Que hable Alejandro


Lo que te descoloca de verdad es el silencio. Hablando o escribiendo uno comete errores, orienta o desdibuja una situación para la que cada uno encontró un apósito válido; trastoca o rompe la idea que otros tuvieron sobre la misma cosa. Escribiendo o hablando, uno se decanta por algo o por alguien. "Hablando se entiende la gente" –apostilla el vulgo–, aunque no siempre.

Lo cierto es que, cuando alguien calla, nadie sabe dónde otorga, o lo que le preocupa, o lo que a su juicio debe preocuparle por el cargo que desempeña. ¿Cómo y hasta dónde debe preocupar la instalación de nuevas empresas en la zona norte?

Esa es la pregunta a la que deben respondernos las autoridades de los pueblos donde van a instalarse.

Mitchel Cohen, en un largo y apasionado ensayo sobre residuos tóxicos y el Nuevo Orden Mundial, se refiere a ello como una industria lucrativa, una forma intencionada de cercar tierras y recursos. En un lenguaje demasiado técnico, Cohen lo analiza como un medio de proletarizar a campesinos y aldeanos, llevándoles a nuevas formas de explotación del trabajo y de la Naturaleza

"Como la oposición al vertido de residuos tóxicos y a la incineración de basura peligrosa se apasiona, convirtiéndose en movimientos políticos masivos, hay un entendimiento creciente de que ni las regulaciones gubernamentales ni el mercado capitalista son capaces de suministrar protección adecuada para los ecosistemas naturales o para las comunidades afectadas por la contaminación mediambiental".

Ni que decir tiene que, a todos nos preocupa el medioambiente, cada día más, y que hay muchas dudas planteadas en cuanto al establecimiento en la zona de empresas que –según la Coordinadora contra la Central de Salinas– llegan a Barruelo con un horno de vitrificación de residuos a 8.000 grados y varias cadenas de valorización de residuos de dimensiones descomunales.

Cuando amenazan con historias tan grandes en una zona tan aislada, se nos viene de inmediato la pregunta a la mente: ¿lo hacen aquí porque es más barato? ¿Lo hacen aquí porque ya no quedan fuerzas vivas que puedan oponerse?.

Y más que la instalación de una empresa, sea del tamaño que sea, estimo que a todos nos echan para atrás un poco las respuestas tan ambiguas de la administración en empresas que se instalaron en otros puntos con gran bombo, incumpliendo reiteradamente la normativa, como ocurrió con las granjas de Guardo.

También en eso deberíamos tomar ejemplo de otras comunidades. A primeros de año se hacía pública una sentencia del Tribunal Supremo que ratificaba el año de prisión y una multa de 36.000 euros impuestos por la Audiencia de Barcelona a un vecino de Vallromanes que había levantado una granja de cerdos sin licencia. La sentencia constató que "los vertidos de purines en los acuíferos subterráneos determinan grave alteración, con daño de tales acuíferos, así como grave riesgo para la salud de las personas por ser potencial foco de transmisión de enfermedades".

Cuando yo me refería en artículos pasados al silencio que acompañó la actividad de la minería, lo hice no sólo por las personas que murieron dentro y fuera, como consecuencia de los accidentes o de la enfermedad, sino porque una de las actividades que generan este tipo de residuos tóxicos y peligrosos, además de la energía nuclear y la industria, es la minería.

Vivimos un momento en el que a todo nos enfrentamos y todo nos da miedo, pero sería conveniente también que quienes han hablado, aquellos que se oponen radicalmente a la instalación de una empresa de estas características, refuercen su postura con la presencia en el debate de Greenpeace, la asociación internacional que en los últimos años se ha volcado de manera especial en los problemas derivados de la contaminación tóxica por emanaciones.

Y por otro lado, Alejandro Lamalfa, que en el último lustro del pasado siglo formó parte de una comisión especial sobre la prevención y asistencia en situaciones de catástrofe, no sólo como Senador de Palencia antes, sino como alcalde de Barruelo ahora y, sobre todo, como médico, debe explicarnos a conciencia el alcance de estas empresas que se proyectan, la peligrosidad y el riesgo que conlleva vivir cerca y, ante todo, que quede en algún sitio bien firmado que el salto a la torera de la normativa dará lugar a acciones inmediatas, contemplense como sanciones o cese de la actividad si fuera necesario.

Lo que no podemos tolerar en ningún caso es el silencio cuando por medio está el consabido nombramiento de Parque Natural a una zona donde se limitarían todas las actividades peligrosas. 


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