ORÍGENES

📕 EN PORTADA

El bosque de Roberto

Por aquellos días ya andaba Robert Wagner investigando por el contorno, hasta topar con el paleobosque de su vida. Emiliano Vega, el presid...

09 julio 1986

Ritos y miedos
julio 09, 19860 Comments

La sociedad, la nuestra, de los pequeños pueblos, ha experimentado un cambio profundo en sus formas de expresión y de vida. Hemos estado envueltos durante mucho tiempo en un incontable número de ritos que van más allá de un acto simple y rutinario, y que, por esa misma causa, nos han desconectado de las nuevas corrientes.

Hemos vivido profundamente inmersos en nuestro propio simbolismo. El folklore no es sólo un tipo de baile o de música —eso está claro— y lo digo porque, cuando a nosotros nos hablan de un festival folklórico, enseguida lo asimilamos con cualquiera de esos grupos que durante los meses de verano llenarán las fiestas de los pueblos con sus trajes y jotas. No se reduce éste a una parcela o a un estilo en concreto y es por eso, quizá, por lo que nunca muere.




Desaparecen unos ritos y surgen otros, a veces totalmente diferentes, lo que ayuda a comprender las tendencias y los gestos en las diferentes épocas de la vida. El académico Julio Caro Baroja nos habló de ello a través de sus investigaciones y son muchos los autores que se han dedicado de alguna forma a estudiarlo. (1) Con frecuencia alimentamos nuestra fe a base de milagros. A veces, no trascienden, ni siquiera serviría esta definición para explicarlos, pero sí, incluso en estos pequeños pueblos de provincia donde parece imposible una aparición, han existido versiones y creencias que vienen a sumarse a uno de tantos cuentos o leyendas que en la zona se han dado. En torno a Fátima o a Lourdes se levantaron monumentos y allí acuden millones de personas llenas de fe, dispuestas al mensaje de esperanza, con la ilusión de recibir la gracia o la curación a enfermedades que han sido arrinconadas por la ciencia o por la medicina milagrosa (curanderos).

Una historia similar tuvo su orígen muy cerca de Bilbao, en Umbe. A raiz de un reportaje en la televisión aumentó considerablemente el número de visitantes y fueron muchos los que a diario (cuando se publicó por vez primera este artículo) solicitaron información desde todos los puntos del país. Según parece, la Virgen quiso erigir allí un Santuario. Las personas que recibieron el mensaje en aquél caserío hablaban de levantar un monumento en pocos años que hiciera historia, aunque no faltaron discrepancias y dudas en torno a quienes se fueron sumando a este proyecto. “¿Querrá la Virgen tanta suntuosidad en unos momentos de tanta crisis?” —se preguntaban. Pues bien, he aquí que, un día se apareció la Virgen en uno de estos pueblos. Era una Virgen de madera, naturalmente. El pueblo hizo procesiones en su nombre. La trajeron del monte hasta la Iglesia. Otro día desapareció. (Esta vez el milagro estaba más entregado a los manejos) ¿Alguien quería meterle miedo al pueblo? ¿Alguien pretendía devolverle el sentimiento religioso? No lo sé. No lo sabemos. Lo cierto es que, en aquel lugar se construyó una ermita para que la leyenda no se quedase sólo en eso. Es decir, lo mismo que en Lourdes, pero sin visitantes. Después de aquella euforia, pasados unos años, la imagen se vendió por 30.000 pts. La ermita se acabará cayendo y muchos de los lectores pueden pensar que aquí se termina la historia. Y piensan mal, porque el rito continúa. Las mujeres y los hombres cuando van de camino a los prados de la Sierra siguen echando allí monedas. Tal vez se trate de una peseta o de cinco, que molestan en uno de los bolsos, pero nadie ignora que puede tratarse de una ofrenda sincera. (Tampoco sé si se habrá llenado ya la ermita, o para qué se utiliza aquél dinero, ni quién lo saca, ni adónde se lo llevan).

Hace algunos años, en un artículo remitido al Diario Palentino, y publicado en las páginas especiales del sábado hacíamos referencia a viejos rituales para atraer el agua hacia los huertos. Estos años la tristeza de la tierra no es menor que entonces. Sería necesario hacer una rogativa con mucha fe. Y lo digo, porque recuerdo la anécdota que me contaron en la Castillería, cuando el cura (lo hacía todos los años), salió con el hisopo a bendecir los campos. Cuentan que al siguiente día cayeron unos granizos como piedras. Hace unos años, cuando el País Vasco quedó inundado por las aguas, algunos se apresuraron a exclamar: “¡Ha sido un castigo de Dios!”. Lo mismo dijeron cuando un vecino se rompió una pierna el día de los Santos recogiendo “cachizos” o cuando otro murió mientras laboraba el día de San Roque.

Mucho más allá de ese respeto que las imágenes o los milagros nos infunden, hay una condición de miedo: miedo al castigo, miedo a perder nuestro pasado, miedo al presente, miedo a no encontrar el camino; miedo, en fin, a las sombras, a perder la identidad de nuestro pueblo. Pero, ¿sirve de algo apresurarnos a escribirlo? Vayamos con serenidad analizando las metas propuestas, los cambios operados, el rigor de cuanto ya se ha recuperado para la historia en Discos, Libros o Museos. Capítulos para la historia de nuestro libro de folklore aún inédito.

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(1) Folklore y Costumbres de España, de A. Machado y Alvarez (1885); Navascúes (1931); Manual de Folklore, de L. de Hoyos Sainz, (1947).

(2) Revista Internacional de Estudios Vascos.
Centros de Estudios en Galicia y Asturias. Museo Etnográfico de Barcelona.


