ORÍGENES

14 junio 1993

Carracedo: El anuncio de una despoblación
junio 14, 19930 Comments

Lo que se viene constatando desde hace ya dos décadas, aquello de lo que hablan los sociólogos cada vez con más frecuencia, lo que nosotros aventuramos a la vista del censo actual es ya un hecho evidente. Alguien lo hizo romance muchos años atrás, tomando el narrador el cuerpo de un vieja y describiendo a través de ella toponimia y costumbres de nuestros antepasados.


Hace pocos meses, cuando mi padre, que conoce palmo a palmo estos pueblos, me contaba las personas que han quedado en cada uno de ellos, la sensación de tristeza se apoderaba de mi alma. Es algo consanguíneo que ya he tratado de apagar en varias ocasiones, pero que no he podido. Tan fuerte es la atracción, tan profundo es el sentimiento, que así se explica este cuaderno de montaña, abierto desde lugares tan distantes, hablando de olvidos que a mí ya no me implican, ni me sacuden y que, a pesar de las grandes lagunas y los conatos de recelo que sé que existen, sigo surcando, no sé por cuántos folios más, como una historia que sin querer comparto y necesito.

Carracedo es un parque natural reducido, que disfruta Cervera -luego entenderemos por qué- situado entre Polentinos y San Salvador, dejando al Occidcnte Estalaya y Verdeña. Tierra que dicen, estuvo habitada por bravas y altaneras gentes. En el siglo XIV se hizo un libro donde se asientan por merindades todas las behetrías con las que cuenta entonces Castilla. Era Don Tello de Carracedo, Infante bastardo, señor asimismo de Verdeña, y a quien por ello pagaban infurción y martiniega. Nadie sabe cómo, en realidad, el pueblo se fue quedando solo. Esto ocurrió, según el narrador, hacia el año 1400, puesto que en el siglo. XV hay escritos que revelan que sobre este despoblado había litis-pendencias.

Hasta que llegó el momento en que sólo quedó una vieja, como en Foncebalón. El mentor de este episodio político-geográfico no precisa si era viuda, casada o soltera, sólo que pasaba ya de ochenta, que usaba corpiño y basquiña negra, refajo de colorcilla, tocas blancas y calcetas y de calzado escarpines y albarcas, además de mantera, dengue y justillo.

La anciana asiste desolada al espectáculo de la despoblación. En este punto podemos entretenernos con una serie de términos que ahora mismo nos acompañan. Si por norma general nadie vuelve a los pueblos, si apenas se celebran bodas o los nacimientos son escasos, y si las personas por ley de vida o de destino van muriendo, a la vuelta de unos años, muchos pueblo habrán desaparecido, salvo que una política diferente o un fenómeno de repoblación que ahora mismo no se contempla, vengan a cambiar esta condena. Apoyada en fuerte palo -dice el cantar- se dirige hacia Verdeña, rememorando lo que atrás deja, y lo que fuera el pueblo donde viviera tantos años. Pasa el Pisuerga, junto al Prado del Esgovio y después de rezar en la ermita de Santa Ana sigue camino hacia las Concejadas. Matías Barrio y Mier [1] describió con todo lujo de detalles los lugares por los que pasaba: Venta Morena, Vallabar, Quintana, Peña Horadada, Matillalera, Pozalgato..., algunos posiblemente desconocidos hoy por sus actuales moradores. Verdeña es un precioso pueblo de la Castillería, donde la reciben con la hospitalidad que caracteriza a estas gentes, hasta que, cansada de sopas de centeno a la cazuela, torreznos y arvejas blancas, emprende el camino de Estalaya donde por miedo, por recelo es rechazada. Sube el Vallegón, llega a Rabanal y después de contemplar picos y peñas, pueblos y vegas, entra por fin en Cervera un día de mercado. Hace unos años, un vecino de Camasobres me contaba una curiosa anécdota. Dice que una mujer del pueblo acudió a una boda que se celebraba en Aguilar, y al entrar en la villa exclamó: ¡Dios mío!, ¡Qué grandísimu es el mundu, que llega hasta Aguilar y más allá! ... Lo mismo dicen que le ocurrió a la vieja, al ver la animación y el bullicio reinante en Cervera de Pisuerga. Sea como fuere, lo cierto es que después de mucho andar, le abrieron una puerta y con miras a heredar lo que parecía ser patrimonio de la vieja, esta pactó con la Juslicia ciertas condiciones a cambio del hospedaje. Lo que Verdeña había dado por amor, Cervera lo entregaba por el interés. 

La leyenda nos mete un poco en el camino de las desavenencias para explicar la existencia de numerosa fauna y flora, toponimia y descripciones que aún hoy día permanecen ignoradas por la gran mayoría. ¿Envenenaron a la vieja? ¿Le indujeron a mandar el terreno a Cervera, castigando sin un palmo a Estalaya por su torpeza? Aunque, dicen que a Estalaya fueron a parar las campanas de su iglesia y a Verdeña las pilas de agua bendita.

Tal vez no fuera abuso, salgamos un momento de la historia. Cervera de Pisuerga sigue teniendo hoy en Carracedo su cabaña y restos de una mina de mármol donde trabajaron los hombres del contorno. Costumbres que fueron, lugares que pisamos, viejas cuentas en las que ya se mencionaba el asunto ese de la despoblación que ahora mismo nos ocupa.


[1] @Froilán de Lózar es autor de una extensa biografía sobre Matías Barrio y Mier, publicada en 2008 por la Institución Tello Téllez de Meneses. Allí se explican esta y otras leyendas. 

Algunas entradas en este blog relacionadas con Matías Barrio y Mier 


©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
 "El Norte de Castilla"




Reading Time:

09 junio 1993

Desde abajo con fuerza
junio 09, 19930 Comments

En este país de variedades, no podía faltar el maleficio. La Montaña Palentina ha dado sobradas muestras de ocultismo a primeros de siglo, cuando su población alcanzó techo. Quienes somos felices reproduciendo historias, o aquellos que viven de contarlas, tenemos motivos para creer en lo fantástico, para detenernos en preguntas e, incluso, para dudar muchas veces sobre la necesidad de publicarlas. Es obvio que todo ayuda a conocer mejor el engranaje de la vida en estas comarcas. Si ahora mismo, en 1993, nos limitásemos a contar lo que vemos, lo que se palpa en el ambiente de estos núcleos, nos ahogaría el pesimismo. Es cierto que uno debe situarse siempre en lo más escabroso, debe exagerar la situación real. Por ejemplo: la población rural se muere o, los pueblos se acaban. Y a partir de ahí comenzar a situarse en la verdad. Tenemos una línea de autobuses, tenemos las calles asfaltadas, tenemos Matadero Municipal, tenemos, en fin, ganas tremendas de mejorar...



