Detrás del éxodo

Fontaneda era un prestigioso escudo para la villa. En aquellos momentos todo era negro. Y nos fallaron los malos augurios. "Siro" y "Gullón" siguen creciendo hoy (2011) a un ritmo trepidante.


Lo peor de los políticos es su compromiso de renovar promesas. Al mismo ritmo que las renuevan, las incumplen, por imposiciones, a veces, ajenas a su afán; por desacuerdos de quienes se sitúan por encima de ellos. Aguilar precisaba un milagro para salvar a Fontaneda. Porque las promesas de los políticos se conciben a plazos de vencimientos largos y el desenlace que ahora nos anuncian era cuestión de meses. Poco a poco, por desgracia, se van cumpliendo los peores augurios. Muchos trabajadores no están ya por la labor de comenzar de nuevo y sabemos que detrás de este éxodo llegará con el tiempo otro mayor, el de todos aquellos relacionados de algún modo con la empresa que ahora cierra en la villa. Algunos también se alegran, porque cerraron las minas y nadie movió un dedo, pero no sé si saben que se quedarán solos. No sé si los que dicen "que se jodan", valoran de verdad lo que la soledad cuesta.


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