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07 julio 1986

Las raíces
julio 07, 1986 2 Comments

Nuestras vidas son los ríos… hermosos versos de nuestro gran poeta que nos sitúan –nunca mejor dicho– en el marco idóneo para arrancarnos. Pues no hay mensajes nuevos. Se pueden aportar frases distintas para expresar idénticos sonidos, las mismas leyendas, ritos, bailes, tradiciones y un largo etcétera de momentos que hablan de nuestra vida. Lo que sí es cierto es que, el folklore, hoy, comprende infinidad de movimientos y expresiones. Yo me atrevo a decir que esta materia trata de la vida en su más amplio concepto.[1]




Por los cuentos se inicia el gran estudio del folklore. El cuento que, más allá de la literatura, lleva un mensaje humano, un acercamiento a la realidad sin ser ella misma, una aproximación a tantos y tantos valores como se nos escapan a diario de las manos. Yo no sé si los contadores universales han pretendido lanzarnos el mensaje; desde luego, son muchas y diferentes las versiones que se han hecho de leyendas y cuentos con arreglo a esa sociedad que va mudando de costumbres, pero lo que sí parece destacar en todos ellos es el desarrollo de los sentidos, el acercamiento a los fenómenos extraños, la explicación de algunos mitos que aún permanecen vivos en nuestro entorno. La palabra folklore parece destinada a recoger otras facetas de la vida. Así, tiene contactos con la Economía política, con la historia de las Instituciones, del Derecho, de la Literatura, de la Tecnología, sin confundirse con ellas. Cada autor va incorporando nuevas facetas a medida que surgen nuevas ramas hasta llegar a nuestros días, donde este campo toma contacto con todo aquello que se mueve. El estudio abarca los más variados aspectos; [2] desde las creencias hasta los almanaques, pasando por la técnica, señales, vestidos, alimentos, danza, poesía, relatos y un largo número de géneros, pueblos y familias. Siempre desde un plano puramente especulativo he repasado los cambios que se han producido en esta materia, el significado de ciertos ritos, que hoy también tienen su consistencia y arraigo en algunos países y, aunque acudamos a los libros desde un plano personal y orientativo —como pudiera hacerlo cualquier ciudadano de su casa— me ha par­­ecido necesario hacer estas precisiones antes de introducirme en nuestra zona, un pedazo de tierra insignificante —si se quiere— pero donde hay evidentes señales de un folklore inmensamente rico. ¿Ejemplos? Muchos. Hace unos años conocí a un profesor que actualmente reside y ejerce en Barcelona. Le gusta investigar y descubrió en un lugar apartado de La Castillería vestigios de un pueblo Celta.

Los libros escritos sobre la Montaña Palentina no profundizan en estos aspectos, pero sirven, sin duda, de orientación a todos esos estudiosos y expertos que tanto se hacen de rogar. No hablan de la gran cantidad de molinos que existieron en estas comarcas, lo que denota el movimiento que aquí hubo y la importancia que debieron adquirir en algunas épocas de la historia estos pueblos hoy casi despoblados, de cara a los embarcaderos que nos llevaban hacia Europa. Lo cierto es que hay una historia candente por descubrir aún, lo que serviría para ampliar las referencias y el interés por nuestra zona de montaña. He pasado estos últimos años de mi vida entre estos pueblos que me vieron nacer, entre estos misterios, al borde de tantas inquietudes como aquí palpitaron, y es hoy, al escribir estas letras, cuando miro sorprendido hacia atrás, hacia la indiferencia que el maravilloso entorno nos depara y, sobre todo, al interrogante, a la explosión de gozo, a la historia que estos documentos pueden aportar hoy, encarados ya al nuevo siglo. ¿Acaso no tenemos motivos para estar orgullosos? Y ansiosos, porque todos estos capítulos forman parte de una larga travesía por la vertiente de nuestro libro de folklore aún inédito.¦

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[1] Aunque la palabra naciera con el romanticismo, no pueden negarse los hechos que vienen sucediendo desde el principio de los tiempos. Así tenemos, por ejemplo, Pausanías y su “Descripción de Grecia”; Montagne, y su “Viaje a Italia” y otros como Browne (1646), Thiers(1677), Macpherson (1780), Herder (1791) y los hermanos Grimm (1810), con sus “Cuentos Populares”.

[2] Los libros nos hablan del francés P. Sebillot y sus “Cuentos Populares de la Alta Bretaña”, director que fuer<a del inventario de folklore francés (1904–1907); “El cielo y la tierra, el Mar y las Aguas”, “La Fauna y la Flora”, “El pueblo y la historia”. Se habla también de grandes folkloristas, como Charlette Burne y su “Manual de la Sociedad Británica de Folklore”(1914). 

Imagen: La siega en Junio, por Pumar59

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06 mayo 1986

Entre el fuelle y el fuego
mayo 06, 19860 Comments

Estos latidos que ofrece Froilán De Lózar son el silencio de un caminante bajo la soledad deseable de los campos, el timbre de los “Viajes, Modos y Recuerdos por el norte palentino”. La palabra rescata el tiempo perdido, levanta el paisaje de las soledades, abarca horizontes con las pupilas del sol. El entorno, la montaña, las estaciones poéticas, se someten aquí a un rocío de sublimación. En efecto, la comunicación lector/autor es crepuscular, hay un sentimiento de luz que acrecienta la libertad de las águilas.

Aunque los años se lo lleven todo, quedan estos narradores como virtud protectora del poemar. Las vivencias del escritor golpean los labios de la indiferencia, nos llaman al orden, recuerdan un montón de páginas que se encuadernan en el olvido. El pensamiento de un poeta/cronista, es lluvia fina sobre verde. No le duele prendas mostrarnos los puñales desgarradores de tanta armonía herida. Lo hace on tacto. En tono reflexivo. Siendo memoria, siendo parte, siendo añoranza con el enorme huracán de los puñales: “…he vuelto al norte y he vivido la tierra tal y como la siento…”El reflejo de la realidad nos llega de la mano de alguien que sabe florecer como los árboles, espejo de latidos que unas veces se entusiasman como el alba y otras se decepcionan como linterna callejera en la noche de lobos. Aquellos pueblos batidos por la nieve, aquellos entornos geográficos de rosas vírgenes, aquellos ríos cristalinos que descansan entre las venas de un pueblo desaparecido; ésto y mucho más se puede paladear en la oportuna y nívea edición de “últimas crónicas del norte”.Ya me gustaría haber iluminado el camino. ¡Que ustedes lo disfruten!.

Victor Corcoba, crítico, Granada, 1992


Me quedo contemplando la alborada que se lleva la magia y escribo bajo el influjo de una moderna noche de San Juan. Habrán caído los palos y sólo quedará un rastro de cenizas cuando este artículo llegue a vuestros hogares, aunque habrá gentes nuevas que salgan a revivir este folklore cuando el calendario se doblegue a su antojo y San Juan vuelva a recodarnos que estamos entre el fuego y el fuelle, ante la llamarada, que no es un espejismo, que la escena es un canto a la noche del mundo…Vayamos sin demora al oficio del fuelle, que lo nuestro es soplar para avivar la llama que se esconde. “Pegó el fuego con la leña, ya no son menester fuelles”, escribió Moreto, pero, el fuelle en la Montaña ayuda diariamente a encender esa lumbre de familia, que aliviará las penas del momento, bajo la cual se trenzarán historias, milagros o pócimas por los que puede quedarse relegado ese invento de la televisión, que siempre nos martiriza con idénticos rostros, con noticias de miedo, con bandas desalmadas que hacen de la libertad un estrecho camino, con seres de ficción y misterio.

