La historia de Pernía II

Los Condes Alfonso y Justa

Por Valentín Ruesga Herreros




En el Archivo Histórico Diocesano de Palencia se conserva el documento más antiguo referido expresamente a lugares, acontecimientos y mandatarios de Pernía. Fechado el 25 de agosto de 932, según este diploma los condes de Liébana, Alfonso y Justa, conceden al abad Gonzalo la iglesia de Santa María de Lebanza con sus posesiones y derechos en diversos lugares de Palencia y Cantabria sobre los que debían tener jurisdicción, afirmándose además en el documento que Alfonso era hijo de de Diego Muñoz y de Tigridia, condes de Saldaña. A Diego Muñoz se le ha tenido por hijo de los lebaniegos Munio y Gulatruda y los condes Alfonso y Justa se supone sean los mismos que según documentos de 925 construyeron la iglesia de Santa María de Lebeña y que intervinieron activamente en la política lebaniega en la primera mitad del siglo X.´

El escrito no es original, sino una copia del siglo XII y procede del Archivo de Lebanza, incorporado al Archivo Diocesano en 1825, a la muerte de Pedro Rojo, canónigo penitenciario y último capitular de la Abadía de Lebanza. El diploma figuró en la exposición de manuscritos y documentos que en octubre de 1989 organizó en Palencia la Diputación Provincial.

El documento fue publicado por Laureano Pérez Mier en su obra El Condado de Pernía y también por Justo Pérez de Urbel en su Historia del Condado de Castilla y ninguno de estos dos autores hicieron comentario crítico alguno sobre el mismo, pero otros autores e investigadores, sin embargo, ponen en duda la autenticidad del documento o la exactitud de su contenido, tanto en lo que se refiere a los personajes que figuran en la escritura, como en lo relativo a la toponimia de los territorios y lugares que se citan en ella, llegando a suponerse que el diploma no es copia literal del original, sino copia ampliamente interpolada o incluso totalmente apócrifo y redactado en el siglo XII para justificar las posesiones y derechos que la tradición otorgaba a Santa María de Lebanza y que la misma tradición suponía había concedido en 932 el conde Alfonso. Este tipo de manipulaciones no es infrecuente en documentos antiguos; tal ocurre con el Fuero de Cervatos o quizá incluso con la Carta-Puebla de Brañosera, por no hablar de la Hitación de Wamba o los Liber Testamentorum, como el de la Catedral de Oviedo.

Las primeras dificultades que surgen al tratar de interpretar el documento de 932 se refieren a la propia personalidad del conde Alfonso. Es dudoso que éste sea hijo de Diego Muñoz, pues no se menciona entre los hijos del conde de Saldaña en ningún otro documento y la cronología de la documentación sobre ambos personajes también dificulta suponer la relación padre-hijo entre ellos. El último documento de Diego Muñoz como conde de Saldaña lleva fecha de 951 y los documentos de los archivos lebaniegos sobre Diego Muñoz se extienden hasta 964, aunque en ellos no se hace referencia a que sea conde de Saldaña; Alfonso es documentado por última vez como conde de Liébana en 952, apareciendo después como señores de esta comarca Fernán González de Castilla (956-959) y Fernando Rodríguez (961-966) y a partir de 974 un nuevo conde de Saldaña, Gómez Díaz, que sin duda sí que es hijo de Diego Muñoz.

Todo esto ha llevado a algunos investigadores, como Julia Montenegro, a suponer que el Diego Muñoz conde de Saldaña y el Diego Muñoz lebaniego son personajes distintos, siendo el primero hijo de Munio Gómez, noble palentino de la comarca de Guardo y origen de la familia de los Beni Gómez y el segundo, miembro de la nobleza lebaniega local. Siguiendo esta línea, la medievalista Margarita Torres identifica a Munio Gómez y a Diego Muñoz con Abolmondar Blanco y su hijo Diego Abolmondárez, dos de los condes apresados por Ordoño II en 921 por no haber acudido a la batalla de Valdejunquera, en la que el rey de León y Sancho I de Navarra fueron derrotados por Abderraman III.

El Diego Muñoz lebaniego sería, por supuesto, hijo de Munio y Gulatruda; estos son mencionados en documentos de Santo Toribio de los años 915 y 929, mientras que Diego Muñoz está documentado, como se ha visto, hasta 964, en una ocasión junto con doña Aldena, que puede suponerse sea su mujer. Después de esta fecha no parece haber documentación cierta sobre él o sobre sus descendientes, entre los cuales nada hace suponer se encuentre el conde Alfonso de Lebeña, cosa por otra parte que sería cronológicamente aún más difícil que suponerle hijo de Diego Muñoz de Saldaña.