Algo se mueve, lentamente. Salinas de Pisuerga tiene ayuntamiento nuevo; San Salvador de Cantamuda, desde donde se rige la comarca perniana, lo está llevando al centro del pueblo, también nuevo. Hace sólo veinte años eran llamados los vecinos a huebra para palear la nieve, lo que ahora mismo evita la máquina que en su día adquirió el ayuntamiento.

Una familia optimista ha levantado un hotel en Triollo. Son pequeños pasos, dados en muchas ocasiones a ciegas, con escasos medios, con recursos humanos limitados. Eso no va a impedir que los pueblos sigan cayendo hasta quedar reducidos a dos o tres vecinos, como en Los Llazos, Casavegas, Verdeña, San Felices o Rebanal de las Llantas... Son pasos dados a caballo de la necesidad. Cualquier fórmula es buena aunque después no sirva al efecto para el que fue creada. Cualquier momento es hermoso en estos lugares, a pesar de todo el sufrimiento que se arrastre, de la angustia que el silencio provoque. Situándonos en la misma intemperie y mirando hacia adelante, hacia la vida de aquellos familiares y vecinos que como nosotros se recrean y sufren por parecidas situaciones, no cabe duda que encontraremos la salida, una salida.

Del exterior va a venir poco, si acaso, estemos vigilantes para que no nos quiten lo que hemos logrado a base de sacrificio. Se trata de la vida de muchos pueblos que, frente a las numerosas cantidades de olvido que soportan, como hormigas se arman de paciencia y van tejiendo su capa protectora. También debo decirlo. Al menos lo concibo así en este momento. ¿Qué clase de lucha les vamos a pedir a los ancianos? ¿Qué métodos pacíficos van a cambiar la postura de unas autoridades castellanas tan lejos de estas tierras? ¿Cuántos jóvenes se requieren para que sus gritos de auxilio hagan volver la cara a quienes rigen los destinos del pueblo?.

Pero compruebo, repasando este artículo, que me he alejado de la historia de maleficio que me había propuesto. Otro día se lo cuento.

Reading Time:
Desde abajo con fuerza
junio 09, 1993 2 Comments

En este país de variedades, no podía faltar el maleficio. La Montaña Palentina ha dado sobradas muestras de ocultismo a primeros de siglo, cuando su población alcanzó techo. Quienes somos felices reproduciendo historias, o aquellos que viven de contarlas, tenemos motivos para creer en lo fantástico, para detenernos en preguntas e, incluso, para dudar muchas veces sobre la necesidad de publicarlas.



Es obvio que todo ayuda a conocer mejor el engranaje de la vida en estas comarcas. Si ahora mismo, en 1993, nos limitásemos a contar lo que vemos, lo que se palpa en el ambiente de estos núcleos, nos ahogaría el pesimismo. Es cierto que uno debe situarse siempre en lo más escabroso, debe exagerar la situación real. Por ejemplo: la población rural se muere o, los pueblos se acaban. Y a partir de ahí comenzar a situarse en la verdad. Tenemos una línea de autobuses, tenemos las calles asfaltadas, tenemos Matadero Municipal, tenemos, en fin, ganas tremendas de mejorar...

Algo se mueve, lentamente. Salinas de Pisuerga tiene ayuntamiento nuevo; San Salvador de Cantamuda, desde donde se rige la comarca perniana, lo está llevando al centro del pueblo, también nuevo. Hace sólo veinte años eran llamados los vecinos a huebra para palear la nieve, lo que ahora mismo evita la máquina que en su día adquirió el ayuntamiento.

Una familia optimista ha levantado un hotel en Triollo. Son pequeños pasos, dados en muchas ocasiones a ciegas, con escasos medios, con recursos humanos limitados. Eso no va a impedir que los pueblos sigan cayendo. hasta quedar reducidos a dos o tres vecinos, como en Los Llazos, Casavegas, Verdeña, San Felices o Rebanal de las Llantas... Son pasos dados a caballo de la necesidad. Cualquier fórmula es buena aunque después no sirva al efecto para el que fue creada. Cualquier momento es hermoso en estos lugares, a pesar de todo el sufrimiento que se arrastre, de la angustia que el silencio provoque. Situándonos en la misma intemperie y mirando hacia adelante, hacia la vida de aquellos familiares y vecinos que como nosotros se recrean y sufren por parecidas situaciones, no cabe duda que encontraremos la salida, una salida.

Del exterior va a venir poco, si acaso, estemos vigilantes para que no nos quiten lo que hemos logrado a base de sacrificio. Se trata de la vida de muchos pueblos que, frente a las numerosas cantidades de olvido que soportan, como hormigas se arman de paciencia y van tejiendo su capa protectora.

También debo decirlo. Al menos lo concibo así en este momento. ¿Qué clase de lucha les vamos a pedir a los ancianos? ¿Qué métodos pacíficos van a cambiar la postura de unas autoridades castellanas tan lejos de estas tierras? ¿Cuántos jóvenes se requieren para que sus gritos de auxilio hagan volver la cara a quienes rigen los destinos del pueblo?.

Pero compruebo, repasando este artículo, que me he alejado de la historia de maleficio que me había propuesto. Otro día se lo cuento.


© Froilán De Lózar, para la sección "Cuaderno de Montaña".
Imagen Asier, Vista desde el Cueto de San Salvador, 2018.







Reading Time:

11 mayo 1993

En este tiempo de promesas
mayo 11, 19930 Comments

¡Cómo pasa el tiempo! Han pasado 18 años desde que se publicaron estas letras y lo subscribo casi todo. He leído recientemente que la Diputación de León invertirá 300 millones para conservar la Montaña. Me pregunto si será verdad y hasta qué punto van a emerger de su estado actual las reservas de Mampodre y Riaño, o el Parque Nacional de Covadonga.Pero el interrogante me sirve para ponernos como ejemplo: ¿Qué va a pasar con nuestra montaña? ¿De qué modo va a actuar nuestra Diputación para que se dignifique su entorno y cobre sentido la vida en estos lugares?