El fuego es capaz de unirnos en el amor y en el dolor, cuando despunta el día y habla el rocío por los campos, cuando llega la noche y el viento se mete por todos los resquicios. Los antiguos habían divinizado el fuego en la persona de Vulcano y los modernos han representado a menudo este dios en las alegorías de los elementos. En la Edad Media, la salamandra fue símbolo del fuego. Los persas quemaban fuegos perpetuos en honor de Ahura–Mazda. El culto del fuego se ha perpetuado entre los parsis. Los griegos veneraron los efectos del fuego en Hefestos; y en Roma, a las vestales se las confiaba la guardia del fuego perpetuo del templo de Vesta. En la montaña, el fuego —como tradición que aún se revive cada año—, alimenta la Pasión de la Semana Santa. La noche del Viernes Santo, las hogueras alrededor del pueblo invitan a un recogido rezo. Canta el pueblo a la luz de la llama. Hace corro junto al fuego, como en familia, recordando en voz alta el Viacrucis personal de cada uno, que a veces es terrible. El fuego de la risa en cualquier punto, en torno al cual se devoran unas patatas cocidas que se “roban”, y es un robo sin malicia, un hábito sin desperdicio, una costumbre que rompe la rutina del ordeño y del bar, del bar y de la siega. El fuego de la amistad bajo cualquier techumbre, donde un grupo de amigos y vecinos comparten la “chuletada”: se enrojecen los dedos y la lengua, porque la carne abrasa, y entre brasas y vino, sin remilgos, sin escrúpulos, el fuego hace que nos sintamos limpios, hermanos, diferentes…Pero el fuego también indeseado, que se ha llevado las haciendas, que ha roto las tertulias.

Quedan rescoldos debajo de las piedras, porque aquí, en la montaña, una casa, por vieja y desvencijada que se encuentre, tiene valores incalculables, más, acaso, que en ningún otro sitio. Y no me estoy refiriendo a los valores de dinero, a joyas o modelos. No. Me refiero a yugos heredados, a pasillos desnudos donde se labran las raíces del individuo, donde aletea la esencia de nuestros padres y antepasados, donde se refuerza la tradición y el apellido. Si el fuego ha servido para cauterizar las más diversas lesiones –ante la ausencia de otros elementos y pomadas, aplicado, eso sí, de una forma brutal–, el fuego ha servido para abrir las heridas internas, las del alma, aplicado por un descuído de muchachos al prenderse los “sarros”, al entrar en contacto las llamas con vigas de madera, o por otras razones que dejan en la calle a los sentidos viejos. Es como morirse de repente. Perder una casa de esa forma, es lo mismo que perder el pasado, la identidad, el legado, la historia que heredamos y vivimos. Fuego que hiere, que redime también. Fuego que, junto con la fabricación de herramientas, es uno de los criterios de la humanidad. Culto y miedo, entre fuelles roñosos y soplidos de viejas montañesas. Folklore vivo. Brasa candente sobre la carne tibia que hace mella para siempre en el cuerpo, que deja una señal para la vida, donde se escribe el nombre de los pueblos. A fuego y sangre repican las campanas. El invierno se mueve lentamente y se teme que las llamas hagan hueco en el monte… A intervalos, la mujer coge el fuelle y exige el movimiento de las llamas, que iluminen la casa, que abracen los cachizos, que la noche adquiere todo su sentido en el hogar, en la montaña, ya sea amor o dolor lo que respire el cuerpo. Unidos todos junto al fuego, tratemos de cerrar las heridas, abramos las compuertas del gozo, que nada quede entre tinieblas. La vida es una, es única, vivámosla entre el fuelle y el fuego.

@Folklore, para "Diario Palentino".


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28 enero 1985

Sobre el autor
enero 28, 1985 2 Comments

Froilán de Lózar es escritor y publicista. Fundador de la revista literaria Pernía (1984-1988). Fundador y administrador de Curiosón. Ha colaborado en numerosos diarios y revistas con artículos y entrevistas: Diario Palentino, Norte de Castilla, Noticias de Palencia, Alerta, Diario Montañés, Gaceta del Norte, Cascajera... fundamentando toda su obra en "La Montaña Palentina". En la actualidad, tiene una columna semanal "La Madeja" en el "Diario Palentino".
Es autor de numerosos cuentos y novelas, una de las últimas "Rueda de traficantes", escrita mano a mano con el autor vasco Xabier Gereño.
Froilán ha sido premio de periodismo "Ciudad de Palencia". II Premio Internacional de Poesía Diego de Losada (Zamora). Premio Nacional de Novela Corta "La Tribuna de Castilla" (Valladolid), con la novela "La guerra de los torpes".)1998


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03 julio 1984

Lola Villar Villanueva
julio 03, 19840 Comments

Poesía en la tierra amada Lola Villar Villanueva nació en Cervera de Pisuerga, tiene 30 años y ejerce como abogado en la villa norteña. Ha colaborado en diversas publicaciones. Tuvo numerosas actividades políticas pero acabó renegando de todas: "Yo creo que la política es como la nieve: en cuanto llegan las ambiciones, los egoísmos y el protagonismo, todo se marcha por la borda".





¿Quién es Lola Villar?

-Un conjunto armónico de contradicciones: niña, bruja, mujer, letrada, poeta... Hay un poemilla mío en que me autodefino. Existe una canción de Serrat que es como un himno guerrero para mí: "Como un gorrión". Quisiera, siempre lo he dicho, que, cuando muera, en mi lápida se escriba: "Aquí yace Lola, cometió muchos errores, pero murió fiel a sí misma".

¿Que es lo que más le asusta a Lola?

-Hay muchas cosas chicas y algunas grandes que me asustan, pese a esa imagen mía de damita de hierro; verás, me asusta bajar las escaleras (un psicólogo haría maravillas con mi miedo) y desvelarse por las mañanas, es síntoma infalible de que algo, casi siempre malo, va a ocurrir. Me asusta la envidia, los terroristas, los hombres y mujeres que hieren por placer. No me asusta la vida ni la muerte, ya ves. No me importa morir y soy una enamorada de la vida. ¿Curioso, verdad?. Supongo que como buena "libra" estoy llena de contradicciones.

¿Abogado o poeta?

