ORÍGENES

26 noviembre 2007

La joya olvidada de la Pernía
noviembre 26, 20070 Comments
@Pedro de Hoyos, en su columna "Con Permiso"

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Tomo prestado el título con el que Marta Redondo encabezó su excelente trabajo el pasado martes 23 en estas páginas de Diario Palentino denunciando la degradación que está sufriendo el recinto de la iglesia de San Salvador de Cantamuda. «Vamos a ser incapaces de conservar lo que los palentinos del siglo XII supieron levantar con entrega, calidad ... »

Yo soy entusiasta de San Salvador, de la iglesia y del pueblo, soy sereno y profundo admirador de la Pernía y de todo el norte palentino que está viviendo una situación de olvido, de envejecimiento y despoblación. Allí, por sus calles y campas, en la serenidad de sus pantanos y en los silencios de su montaña, me siento próximo a la Naturaleza, relajado y feliz.

Palencia, como toda Castilla, tiene en esos lugares un problema sin solución aparente. Tanta belleza parece no ser compatible con un proyecto de futuro y la situación de desamparo por la que está pasando esa joya del románico es un perfecto icono de lo que puede estar por venir. Ruinas, claro. Desolación y abandono. Mientras, nuestros políticos se encargan de discutir si galgos o podencos. Eso sí, con sueldos que ni el presidente del gobierno.

La colegiata de San Salvador lleva mucho tiempo con el coro en mal estado. Ya nadie puede acceder a él porque el suelo está destrozado y las maderas se rompen al ser pisadas, como denunció en este periódico Froilán de Lózar y repetía el martes pasado, con comprensible angustia, Marta Redondo. Y ahora las humedades. Las humedadesestán destrozando toda la iglesia, la capilla, el altar, los capiteles. Y nos queda todo el invierno por delante, con lo que llueve y nieva en aquellos lugares. Vamos camino de quedarnos sin una de las imágenes palentinas más repetida cuando alguien quiere citar nuestra provincia.

¿Saben lo peor de todo? Que la iglesia de El Salvador fue declarada en 1993 Bien de Interés Cultural por la Junta de Castilla y León. Pues bueno, ¿y qué? ¿Ustedes creen que eso importa o sirve para algo?
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10 noviembre 2007

Los curas de Celada
noviembre 10, 20070 Comments

Uno de los artículos de esta serie, publicado en diciembre de 2003, recordaba la última carta que escribe Frco. Gutiérrez de Celis desde la Clínica Universitaria de Pamplona y dirigida al obispo de Palencia. Paco fue sacerdote de Celada de Roblecedo desde 1977 hasta su fallecimiento, y aseguran en estos lugares de la Castillería que supo aunar a un pueblo en la querencia a la tierra y a sus gentes. Los más activos del lugar le encomiendan el pregón de 1981 y mi amigo aprovecha para desempolvar algunos documentos de los que quedaron después de que, en 1917, reunidos en concejo los vecinos, decidan quemar parte de los papeles porque no los entienden.



De la importancia de esta parroquia da fe un documento de 1775 donde se la señala como lugar de asilo con exclusión de todas las demás que existen en la zona. Era cura don Pedro de Quevedo y conde de Pernía don Juan Manuel Argüelles.

Paco va desgranando testimonios curiosos como el que vive Sebastián de Cáscara, que procedía de Perapertú y a quien el visitador del obispo por aquella fecha de 1569, le canta las cuarenta por no tener libro de difuntos.

Se sabe también que don Gaspar de Brañosera le sucede a don Francisco de la Cuesta en 1623. Se trata de un hijo del pueblo, ya mayor, que había sido cura de Polentinos y Prior de la Abadía de Lebanza y a quien se le atribuye “la capellanía”, ya desaparecida y mal llamada de los Quevedo, que llegarían más tarde. Don Gaspar procedía de una de las familias más pudientes y distinguidas de este valle y a su muerte deja buena parte de sus bienes a la Abadía de Lebanza y a los monasterios de El Brezo, Biarce y San Agustín (este último en Cervera)

Uno de los sacerdotes que más tiempo regentó esta parroquia fue Marcos Fernández, que procedía de San Salvador y murió en Lores.

La parroquia de Celada llega a su máximo esplendor en el tiempo de Francisco García de la Vega. El obispo Fray Alonso Laurencio Pedraza visita el lugar y autoriza la construcción de un granero para recoger los diezmos, la fundición de una campana y la colocación de la verja del batisterio, además de la adquisición de utensilios como la naveta o el incensario (1696). Su paso deja profunda huella y así consta en los manuscritos, destacando su gran labor social.

Se funda en su mandato el llamado “arca de la misericordia” que consiste en recoger centeno en el mes de agosto a precios bajos para dárselo en el mes de marzo a los vecinos que lo necesiten, con la condición de devolver el cuarto entregado, más un cuartillo a mayores para el sostenimiento de la obra, cuando hiciera la recolección.

Funda así mismo la “obra pía para pobres” que tenía como ingresos una tierra para una carga de sembradura en “La Calzada” y un prado de carro y medio en “Las Lastras de la Loma” cuya producción de venta se entregaba a los pobres. Estas fundaciones desaparecen en 1773, cuando el visitador Apostólico Alonso de Váscones, canónigo de Palencia, viendo el crecido número de chicos (60 ó 70) manda que se emplee todo en la manutención de un maestro.

La lista es interminable. Sirvan estas líneas de recuerdo a todos y especialmente a Paco que las rescató de los baúles.

 De la sección: "Vuelta a los Orígenes", en Diario Palentino.
10.11.07 @ 08:00:00. Archivado en Artículos, La historia.
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03 noviembre 2007

El agua y el molino
noviembre 03, 20071 Comments

En un interesante estudio realizado para la Universidad de León, José Ramón Morala plantea una clasificación tipológica en la que está representado el concepto del agua. Me fijo en las cuestiones importantes que allí expone y la razón que se evidencia al trasladarlo a nuestra tierra.


Creo que ni los que viven aquí ni quienes vienen de fuera, reparan en la importancia del líquido elemento; de qué modo la presencia del agua determina la configuración del paisaje; cómo los nombres de ríos, arroyos y charcas, además de modelar el paisaje físico, intervienen en la configuración del paisaje humano.

Quienes estudian la toponimia de los diferentes lugares, aseguran que, por norma general, en las cuencas altas, en la montaña, los ríos unen –lo que separa no son los ríos, sino las cordilleras que definen cada valle– lo que en nuestro caso (obsérvense los valles de La Castillería, Pernía o el Valle de los Redondos), esta premisa se cumple a rajatabla. El mencionado autor nos ilustra con tres ejemplos: Bernesga, en León; Alesga, al sur de Asturias y Ruesga, en la montaña palentina, en los tres se puede deducir que la voz “esga” podría haber significado “río o corriente de agua” en su origen, aspectos que de algún modo ha explicado ampliamente Gordaliza.

Y si hay una industria que desde siglos nos identifica con el agua, esa no es otra que los molinos harineros. Gonzalo Alcalde expone en su web la tres modalidades de molino que se han conocido en nuestra península: molinos de sangre, que requerían el empuje humano o animal; molinos de viento y los molinos hidráulicos, algunos situados directamente sobre el cauce del agua (véase el molino convertido en casa rural en Cervera de Pisuerga), y otros a los que el agua les llegaba mediante un canal o cuérnago que salía del río. Como ejemplo encontramos el molino de “Grajas”, situado en Carracedo; el que un particular restaura actualmente en San Felices, el molino de San Salvador, que hacía uso de una presa y que tuvo mucha importancia en estas comarcas y el de San Juan de Redondo, que responde bien a las características que se citan en este tipo de arquitectura popular.

Se trata de un edificio cuadrado, de dos plantas. En la planta baja se coloca la rueda de palas o rodezno, que recibe el agua a través de una válvula y en la parte superior se encuentra toda la mecánica: torno, tolva y piedra de moler. Las piedras son circulares y están superpuestas una en otra, girando la que se encuentra arriba de acuerdo con la potencia que le proporcione el rodezno.

Gonzalo aporta en su web una exhaustiva información donde se mencionan también los molinos de “oilo”, en los que se molturaban granos de lino para obtener así el aceite de linaza que se usaba para el alumbrado.

Lo cierto es que visitamos juntos el molino de San Juan, adquirido por un particular y en cuya recuperación han intervenido Aquilino de Mier Ramasco, Manolo Calleja Aja, Lorenzo de Mier Vélez, Vicente Torre de Celis, Mariano de Mier Simón y María de Mier Morante. Se encargó de restaurar la maquinaria Javier Vilda Vilda.

Reconforta saber que muchos de estos edificios se están recuperando gracias a la iniciativa privada, empeñados en dejar constancia de nuestra memoria histórica. Dice el cantar:


Ven conmigo al molino
y serás mi molinera;
tú echarás trigo a la tolva,
mientras yo pico la piedra.


@De la sección "Impresiones", en "Diario Palerntino".

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27 octubre 2007

Grandes de España, de Cervera y Pernía
octubre 27, 20071 Comments

Desde que Enrique IV de Castilla concede el título de Conde de Siruela a Juan de Velasco en 1470 no han dejado de sucederse en ese cargo todos sus descendientes. Tenía capricho de reproducir esta larga lista, que viene a demostrar la impertinencia de los reyes que pagaban sus favores concediendo honores y rangos sobre tierras que nunca conocieron y por las que nunca preguntaron los galardonados. Este es un pequeño ejemplo de todo el mamoneo al que nos han tenido sometidos siempre gobernantes y reyes. Si alguno sabe de alguien que haya venido preguntando, que me lo diga para anotarlo.


Obsérvese cómo, a medida que avanza el listado y los años, mayores son las prebendas y los nombramientos. Fernando de Velasco, primer señor de Siruela y de los valles de Pernía, camarero del rey Juan II de Castilla y de su Consejo; Juan de Velasco, 2ºSr. y 1er conde de Siruela (1470), Sr de Cervera, de la merindad de Pernía y de Villarías de Campos (1482);Francisco de Velasco, 2º conde de Siruela (1482), Sr de la villa de Roa, Sr de los valles de Pernía y Cervera y de la merindad de Villarías de Campos (1505); y por este orden, heredan el nombramiento sobre estas tierras Leonor de Velasco, Juan de Velasco y la Cueva, Gabriel de Velasco y la Cueva, Magdalena Angela de Velasco, Cristóbal de Velasco y la Cueva. Gabriel de Velasco y la Cueva, Gaspar de la Cueva, Leonor de Velasco y la Cueva, Cristóbal de Velasco y la Cueva Carrillo de Mendoza, Antonio de Velasco y la Cueva.

Sorprende la cantidad de nombramientos que reciben estos grandes de España. Cuando uno lo hace bien y se preocupa por la tierra y sus gentes, parece hasta lógico que lo hereden de forma natural. Pero éste no es el caso y, a medida que pasan los años, van aumentando considerablemente los pueblos y valles sobre los que ostentan su poder.

María Luisa de Silva Velasco de la Cueva Ruiz de Alarcón y Ceballos, 5ª. condesa de Valverde, marquesa de Santa Clara, Sña. de Valverde, de las de Veguillas, Ontecillas, Mezquitas y Talayuelas, y de la casa de Alarcón, en Cuenca; 14ª. condesa de Siruela (1730), Grande de España, Sra. de la villa de Roa, de los Valles de Cervera y de Pernía, de Castrejón, Villalobón, y del mayorazgo de Nogueros en Cuenca.

Miguel José María de la Cueva y Enríquez de Navarra Velasco Guzmán Dávalos Ponce de León Spínola y Santillán, 13º. duque de Alburquerque, 4º. marqués de la Mina, 16º. conde de Siruela, 11º. marqués de Cuéllar, 13º. conde de Ledesma, 13º. conde de Huelma, 7º. conde de Pezuela de las Torres, 3 veces Grande de España, 13º. mayorazgo de Roa, 13º. Sr de los Estados de Mombeltrán, Pedro Bernardo, etc., 6º. Sr del Estado de Salteras, Sr. de las casas y mayorazgos de la Cueva, Velasco, Guzmán Dávalos, Spínola, Santillán, Nazahita, Mijares, Aldea Dávila, San Esteban, Villarejo, Las cuevas y Santa Cruz del Valle, sr de los estados de Roa y Cervera, de las villas de Torre Galindo, La Horna, Villalobón, Olmedillo, Portillejo, San Martín de Rubiases, Pedrosa, Membrilla de Castrejón, Anguix, Quintana de Mambrigo, Campillo, Castrejón, Fuentenebro, Buenavista y su barrio, el Valle Redondo de Pernía, y la villa de Tamurejo, con sus jurisdicciones, merindades y patronatos, teniente general de los RE, Virrey y capitán general de Aragón, comendador de Víboras, administrador con goce de frutos de la encomienda de Benacal, coronel del Regimiento de Dragones de Lusitania, capitán de la Compañía de las Reales Guardias de Alabarderos, gentilhombre de cámara, con ejercicio y servidumbre de Carlos III y de Carlos IV.


