No siempre se consigue en la primera visita la imagen ideal de un pueblo. Ya dije en un post anterior que la borrasca Gloria nos pilló de camino y nos consideramos ya premiados con una guía como Avelina que, a socayo del viento, nos condujo de manera impecable por la historia del monasterio. Ya que estamos, vamos a dar un paseo por el pueblo, que quiero dedicarle unas palabras.
Lo cierto es que este lugar tiene una densa historia en el que se fija Alfonso VII de León en 1147, concediéndole los fueros de Castrojeriz, el primero de los fueros otorgados en el reino de Castilla. Y es sabido también la importancia que alcanzó Astudillo en otros tiempos por la producción textil. Los cronistas aluden a un gran volumen de paños, que no eran de la calidad de los de Béjar, pero que gozaron de una gran demanda entre los jornaleros.
Lo que busco en este viaje por Palencia, además de una mirada al Patrimonio, es tocar literalmente cada pueblo con su trazado urbano, con sus miradores, los restos de sus murallas y castillos, sus casas solariegas, la Plaza Mayor de este Astudillo, una de las más pintorescas de la provincia. Pero el intenso frío no deja ver este lugar con esa tranquilidad que se requiere para lanzar un juicio y desde aquí me hago la promesa de volver a visitarlo pasados unos meses, que quiero ver la Puerta de San Martín, sus casas blasonadas, las ermitas, fotografiarlo desde el castillo de la Mota y, sobre todo, lo que quiero es escribir sobre el curioso entramado de pasadizos medievales que minan una buena parte de las casas.
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