-¡Uf! Hay veces que la poesía, la imaginación, mis azules personales han ayudado a la letrada y viceversa. Yo creo que acabaré siendo, fundamentalmente, una poetisa, por eso me gusta el título de esta entrevista; me veo yo, fíjate, ancianita, una viejecilla encantadora (no soy nada modesta), chiquita, claro, con el pelo blanco y ojalá que esa sonrisa añoja reluciente, releyendo a mis sobrinos, espero tener legiones de sobrinos, poesías, nanas...

Estoy decidida a publicar mi primer libro de poesía, ya va siendo hora. Lo demás pertenece al futuro y el futuro es un libro en blanco. "Creo, sí, escribe, -me suplica- que soy poeta de diez de la noche a diez de la mañana. el resto, abogado.

¿Niña o mujer?

-Soy una mujer que ha procurado o procura, por encima de muchas cosas, que la niña que hubo en mí no se destroce ante la soledad, el miedo o el amor.

Ahora que lo mencionas, Lola, ¿hay algo que no te guste del amor?

-Yo diría que, del amor me gusta todo, del amor con mayúscula, del amor que no sabe de egoísmos. El amor es el motor del Universo, de los pequeños heroísmos, de los grandes gestos; por amor se nace, se vive y se puede, desde luego, morir. No, no me pidas que encuentre algo negativo en el auténtico y verdadero amor, lo que ocurre es que hay muchas y muy malas copias de él.

¿Por qué piensas tú que hay tanto afán en "coronar" las piedras de Cervera?

-Honradamente no lo sé. Creo que hay una pugna válida entre dos concepciones de la vida, enfrentadas y materializadas en su postura ante un proyecto urbanístico. Como soy bastante relativista, creo que no ocurrirá ninguno de los males con los que unos y otros amenazan al pueblo. Particularmente pienso que un pueblo no puede dejarse morir y que se debe y se puede intentar compaginar el progreso con la esencia histórica y artística de un lugar, pero sin fariseísmos. Lo que es malo, es utilizar el tema para lanzar flechas envenenadas, caer en el insulto sin sentido, distorsionar la realidad... Yo diría -lo he dicho muchas veces- que nos hace falta solidaridad colectiva y espíritu de trabajo, amén de un aterrizaje en el presente.

Tú, que eres creyente, piensas que se reencarnará el alma...?

-No puedo darte una respuesta lapidaria, pero sí que yo me he sentido en otras épocas. Pienso que hay reacciones, miedos, valores incluso que, son inexplicables y podrían tener su orígen en otras vidas anteriores. Te recuerdo que en casa, medio en bromas y veras, me llaman "bruja".

¿Tus poetas preferidos?

-Machado, Lorca... No soy nada original. A veces, me gusto yo.

A Peñalabra le dicen "La mesa de Cantabria". ¿Tú qué dices?

-Yo creo que Peñalabra es uno de los últimos peldaños que sube al cielo. La escalera es palentina, ¡eh! No soy chauvinista; creo que las montañas, los ríos, como el cielo, no son patrimonio de ninguna persona, ni de ninguna provincia, ni siquiera de un país. El posesivo muchas veces es una nefasta tentación. ¿Recuerdas la historia de un caballo? "Mi casa", "mi prado", "mi mujer"...

¿Se morirán los pueblos de verdad?

-Tú sabes que muchos pueblos han muerto ya y que otros agonizan. Se siente el asa de la vieja dama con su guadaña oxidada y sus pasos impíos.
Se nos mueren, cuando -como los padres- más los necesitamos.
Sí, se nos mueren los pueblos.


@Norte de Castilla, Sección: "Protagonistas de la montaña palentina"
Lola en nuestra "Revista Pernía"


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23 julio 1983

Gabriel González
julio 23, 19830 Comments

Gabriel González, "El dios"
+Poeta

"Había una chavala en Polentinos que quería ir a la función al pueblo de Villanueva, donde se celebraba la fiesta de San Juan. Y su padre le dijo que no, que había que ir a excavar patatas.
-No, hija, no puedes ir porque San Juan no es fiesta. Ya irás al Campo, que es San Pedro.
-Pues yo, padre, si no me deja ir a San Juan, me cago en San Pedro...

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Froilán de Lózar - San Salvador de Cantamuga

A petición de alguno de mis seguidores, hoy extraigo de la hemeroteca más que una entrevista, porque él ignoraba que le estaba grabando, un encuentro con Gabriel González, el "dios de la Pernía", apodo que heredó de su padre. Incluso la manera de dar publicidad a sus trabajos cuando acudía a las villas de Aguilar, Barruelo o Potes. Así, en una de aquellas octavillas, que aún conserva, decía:

"Si quiere comprar guadaña, que le haga buen segador, consúltele marca y precio al "dios" de San Salvador."

Y en la parte inferior de la hoja, una pequeña aclaración:
No comprar sin consultarme precios.

Otra octavilla rezaba:

"Si no quieres andar a gatas, como andan los gatos, ven a calzarte en casa del "dios" a precios baratos."

Como director de teatro, recuerda que para las representaciones se alquilaban las ropas en Valladolid y eso suponía 500 pesetas de las de los años 50. La última obra que representaron en San Salvador y Cervera fue "El Tenorio" que cosechó gran éxito.

-¿Usted ha hecho carrera?
-Sí, he corrido hasta el Cueto...

Traigo a estas páginas especiales del sábado la semblanza de Gabriel González, nuestro poeta perniano. Me cuenta en esta ocasión que su padre soñaba con los puentes, e hizo la carrera por correspondencia.

"Cuando se hizo la carretera, lo mismo que a mí me gusta hacer albarcas, a mi padre le gustaba dibujar y hacer puentes. Se presentó en Cervera a contratar el puente que hoy cubren las aguas del pantano de Requejada. Y lo hizo ante el Ingeniero que paraba en la Fonda de "Manolo Isasi". Este le pidió una fianza. Él vino entonces donde su padre, que era tejedor, pero mi abuelo le dijo: ¡Anda, jodío, ve a sacar patatas a la tierra del hornillo, que me vas a comer las pocas perrucas que saco!
Mi padre volvió a decírselo al Ingeniero, que le respondió: "Su padre, está en lo cierto. Usted no tiene representación para llevar las obras.
En ese tiempo se quedó con la contrata del puente el de la Fonda, que además era contratista de obras y le puso encargado a mi padre.
Mi padre, muy vengativo, guardó el plano del ingeniero y sacó el suyo. Les explicó a los obreros lo sucedido y todos estuvieron de acuerdo para llevar adelante la obra según sus instrucciones.
Cuando el contratista visitó las obras se debió poner como un miura, porque no coincidían con las que él había trazado, pero ya estaban concluídas y no daba tiempo para cambiar nada.
Cuando llegó el ingeniero, aunque inicialmente hizo un amago de disgusto (bien lejos de lo que sentía en realidad), le dio una propina de cincuenta reales y le hizo encargado de todos los puentes que hoy surgen a los lados del camino, desde Vañes hasta Piedrasluengas.

Extracto de la entrevista publica en el diario Noticias de Palencia, 23 de Julio de 1983
Ver también en nuestra revista Pernía
"El sueño de un perniano", de Gabriel González.


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01 febrero 1983

Turismo rural en la Montaña Palentina
febrero 01, 19830 Comments

Al norte de la provincia, Palencia tiene uno de los territorios más sorprendentes del interior peninsular: las comarcas de la montaña palentina. Aquí se encuentran algunas de las más elevadas cumbres de la cordillera cantábrica (Peña Prieta, Curavacas, Espigüete... ) y abundan los valles con frondosos bosques de haya y roble, últimos reductos del oso pardo.





Agua

El agua se muestra brava en las cuencas altas de los ríos Carrión y Pisuerga y mansas en sus cinco embalses: Aguilar de Campoo, Ruesga, Requejada, Compuerto y Camporredondo.

Románico

El arte Románico aparece vitalmente instalado en el paisaje. junto a pequeños pueblos de arquitectura tradicional bien conservada. A los atractivos naturales de los paisajes de alta montaña y del arte Románico, se suman los propios de sus villas más pobladas e históricas, como son Aguilar de Campoo. Cervera de Pi suerga y Guardo, cabeceras de comarca y, que se disputan la capitalidad de la montaña palentina.

Para contribuir al desarrollo integral de estas comarcas, se han impulsado las iniciativas de turismo rural como el Consorcio Turístico de la Montaña Palentina que contempla un plan de recuperación adaptado a la realidad cultural v económica, sin olvidar la conservación de los recursos naturales, al objeto de lograr una red de instalaciones y servicios de gran calidad medioambiental. Turismo ecuestre, senderismo, piragüismo, montañismo, bicicleta de montaña, escalada,~esquí de travesía y rutas 4x4 son algunas de las opciones de turismo activo que ofrecen agencias de viajes especializadas como : "Aventuras en Barruelo de Santullán, Palencia (TFN.. 979.106125)

Actividades

La Escuela Medioambiental y Albergue de Quintanilla de Corvio(Telf. 979- 18.12.24) también ofrece rutas guiadas de naturaleza, campamentos, senderismo, descensos en balsa y raquetas de nieve.

Todos los caminos que conducen al norte de la provincia de Palencia tienen dos virtudes: atravesar la ruta del Románico y acercar al viajero a cualquiera de los cinco pantanos ubicados en la zona montañosa entre las localidades Guardo y Aguilar de Campoo. Así pues, cualquier ruta que sale de Palencia hacia el Norte es buena, lo mismo la que atraviesa Camión de los Condes y Saldaña hasta Guardo por la comarcal 615, como la que va por Frómista y Herrera hasta Cervera de Pisuerga.

La montaña palentina, junto con el paisaje leonés de Picos de Europa y el Norte de Burgos, rompen el tópico de la Castilla de paisaje seco y mesetario. Muchos son los montañeros que se animan en cualquier época del año a subir a la cumbre de los Picos Espigüete (2450 mtr.) Peñaprita (2.536 metros) y Curavacas (2.520 metros).


Multitud de recursos

A los pies del Espigüete, el embalse de Camporredondo y el pueblo de Cardaño de Abajo son buenos puntos de referencia para experimentar la grandeza de la naturaleza. Pistas forestales, pequeños arroyos y padrerías nos van acercando al pie del vertical roquedo calizo de la cara sur, considerada por los montañeros la más factible para acome ter la ascensión. La montaña palentina agrupa una multitud de recursos naturales de gran belleza. Su proximidad con los renombrados Picos de Europa, ha provocado, quizás que la montaña palentina sea "la gran desconocida". Así debió ser en los remotos tiempos de la Alta Edad Media, cuando fue un refugio perfecto para los monjes que huían de la dominación mu­sulmana. Estas tierras fueron elegidas también por el hombre prehistórico para dar forma a sus inquietudes artísticas.

El norte de Palencia presenta un buen muestrario de arte rupestre, como la ermita de Olleros de Pisuerga que en principio pudo ser una cueva natural, refugio prehistórico o templo que más tarde alguien decidió convertir en lugar de culto cristiano alrededor del siglo VIII.

Por último, la montaña palentina puede presumir de uno de los yacimientos de románicos más sugerentes de Europa. Ermitas perdidas en los campos y edificios en los núcleos urbanos más importantes dan fe de ello. Es propia de esta comarca la iglesia llamada de concejo, de una sola nave, rematada con un ábside y con la puerta orientada normalmente al sur.

Las nieves acumuladas durante el invierno en el circo glaciar de Covarrés, en los cofines de la montaña Cántabro- Palentina, serán la simiente de la que nacerá el Pisuerga que, tras desaparecer por el sumidero de Sel de la Fuente, volverá a ver la luz después de 2,5 kilómetros de recorrido subterráneo, en el umbral de la cueva del Cobre.




El Pisuerga

En su primer tramo discurre por el valle de los Redondos, un apartado rincón habitado por poco más de cien personas, repartidas en tres pequeñas aldeas: Tremaya, San Juan y Santa María. El topónimo del valle parece provenir de los antiguos cotos redondos, áreas que fueron deforestadas con fines agrícolas por los colonos enviados para repoblar estas tierras durante los primeros periodos de la Edad Media.
Para alcanzar la Cueva Cobre (lo que hasta hace pocos años se consideraba el nacimiento del Pisuerga, hay que llegar hasta Santa María de Redondo, el último pueblo del valle, desde donde habrá que continuar a pie por la pista que remonta el curso del río. Tradicionalmente se han situado las nacientes del Pisuerga en la cueva del cobre, que también se conoce por este motivo como “Fuente Cobre”. A la salida del pueblo habrá que cruzar un puente y continuar por la pista que asciende junto a unas minas abandonadas. Tras atravesar dos puentes más, la senda cambia de margen para discurrir frente a una ladera tapizada de un espeso monte de roble albar, rebollo, haya y mostajo. La presencia de un nuevo puente de madera servirá de referencia para elegir el camino en la única bifurcación de la ruta. Nos encontramos en la confluencia del valle del arroyo de Tejedo, que se abre paso a la derecha, y del valle principal del Pisuerga, por el que debemos continuar siguiendo las sendas que corren paralelas al cauce del río por su orilla izquierda.