Para saber más: "Cervera, Polentinos, Pernía y Castillería", Froilán de Lózar, Editorial Aruz, 3ªedicc, Julio de 2014

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20 octubre 2007

El Fuero: revisiones y dudas II
octubre 20, 20070 Comments

Admitidas parcialmente las dudas del francés Barrau-Dihigo en cuanto a la autenticidad de la carta puebla por el “Anuario de Historia del Derecho Español” y el ensayo titulado “Despoblación y repoblación del valle del Duero (Buenos Aires, 1966), Sánchez Albornoz y Floriano Cumbreño destapan sus dudas sobre el documento.



“Para nosotros es, sencillamente, un documento ampliamente interpolado, quizá no muy bien copiado en la parte auténtica que conserva y, con toda seguridad, mal copiado”. “Nos choca el nombre del conde otorgante, llegando a la conclusión de que Monnio Nunnez era casi un siglo posterior a la fecha asignada al fuero de Brañosera, considerando al respecto que no fuera este documento originalmente una carta sino una donación ad “populando”.

Los investigadortes apuestan por el dispositivo final, que parece ajustado a los usos jurídicos de ese momento histórico, pero muestran su desacuerdo con el tono foral que se emite en cuanto a la cobranza del “montazgo” a los ganaderos forasteros que entrasen a pastar dentro de los términos deslindados y la exención de los pobladores de anubda, vigilas de castillo e infurción”.

Para el catedrático de derecho Gonzalo Martínez Diez, después de este protocolo de los “resabios eruditos”, la carta de Brañosera queda reducida a una donación del siglo IX, corriente en el sentido diplomático e interesantísima en el histórico-jurídico como precedente de las Cartas de Población.

García-Gallo viene a decir que debemos excluir la idea de que se trate de una falsificación, pues todo lo que en ella se suscita y determina –la concesión de un término a unas cuantas personas sin relieve, la exención de ciertas prestaciones...etc– no constituyen motivos para un soborno o una búsqueda de derechos de mayor enjundia. En todo caso se trata de una copia defectuosa del original con ciertas expresiones más o menos pedantes.

Todos los investigadores coinciden en el hecho de que hasta nosotros ha llegado una copia de la original, pero que es buena la fecha 13 de octubre del 824, donde se indica que ese día era quinta feria o jueves, hecho ya verificado y que da fe del documento, siendo muy difícil modificar o inventar la fecha y hacerla coincidir con ese día de la semana.

En medio del latín vulgar del reino de Oviedo en aquel momento, observan los susodichos algunas expresiones rebuscadas, como la de “inter ossibus y venationes”, pues en correcto latín ossibus significaría huesos y no se comprende en este lugar la frase “entre huesos y cacerías”, sino que parece más indicado decir “entre osos y cacerías”.

El conde viene a repoblar aquella tierra y hace una oferta tentadora, eximiendo a todos los que llegasen hasta ella de dos prestaciones que afectaban a todos los habitantes del reino: el servicio de vigilancia para descubrir al enemigo musulmán, y el servicio de guardia en los castillos y fortalezas de la zona, estando sujetos al pago de una contribución al conde o señor del lugar.

Es evidente que uno se sorprende y se apasiona al introducirse en los vericuetos de nuestra historia. Y siempre quedan dudas y heridas que nadie acierta a desvelar ni a cerrar por completo por más legajos y descubrimiento que se vayan sucediendo.


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