Ahora es tiempo de elecciones y crecen las posibilidades. Algún slogan milagroso bailará en la memoria de los diferentes partidos. Una cosa sí es verdad y sería necesario que no olvidase nadie: la Constitución es de todos y no se puede postergar ni un minuto más un proyecto serio que devuelva la tranquilidad a quienes aquí viven durante todo el año. Se ha hablado -me llega el eco- del término «Denominación de Origen». Zamora lo ha conseguido con el queso. En Tresviso (Cantabria) una mujer ha ganado en dos ocasiones la Feria Internacional del queso de Barcelona, y es posible que a través del conocimiento y la profundización en las zonas rurales se consiga -se esté consiguiendo ya en muchos lugares- el primer paso de una salida que parece necesaria, aunque nadie se pronuncie al respecto.

Ahora que se pone en entredicho el proyecto de un inmenso pantano en Pineda. Ahora que parece resurgir por todas partes un «profundo amor» por la Naturaleza. Ahora que el turismo, aquí, está alcalzando cotas impensables, sería conveniente que nuestros pueblos se pronunciaran, que los alcaldes se movilizasen y que los prometedores de turno se lanzasen con el convencimiento suficiente a reponer todas aquellas estructuras que son la base del mantenimiento de nuestros núcleos. Y no estoy mirando a nadie. Veo lógico que los restantes pueblos defiendan sus postulados, aboguen por el cumplimiento de sus deseos, pero que nadie se equivoque, que nadie margine a la montaña, que se dote a los pueblos de todos los instrumentos necesarios, que nadie diga «no se puede». ¿Es que sólo a través de parques naturales y «cuchufletas» van ustedes a cuidar la Tierra que ahora mismo relegan en cuanto a presupuestos se refiere? Tampoco les están pidiendo trescientos millones para hacer un «Parador de Invierno», ya queda para muestra «El Golobar», en Brañosera. Lo que se pide es básico, es fundamental. Lo hemos repetido hasta la saciedad.

Quienes demandan un pantano, deben también conocer las carestías que en materias como la sanidad, la educación, o el mismo invierno se padecen en la zona. ¿Qué puede esperar el que no da nada? También los pueblos de pocos habitantes necesitan ayuda. A ver qué ofrecen hoy los que nos convocan a hacerlos regidores de esta Tierra. A ver qué dan mañana.


© Froilán De Lózar, para la sección "Cuaderno de Montaña".
Imagen Froilán De Lózar, Cervera de Pisuerga desde Peña Barrio.







Reading Time:

04 mayo 1993

Carta Puebla
mayo 04, 19930 Comments

Castilla, tal y como nos lo cuentan, tiene en Brañosera el primer pueblo instituido como tal. Siempre que nos hemos referido a este rincón lo hemos hecho mencionando su Ayuntamiento, el primero de España. El diploma donde así constaba se ha perdido y a lo sumo, sabemos, que hasta el siglo XVIII se localizaba en San Pedro de Arlanza, y allí lo copió un benedictino de Silos.






Vuelvo a encontrarme con Munio, el de Brañosera, junto a la Peña Rubia, en la Sierra de Hijar. Por Herreruela de Castillería, atravieso el Sestilón y me dirijo al Cueto, a la zaga de mi mentor Felipe Llorente. Después de atravesar el Sendero del Caño, nos abrazamos y él vuelve al pueblo, y yo al encuentro del Conde. Voy buscando el documento. Una señal que verifique aquella historia que sabemos porque nos han ido transmitiendo. El Conde me dicen que está triste estos días porque arrastra sobre el nacimiento de tan importante noticia, el peso de la muerte de un oso pardo alpino. Los ecologistas le han hablado con bastante dureza, ignorando lo que hasta ayer fuera noticia de primera página.

Ya diviso Barruelo, una cuenca que conoció su mayor esplendor -dicen las lenguas- por el tropezón afortunado de un caballo. Lo cierto es que, allí estaba el Conde Munio, que anduvo de poblado en poblado de la mano de Argilo, buscando el cielo y la merced, y nos dejó a Valero, Fénix, Zonio, Cristóbal y Cervelo para poblarle. Seguramente que, ante aquella carta-testamento, los hijos, regocijados en principio por saberse herederos universales de montes, ríos, fuentes, frutos y valles, comienzan a dividirse el territorio.

A Valero le tocó Vadinia, situado en las laderas que se inclinan hacia el arroyo de mediodía. Lo de Vadinia lo sé por el libro de «La Braña», donde se cita a García Guinea que basa la existencia del lugar por algunos fragmentos hallados de «terra sigillata». Y así, trato de adivinar, cómo se reparten los demás La Pedrosa, con su casa de campo; Covarrés, en las estribaciones de Valdecebollas, Pamporquero, Valberzoso y Peña Rubia.

Su padre les deja escrito allí, que sólo paguen el tributo que deben al Conde que estuviere en el Reino. Buena medida, siendo muchos, para que generase riqueza la comarca del Rubagón. Ahora sólo nos queda de su legado, un monte lastimado por especuladores sin escrúpulos y una raza en peligro. Munio Núñez dijo que si alguna vez alguien se burlase de ellos, dentro de los términos de la Villa de Braña-Osaria, pague tres libras de oro.

Si el mandamiento se hubiera cumplido, sus calles estarían empedradas del preciado elemento.

© Froilán De Lózar, para la sección "Cuaderno de Montaña".
Norte de Castilla, 4 de mayo de 1993. 







Reading Time:

08 abril 1993

Bella y bestia son
abril 08, 19930 Comments

Fue un presentimiento. Me rondaba en la cabeza una especie de trama que sirviera al efecto de cuanto yo vengo anotando en este viejo cuaderno de montaña. Nadie puede negar, después de pasar por esta tierra, que aquí la belleza está en el límite, en lo más alto, en la expresión máxima.




ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL LIBRO
VER DOS VECES LAS COSAS
FROILÁN DE LÓZAR, SEPTIEMBRE DE 2020
LECTURAS EN EL BLOG +DE 220



Reading Time:

06 abril 1993

Lugares gastronómicos
abril 06, 19930 Comments

Hace unos meses en Madrid, me hablaron de los callos. Hoy, añoro el plato de cangrejos de Muñeca y los chorizos de Respenda. Mi madre, que ya no tiene humor ni goza de salud, nos ha hecho felices en la mesa. Aquí, en lo más alto de la provincia el cerdo sigue batiendo tenedores y alacenas. Ya no se cree en el humo como aditivo imprescindible para que los chorizos tomen cuerpo, pues las prisas, también aquí, nos han llevado a producir y consumir este manjar durante todo el año.



Cuando yo estudiaba en Valladolid, recuerdo que mi madre me enviaba de vez en cuando un paquete con chorizos bien curados, que allí, frente a los campos de Laguna de Duero sabían a gloria. Hoy se aprovechan las casas vacías para colgar los costillares y jamones y el lomo apenas si da para guardarlo pues tampoco se mata como entonces. San Salvador es un pueblo pequeño pero está bien surtido de condumios, y así, cada uno en una cosa, saben darle gusto al paladar más exquisito.

«La Casona», fonda situada en la carretera Burgos-Potes, donde se pueden degustar las setas, por ejemplo, los caracoles, la paella y el chuletón. Unos metros más abajo, la «Venta Campa» tiene solera aunque la mano de la dueña se nota menos porque la salud y la edad juegan dos bazas importantes.

Allí, en aquella casa donde se detenían las quitanieves para reponer fuerzas, siempre se habló muy bien de los primeros platos: el cocido, la fabada, y también de la carne guisada. Entrando hacia el pueblo, en «La Taba», un asador abierto hace dos años se pueden degustar toda una serie de platos típicos castellanos que su dueña, experta en dichos menesteres, ha sabido llevar de la casa al restaurante sin que pierdan nada de cuanto les hace deseables, Así cito: lechazo al horno, morcilla, chorizo al vino, calderetas y una larga serie de variados platos que hacen de la comida en la montaña un aliciente más para el turismo.

Tal vez, la decadencia de la Venta Pepín, un hostal típico a pocos kilómetros de Piedrasluengas, en el mismo puerto, haya permitido el auge de estos, sin olvidar que aquí el invierno es muy largo, nadie ignora la dureza que alcanza en estas latitudes y ello hace que el mantenimiento de los mismos sea siempre dudoso.

Hace una década nosotros merendábamos en Ruesga o en Ventanilla, donde sucede algo similar con el auge de este tipo de locales y su recaída en el mal tiempo. Ahora mismo son otros los que reservan mesa, picando en todas las ventas del camino y degustando en cada una lo que en casa ya no se hace por cuestiones de tiempo. La población ha descendido aún más en los últimos diez años, lo que no ha impedido que este tipo de locales se multiplicara.

Personalmente, lo considero un buen negocio, si se tiene en cuenta que la montaña palentina, con promoción o sin ella (aunque a falta de estructuras adecuadas que viene demandando desde siglos), va a sufrir una avalancha en toda regla con la crisis. Digo que es lo más probable. ¿Por qué? Porque es lo más asequible que tenemos a mano y a estas alturas, pase lo que pase en los próximos meses, nadie va a dejar de tomarse unos días de vacaciones.

©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
 "El Norte de Castilla"




Reading Time:

27 marzo 1993

A cielo abierto
marzo 27, 19930 Comments

No es suficiente. Cuando la Junta Vecinal de un pueblo y el Servicio de Protección del Medio Ambiente, utilizando todos los recursos a su alcance, tratan de paralizar una obra que puede suponer la mutilación de muchas hectáreas de terreno, no es suficiente el titular de un periódico, ni unas palabras, ni un artículo...


Hace algunos años, cuando muchas de las minas internas iban a quebrar, nos dijeron que la explotación a «cielo abierto» podía mantenerlas, ya que desde el exterior se podía hacer un seguimiento de las capas. Entonces, el Gobierno se pronunció claramente: «El carbón hay que extraerlo como sea y de donde sea». Es decir, no importaba el precio que hubieran de pagar los pueblos. Aquellos días, cuando empezaban a remover los terrenos con ciertas dosis de cautela, encontraron infinidad de fórmulas para convencernos. Se habló de una nueva forma de explotación y aprovechamiento, a la que era imposible llegar desde dentro. El empleo de una maquinaria, nuevas vías de comunicación para los pueblos, «cortafuegos», descubrimiento de fenómenos geológicos ignorados, como la desviación de las distintas vetas, apoyo a la minería clásica...

Hoy todo se ha quedado en palabras bonitas. Lo que interesa, a toda costa, es el dinero fácil. Las cláusulas que hablaban de la restitución se han olvidado, para dar paso a pruebas y más pruebas que van quedando al paso de este nuevo tipo de invasores. Los ecologistas hablaron del oso, llevaron con una dosis de aberración bastante grande, la muerte de un oso en Brañosera, todo el país lo supo y hasta se puso en movimiento un sistema que impidiera actos parecidos en otros lugares. Los ecologistas denunciaron la tala masiva de árboles en un bosque de San Salvador, pero pocas veces se han pronunciado con similar contundencia en contra del avasallamiento de los terrenos que circundan a estas localidades.

Los habitantes de estos núcleos ya conocen los resultados. Los han experimentado en sus carnes. Frente a la ignominia y la desobediencia de este nuevo tipo de empresarios, ha de servir la presión de todos los sectores sociales a quienes de alguna manera nos afecta.

En todas las zonas mineras, donde ahora se padece recesión, se está ofreciendo como cosa de pega este asunto, que sólo beneficia, claramente lo hemos comprobado ya, a los promotores, porque, «La Eugenia» que se ofrecía como experimentación al desmonte de «Peñota», en terrenos del Campo, ha cerrado hace tiempo.


