Un refugio en la Sierra



Los hijos de Felipe Calvo, a través del “Diario Día” me hacen llegar un libro editado por la Diputación de Palencia, en homenaje póstumo a ese gran humanista y Académico palentino que fue su padre. En uno de los artículos, “El mejor establo del mundo”, el profesor hace referencia al refugio que en 1974 se comenzó a construir en la Sierra de Brañosera.


“En aquel paraje impresionante –cita en un artículo remitido a este diario– al que se llega por una carretera labrada en la roca, una roca de varios kilómetros que ofrece a ambos lados hermosos brezos y sabrosos arándanos, en aquél paraje —digo— alguien, no sé quién, trató de hacer un refugio de montaña para hombres, cuando, por lo visto, lo que allí se necesitaba era un redil y una cabaña”.

El 15 de febrero de 1998, hace sólo unos días, Ángel Casas Carnicero nos cita en el artículo “Recuerdos de Brañosera”, publicado en el Norte de Castilla: “Froilán de Lózar escribe que ahí se gastaron mil millones y que no hubo transparencia. Está equivocado en ambas cosas, pues no llegó a la décima parte de la cifra que indica…” Recurre a la perífrasis y concluye el comentario sin señalarnos la cantidad exacta que se quedó en la Sierra.

Ni esa cantidad, ni una mucho más pequeña exime de culpa a los responsables, pero he de aclararle que la cifra que me atribuye no es un invento mío, y apareció en la prensa palentina con anterioridad al artículo que cita. Es más, en un escrito remitido por el Grupo Socialista palentino a los medios de comunicación, se decía textualmente:

“Según información de la Junta Vecinal que cedió los terrenos para la construcción —unos 6500 mts. Cuadrados— se invirtieron en la edificación unos 250 millones de pts. de aquella época (hoy –por 1992–, seguramente, más de 2500).” En ese mismo comunicado se añade lo siguiente:

“Se gastó lo justificable y lo no justificable, en una iniciativa turística de alcance, y de enormes expectativas para toda la zona, pero al fin el parador nunca llegó a ponerse en marcha, sin que, ni la Junta Vecinal, ni los ciudadanos hayan recibido explicación razonable del por qué”.

Y esa es, Señor Casas, la falta de transparencia a la que siempre me he referido.

Por ese motivo tiene usted razón en una cosa: “Felipe Calvo y Froilán de Lózar han criticado sin grandes conocimientos de la cuestión”. ¿Qué mejor ventanilla que la suya para deleitarnos con la historia y así encontrar las vías de solución si las hubiera?

El mismo Felipe Calvo, al final del artículo que ahora publica el Organismo que usted mismo presidió (he de reconocer que a mí me lo hubieran censurado), resume de la mejor manera la impresión tan desagradable que le inspira aquel hostal convertido en cuadra de caballos:

“Hace un mes que vengo retrasando el escribir lo escrito. Creía que el tiempo y la estación templarían esta invocación a la autoridad, moderarían la forma, suavizarían la condena… Lo siento. No espero más; va como está. Quiero que los responsables —ya veréis cómo sale a relucir Fuenteovejuna— tengan tiempo de enmendarla: detener el vandálico despojo, y darlo cometido, reparando así el agravio social del abandono”.

Si a la falta de información usted la denomina transparencia, resulta que entonces no le damos el mismo significado ambos a la palabra.

Cada uno habla de la que conoce y, la montaña en la que yo crecí y en la que Vd de alguna forma –acaso limitada por la distancia– gobernó, no conoció bajo su mandato mejoras que la sacaran del olvido. Hizo lo que pudo, lo comprendo; lo que supo, lo que estaba a su alcance en ese momento y no sé lo que pasó entonces en otras partes de Palencia.

Le admiro a usted como palentino profundo que me confieso. Leo y conservo sus artículos, porque atesora muchos recuerdos, encuentros valiosos con gentes de dentro y de fuera de nuestra provincia. He ahí su “Memoria viva”: Los Gürus de Brañosera, Palentinos con nombre, La triste agonía de minas de Barruelo, La utilización de Castilla y León, las carreteras de la provincia, Caminando por el norte, La Trashumancia, la cultura, los sindicatos, los médicos…etc.

Pero hemos de reconocer, alguien debe hacerlo, que allí se enterró mucho dinero y nadie hasta la fecha nos ha explicado nada. Ocurre que, los gobernantes estaban lejos, todavía más que ahora, donde al fin se quiere percibir una especie de puente con las vías de comunicación que anuncian y ahora la puesta en marcha de este refugio o parador de invierno. Aunque le parezca increíble, entre los mismos montañeses todavía queda gente interesada en no mover las cosas: “Turismo sí, pero poco; calidad de vida sí, pero en pequeñas dosis; Hospital sí, pero dónde”.

Muchos de esos caramelos que los políticos nos han puesto en la boca a lo largo de años —sin poner en duda que lo hicieran con la mejor de las intenciones— se nos están volviendo amargos. Los que gobernaron con anterioridad se disculpan o ponen una detallada información a nuestro servicio, para que desterremos lejos la idea que nos acecha del olvido. Y nos consolamos con emplastes, qué remedio nos queda, si las carreteras eran parches y ahora no llegan a caminos. Antes, porque no había; ahora, porque no acaba de llegar lo prometido y mañana porque ya será tarde y habrán muerto los que todavía ponen su puchero de patatas a la lumbre.

Todas las reflexiones vienen a confluir al mismo punto, pero quienes viven en estas latitudes saben que hace falta algo más que buenas intenciones, que no curan las palabras, que los proyectos del calado de aquél, vistos así, sumen a cualquiera en la impotencia y en el grito.

Soy el menos indicado para ir en busca de culpables, pero más allá del dinero real invertido y de la transparencia demostrada, me preocupa su futuro. Porque del logro de esa y de otras historias que aún están pendientes, depende el futuro de mucha gente, el futuro de una tierra por cuyas entrañas me gustaría adentrarme dentro de unos años en su compañía, y sonreír juntos ante la obra terminada de un refugio que estaba por los suelos.?

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