ORÍGENES

27 enero 2007

Elogio del pasado
enero 27, 20070 Comments

La ciudad alemana de Weimar quedó sorprendida, como el mundo entero, cuando, en diciembre de 1999, a punto de culminar una época, ve cómo se alza con el galardón en el Concurso Internacional de Ensayo una rusa de 20 años, Iveta Gerasimchuk, después de desbancar a casi 2.500 prestigiosos ensayistas y filósofos de los cinco continentes. El título de la convocatoria era Liberar el futuro del pasado, liberar al pasado del futuro, y al mismo concurrieron 2.481 originales en las seis lenguas de la ONU (inglés, francés, chino, español, árabe y ruso). Durante un año los jurados eligen 43 finalistas, resultando ser la ganadora esta rusa, con un trabajo escrito en forma de diccionario donde describe el choque entre los anemófilos (adoradores del viento) y los cronistas (adoradores del pasado).




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FROILÁN DE LÓZAR, SEPTIEMBRE DE 2020
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20 enero 2007

El cuento de la lechera
enero 20, 20070 Comments

“Mira, oye, ve, escucha, habla, vive y convive”, fue una campaña para el fomento de la rica tradición oral de Andalucía. Como aquí lo puede ser “Vive tu pueblo”, la campaña orquestada por la Diputación, de la que seguiremos hablando, y en la que, como la propia expresión nos aconseja, es bueno detenernos, mirar a nuestro alrededor, valorar la cantidad de cosas que disfrutamos, compartirlas con los que viven a nuestro lado y pregonarlas a los cuatro vientos para que sirvan de llamada, de acto recopilatorio, de arcón donde se van apilando las historias que forman la tradición oral de un pueblo.



Aunque el avance tan apresurado que experimenta todo nos lleve a temer un poco por el futuro del libro, nuestra historia está a buen recaudo ya en todos los formatos, en Internet también, donde los foros se multiplican a diario y donde se dilucida, incluso, que el lago de Cantabria que cita Suetonio en “La vida de los Césares”, pudiera ser el Curavacas. O el debate que lidera Leire en torno a dos plantas medicinales que los lugareños vendían a profesionales: la Gentiana, o Junciana, que da nombre a un término de Polentinos (el Juncianal) y los Cornitos, que se recolectaban para fines medicinales. En Lores se hablaba mucho de la Genciana que, generalmente, como bien exponen los foreros, recogían los hombres, porque había que cavar mucho para sacar la raíz, lo que se vendía; y los cornitos, que recogían las mujeres, no sin provocar la ira de los propietarios de los centenos. A uno siempre le agrada que le recuerden estas cosas, y ya tampoco mucho, ciegos como andamos de tanto correr hacia el futuro, total para nada, porque al desaliento se suma la insatisfacción, pues no bien hemos llegado al conocimiento y al manejo de un aparatejo, cuando ya nos anuncian otro con prestaciones añadidas; no sé si para dejarnos con la cartera tiesa, o para que desistamos de seguir avanzando, pues para todo se requiere una preparación que no todos están dispuesto a emprender.

Y parece hasta lógico, tal y como lo refleja en su “Quinta Montaña” el escritor Paulo Coelho: “Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más tiempo del necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto”. Por diversas razones entiendo que estoy a punto de cumplir esa etapa, ese ciclo, y procuro llevar buena dosis de ilusión cuando hablo de nuestra tierra, por los proyectos que se están generando en torno a Guardo con “Pato Pekín”, el auge de las galleteras en Aguilar; el proyecto de San Glorio, que ha tomado como núcleo informativo a Velilla; y el turismo rural que se va consolidando no con todas las fuerzas que quisiéramos por muchos pueblos de nuestra montaña palentina.

Pero esto se está pareciendo cada vez más al cuento de la lechera. Hacemos cuentas respecto a los muchos beneficios que vamos a obtener con los patos, con San Glorio, con la embotelladora, con el turismo... y sucede lo inesperado, lo que le sucedió a la joven lechera que iba pensando en comprar huevos con el dinero que le diesen por la leche, y conejos con el dinero que obtuviese por los huevos y corderos con el dinero de los conejos. Tanta era la excitación que se rompió el cántaro y así concluye Samaniego: “!Pobre lechera! ¡Qué compasión! ¡Adiós leche, dinero, huevos, pollo, lechón, vaca y ternero! ¡Oh, loca fantasía, que palacios fabricas en el viento¡ Modera tu alegría, no sea que saltando de contento al contemplar dichosa tu mudanza, quiebre tu cantarillo la esperanza!.