Y al final, nuestro destino, la enorme gruta por la que se pierde el Pisuerga en las entrañas de la tierra. Estamos ante la Cueva del Cobre llamada así, posiblemente, por la existencia en sus cercanías de algunas antiguas calicatas de blenda cuprífera. El paraje se encuentra en las estribaciones del amplio cordal de Peñalabra, que marca la divisoria con la comarca cántabra del Alto Campoo, y que está perfectamente delimitada por tres cumbres señeras:

Tres Mares (2.175 mtr.), Cueto Mañín (2.100 mtr.) y Valdecebollas (2.136 mtr.)




Artesanía y Cerámica

GUARDO

La Artesanía de la Montaña Palentina experimenta en los últimos años un alentador renacimiento. El principal foco reside en Guardo. Allí resiste una tradición alfarera de peso. Del conjunto de usos y objetos emerge una pieza extraordinariamente representativa:
“La Jarra de Trampa”
Como surgiendo de aquella corriente, se afirma una nueva producción ceramista, con más variedad y arte, con mejores técnicas. Algunos de sus pioneros son: Teo Calvo, Aquilino Fernández y el Grupo Alforja (forja y cerámica)

AGUILAR DE CAMPOO

La corriente artesanal en Aguilar, abarca curtidos, piedra, madera y forja. Juan Fuentes ha dado un nuevo impulso a la cerámica introduciendo técnicas y formas nuevas. Hay un escultor de altura: Ursicinio Martínez, “Ursi”, con obras sobre mineros y otras tallas de dispar temática.
Ornamentos Arquitectónicos, S.L. ha lanzado una serie de modelos, a escala, de monumentos reproducidos con fidelidad que ha merecido una buena acogida.

CERVERA DE PISUERGA

En Cervera, Manuel Martínez ha iniciado una línea que conlleva profesionalidad y arte en ebanistería y Juan Antonio Ramos destaca en escultura y muebles.

Gastronomía

Es difícil encontrar en la Montaña Palentina platos exclusivos a fuer de locales. Pero la dureza del clima, ciertos estilos de vida, propios del lugar, y la herencia de las buenas recetas ha dado personalidad a esta faceta.

En torno al ferrocarril de Guardo surgió el cocido ferroviario, contundente y sabroso, llamado así porque en su orígen se hacía en la locomotora, utilizando las brasas del carbón que la movía. La Cañada Real dejó en esta zona como herencia, la “Caldereta de Cordero” que los pastores preparaban en los chozos de Fuentes Carrionas y Valdecebollas.

El frío ha obligado a plantear con mucha solvencia los primeros platos: patatas con costilla adobada, sopas de ajo con adornos de huevo y torrezno, legumbres de caldo espeso con ciertos tropezones.

Una vieja afición a exquisiteces, vinculadas a las estaciones del año, hacen maravillas con las setas blancas o los caracoles, acompañados en el guiso con jamón, huevo cocido y otros alicientes.

En segundos platos abunda la cocina tradicional: carnes guisadas, asadas —carne entreasada— destacando dos propuestas estrella: la trucha y la carne de vacuno con la reconocida excelencia del orígen “Carne de Cervera Calidad”.

Buen repertorio para los postres: natillas, arroz con leche y flanes de verdad. También dulces artesanos, pastas de te de sAnta Clara, Socorritos de Hojaldre de Cervera...etc

  • Fiestas y Romerías
DÍA DE FUENTES CARRIONAS
Y DÍA DE LA MONTAÑA PALENTINA
Lugar: Puente Agudín (cerca de Cardaño de Abajo)
Fecha: tercer domingo de Julio
Actos: Pregón
Comida: Caldereta o guiso del pastor, el popular
torrezno, las rosquillas del país y el vino de porrón.
Romería con orquesta.
PINAR EL MAYO
Lugar: Velilla del Río Carrión
Fecha: Primer sábado de mayo.
Actos: Los jóvenes del lugar cortan un pino, que
puede tener hasta 20 metros de altura. Un mozo
audaz consigue trepar hasta el extremo y cortar las sogas utilizadas para ponerlo en pie. Su habilidad y valentía merece el aplauso de todos.
ROMERÍA DEL LLANO
Lugar: Aguilar de Campoo
Fecha: Domingo siguiente a la Ascensión.
Actos: La imagen que es motivo de la devoción de los aguilarenses, es trasladada en procesión desde su ermita, (construída en 1961) del embalse hasta la parroquia de la plaza. Su regreso tendrá lugar al domingo siguiente de la fiesta de la Ascensión, el domingo de Pentecostés.
ROMERÍA DEL CARMEN
Lugar: Valle de Santullán
Fecha: Mediados de Julio.
Actos: La talla que preside el templo fue bendecida por San pio V. Tiene su orígen en un siniestro minero ocurrido a principios de siglo en el que perdió la vida un relevo de trabajadores de Barruelo. En motivo de este hecho, una procesión iba cada año de Barruelo al Santuario, y el Carmen se convierte ese día en meta de todos los fieles del valle.
PAELLADA OLLERENSE
Lugar: Olleros de Pisuerga
Fecha: Primer fin de semana de agosto.
Actos: Un conjunto de grandes recipientes instalados en los alrededores de la iglesia rupestre, donde se celebra la romería, convocan a una multitud de fieles, mediante un pago casi simbólico de suculentos raciones de paella.
ASCENSO AL TORREÓN
Lugar: Brañosera
Fecha: Primer domingo de agosto.
Actos: Esta arraiga tradición –tiene fama de ser la más antigua– hace surgir un grupo de montañeros que marchan a la cresta del Valdecebollas, asisten a una misa y comparten la comida.
ROMERÍA DEL BREZO
Lugar: Sierra del Brezo
Fecha: 21 de Septiembre
Actos: a 1.360 metros de altura, en el corazón de la "Sierra del Brezo", es meta de peregrinos del territorio de Fuentes Carrionas. El santuario consta de tres edificios: el templo propiamente dicho, neoclásico del siglo XVIII, la capilla de confesiones y la hospedería. Sobre el conjunto manda una entrañable talla románica de La Virgen del Brezo, venerada por generaciones. El segundo domingo de mayo es trasladada al templo desde el pueblo de Villafría. La Romería mayor se celebra con toda pompa el 21 de septiembre.