©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
 "El Norte de Castilla"




Reading Time:

24 marzo 1993

Oficios
marzo 24, 19930 Comments

Señala un estudio elaborado por un equipo de Investigaciones Speleo Etnográficas, dirigido por Gonzalo Alcalde Crespo, que «en Redondo se contaba a mediados del siglo XVIII con un escribano, un cirujano, un médico, dos herreros, dos sastres y dos tejedores, de los cuales los tres primeros oficios eran ejercidos en Tremaya por las mismas personas.Además, dieciocho pobres de solemnidad, 5 curas, 16 religiosos, un guardián y tres criados en el Monasterio Franciscano de La Virgen de Viarce.Es curioso, verdad, e invita esta cita a reflexión. El único herrero que ha quedado en esta zona de montaña con dominio del oficio y abierto a nuevas perspectivas, utensilios de forja parejos a los que mi amigo Valentín Prieto realiza en Guardo reside y trabaja en San Salvador.





Dicho esto, añadir que, no hay sastres, ni tejedores, ni pobres de solemnidad.

Por no haber, no hay ni curas que deben multiplicarse para ofrecer una misa de domingo a cada pueblo, llegando incluso a zonas como Polentinos que antes atendían los sacerdotes de Cervera.
Los oficios se han desterrado lejos, aunque algunos fueron representativos e influyentes, sin ir más lejos, el cargo de secretario con un poder que en alguna ocasión llegó a representar un peligro para diversos municipios.

La Institución Tello Téllez de Meneses en una de sus publicaciones habla de las tradiciones etiológicas palentinas, donde aparecen varios trabajos de nuestro insigne paisano Matías Barrio y Mier.
Ya en uno de ellos, en el que narra un episodio de cetrería -estamos hablando del año 1044, al aludir a la Majada de Viarce donde pastaban en verano centenares de merinaa, se refiere a la pérdida paulatina de la trashumancia.

Hace muy pocos días Justino Rubio me refería en Bilbao una curiosa anécdota. Cuenta que un día le llamó don Severino Rodríguez, alcalde que fuera de Palencia, y le dijo: tienes dos vacantes, la de Grijota y la de San Salvador.
Cuando el maestro se decidió por la última, éste quiso saber el porqué, a lo que aquél le contestó: "por que si voy a Grijota, a los quince días me la quitan. Voy a San Salvador, porque ni Dios sabe dónde está ese pueblo".

Quizás ahora, más que la diversidad de oficios, preocupe el distanciamiento que procuran. No es corriente la vida en común como la de antaño- entre pacientes y médicos, o entre maestros y alumnos, lo que les obligaba a un cierto compromiso con el pueblo y viceversa. Es probable que conociendo a las personas y conviviendo con ellas en su entorno, todo se dignificase un poco más y llegaran las recetas con un buena dosis de amparo y compresión.

Porque nos preocupa de verdad lo que pasa en el mundo, pero muy poco aportaremos a la causa si no empezamos a solucionar lo que se cuece en nuestra casa.


© Froilán De Lózar, para la sección "Cuaderno de Montaña". Imagen de César González: El maestro, el practicante de farmacia y el médico en 1905. Del libro de Froilán de Lózar: "La Vida de César González, Editorial Aruz, Julio de 2010.
Reading Time:

13 marzo 1993

Contentos estamos
marzo 13, 19930 Comments

Aunque nadie lo esté, mucho menos ahora, que la ciudad también padece el acoso incesante de lo que llaman crisis. Pero vamos a decir que sí, que en general, cada vecino en las zonas más elevadas, donde se acentúan más las carencias, proclama en voz alta su bienestar, su acomodo a las situaciones que para el alma forastera implican un delito, o si se quiere, un olvido imperdonable de las Instituciones provinciales.



Algo se ha conseguido: el acercamiento de las máquinas quitanieves a la zona de montaña.

Bien es verdad que Palencia lo forman muchos pueblos, y que en muchos lugares, ya sea mirando hacia La Ojeda, o a los pueblos de camino entre Guardo y Saldaña, o aquellos que se esconden entre Salinas de Pisuerga y Aguilar, en todos -insisto- están muy limitados los recursos. Pero las zonas de montaña más alejadas de la capital, con mayores dificultades de acceso viven un descontento soterrado. Es un miedo interno que no se deja pronunciar: el médico, haga lo que haga, es intocable, y lo mismo el secretario o el maestro. Y que nadie levante la mano en defensa de nadie. El dolor se mitiga de casa para adentro, con recetas de piedad e investidura de palabras esperanzadoras. Hace pocos días, cuando la gran avalancha de nieve, una corresponsal de Televisión Española llegó hasta un pueblo de León. Me di cuenta que la citada periodista insistía -como acaso lo hubiéramos hecho cualquiera de nosotros: « ... ¿y ustedes cómo soportan esto? ¿Están contentos? A lo que los interrogados, ya mayores, como los nuestros, contestaban que sí, que había ocurrido siempre, que pasarían una semana atizando la lumbre, tirando del lomo de la "pota"...

Si la televisión hubiese podido llegar a cualquier pueblo de nuestra montaña, y hubiera hecho esta pregunta, la respuesta, a pesar del mayor incremento de la nieve y del error de nuestros dirigentes en llevar las máquinas hasta la capital, a ciento treinta kilómetros, hubieran sido parecidas. «Estamos bien, sin problemas». «Peor era antes». «Esto es lo más normal». Y sin embargo, no lo es. De acuerdo, habrá personas a quienes no les moleste, ni les preocupe una semana de incomunicación, sin pan, sin alimentos frescos, con la luz a medio gas y en ocasiones sin teléfono. Suele pensarse que «si uno está de morir, no valen carreteras abiertas ni ambulancias, ni médicos... Yo sé que se piensa, porque he pasado también por ese trance, pero nadie se siente plenamente satisfecho de la actuación de sus alcaldes. Pienso que las autoridades locales deben poner más carne en el asador para que las autoridades provinciales se sientan implicadas. Que las máquinas quitanieves se queden en la zona, que se incremente el número de hombres que las conducen para que se releven y concluyan el trabajo en el menor tiempo posible. Que no es normal en los tiempos que corren una incomunicación como la que se está soportando en estas latitudes. Pese a los inconvenientes, es cierto, estamos contentos en general, porque la nieve mantendrá vivas nuestras fuentes y por consiguiente también vuestras cosechas.


