Llegados a este punto, en el que te vas viendo mayor, un poco cansado de reponer historias con la fe de alcanzar el premio de un público entregado a la misma causa, te supera a veces el desaliento.
En mi caso procuro llevarles, siempre con el mejor ánimo, todo aquello que aprendí de las gentes, que es una gran enciclopedia, que es la vida con todo lo preciso para vivirla, y percibo que no cuaja, porque hay una enorme carencia de ilusión, porque se ha perdido la fe en quienes nos prometieron tantas cosas, porque sin ilusión el mundo no camina, ni se toma en serio lo que vuelven a prometernos sin vergüenza estos días, ni se siente optimista ante este canto repetido por valles y montañas.
De este modo, empeñado en lograr un beneficio para la montaña de la que hablas que no llega, te vas planteando una retirada, que nunca será plena mientras vivas, pero resignado sobre todo a esperar que algo llegue, que alguien venga y esta tierra de un vuelco, porque no faltan motivos para una repoblación y una vuelta al principio, mejor aquí que en cualquier otro sitio.
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