  • Nacimiento de ríos, recorrido de valles
La montaña palentina es uno de los sectores menos conocidos de la Cordillera Cantábrica, pero posee los mismos atractivos naturales que el resto de las montañas cantábricas: frondosos bosques de robles y hayas, lagunas glaciares y cumbres emblemáticas como los Picos Espigüete y Curavacas. En su corazón nacen dos de los más importantes ríos castellanos, el Carrión y el Pisuerga. Si se toma como eje la denominada carretera de los pantanos, que discurre entre Cervera de Pisuerga y Guardo, se pueden recorrer remotos valles de montaña...
  • Cómo llegar
A Cervera de Pisuerga desde Palencia por la N-611 a Santander, hasta Herrera de Pisuerga, donde se sigue por la C-627.
  • Itinerario
Cervera de Pisuerga puede servir de centro de operaciones para las diferentes rutas que se proponen por esta zona. Para alcanzar el nacimiento del Pisuerga hay que llegar al final del valle de los Redondos, un escondido valle perpendicular a la carretera que asciende a Piedrasluengas desde Cervera, ocupado por tres pequeñas aldeas: Tremaya, San Juan y Santa María de Redondo.
  • Otras excursiones
Las otras excursiones parten del eje principal de la denominada ruta de los pantanos, situada sobre la carretera que une Cervera de Pisuerga con Guardo. En Triollo podemos desviarnos a Vidrieros y, desde aquí, iniciar una de las rutas más sugerentes que se pueden realizar por estas montañas, la que conduce por el alto valle de Pineda hasta el Pozo Curavacas y las lagunas de Fuentes Carrionas. Aunque apurando se puede concluir la ida y vuelta en un día, es mejor emplear dos y hacer noche en las cercanías del Pozo Curavacas.

—Más accesible, pero igual de atractiva, es la ascensión al Pozo de las Lomas, pequeña laguna glaciar enclavada a los pies de los pitones cuarcíticos de las Agujas de Cardaño, donde tiene sus nacientes el arroyo del mismo nombre. La ruta parte de Cardaño de Arriba, uno de los pueblos más altos de España (1.420 mtr), situado en la base de la imponente mole caliza del pico Espigüete, una de las cumbres emblemáticas de la montaña palentina. La ruta, que discurre por zonas muy desarboladas, cubiertas por matorral de montaña con brezos y escobas, no tiene pérdida si se sigue el curso del arroyo de las Lomas hasta la cubeta glaciar donde tiene su orígen. En su seno se almacenan las gálidas aguas del deshielo, dando lugar a un pequeño lago de oscuras aguas. En estas soledades, la fauna es muy pobre, aunque no dejaremos de ver algunas aves, como el bisbita alpino, la collalba gris y, si hay suerte, la perdiz pardilla y el pechiazul.
  • Distancias
La excursión desde Vidrieros al Curavacas es larga, unos 30 kilómetros ida y vuelta. La ascensión al Pozo de las Lomas desde Cardaño de arriba no sobrepasa los 10 kilóme3tros (ida y vuelta).
  • Valores naturales
Goemorfología de orígen glaciar, con presencia de cubetas que albergan pequeñas lagunas en el sector de Fuentes Carrionas.
En Fuente Cobre, en cambio, predomina el modelo kárstico (que se manifiesta en el Sumidero de Sel de la Fuente y en las galerías subterráneas por donde circula el Pisuerga en sus primros kilómetros). En el sector de Fuentes Carrionas y Pozo de las Lomas, la fauna es la típica de la alta montaña cantábrica, con presencia de tritón alpino, perdiz pardilla, trparriscos y rebeco. La zona del valle de Redondos, más forestada, cuenta con la presencia del corzo y el tránsito ocasional de alguno de los últimos osos del núcleo oriental cantábrico. Aves forestales (halcón abejero, gavilán, pico mediano) y rupiolas (chova piquirroja, avión roquero, roquero rojo).
  • Parajes sobresalientes
Fuente Cobre y Sumidero de Sel de la Fuente. Rebollares en torno al embalse de Ruesga. Carretera de los pantanos.Valle de Pineda y Pozo Curavacas.Lagua de Fuentes Carrionas. Pozo de las Lomas. Pico Espigüete.
  • Protecciones existentes
El territorio está incluído en el Espacio Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre. También forma parte de la Reserva Nacional de caza de Fuentes Carrionas.
  • Monumentos del hombre
Pueblos de montaña (San Juan y Santa María de Redondo, Cardaño de Arriba): Abadía de Lebanza.
  • Comer y dormir
La zona cuenta con una variadísima oferta de turismo rural.
  • Mapas
Hojas número 81, 106 y 107 (escala 1:50.000) del Servicio Geográfico del Ejército.
  • Más sobre el paisaje norte de Palencia
Ese gran Norte

A caballo entre los grandes cíclopes de Picos de Europa y la horizontalidad de Tierra de Campos, acurrucada entre sierras, bosques de roble y de haya, en ese gran "norte" de nuestra provincia, se encuentra esa esmeralda que es la Montaña Palentina. Para conocerla seguiremos el paso natural de la ruta de los pantanos que atraviesa transversalmente el norte de nuestra provincia.

Estos embalses artificiales, retén obligado de nuestras dos corrientes hidrológicas más importantes, son el aljibe natural, desde los cuáles se calma la sed de nuestras tierras, cuarteadas y resecas de Campos. Generadores de energía para industrias lejanas, son el espejo donde se asoman la cumbres níveas de nuestras sierras, ya que en sus valles,antiguos cursos fluviales, se asientan.

Recorrer esta región natural será para cualquier viajero un deleite para sus sentidos y un visitar hombres y tierras sanas no maleadas, donde la armonía del paisaje interrelacionado con sus núcleos de población forman un todo unísono, conjugándose arte, cultura y tradición con una vida integrada en la naturaleza.

Ascendiendo por el Carrión

Ascendiendo por el Carrión - romano Nubis - hacia sus altas tierras de Fuentes Carrionas es ir de antemano a una ruta de paisaje y belleza natural. Partiendo de Guardo - antiguo Buardoboca de penetración hacia las altas márgenes del río Carrión, donde abandonamos las parameras tierras de rañas para de golpe y sopetón entrar en la abrupta montaña, donde la roca madre - calizas azules de montaña - enmarcan todo el paisaje ya campeado durante la dominación romana, siendo testigo de ello los vestigios dejados en la fuente intermitente o vauclusiana de la Reana, mentada por el historiador y geógrafo romano Plinio como Fortes Tamarici y que se pueden ver en la cercana villa de Velilla del Río Carrión. 

Valle Estrecho

Siguiendo adelante podemos desviarnos de la ruta hacia Valcobero, pequeño pueblo, cuyas numerosas cuevas le dieron origen y en el cual pueden verse todavía y por desgracia en muy mal estado la única casa con tejado de "colmos" (paja), vestigio histórico de nuestra arquitectura popular de montaña. Volviendo a la ruta hacía lo que fue en otro tiempo paso forzado de Compuerto, hoy nos encontramos con el embalse del mismo nombre, terminado en el año 1960, con una capacidad de 95 millones de metros cúbicos de agua y con su presa a la altura de Otero de Guardo - el siempre verde -, en otra época famoso por su casa de baños.