Aunque no puede rechazarse de forma absoluta que el conde Alfonso pudiese ser hijo del conde de Saldaña, y aun podría ser la hipótesis más conforme con los escasos datos que existen referentes a su personalidad, las incertidumbres que esto presenta han dado lugar a suponerse, aunque no pueda demostrarse documentalmente, que aquél era miembro de la casa real astur-leonesa, mientras que su esposa Justa sería quien fuese hija de Diego Muñoz, proponiéndose así una solución ecléctica a las dudas planteadas sobre la filiación de los condes.

Así, algunos suponen que el conde Alfonso era nieto de Ordoño I y sobrino por tanto de Alfonso III el Magno; el Cronicón de Sampiro dice que hacia el año 870 los hermanos de Alfonso III se sublevaron contra él, pero vencidos, fueron condenados a ceguera, según las crueles leyes de la época; de aquéllos, Nuño (Munio) Ordóñez estaba casado con Asura de Castilla, pero entre su supuesta descendencia no se cita ningún hijo con el nombre de Alfonso; de Bermudo Ordóñez, casado con Guntroda, no se conocen descendientes, así como tampoco de los otros hermanos, Fruela y Odoario, de los que no se sabe si estuvieron casados. De esta forma, la filiación del conde Alfonso como nieto de Ordoño I no pasa de ser una suposición, posible pero indemostrable.

En otras ocasiones se ha indicado que Alfonso pudiese ser hijo de Ordoño el Ciego; con este nombre y este apelativo se encuentran dos personajes en la casa real de Asturias y León: el primero era hijo de Fruela II y hermano de Alfonso Fróilaz, quien disputó el trono a los hijos de Ordoño II; fue Alfonso rey de León por breve tiempo, pero fue expulsado por Alfonso IV el Monje, teniendo que retirarse a Asturias con sus hermanos, donde pudieron mantenerse algunos años; cuando Alfonso IV trató de recuperar el trono que había cedido a su hermano Ramiro II, los Fróilaz le apoyaron circunstancialmente, pero vencidos el uno y los otros por Ramiro II en 932, fueron privados de la vista; no se conocen descendientes de los Fróilaz y concretamente de Ordoño el Ciego, por lo que también la filiación del conde Alfonso respecto de aquél es una conjetura sin apoyos documentales.

El segundo Ordoño el Ciego era hijo de Ramiro III de León y al parecer era ciego de nacimiento. Tuvo un hijo llamado Alfonso, casado con Fronilde, pero estos personajes vivieron ya en el siglo XI, pues Ordoño murió hacia 1020 y Alfonso Ordóñez hacia 1050, un siglo después de la época en que se supone vivió Alfonso de Lebeña y Lebanza; sin embargo, en algunas referencias, interpretando confusamente fechas y acontecimientos, se atribuye a este Alfonso Ordóñez la fundación de Santa María de Lebeña, cien años antes de la época en que vivió.

De las tres alternativas propuestas para tratar de explicar la pertenencia del conde Alfonso a la casa real, la más verosímil parece la primera, pues descartada la última, parece poco probable que un descendiente de los Fróilaz pudiese mantener sus prerrogativas después del año 932, bajo el reinado de Ramiro II.

Una tercera hipótesis sobre la ascendencia de los condes Alfonso y Justa, menos difundida, los supone nobles cristianos que emigraron desde la Andalucía sometida al dominio musulmán hasta las tierras libres del norte, es decir, que serían mozárabes. Estas suposiciones, expuestas por el historiador Gómez Moreno, podrían basarse en el estilo arquitectónico de la iglesia de Lebeña, estilo mozárabe (prerrománico), que supone influencias del sur peninsular; otros indicios que podrían avalar esta hipótesis serían el nombre de la condesa, Justa, extraño en tierras norteñas y que lo ratificaría como de origen andaluz, según aquel historiador, el hecho de figurar las santas sevillanas Justa y Rufina entre las titulares de la iglesia de Lebeña. Esta hipótesis parece incompatible con la supuesta relación de Alfonso o de Justa con los Beni Gómez de Saldaña, que según estas teorías aparecerían solamente más tarde en la historia de Liébana y Pernía, de modo que aquella relación que se desprende del diploma de 932 sería una interpolación totalmente gratuita.