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13 enero 2007

El persianazo de La Venta Campa
enero 13, 20070 Comments

Aquella semejanza con la que describía la situación real del turismo rural, uno de los agraciados con el primer premio por su labor en pro del desarrollo de este apartado en nuestra provincia y, más en concreto, en nuestra zona norte, viene bien para justificar el cierre de uno de los lugares más emblemáticos de nuestra tierra, como es la Venta Campa de San Salvador de Cantamuga.

Lo que probablemente ha sorprendido a todos es el persianazo a secas, cuando tantos novios y poderosos inversores porfiarían por este lugar, y no sólo por su situación estratégica, y no sólo por hallarse en el centro de la comarca, sino por la popularidad que alcanzó su cocina tradicional, donde un plato de legumbre, un cocido, un guisado o una chuleta de la mejor carne daban gusto al paladar más exquisito.



Vega Antuña, que vino desde Langreo (La Felguera) y se asentó en La Pernía, donde regentó el economato, acuñó una frase que, aunque tremenda, viene a reflejar la importancia que tuvo y de la que doy fe: “San Salvador y la Venta Campa van tan ligados que no se comprende a uno sin otro”.
Y lo dijo Vega, que escribió bellas páginas en este medio y que sintonizaba muy a menudo con Palencia en aquel popular “Cimbalillo”, cuando la nieve lo tapaba todo.
Todo se acaba o se transforma. No cabe más nostalgia en esta entrega de hoy. Es la muerte de algo que en esencia no debería morir nunca, sino empezar de nuevo con otros bríos, tomando el relevo de aquellas manos que hicieron de la cocina más sencilla un arte.

Muchos colaboradores de este medio han hecho referencia alguna vez a este lugar de La Pernía, que raro era el domingo que no colgara el cartel de completo. Pero ni con esas garantías puede hablarse de éxito. En todos los lugares cuecen habas, que es lo mismo que decir que en todas partes acechan los problemas y ni la presencia abundante de gente consigue mitigarlos.

En Cervera se rumorea que los herederos de la archiconocida “Cascarita” quieren hacer lo mismo; otro lugar de rancio abolengo, con su escabeche, sus avellanas y su queso. No sé por qué razón, algunos pensadores hablaron de la memoria como un arma de dos filos, donde son más las cosas que uno quisiera olvidar que las que quiere recordar, premisa que no suele cumplirse en estos casos donde, cumplida la faena, al final de una vida plagada siempre de recuerdos y anécdotas, uno decide colgar su mono de trabajo cerrando la puerta.

La Venta Campa siempre estará ligada a nuestra vida, no sólo por la gente de corbata y poderío que pasó por ella, sino, especialmente, por los parroquianos de los pueblos vecinos que llenaron cada tarde de partida. La Venta Campa era un punto de encuentro, una especie de casa grande en la que siempre encontrabas el alivio a tus penas, y no lo digo por el vino.

Ganaderos, tratantes, políticos, mineros, médicos, secretarios, jóvenes y menos jóvenes, todos los pueblos del contorno, por tradición, por transmisión, por situación, por lo que fuera, la primera parada la tenían en La Campa, donde la familia Pérez, que aguantaron serenos con todos los altibajos y los intríngulis que comprende un negocio, consiguieron llegar al final de una etapa.

@De la sección Vuelta a los Orígenes, en Diario Palentino.
13.01.07 @ 13:40:34. Archivado en Artículos, Los lugares.
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06 enero 2007

Año nuevo, todo igual
enero 06, 20070 Comments

Cuesta mucho volver a este rincón del diario después de vivir inmerso en otros quehaceres durante dos meses. Creo que este diario se merece con creces esa medalla que le han dado, porque muy escasos hombres han vivido tanto, porque pocos negocios han llegado tan lejos y, son contados los medios de comunicación que pueden apagar velas como este, llevando a Palencia desde la primera hasta la última página.