©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
 "El Norte de Castilla"




Reading Time:

06 marzo 1993

Que paren esta ofensa
marzo 06, 19931 Comments

Estoy de acuerdo. Los políticos son necesarios. No cobran ni la milésima parte del trabajo que desempeñan, siempre que lo desempeñen bien. Vamos a darles, pues, lo que demandan. Eso sí, que nos permitan el castigo si no sirven. Sabemos las responsabilidades que conlleva una casa; suponemos las que conlleva un municipio, una provincia, una región ....Así pues, que establezcan un precio, que lo cobren y que tengamos la seguridad que si después de este acuerdo quebrantan la norma, reciban un castigo ejemplar, sin que sirva de excepción su condición de hombres públicos.



Hace algunos años, tuve ocasión, de contemplar el magnicidio en Villanueva de Arriba, un pueblo a pocos kilómetros de Guardo. Hasta el lugar me condujeron varios vecinos, pero entonces nadie quiso que su nombre figurase en los papeles y hubo que dejar la información en suspenso. Entonces los ánimos estaban encendidos, se habían devastado unas hectáreas enormes de terreno en busca de carbón a cielo abierto. Unos años más tarde, cuando la explotación llegó a Pernía, tuve la ocasión y el interés de hacer un seguimiento informativo del asunto. Caí en el señuelo y dije lo que ellos me contaron, lo que ellos querían que dijera para tranquilizar al personal. En las condiciones que ellos pactaban con los pueblos, se hablaba de la restauración de los terrenos, cláusula para la que dejaban un dinero en depósito que luego preferían olvidar.

De esta manera, las maniobras se sucedieron en Los Redondos, Areños, Casavegas, el Campo y los terrenos próximos a Lores. En zonas como «peñota», el desmonte fue inmenso. La montaña palentina ha sido pasto de unos aventureros sin escrúpulos. En Barruelo, siguen los especuladores barrenando sin barrenos.  Cuando en una comarca de Cantabria, próxima a nuestros pagos, hablaron de indemnizar a todo un pueblo, porque había aparecido bajo sus cimientos una veta de carbón importante, me quedé desolado. Peridis hablaba de Cervera de Pisuerga del desarraigo que supone el cambio de casa, de los efectos que produce dejar el hogar donde has nacido, en el que has ido creciendo, y cerca de allí, a sólo unos kilómetros, los traficantes de carbón compraban por cuatro duros un pueblo, tu pueblo, tu casa, por ejemplo, tu hogar de siempre, del que hablamos en el exilio, y nadie dice nada, y nadie se escandaliza, y nadie patalea, sólo los dos o tres vecinos que sufren en sus carnes tamaño vapuleo. Digo que la montaña ya ha sufrido bastante, que los políticos se están haciendo merecedores de una ley rigurosa, donde se les señale de por vida las responsabilidades en las que están cayendo. Que alguien detenga esta sangría. Que alguien ponga fin a estas mutilaciones salvajes. Que nos dejen la tierra como era. Que se vayan. Que los vecinos de los pueblos se opongan rotundamente a vender por cuatro monedas de oro la tierra, su tierra, la que tenemos, la que nos queda de increíble, la que nos legaron, bajo la cual se rompieron el alma muchos pares de brazos, en cuyas entrañas dejaron la vida y la esperanza muchos cuerpos ....
Estoy de acuerdo. Que paren esta ofensa como sea.


©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
 "El Norte de Castilla"




Reading Time:

04 marzo 1993

Incomunicados
marzo 04, 19930 Comments

Otra vez los acontecimientos me desbordan y debo adelantar mis reflexiones para que coincidan en el lugar y el tiempo. Cuando comienzo a escribir estas líneas, nieva en Bilbao con una inusitada fuerza. Niños y mayores se mezclan en los patios llenándose las manos del elemento blanco. Ya el sábado por la noche, la radio notificó que la Diputación de aquí, tenía preparados veinte coches especiales y quince o veinte máquinas quitanieves.


Los diarios no llegaron con normalidad a muchos de los puntos de encuentro, y como de costumbre, cundió la alarma por unos palmos nieve, forzando una sonrisa de mi máquina. El domingo por la noche me llaman de San Salvador. A pesar de conocer la intensidad que aquí alcanza la nieve, están alarmados: algunos tejados se han hundido y por sus palabras me recuerdan la gran nevada de hace doce años. El telediario dice que ochocientos pueblos de toda España se encuentran incomunicados. Pero cuando se generaliza la noticia, ésta deja de tener importancia. Quienes tienen aquí su rebaño, sus vacas, su trabajo, ven la parte negra de la nieve, y vuelvo a reincidir en lo ajeno sin que ello me sirva de consuelo.

En Ibias, en la parte asturiana, junto al puerto de Connio, se vive una aventura similar. Los 74 pueblos que forman el municipio, viven con una escasez de medios que supera con creces cualquiera de las nuestras: el sesenta por ciento carece de teléfono y se llega por caminos de tierra. Ese mismo porcentaje carece de alumbrado y las basuras se tiran por doquier. Pero volvamos a lo nuestro. El lunes, a las doce de la noche, llamo a San Salvador. Siguen incomunicados, sopla un fuerte viento y no reciben la señal de televisión. Algunos vecinos han hablado de ponerse en contacto con un diario madrileño. El martes por la mañana, hoy, cuando remito al periódico este artículo hecho crónica, muchos de los puntos conflictivos se han ido despejando y ha remitido el temporal en la montaña. Quizás peor consuelo llevan las zonas cántabras de Tresviso, Caloca y Polaciones , vecinos nuestros, que el domingo se mencionaban en todos los medios vascos, pero donde sucede algo similar a lo que aquí venimos denunciando: los medios técnicos y humanos no se sitúan donde verdaderamente se están necesitando. Varias máquinas se han averiado y el lunes se volvieron de Vañes, quedando los pueblos de Castillería y Pernía incomunicados. No olvidemos que esta incomunicación supone graves pérdidas para los ganaderos que hacen entrega diaria de la leche.

No es la primera vez ni será la última, pero me llaman y me piden que escriba. Algo se está moviendo. También aquí se necesita ayuda, que alguien nos recuerde en los telediarios, que alguien nos mencione en los periódicos, que se agilice el servicio de limpieza para que lleguen el panadero y el cartero, el médico y la ambulancia. porque son cuatro días, puede que cinco, o seis, cuando en el resto de lugares se están desbordando las noticias por veinte centímetros, como sucede en Cataluña, y el personal pone el grito en el cielo por dos días de incomunicación.