Siguiendo la cola de este mismo embalse nos aproximaremos al pueblo de Camporredondo, señorío según la leyenda del Duque de Frías y del que según la misma no se tiene buen recuerdo en esta tierra y que da nombre al segundo pantano, el cual es uno de los más antiguos de la provincia, construido con la misma piedra de las montañas que le rodean e inaugurado por Alfonso XIII en el año 1930 y que tiene 75 millones de metros cúbicos de capacidad. Entre estos dos embalses someten al río Carrión a un retén escalonado de sus aguas, con una alta producción hidrológica. Al sudeste de Camporredondo se encuentra Valsurbio - ya despoblado - y que fue el pueblo situado a mayor altitud de la provincia, 1.520 m.

Camino de Cervera de Pisuerga

Remontada la presa de Camporredondo, entramos en las tierras de Alba, topando de frente con el gran macizo de la Peña Espigüete, 2.450 m., impresionante mole caliza que se refleja en las aguas del embalse, en cuyas faldas se asienta Cardaño de Abajo, diminuto y maravilloso rincón rural, como enclave humano en medio dSe un paisaje natural. Más arriba y desviándonos del curso del río Carrión, siguiendo las aguas de su afluente el Cardaño, penetrando por el valle del mismo nombre llegaremos al ya despoblado Cardaño de Arriba, invernal perdido en las últimas estribaciones de nuestra montaña. Regresando por el mismo camino al Puente Agudín, seguimos ruta hacia Alba de los Cardaños, la blanca de estos montes, la de los tres barrios, hoy Venecia montañesa por la rada que forma una lengua del embalse. La carretera zigzaguea, se retuerce y nos acerca a Triollo, valle abierto que se cierra hacia ese muro natural que es el Curavacas, gigante negro de nuestra montaña, a cuya falda encontraremos el núcleo urbano que primero conoce y atraviesa el río Carrión, al bajar por las tierras de Pineda, Vidrieros.

Poco después de su nacimiento en las lagunas de Fuentes Carrionas, éste le regala aguas de su negro lago, con idéntico nombre, descendiendo pequeño y torrentera queriendo escapar de las dos torres pétreas que le circundan: Peña Prieta (2.536 m.) y Curavacas (2.520 m.). Volviendo por el mismo camino hasta Triollo y siguiendo la ruta dejaremos el pueblo de La Lastra a nuestra derecha y remontaremos las portillas que nos dan vista al Valle Estrecho, divisando casi encima de nuestra vista, Santibáñez de Resoba y, más abajo, en el fondo del valle, Rebanal de las Llantas y más allá, San Martín de los Herreros, todos ellos a la sombra de la Peña Redonda, sobre la que se asientan sus buenos bosques de hayas y robles. Siguiendo la ruta llegamos a Ventanilla.

Ya en lo profundo del valle el tercer embalse, que es el único que no forma parte de las dos corrientes hidrológicas por excelencia de nuestra provincia, ya que retiene las aguas del río Rivera, afluente del Pisuerga, que nace en el Valle Estrecho, en la Fuente Desondonada o Caldereta. Este se terminó de construir en el año 1923, con el único fin de que sirviese de reserva hidrológica para el entonces importante Canal de Castilla, por lo que su capacidad es muy reducida, tan sólo de 10 millones de metros cúbicos de capacidad. Su represa se encuentra ubicada haciendo pared con el pueblo de Ruesga, el cual le presta su nombre, formando sus aguas un lago artificial de gran belleza.

A pocos kilómetros Cervera de Pisuerga, punto de partida de nuestra segunda ruta, nos abre las puertas del Valle de Pernía y remontando el paso de las Matas veremos nítidamente los paisajes que vamos a recorrer.

La Pernía, Valle de los Redondos

Más hacia el norte del embalse de Ruesga, y por encima del pueblo de Arbejal, se encuentra el cuarto retén artificial, el primero que va a encontrar el río Pisuerga en su largo discurrir desde el Valle de Redondos. Nos referimos al embalse de Requejada, que anega la vega de Vañes, pueblo que quedó atrapado por sus aguas, aunque algunas de sus viviendas quedaron en su margen izquierdo ya reedificadas. Sus contornos son una de las mejores reservas ecológicas de nuestra provincia, albergando gran riqueza de avifauna acuática. Siguiendo el Valle de Pernía, pasillo por donde da sus primeros pasos el joven Pisuerga llegamos a la muy noble villa de San Salvador de Cantamuda (cabeza de Pernía), discurriendo a muy pocos metros de su Colegiata, sobria y austera muestra de nuestro románico montañés, cuya espadaña quiere competir con la gran atalaya de la Peña Tremaya, de cuyo baluarte natural - según cuenta la leyenda - bajó su nombre en boca de una muda que luego cantara. Dejando muy cerca la Abadía y Lebanza y siguiendo sus aguas que zigzaguean entre prados verdes, llegaremos a la Venta Urbaneja y al molino de Sopeña al remanso del Tremaya, y veremos un río, montaraz, que en este punto nos hará subir hacia el Valle de Redondos, saliéndonos al paso el diminuto acogedor pueblo de Tremaya y, más arriba, San Juan y Santa María de Redondo (los dos Redondos), antiguos enclaves que deben su origen a las repoblaciones del siglo IX, después de haber dejado en su margen izquierda las ruinas del antiguo monasterio del Viarce, a socallo de las Peñas del Moro que le fundare. En este punto entramos en el mundo de lo natural, todo va a ser un discurrir lento - porque hay que hacerlo a pie - por un majestuoso paisaje de laderas de verde alfombra, remontando la cuesta que nos acerca entre hayedos, robledales y acebos a la negra boca de la surgencia de la Cueva del Cobre aunque la ciencia espeleológica ha demostrado que su nacimiento hidrológico se produce el circo de Covarrés (cara norte del Pico Valdecebollas), a casi 2.000 m. de altitud.

Dejando atrás los pueblos de Areños, Casavegas y Camasobres, de pronto nos encontramos encajonados en el Paso de las Hoces, desde el cual escalaremos los pocos metros hacia el pueblo de Piedrasluengas, invernal que a socayo del Peñalabra, nos da la vista al Valle de Liébana, tierra hermana, continuación de las bellezas paisajísticas que desde ese punto se dominan.

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