Porque no es lo que se dice, ni la forma en que se dice, sino la intención con la que se dice. Es curioso, pero en el blog donde vierto estos artículos semanales, hay visitantes que, amparándose en el anonimato, se dedican a regalarme puntos en negativo; es decir, no me quieren, les molesto, estoy suspendido por muchas de mis valoraciones en torno a los lugares por donde fui creciendo. Por lo que dije y por la forma en que lo dije, sin considerar que lo que cuenta de verdad es la intención, el deseo de que tu tierra mejore en todos los conceptos y la gente que vive en ella se involucre en todo lo que supone vida y crecimiento.

Y para nada van a cambiar mis pensamientos cuatro jueces con careta (señal de que no se sienten a gusto con lo que hacen), cuyo único afán es silenciar al mensajero, que la tierra descanse en paz asfixiada por esa muerte que nos anuncian los demógrafos, pero todos necesitamos el aliento y la esperanza de los otros para seguir luchando. Como decía Nina Yomerowska en un minúsculo libro de pensamientos, prologado por Fredo Arias de la Canal y publicado en México en 1995:

“Si te sientes incomprendido por una u otra persona no te preocupes; pero si te sientes incomprendido por toda la gente, busca la causa en ti”.

Y como este no es mi caso, y puedo dar fe de ello, aunque a veces te traicionen algunos de los que más te alaban, vamos a reiniciar la lucha por donde la dejamos, posicionándonos en contra del desmonte que empobrece y devasta las tierras de Guardo y cuyas demostraciones de reposición no convencen a nadie, porque nadie confía en que se cumplan, como ocurrió años atrás más arriba ante las fianzas ridículas de los ayuntamientos. Y entre otras muchas posturas vamos seguir apoyando la estación de San Glorio, pues si por deseos hablamos, los nuestros se han expresado ya con un margen fuera de toda duda. Es un privilegio acudir cada sábado a la cita del diario palentino, en el que he venido creciendo cada mes desde hace treinta años. A mí me condujo mi padre hacia este vehículo, al que ha estado ligado hasta que la vista ha comenzado a jugarle malas pasadas, aunque todavía su afición a la lectura del periódico y su deseo de saber cosas de Palencia, le lleven a adquirirlo en los quioscos de Aguilar de Campoo.

Me gusta escribir sobre mi tierra, volver al surco, a los orígenes, enmendar los errores que pude cometer. Por esa incomprensión de la que hablaba al comienzo, me comentaba un seguir desde Barcelona: “¿nos has tenido a veces deseos de mandar a paseo a nuestra tierra...?” Y para que lo entienda me cita a continuación el poema de Salvador Espriu:

“Cuánto me agradaría
marchar hacia el norte
dicen que es una bella tierra
donde los hombres son más cultos,
pero mis hermanos en el templo me dirían
mira, éste nos ha abandonado
nos ha dejado solos.”

Por eso seguiré adelante en esta difícil, dura y desolada tierra amada tierra, hasta el fin de mis días...”

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04 noviembre 2006

Costumbres, rituales, brujería... (III)
noviembre 04, 2006 3 Comments

Una lectora asidua y fiel de mi columna, tan fiel como José, el peluquero de Cervera, me pide que hable de Herreruela de Castillería. Me pide que hable de una época en que reinaron las “meigas”, que así de pronto, camino hacia Galicia, parece una prolongación de esas historias que han ido apareciendo a lo largo del tiempo.

En Herreruela todos han oído hablar alguna vez de los malos espíritus, vecinos que tenían el don de adivinar o provocar hechos que a todos les llenaban de inquietud y recelo.

“Tú marido, que está en aquella tierra, tiene en estos momentos un tremendo dolor de muelas” –le predijo el brujo a una mujer. Y así fue, efectivamente.
Claro, esto te lo cuentan ahora y no das crédito. No hay brujos vivos que hayan seguido la estela de sus progenitores, ni casas encantadas que sepamos, cuyos golpes en las paredes o el movimiento de enseres, inviten a la intriga.

Cuentan que cierto día, una señora de esta familia se llenó de piojos. Llamaron al brujo del lugar. Este elaboró una pócima y después de oraciones, ungüentos y un baño en un bidón lleno de poderes, la desaparecieron. Añaden que el brujo dijo estas palabras: “El mal que os acecha acaba de salir por esa puerta” Y lo dijo haciendo mención a una persona que salía.

Por las mañanas y durante algún tiempo, las mujeres de una familia presentaban moratones o mordeduras en brazos y piernas. Efecto causado, según cuentan quienes me lo describen, por el poderío o la brujería de aquel personaje. Durante varios días los hombres del pueblo permanecieron de guardia por la noche pues las vacas, misteriosamente, aparecían sueltas a la mañana siguiente. Se puede argumentar que alguno tuvo la tentación de meter miedo y dejó a los animales sin prender al pesebre, pero quienes formaban parte de aquellas guardias lo habían verificado en ese punto y pudieron oír cómo todos los collares se desprendían del pescuezo de los animales y caían al suelo.

Yo hice mención a este curioso fenómeno a primeros de la década de los ochenta en otro medio de comunicación. Era más joven, me sorprendía más fácilmente, me atrapaban historias que no me atreví a desgranar y que después vi desgranadas por otros. Y vuelvo a recordarlo hoy porque me lo han vuelto a narrar de nuevo personas diferentes, enganchadas de algún modo al misterio que existió, que no provocó muertes, pero fue la comidilla de los vecinos durante mucho tiempo, con el consiguiente calvario de las familias perseguidas por los poderes de aquel mago. Nadie sabe hasta dónde puede llegar el poder de un brujo, por dónde atacará de nuevo o qué hacer para prevenirlo.

Los estudiosos tienen una explicación para aquellos que todo lo que ven o lo que tocan les parece un misterio. Así por ejemplo, al abedul se le atribuye el poder de ahuyentar calamidades; al abeto, la capacidad para atraer los rayos. El acebo fue una planta sagrada que protegía la casa de acechanzas brujeriles. La historia recuerda cuando se plantaban ajos a las puertas de casa porque se creía que retenían la suerte. Lo del antojo de las mujeres embarazadas alcanzó un significado especial en nuestra montaña, y así lo recogen los etnólogos que nos han estudiado. La vida está llena de curiosidades. Unos creerán más que otros. Yo me he limitado a recogerlas y no sin cierta incredulidad en ocasiones, y no sin cierta intriga, a transmitirlas. Basta mirar al mundo cualquier día para darse cuenta de tantas curiosidades como encierra.

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28 octubre 2006

Costumbres, rituales, brujería... (II)
octubre 28, 20060 Comments

Quienes no han vivido en esta tierra, los que la conocen por las referencias de visitantes y cronistas, se sorprenderían de tantas historia como se fueron desentrañando en ella. Yo que vengo dedicado en cuerpo y alma a remover sus fueros y costumbres, todavía me sorprendo con esos relatos de poderes ocultos que fueron transmitiéndose oralmente y en los que con todo lujo de detalles se nos va describiendo el misterio que rodeó cada escenario, las pócimas utilizadas para aventar el mal y los diferentes personajes que se vieron envueltos o rodeados por ellas.


Muchos pueblos de nuestra montaña, cada vez con menos fuerza y entusiasmo, han venido reviviendo costumbres en los últimos años que arrastran ese halo de misterio, siempre que quienes lo cuenten –como en casos que expondré más adelante– lo hayan vivido de algún modo en el pasado más reciente, o sean fieles transmisores de quienes los protagonizaron.

Es conocido el juicio que se le hacía a San Damián, en Lastrilla, enfrente de la casa del cura, representado por un muñeco que colgaba de la pared. Mascarada que no siempre era del agrado de la gente mayor.

En los albores de su obra sobre la montaña palentina, Gonzalo Alcalde, recoge las costumbres de Villarén, Porquera de los Infantes y Cabria donde se pedían las marzas con una cochinilla de madera pintada de negro.

Unos días antes de la festividad de Todos los Santos, los jóvenes de muchos pueblos de la montaña compraban la oveja más grande para cenarla al atardecer del día uno. En algunos pueblos, como Valdegama y Villacibio, se sustituía por un burro, que recibía el nombre de “machorra” o “borra”. Y la costumbre ha ido tímidamente despertando en otros puntos de la alta montaña, sin fecha concreta, armonizando con la llegada de los emigrantes.

En Villanueva de la Peña tenían autorización para matar una borrega todos los domingos hasta el día de los Santos. Los mozos vendían la carne a las mujeres del pueblo y con lo que obtenían les quedaba para comprar una borrega para ellos y cenarla mientras se iban relevando para tocar las campanas a difunto.

El tío “Rus”, un famoso paisano de Rebanal de Las Llantas, que se hizo famoso en la comarca por el dicho: “Yo tengo una hija y al que se case con ella le mando ciento sillas y cincuenta mil duros de empeño”, cuentan que un año les comió buena parte de una y no volvieron a tener noticias suyas.

En Villabellaco, el día de los difuntos se encendía una gran hoguera de la que el sacerdote recogía las cenizas para el incienso. Para que los mozos tocaran las campanas el sacerdote les pagaba el vino de la cena. En Villanueva o Bustillo el sacerdote les daba a los niños un panecillo y una perra chica. Yo mismo recuerdo, siendo niño, que el de San Salvador nos daba también algo simbólico a los monaguillos.

Costumbres y misterios que se han ido heredando, a veces, sin saber muy bien el significado de los mismos, como el caso que el investigador cita de Matabuena, y en fechas carnavalescas, donde se cuenta que los mozos daban vueltas por el pueblo durante todo el día con esquilas y cencerros atados a la cintura, dicen que para “escurrir antroído”.

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21 octubre 2006

Costumbres, rituales, brujería... (I)
octubre 21, 2006 2 Comments

Viejos autores hablan de los dos soles que se vieron en Formia durante el día. De Concio, el hombre que murió quemado a consecuencia del reflejo de un espejo, o de cómo en Gabies llovió leche y en Cefalonia tierra o del sol que brillo en Pisauro por la noche.

En todas las épocas de la historia se han conocido casos curiosos de monstruos y fenómenos. Julio Obsecunte escribe en su “libro Prodigiorum” de cómo en Piperna nació una niña sin una mano, en Cervéteri nació un cerdo con manos y pies de persona o en otros lugares nacieron niños con cuatro piernas y cuatro manos...


Religiosidad y creencia popular siempre anduvieron de la mano y no es necesario acudir a la Grecia antigua, cuyas calles estaban llenas de adivinos e intérpretes de sueños, para encontrarlo.

Nuestra tierra está llena de señales que se van sucediendo desde el nacimiento hasta la muerte. Quienes por inquietud o vocación nos adentramos en la historia de estos pequeños pueblos, todavía nos vemos sorprendidos por creencias y vaticinios que fueron el hilo conductor de la mayor parte de su vida. En algunos lugares la fecundidad de la mujer iba precedida de un rito y de esa manera, colgaban de su cuello medallas de diferentes santos a los que se atribuía el don. Y así también, el sometimiento de la gestante a una serie de prácticas, los pronósticos que aventuraban el sexo del nuevo ser, los males que podían deparar el incumplimiento de los antojos y una serie de requisitos y conocimientos que de algún modo siguen frescos y activos en la memoria de la gente. Se creía que cuando un niño estaba inquieto o lloraba sin parar era porque estaba poseído por los malos espíritus o había sido objeto del llamado mal de ojo. Para remediar esto, en algunos pueblos las madres colocaban bajo la almohada de la cuna unos pequeños Evangelios bendecidos por el sacerdote.

Gonzalo Alcalde nos traslada un caso ocurrido en Villanueva de la Torre. El protagonista es un niño que no deja de llorar. La madre, preocupada porque pudiera estar hechizado, mandó llamar al sacerdote para que lo exorcizara. El sacerdote en un primer momento se niega pero, finalmente, ante la insistencia de la madre, leyó unos párrafos de los evangelios y el niño al momento dejó de llorar.

La necesidad de torcer el rumbo de los acontecimientos o paliar de algún modo lo que a todas luces parece irremediable, hace que se profundice más en el misterio, en la utilización de métodos que hoy nos parecen increíbles y mucho más en zonas de montaña que viven aisladas e inexistentes para el resto del mundo.

Es evidente todavía hoy las prácticas de los que conocemos por curanderos y a los que acudimos en busca de remedios que no acaba de darnos la medicina tradicional. ¿En cuántas ocasiones los médicos han tenido que vérselas con creencias peregrinas, ungüentos y prácticas que hicieron maravillas en los familiares y amigos de sus pacientes?

Cicerón ya escribía sobre la superstición que nos persigue por doquier, sobre adivinos y presagios. Sócrates temía al mal de ojo, Aristóteles creía en la quiromancia, Julio César temblaba al oir el canto del gallo... y no faltan autores que todo se lo tomaron a guasa, como nuestro Quevedo, que escribió: “Cuando el cuervo siniestro te graznare, la sal se derramare, el espejo se rompiere o temeroso sueño te afligiere, armáraste severo contra la amenaza del agüero...”

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