©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
 "El Norte de Castilla"




Reading Time:

05 febrero 1993

Pleitos
febrero 05, 19930 Comments

Victor de la Serna -que le vamos a gastar de tanto usarle-, se acercó bastante a nuestras sierras. Por la ruta de los Foramontanos, llega a la Venta de Tajahierro, enclavada en las primeras brañas de Palombera. Maestro, es decir poco, lo cierto es que vino a Peña Labra y se acercó a todos los misterios que envuelven ¿esta zona de Palencia?




Como sabe el lector, hace algunos años, por un pleito habido entre uno de los últimos pueblos de la provincia, Piedrasluengas, y un pueblo de Cantabria, Valdeprado, manejados los hilos por el influyente Eduardo García de Enterría, Palencia perdía unas hectáreas de terreno, en un litigio que venía ya de siglos. El viajero, de todas formas, se pregunta a qué se debe tanto cambio, no encontrando respuesta. Tiempo atrás, Piedad Isla, fotógrafa de Cervera, hizo pública una carta a través de un medio palentino ya desaparecido, dirigida a un diputado, en la que se exponían razones -según la autora mas que suficientes- para anexionarnos a la provincia de Cantabria. El dilema, pleiteado con envites de tinta, quedó como estaba al principio, y es que Palencia está muy lejos. Lo comentaba yo con mi redactora, Isabel Calle, por teléfono, tratando de exponer el injusto olvido que sufre el personal por estas latitudes.

Suena ya un poco a burla, que cuatro niños quieran plantarnos la ikurriña en la plaza del pueblo, viendo acaso nuestra indiferencia tan atroz hacia todo lo que se mueve. No hemos sido personal de campaña. De aquellas hospitalarias gentes, no queda sino el recuerdo de los viejos cuando se cosechaba el lino y la cántara de vino costaba dos reales. Cuando las abuelas lo eran de lodo el pueblo. Ahora nos lo han quitado todo. La capital y el pueblo viven sumidos en los pleitos dichosos, que siempre acaban tarde y mal porque hay vencidos. Si por ejemplo, subes a Celada de Roblecedo, un pueblo que llegó a tener 400 vecinos, lo encontrarás limpio de polvo y paja, hasta Cervera queda lejos para que funcionen bien las cosas. Estamos atrapados. La protesta que pudiera elevarse está anquilosada en los labios de estas humildes gentes para quienes hoy la bandera es lo de menos. Tal vez nos tocase algo, si como ha propuesto hace poco un diputado en el Congreso, Cantabria se aliase con Castilla, por aquello de que siempre ha sido su puerto. Una solución que requiere, dada la magnitud que están alcanzando algunas autonomías, mucho más que palabras. Y la verdad es que, aquí, no estamos para pleitos.


©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
 "El Norte de Castilla"




Reading Time:

27 enero 1993

¿Existió la leyenda?
enero 27, 19930 Comments

Cuenta la leyenda que, por una historia de celos, tomó la villa de San Salvador su actual nombre, y aunque a los publicistas nos enseñen los libros que, las leyendas sólo sirven para explicar un hecho, lo cierto es que la respuesta del cantor me parece adecuada para explicar el por qué San Salvador de Tremaya, es hoy de Cantamuda.


Creamos pues en ella, de la misma forma que creemos en los Reyes Magos. Fue Munio el conde de este valle, lugar que tuvo el privilegio de ser libre antes de que los políticos actuales nos lo anunciaran a bombo y platillo, nombrando a sus señores y rigiéndose por sus fueros, acaso como premonición de lo que ahora se está consolidando en nuestro entorno como mapa regional o autonómico. Con Munio Gómez nos alcanzó la sangre de la llanura, la de la Vega de Saldaña, aplacando así, tal vez, nuestro recio carácter, ahora mismo dormido, congelado, como quien dice -rompiendo aguas ante acontecimientos que llegarán porque el tiempo no se detiene y la esperanza sigue viva-. También nos tocó sangre leonesa, por parte de su esposa doña Elvira, hija de doña Adosinda, asturiana rica. Dice el trovador al mencionar el flechazo que, el Conde, que tenía sesenta años, se enamoró de una niña que apenas contaba veinte.

Matías Barrio y Mier, un político-poeta de los que ahora carecemos, nos contó la historia a su m0do y manera y en algo fue minucioso el de la Castillería, de Verdeña, un pueblo donde se junta el cielo con la Tierra, enseñándonos después de muchas dudas, porque también fue cauto, la ficha de ambos, que me recuerda un poco las novelas de M.Lafuente Estefanía: Religioso y justiero él, dechado perfecto de las mujeres cristianas, ella; Munio: guerrero y defensor a ultranza de su ley; Elvira, de belleza extremada, afable con sus vasallos. Y acaso fuera la bondad para con sus súbditos lo que hiciera brotar las primeras dudas en la mente de su afanado esposo, que entre el ajetreo de la caza y los asuntos de la guerra no hallaba un respiro para el amor. Pernía, es un manjar que se extiende a los pies de la «Peña Tremaya» que hoy yace adormecida, rompiéndose lenta e inexorablemente el timbre de su voz, o sea, las casas que desde allí se observan, fingiendo una vitalidad que está muy lejos de sentir. Sólo el Pisuerga que baja de Fuente Cobre parece dar prestancia y juego a estos pequeños pueblos: San Juan y Santa María de Redondo, Los Llazos y Tremaya, La Venta, San Salvador y el Campo, Areños, Lebanza, La Abadía.... Por cualquier ventana del Castillo que se asomara doña Elvira, podía llenarse de aquel bello paisaje, seguramente que exclamando: (lo estoy presintiendo como la mejor de las videntes) ¡que bello este rincón del mundo! o «¡Este reino bien merece una guerra, o una defensa a ultranza, o una historia de amor!.

Aunque los sueños se acaban, -dice Matías que la causa pudo ser el hijo que no lIegaba-. pienso yo que, acaso el mal de ojo, o el destino, quién sabe si fue la historia que le contaron los amigotes, y nos metemos ya en una historia similar a esas venezolanas que hoy inundan la televisión. Cualquier cosa pudo servir para poner en movimienlo la trama que da origen a esta bella leyenda.