Como se ha apuntado, el supuesto de que el conde Alfonso sea hijo de Diego Muñoz de Saldaña no puede rechazarse totalmente y es posible explicar las cuestiones que esto plantea: las dificultades cronológicas no son insalvables y el hecho de que no aparezca entre los hijos de Diego Muñoz y Tigridia que se mencionan en un documento de 940 por el que éstos donan al monasterio de San Román de Entrepeñas varias iglesias en Guardo, Arconada y Dueñas, podría explicarse suponiendo que solamente confirmaron los hijos presentes en el acto de donación, no figurando Alfonso, posiblemente el hijo mayor que residiría en Liébana, ni otros dos hijos de Diego Muñoz, Guntroda y Fernando, que podrían ser aún menores de edad.

Entre los documentos otorgados por el conde Alfonso también se considera apócrifa la escritura de 925 del cartulario de Santo Toribio, por la que aquél, tras mencionar la milagrosa curación de su ceguera, castigo de la Providencia por su empeño en trasladar a Lebeña las reliquias de Santo Toribio, hace donación de la iglesia de Santa María de aquel pueblo lebaniego al monasterio de Turieno, además de otras iglesias y posesiones. Este documento se considera apócrifo, tanto por los hechos prodigiosos que relata, como por los errores que contiene, tales como suponer que en aquel momento reinaba Ordoño (II), cuando en el año 925 ya era rey de León Fruela II.

Otro punto oscuro del documento de 932 es la figura del abad Gonzalo, pues hay quien supone que no era abad de Lebanza, sino del monasterio de San Martín de Turieno, después Santo Toribio, y que el conde Alfonso le concedió jurisdicción sobre Santa María de Lebanza. La existencia del abad Gonzalo de San Martín de Turieno está acreditada por documentos del Cartulario de Santo Toribio de los años 940 y 941 y en este último confirma una donación de bienes en el pueblo lebaniego de Tanarrio que se hace conjuntamente al monasterio de Turieno y al de Lebanza. Es posible que entre estos dos monasterios existiese temporalmente una relación de interdependencia; sin embargo, la donación de Santa María de Lebanza al obispo de Palencia hecha por Alfonso VI en 1086 y la concesión de privilegios y derechos al monasterio y sus posesiones que a petición del obispo otorga Alfonso VII el Emperador al abad Pedro Humberto en 1142, casi sobre los mismos términos que cita el documento de 932, parecen corroborar que por lo menos ya a finales del siglo XI y mediados del XII, la Abadía gozaba de total autonomía.

La concesión de 932 está otorgada directamente por el conde Alfonso, lo que indica las amplias atribuciones que debía tener; no obstante, se dice otorgada “sub principe domno adefonso”, es decir, reinando Alfonso. Esto añade nuevas incertidumbres, pues en el año 932 es cuando Alfonso IV pretende recuperar el trono de León, mientras que en Asturias se mantiene Alfonso Fróilaz, aunque probablemente aquí se trate del primero. Tras la derrota de los pretendientes, tanto el conde Alfonso, independientemente de su filiación, como Diego Muñoz hubieron de reconocer a Ramiro II para poder así conservar sus prerrogativas.

De cualquier forma, la escritura de 932 conservaría su valor histórico y acreditativo, puesto que cuanto menos buena parte de los derechos civiles y eclesiásticos de la Abadía de Lebanza consignados en ella estuvieron en vigor largos años. Así, muchos de estos derechos son confirmados por Alfonso VII en 1142, mientras que en el Becerro de los Beneficios de la Diócesis de Palencia se señalan los diezmos que recibe la Abadía de diversas parroquias y en el Libro Becerro de Behetrías se mencionan sus derechos sobre Lebanza, Cabezón, Cahecho y Lerones, en la Merindad de Liébana y Pernía, además de la jurisdicción sobre Polentinos, concedida en 1289. Asimismo, cuando en 1454 la Abadía de Lebanza entabla pleito por la usurpación de sus derechos sobre la iglesia de Santa María de Tina, en Rivadeva, juzgando el caso el prior del monasterio de Piasca, Pedro de Población, la Abadía consigue su propósito aduciendo los privilegios otorgados por el rey Alfonso VII en 1142 y resolviéndose el pleito por bula del papa Nicolás V en la que se recuerdan los derechos de Santa María de Lebanza sobre varios pueblos de Rivadeva y Peñarrubia, tal como se nombran en el documento de 932. Y ya a mediados del siglo XVIII, según el Catastro del Marqués de la Ensenada, la Abadía tiene todavía jurisdicción plena sobre Polentinos y compartida con el conde de Siruela sobre Lebanza, recibiendo además diezmos de varias parroquias de lugares de Palencia y Liébana.

Si no resulta fácil establecer la ascendencia del conde Alfonso, tampoco es sencillo conocer su descendencia. Los nombres de los hijos que aparecen en el documento de 932, Odoario, García, Ordoño y Guter, no se citan como tales en ningún otro documento de la época; los cartularios lebaniegos registran los nombres de Pepi, Bermudo y Ordoño Alfonso, tenidos por hijos del conde y que algunos relacionan con la fundación del pueblo palentino de Fuentes de Nava, denominado anteriormente Fuentes de Don Bermudo, en posible referencia al hijo de Alfonso, aunque este supuesto carece de base histórica.

La documentación no permite seguir la posible descendencia de los condes Alfonso y Justa y así, aunque a finales del siglo X aparece un Alfonso Díaz del que podría pensarse estuviese relacionado con ellos, documentalmente no es posible establecer esta relación.Este Alfonso Díaz figura en documentos de Piasca y Sahagún, datados de 984 a 1024; es padre de Munio y Guter Alfonso, que según algunos documentos, afirmaban ser descendientes de los fundadores del monasterio de Piasca, debiendo ser, por consiguiente, de origen lebaniego. No existe, sin embargo, ningún indicio que relacione a Alfonso Díaz con el conde Alfonso de Lebeña y Lebanza.

Lo que sí parece claro es que a Alfonso Díaz se le puede considerar origen de una familia estrechamente relacionada con Liébana, así como con la nobleza de León y Castilla, pues mientras que sus hijos Munio y Guter Alfonso aparecen como condes de Saldaña y Cea hacia 1040, un nieto del primero, Martín Alfonso, fue también conde de Cea y su hermana Ailo Alfonso casará con Pedro Ansúrez, último conde de Saldaña de la familia Beni Gómez, en tanto que Guter Alfonso será antecesor de los Girón, que gobernaron Liébana y Pernía a finales del siglo XII y primera mitad del XIII.

No obstante las dudas sobre la autenticidad y exactitud de los documentos relativos a los condes Alfonso y Justa, aparte de las leyendas que los acompañan, debe suponerse que todo esto tiene un contenido histórico importante que indicaría, por una parte, que en 932 Santa María de Lebanza obtuvo la dignidad de abadía, con sus derechos jurisdiccionales, y por otra, confirmaría la relación existente entre las familias dirigentes de Liébana y Saldaña, así como la estrecha vinculación histórico-administrativa que había entre las comarcas de Liébana y Pernía, que llevaría posteriormente a la constitución de la Merindad de este nombre.
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Fuentes Consultadas

¬ Cawley, Charles: Medieval Lands, Foundation for Medieval Genealogy
¬ fmg.ac/Projects/MedLands/Contents.htm
¬ Editorial Cantabria, S. A.: Cantabria 102 Municipios
¬ Fita, Fidel: San Miguel de Escalada y Santa María de Piasca. Datos inéditos
¬ cervantesvirtual.com/FichaMateria.html?Ref=100000&idGrupo=estudiosCriticos
¬ García Guinea, Miguel Ángel: El Románico en Palencia
¬ García Guinea, Miguel Ángel: El Románico en Santander
¬ Gómez Moreno, Manuel: Iglesias Mozárabes
¬ Madrazo, Pedro de: La Iglesia de Santa María de Lebeña
¬ cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=19327&portal=33
¬ Martínez Díaz, Gonzalo: Restauración y límites de la diócesis palentina
¬ dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=2487150&orden=0
¬ Montenegro, Julia: Colección diplomática de Santa María de Piasca: (875-1252)
¬ Pérez de Urbel, Justo: Historia del Condado de Castilla
¬ Pérez Mier, Laureano: El Condado de Pernía¬ Sánchez Candeira, Alfonso: Castilla y León en el siglo XI. Estudio del reinado de Fernando I
¬ books.google.es/books?isbn=8489512418. (Págs. 86-87)
¬ Torres, Margarita: Linajes nobiliarios de León y Castilla: Siglos IX-XIII
¬ Wikipedia: Diego Muñoz de Saldaña

© Valentín Ruesga Herreros, para esta sección, Torrelavega, Abril 2009


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