no se preocupó de probar que habían cambiado las circunstancias por lo que cualquier intento de recurso se dará contra un muro. La ponente ni siquiera hubiera necesitado transcribir las largas parrafadas de los informes de las Universidades porque, a fin de cuentas y meditándolo fríamente, a las Universidades de León y Salamanca tal vez poco les puede importar si hay o no despoblación. Se evidencia así la mala gestión de nuestro gobierno regional, que no ha seguido los trámites para poder aprobarla, con lo cual, como dicen por nuestros pagos: “miel sobre hojuelas” para quienes se apuntan a una montaña despejada en todos los sentidos. Despejada y vaciada por completo.

“Después de esta sentencia –dice un lector- y la ineficacia de la Junta de Castilla y León, tal vez podría ponerse a la entrada de la Montaña Palentina, un letrero parecido a aquel que encontró Dante al llegar al infierno, cuando fue a visitarle con el poeta Virgilio: “olvidad toda esperanza”.

“Tal vez –escribe otro, queriéndome llevar a mí hacia una nueva recaída de ánimo- hay que decir a los jóvenes de la montaña que aten sus maletas como en los años 70, se despidan de sus novios o novias, si no los/las llevan consigo y vayan a buscarse trabajo a Valencia, Madrid o Barcelona”.

Después de tantos discursos, vista la ineficacia de sus proclamas, verificada su negatividad para el reflotamiento, no parece que la Junta de Castilla y León tenga la capacidad suficiente para hacer viable una zona que tiene tantos recursos, que bien aprovechados, podrían ser una fuente de ingresos, fijar población y que se inicie la repoblación como en tiempos de Valero, Félix, Tonio, Cristóbal y Cerveló.

Ya no queda ilusión, ni tenemos fuerza, ni queda tiempo, ni hay gente suficiente para levantarse contra estos políticos ineficaces, que un día sí y otro también nos están empujando a cerrar puertas.

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12 julio 2008

El mundo en la agonía
julio 12, 20080 Comments

En 1988, “Círculo de Lectores” recoge en un pequeño libro el discurso pronunciado por Miguel Delibes con motivo de su ingreso en la Real Academia, en mayo de 1975.Allí se preguntaba el maestro por el sentido del auténtico progreso, invocando el peligro que se cierne a diario sobre la vida y la Naturaleza.




Aunque he perdido la fe en el sistema, donde impera el engaño y la falacia, donde no se resuelve el terrorismo o la pobreza, como a diario prometen los políticos; aunque pudiera parecer en ocasiones un enemigo del oso o de los bosques, tanto como la despoblación de los pequeños núcleos, me preocupa el consumo voraz al que están expuestas las ciudades. ¿Ustedes creen de verdad que sirve para algo tanto estudio como el que nos exigen, si pasados unos días todos los adelantos se quedan obsoletos?

Creo que fue un autor leonés, tal vez Crémer, quien dijo en estas mismas páginas que Internet era algo así como una máquina infernal. Y yo que estoy enganchado a esa maquinaria, para bien en muchas ocasiones, entiendo así mismo que a otros les provoque rechazo muchos de los asuntos que plantea, la velocidad a la que pasa, la urgencia a la que predispone en asuntos que a veces necesitan una profunda reflexión.

Entiendo, porque lo vivo en primera persona, que todo progreso tiene su retroceso; que a lo que a unos les abre camino, porque es un planteamiento innovador, porque arrasa empujado por la publicidad, a otros les da un portazo. Vivimos unos días donde ya no sirve ni el ingenio, pues sabemos que la moda dura lo que dura un chasquido. Y no hay nadie en este mundo que pueda decir, estoy a salvo: de una forma o de otra, antes o después, le alcanzará esa sensación de agonía en la que el mundo se halla inmerso. Tanto en el medio rural, como en el medio urbano, en todo lo que se mueve y nos rodea, se suscita esa especie de duende que nos engulle poco a poco.

Entiendo que esta es una reflexión absoluta donde no cabe la esperanza de un apaño. Es verdad que vivimos más o menos, mejor o peor, y que aparentemente nada cambiará en los próximos años, pero como no se le ve final al avance voraz de la técnica, y todo el mundo parece feliz en la mentira, más se irá extendiendo la pobreza y el hambre. Si a ello le sumamos las catástrofes relacionadas con el cambio climático, ya tenemos encima el alargamiento de esa intensa agonía. Y lo que es peor, no hay gobierno ni nación que lo pueda parar.

Miras a la ciudad y te devora ese consumo desordenado y galopante; miras al pueblo y te descorazona ese despoblamiento; miras a la gente, y todos parecen ya de vuelta de esto, como si corrieran más que tú, como si estuvieras contando lo que ya pasó y no lo que presientes tú que pasará.

En fin, respiremos hondo. Recompongamos buenamente este desatino. Vivamos lo que nos quede lo mejor posible. Aprovechemos el aire y el agua, que también se acaban. Conformémonos con la mitad de la mitad de lo que ansiamos. Para combatir esta ola de pesimismo, yo recito una frase que me enseñó un paisano de La Peña. Repitan conmigo: “Cada nube viene envuelta en un día de sol. Repitamos esto en las horas tristes. Cuando pase el momento que nos preocupa volverá un día limpio y lleno de promesas.”

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05 julio 2008

El trepeletré
julio 05, 20080 Comments

Para Camilo José Cela, un libro de viajes es un libro antiguo, un libro que “casi no se ha movido desde que lo inventaron”. El escritor viajero es un hombre que se pone en marcha, se sorprende lleno de honestidad con lo que ve, lo apunta de la mejor manera que sabe; si puede y si le dejan, lo publica.



Esos viajes son una muestra de amor a tantos pueblos, a las viejas ciudades castellanas, “en prolongado e inevitable derruirse”.




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28 junio 2008

El Cuevanito de Lores
junio 28, 20081 Comments


Jaime Luis Valdivieso, recuerda en 1992 la fiesta del gallo que en 1930 se celebra en Atapuerca, a diez kilómetros de Burgos. Allí la ceremonia de la muerte del gallo se celebraba el domingo de Carnaval, tomando las mozas diferentes nombres: Reina, que era la que portaba el gallo; camarera, cantinera, peregrina, pasieguita...




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21 junio 2008

El pleito de la Montaña
junio 21, 20080 Comments

En un apartado que lleva por título “Los Impuestos”, del libro "Cervera, Polentinos, Pernía y Castillería", recojo ampliamente, con la inestimable ayuda de una de mis fuentes: “el gabinete de abogados Mier, de Barcelona”, la trascripción de un expediente administrativo, del que ya se ocupó en un pasado reciente nuestro paisano Laureano Pérez Mier, en el trabajo que lleva por título “Postrimerías del siglo XVII”, publicado en 1983 por la Institución Tello Téllez.






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14 junio 2008

Señores abusadores
junio 14, 2008 2 Comments

En modo alguno, el abuso que aquí voy a mencionar, es exclusivo de estas tierras. La historia está llena de ejemplos a lo largo y ancho de nuestro país. En A Peroxa, provincia de Orense, tuvo lugar el movimiento denominado “agrarismo”, asociación que luchó contra la excesiva carga de impuestos y el abuso de los señoríos.





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07 junio 2008

El dolor de los nuestros
junio 07, 20081 Comments

La vida es un instante. Uno mira hacia atrás y se revuelve contra la injusticia, contra la soledad, contra el tiempo. Uno mira hacia el tiempo y se emociona en medio de tantos protagonistas que ya no están, que han desaparecido, que se han marchado sin una queja, como esperando con la mayor naturalidad ese momento.


No quisiera despertar el dolor en aquellos que hoy se sienten mencionados, porque cada cual tiene el suyo y no hay dolor como el de uno. Yo creo que después de tanto tiempo ya no duele, pues uno se acostumbra al vacío que dejaron, al principio imposible de llenar y, a medida que pasan los días y los meses, ese dolor se va transformando en memoria viva que nos acompañará siempre.

Muy pronto se cumplirán dos años de la marcha repentina e inesperada de Raquel Cuevas. ¿Quién era Raquel? –me pregunta Wifredo. Raquel era el alma de la Venta Urbaneja. Describía como nadie los recuerdos. Allí vivió en primera línea el incesante trasiego de los pueblos que venían con sus carros a repostar las carrales de vino o a proveerse de piensos y alimento para el duro invierno.

Te abrazaban sus ojos con un tacto exquisito. Y eso es lo que te marca de la vida de los otros: la sinceridad, el afecto, la entrega. Esa belleza interna que se va desprendiendo por sus poros hasta llegar a confundirse con los de su interlocutor; la disposición para enfrentarse al riesgo, el modo de acometer las situaciones más difíciles...

Cuando nos desplazamos hasta Valdecilla para alentar a su familia, yo la recordaba en aquella casona, madre fiel y anegada de sus hijos, de su hija, y un día sí y otro también, rodeada de comensales y visitantes que se extasiaban cuando salía a colación el comienzo de la vida en aquella parada.

Interiormente yo siempre me decía: “con todo lo que tiene aquí, con lo que debe soportar ella, y cómo sabe hilar con los sinsabores y las penas, como les da la vuelta, con qué maestría, si es que hay métodos silenciosos para luchar contra el dolor. Entiendo que demostró sobradamente el coraje que aúnan estas mujeres de la montaña, además de heredar también el ingenio de su abuelo Zacarías, recordándonos los métodos a los que acudía para superar los momentos difíciles en Villanueva de Vañes.

Pero su reserva no la impidió en ningún momento, ni a costa de perder el beneplácito de los más influyentes o de quienes en alguna ocasión se habían mostrado como amigos, ejercer la demanda de aquello que consideraba justo. Continuamente nos encontramos con personas que prefieren vivir disconformes consigo mismas antes de verse sometidas a la crítica o la reprobación de los otros. Para algunos sólo vale el disimulo, la alabanza, agradar a todos a costa de todo, lo que sabemos es imposible y más en un medio pequeño donde pasó su vida. A mí lo que me arraiga, lo que me obliga a seguir en este cuaderno, lo que de verdad me inspira y me conserva es el recuerdo de gentes como ella, más que ninguna biografía de ningún rey o literato, más que todo lo que puedan contar los periodistas más curtidos, más que el estudio de cualquier materia.


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31 mayo 2008

Hoja de calendario
mayo 31, 20080 Comments

El martes siempre se ha venido considerando como un día de mal agüero, y los expertos lo explican por su vinculación con el dios Marte. Nuestro refranero muestra varios ejemplos: “El martes, ni te cases ni te embarques”; El martes, ni gallina eches, ni hija cases”; “El martes, ni hijo cases, ni cochino mates”.



Ese afán por demostrar que el martes es un día raro en el que debemos evitar cualquier evento, sin olvidar que puede ser tan bueno como cualquier otro dependiendo del hado de cada uno, está lleno de trabas para quienes creen en esta rara ciencia. Si se ha cortado las uñas en martes y le salen padrastros, según los convencidos de estas teorías, ahí está por ejemplo una evidencia de que nos hallamos bajo los efectos de ese poder maléfico que parece desprender ese día de la semana.

Y ya no les digo nada si el martes coincide en 13. No puede ir peor la historia. Claro que, para quienes van las cosas mal toda la semana y todo el año, debe ser martes siempre; o viernes, según la tradición anglosajona. Cuentan que Felipe el Hermoso, con la fuerza de las revelaciones de algunos de sus consejeros, mandó que se remitieran órdenes secretas a través de Francia para arrestar a todos los templarios la misma fecha, el 13 de Octubre de 1307 y someterlos de ese modo a un riguroso interrogatorio.

Pero parafraseando la canción de Joan Manuel Serrat, “Hoy puede ser un gran día”, el pasado 13 de Mayo, martes, un amigo me hace llegar la hoja del calendario, con una nota ambientada en la montaña palentina. “La montaña palentina –dice- es uno de esos rincones secretos y recónditos de la geografía ibérica, donde la soledad adquiere un significado especial”. “Estamos hablando –añade- de una naturaleza no domesticada y salvaje, de ausencias de edificios, casi ausencia de poblaciones, casi ausencia de seres humanos. Sola y recogida con sus durísimos inviernos. Tan solo unos pocos arraigaron con su ganado, con su pequeña casa aislada, con sus secretos en el corazón...” Parece mentira que un martes y trece pueda proyectar tan buenas sensaciones en quienes cuentan la historia de esta tierra de esa forma tan dulce, engordando un poco, bien es cierto, la dureza de los inviernos, que ya no son ni sombra de lo que fueron, como la instantánea que recogida hace unos días en Venta Campa, retrata a un grupo de hombres abriendo a pala en las peñas de la Hoz. No dejo de preguntarme, por si las moscas, si esa promoción de nuestra montaña, donde todavía puede gozarse de la auténtica esencia de la naturaleza, no provocará en quienes asumen esa fecha como un fiasco, el efecto contrario al que pretenden estos editores. Es decir, por la misma causa que puede ser perjudicial cortarse el pelo en martes, puede serlo también viajar a un lugar encantado que se publicitaba en el taco del mensajero un día martes y 13.

Llegados a este punto, yo aconsejo visionar las cuatro estaciones de mi amigo Estalayo, Tremaya en primavera, otoñó en la Pernía, los calambrojos, los aperos, la tradicional Salve, los corzos, el Río Pisuerga. Para explicárselo de algún modo, lo que Miguel Vicente Basterra es a la investigación detallada y concisa de cada cerro, de ese lugar encantado del valle de los Redondos, de la historia con mayúsculas de estos lugares... José Luis es la ambientación, la imagen que sólo necesita la complicidad y la visita de aquellos que nos siguen, aunque sea martes y 13.

De la sección del autor "Vuelta a los Orígenes", en Diario Palentino.
Imagen: @José Luis Estalayo

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24 mayo 2008

El nombre de Cervera (y II)
mayo 24, 2008 3 Comments

Cervera de la Cañada es un lugar que, al decir de sus cronistas, parece ideal para un asentamiento prehistórico por el río, las cuevas y una variada fauna, donde abundó en otro tiempo el ciervo, del cual tomó su nombre. En 1.785, se llamaba Cervera, en 1.834, Cervera de Aniñón, y desde 1.857 Cervera de la Cañada. Esta población tuvo un papel fundamental en la guerra de los Pedros (siglo XIV). Por el año 1357, Pedro IV de Aragón ordenó evacuar la población ante el temor de que fuera invadida por Pedro I de Castilla, unos años más tarde así acaeció y en 1.361 ó 1.362 fue incendiada, destruyendo un castillo que se ubicaba donde hoy se levanta su iglesia. Años después Pedro I "el Cruel" la abandonó en beneficio de Pedro IV.


Cervera del río Alhama se encuentra en La Rioja. También lugar de ciervos. El rey Alfonso I le concede los Fueros de Sobrarbe, como a la vecina localidad Navarra de Tudela. Posteriormente, pasa a depender del reino de Castilla.

Cervera de Buitrago, repoblada por los pastores de Sepúlveda, y donde mejor se explica la procedencia de su nombre. El municipio de Cervera de Buitrago se encuentra situado a 80 kms. de Madrid. Limita al Norte con el término de Robledillo de la Jara, al este con el Atazar, al sur con el de Patones y el Berrueco y al oeste con Puentes Viejas. El nombre de Cervera parece derivar de la palabra ciervo y de un hecho que ocurría en sus tierras relacionado con estos animales. Antiguamente existía una gran número de cérvidos en los cercanos bosques del Señorío de Buitrago, los cuales se desplazaban hasta las cercanías de Cervera aprovechando que era el primer lugar donde se deshacía la nieve y el último donde se ponía el sol, para de este modo recibir sus últimos rayos de luz. De esta original forma se fue dando lugar el nombre de Cervera.

Para quienes gusten de las estadísticas les cuento que, además de los que ya hemos mencionado, hay un Cervera en el Principado de Asturias, otro en la provincia de Teruel y otro más en Madrid conocido como La Cervera; Cervera de los Montes (Toledo), Cervera del Llano (Cuenca) y Cervera del Maestre (Castellón); hay 10 localidades en España con el nombre de Cervera de Segundo, cuatro de ellas en la provincia de Burgos, 1 en Ciudad Real, 1 en Cáceres, 1 en Lérida, 1 en Castellón y las nuestras de Vado y Vallespinoso.

Hay varias localidades con matices de Cervera, en concreto en la provincia de Alicante, Baleares y en la provincia de León.

Por otra parte, el apellido "Cervera" procede del capitán Galceran que se distinguió en la conquista de la ciudad de Cervera (Lérida), tomando sus descendientes este nombre por apellido.

En España cerca de 8000 personas comparten el apellido Cervera según diversos estudiosos, siendo el 606° apellido más común. En Valencia hay 2390 personas con este apellido; en Barcelona 1036, Baleares, 694; Madrid 682; Vizcaya, 528; Murcia, 522; Sevilla, 364; Castellón, 348 y Tarragona, 346.

Hérib Campos Cervera, poeta nacido en Asunción, Paraguay, el 30 de marzo de 1905, hijo de progenitores de origen español, nos dejó un recado interesante: "Que no haya arte inútil, que no haya belleza divorciada del pueblo. El pueblo, su servicio, su redención, su felicidad, su justicia, deben constituir los motivos de todo trabajo. Lo nacional, nuestro país, nuestros hombres, nuestros campesinos y obreros, nuestras mujeres. Es a ellos, a su elevación, que los artistas deben dedicar todos sus esfuerzos”.

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17 mayo 2008

El nombre de Cervera (I)
mayo 17, 2008 2 Comments

Además de Alameda de Cervera (Ciudad Real), e Hinojar de Cervera, aldea perteneciente al Ayuntamiento de Santo Domingo de Silos e integrada en el Parque Natural de Yecla, encontramos a Cervera de los Montes, en Toledo, donde ya el topónimo se traduce como “lugar o paraje de ciervos”.

La tradición afirma que fue fundado por unos pastores que procedían de Talavera y decidieron establecerse allí al ver la abundancia de pastos. A mediados del siglo XV pasa a formar parte del Condado de Oropesa. Es famoso el pleito que en 1569 sostiene el conde de aquel lugar con Talavera sobre el aprovechamiento de los pastos.

Entre Burgos y Aranda de Duero, se encuentra el pueblo de Ciruelos de Cervera, perteneciente al Partido Judicial de Lerma. Hay aquí una curiosa historia en torno a un arbusto denominado Zumaque cuyas hectáreas igualaban a las del cereal y fue motivo de supervivencia de aquellas gentes entre los años 1600 a 1880. Los frutos eran molidos en las tahonas y exportados como dice el refrán:

“Los de Espinosa de Cervera,
los de la faja colorada
que con las grandes reatas
llevan el zumaque a Granada”.


El fruto de este arbusto era utilizado para teñir colores. En sus archivos constan las arrobas que cogía cada uno y el precio a pagar (tres reales por arroba), para después venderlo por quintales al precio de 15 reales por quintal. El zumaque es un arbusto que puede alcanzar más de un metro de altura e incluso hasta tres en tierras fértiles. Sus ramas son herbáceas y resultan muy suaves al tacto debido a la enorme cantidad de fino vello que las recubre. Las hojas están formadas por un conjunto de hojuelas, cuyo número oscila entre cuatro y siete, y que se encuentran enfrentadas de dos en dos, con una sola en el extremo; Su tallo es leñoso o resinoso. Es originario de los países de América más cálidos. En España se encuentra en ribazos y laderas rocosas de la parte más meridional de la Península. Las hojas y las ramas del zumaque están compuestas por materias tánicas.

Antiguamente se utilizaba para cortar la diarrea; pero esto no es aconsejable, ya que ha producido intoxicaciones. Se le atribuye la virtud de apretar cueros y adobar pieles, sobre todo las más finas. También se le han atribuido históricamente otras propiedades, entre otras, que quita la aspereza de la lengua si se mezcla con miel y sana almorranas cuando se aplica con carbón de roble. Sin embargo, es aconsejable no hacer ninguna preparación casera con el zumaque. Su única virtud radica en ser muy astringente , pero se puede sustituir por otras plantas que cumplen esta misma función y no resultan perjudiciales para la salud. Este arbusto, en la actualidad, se encuentra en vías de extinción.

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