«Un pariente lejano de los que allí sirvieron, me contó en sueños que Elvira ya presentía algo raro por el modo de comportarse su marido. Había como un poso de rencor en las conversaciones y estas cada vez eran más breves. ¡Y qué podía hacer ella para romper aquel obstáculo!. Era cierto. El Conde sólo veía enemigos en su castillo. Todo había empezado en bromas, en una jornada de caza entre Valmián y Hordejón un día de otoño. Un encumbrado personaje de la Castillería, le dijo al Conde que su esposa le engañaba con un vasallo. Para quitarle luego importancia al comentario, añadiría que el desliz era normal dado las largas horas de soledad a las que estaba condenada.

-¿ Y quién es él? -le apremió el Conde, dirigiendo el cañón de su escopeta hacia el osado bufón. Y no encontró respuesta. Los que le acompañaban aquel día lo tomaron a chiste, aunque se evidenciaba que al Señor Conde le habían tocado una parte sensible que sangraba y que después le hicieran ver fantasmas por doquier, urdiendo en secretos abyectos planes para acabar con la traición.

La primera medida fue mandar a las Cruzadas con sus hermanos García Gómez de Saldaña y Sancho, a un joven de Camasobres que parecía ser el recadero de la Condesa. El apuesto galán, que entonces soñaba con Rosario, una hermosa doncella del pueblo de Casavegas, fue pasto sin saberlo de las iras del viejo Conde. aunque nunca se detuvo a pedir explicaciones. Si allí la vida era tranquila y estaba agradecido por el trato que le habían dispensado como criado, defendería con el honor propio de sus años el lema de su señor, muriendo si ello fuera necesario en tan difícil causa. Algún cambio más se llevó a cabo aunque no merecía la pena mencionarlo, pues el principal proyecto tomó cuerpo una cruda y rabiosa noche, apenas comenzó a nevar, estando todos ya recogidos en sus aposentos.

Munio, sin prestarle oídos a su conciencia, bajó a las cuadras, dispuso una mula llena de defectos, dice Matías que coja, ciega y vieja y montó sobre ella a su esposa, dándole por guía y compañero a una vieja sirvienta sorda y muda.

Ya tenemos todos los alicientes.

Falta la Providencia que entonces existía, porque le digo yo a Matías que en este siglo se ha perdido y que vivimos cada día más rodeados de miseria y desolación. Entonces, aquella, salvó a la inocente Elvira. La joven Condesa que vivía -quiero pensar- ajena a tales desvaríos amorosos. Así es como salvado el precipicio, Pisuerga adelante, cantó la muda la injusticia que se había cometido con su señora, razón por la cual Dios las había guiado hasta el pueblo que a partir de entonces se llamó de Cantamuda.

Dicen los sabios autores que, aquella libertad, de la que siglos más tarde, hace sólo unos años, diera cumplida referencia nuestro malogrado poeta Gabriel González en un librito donde se recogían las Ordenanzas, se la dio la Condesa en edad avanzada. Pero ahora, dejando a un lado la leyenda que he recosido a mi manera con deleite para ofrecérsela a los amantes de nuestras tradiciones, sin rencor hacia los franceses que después quemaron nuestras casas, convendría en estos tiempos que corren, removerla, calentarla, para que como el ilustre paisano nos contara, sin dejar la humildad que siempre ha caracterizado a nuestra montaña, reviviesen las grandes enseñanzas que atesoran.


©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
 "El Norte de Castilla"




Reading Time:

23 enero 1993

Conspiración de silencio
enero 23, 19930 Comments

No hay nada imposible, aunque quienes venden a través del periódico un pueblo, nos vuelven a poner en evidencia. Una columnista de este medio se preguntaba recientemente de quién era la culpa y uno, sinceramente se lo digo, está agotando sobre el papel las últimas historias.



La conformidad de la gente, que es una forma de apatía engañosa, o aún peor, un despectivo «cada cual se apañe como pueda", ha podido con todos los lemas y ha sucumbido ante todas las barreras. Me explico. Hace algunos meses murió absurdamente un vecino en un pueblo del norte. Todos callaron. Hubo un pequeño conato de rebelión por parte de la familia que acabó a la entrada de Palencia. Unos años atrás sucedió algo similar, aunque casos parecidos y en otros sectores se estén repitiendo de continuo. La sección de «correo espontáneo o cartas al director» de los distintos medios, sirven de ejemplo muchas veces, cuando un ciudadano que se ha visto afectado por una situación irregular o desagradable, pide una respuesta o descarga su parecer sobre el asunto.

Todo es loable, verdad. Estas mismas crónicas pueden llegar a serlo, pero nada conseguiremos mientras sigamos refugiándonos en una falsa alabanza. Me confesaba Luis Ángel, miembro de la Junta vecinal de San Salvador, su disposición a enfrentarse con las situaciones irregulares que a su juicio se vienen detectando en la localidad. Hace años que mucha gente se pregunta en corrillos, a espaldas de, en el bar de la esquina, sobre los asuntos que deben y pueden esclarecerse. Pero se mantiene el silencio para que todo siga aparentemente por el buen camino, para que los cuatro vecinos que ahora quedan no vivan enfrentados en una conspiración permanente que va haciéndose callo. Si dentro de estos pueblos no hay armonía, cómo se va a conseguir la justa reivindicación de un médico o un un maestro, el arreglo inmediato de la carretera comarcal, un servicio de transportes, unas máquinas quitanieves en Cervera. En definitiva, ¡una necesaria y urgente revalorización de nuestra zona de montaña!.

©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
 "El Norte de Castilla"




Reading Time:

19 enero 1993

El sentimiento de las tres íes
enero 19, 19930 Comments

Alguno de los posibles lectores de este cuaderno, puede pensar, si no conoce la enjundia de la montaña palentina, que estamos desgranando historias de hace cien años. Desgraciadamente, muy pocas veces vienen a corroborar lo contrario grupos y asociaciones, porque son pocos los que quedan y ya no hay fuerzas para emprender otros caminos.





ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL LIBRO
VER DOS VECES LAS COSAS
FROILÁN DE LÓZAR, SEPTIEMBRE DE 2020
LECTURAS + DE 113


Reading Time:

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *