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El bosque de Roberto

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Por aquellos días ya andaba Robert Wagner investigando por el contorno, hasta topar con el paleobosque de su vida. Emiliano Vega, el presidente de nuestra asociación, nos invitaba a tomar parte en el reportaje que se estaba preparando sobre el bosque de fósiles de Verdeña. Allí estaba Roberto, miembro honorífico de “fuente cobre”, disertando sobre un antiguo mar cuyo bosque revuelto salió a la luz en aquellas catas mineras que propiciaron el descubrimiento. Nuestra curiosidad no daba crédito. Aún hoy, cuando emprendo el camino que me lleva a este punto; cuando vuelvo a recorrer aquel sendero de Verdeña, uno de los pueblos más encantadores de nuestra montaña, el mar del que hablaba tan apasionadamente Roberto Wagner, todo me parece un trozo de aquel sueño; las marcas de la pared, restos de árboles retorcidos por un tremendo cataclismo que cambió todo, aquel camino como parte de un cuento; un lugar, en definitiva, al que nunca llegará ese soñado cambio que implica el movimiento de las p

Estar en el cielo

Es una expresión que solemos utilizar cuando estamos en la gloria, cuando no duele nada, cuando el sueño es hermoso. En todo momento he procurado huir del pesimismo y más en una columna del diario, donde se necesita ahora más que nunca ilusión y gente que te anime, que la vida son dos días y no vamos a estar de plañideras de continuo.




Pero no sé por qué razón, tal vez porque la peste también afecta a la razón, estos días yo no veo caridad, ni bondad, ni hermosura por ningún lado. Ahora todo el mundo busca su momento. Es probable que yo esté equivocado, y esa desconsideración que observo a manos llenas en todas partes sea puntual, no sea una apuesta general del mundo. Es posible que sea la edad, que uno con el tiempo se va volviendo raro y ve ampollas donde apenas salen unos incipientes callos.

Lo cierto es que, cuando regresamos a esa normalidad tan anunciada, volví a San Salvador y me centré en la ilusión que ahora ocupa mis días, una biblioteca-museo donde hablen los libros, que siempre vienen a contarnos cómo salir de la oscuridad, cómo vencer a la opresión, cómo encontrar la paz. En ellos se reflejan las luchas, las inquinas familiares por una herencia, las guerras vecinales por un terreno... Batallas viejas que siguen vigentes, amores condenados por el mundo a añorarse desde la distancia. Se querían mucho pero medió el entendimiento de los más allegados, para decir que era una pena, pero que debían seguir por caminos distintos. Miro los libros que hay sobre mi mesita y pienso que no hemos madurado nada, que tanta libertad ganada en tantos caminos, solo sirve para pisotear los sueños de quienes llegan detrás, a quienes cada día se les pone la vida más y más difícil.

Es otoño otra vez. Toca reflexionar. Toca agradecer que estamos vivos, aunque no estemos juntos; que nos queremos, aunque estemos con otros; que en medio de este infierno de pandemias y miedos, estamos sentados a la lumbre, con un libro entre las manos, mientras ahí afuera late la paz de un pueblo entero. Que no necesitamos más. Que estamos en el cielo.

LA MADEJA

Cada viernes en la tercera de Diario Palentino
HEMEROTECA: 16oct2020

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