El museo de Piedad Isla

La historia se repite. En Cervera de Pisuerga, a pocos kilómetros de casa, en un rincón tranquilo, con su huerta y su pozo formando parte de la misma vivienda donde hacen la vida sus cuidadores, se levanta una casa con 500 años de historia.
La fundadora del Museo, Piedad Isla, cuya vida "etnográfica" ha sido una constante, tal y como en Valladolid pudiera serlo la de Joaquín Díaz, quiso hacer realidad un viejo sueño. Y de verdad que aquello es mucho más que un sencillo homenaje. Allí se escenifica en un instante todo el folklore de estos lugares, todo lo que le ha dado vida y alimento: la fragua, los telares, los utensilios de la mina y el molino ... Su devoción por la tierra que amaba le ha llevado a hacer realidad en la etapa cumbre de su vida, la fotografía, a la que tantos años estuvo entregada en cuerpo y alma.

Cuando a un autor cualquiera se le pregunta por una de sus obras preferidas, con más o menos sacrificio siempre se aferra a alguna. Piedad, no. Para ella todas se complementan de una manera que no sabría diferenciarlas. Sus lugares preferidos de trabajo y descanso son: el hayedo de Piedrasluengas y el río de San Felices. Monte y río: el primero, para las estaciones cálidas; el río, en un rincón de la Castillería, para el invierno. Ambos para seguir alimentando su rico mundo interno, para captar las más bellas expresiones de la Naturaleza con su máquina y proyectarlas luego en el interior de su casa-museo a cuantos caminantes se acercan expresamente a visitarla.

Cuando uno llega a las puertas de esta mansión de lujo, sabe que, durante un espacio de tiempo que siempre se hace corto, se dispone a viajar por el pasado de esta tierra. Estas iniciativas, realizadas sin afán lucrativo, dicen mucho de sus protagonistas. Personas que se conocen cada recoveco, cada riachuelo, cada leyenda; incluso, la expresión de cada rostro: el valor sentimental de cada mueble, muchos de ellos archivados para siempre en los desvanes y las tenadas de las casas. Estas gentes han ido recomponiendo poco a poco el legado patemo, siendo realistas, estaremos de acuerdo en que de otra manera, muchas de esas extrañas piezas se habrían perdido para siempre.

Este Museo es un canto a la gente del mundo rural que incluye folografias en blanco y negro de nuestros más inmediatos antepasados: abuelos, padres de nuestros abuelos, árboles generacionales, muchos de ellos, que nacieron cuando la fotografía era una tenue mancha, un papel impregnado con sales de plata; cuando el amarillo, el rojo púrpura y el verde oscuro eran los tres colores fundamentales ...

Son guías que dejan huella. Sus pasos te muestran un camino culminado con éxito y hasta en el sencillo gesto de la despedida, se te devuelve un poco aquella vida que no viviste, aquellos caminos que desconoces, aquellos secretos rincones que iluminan esta tierra nuestra tan sumamente hermosa.

Desde este humilde rincón invitaría a todos mis paisanos, a los palentinos de la Diáspora, a las gentes de otras regiones y otros pueblos de España, para que, si por casualidad llegan a esta villa o viven cerca de ella, en cualquiera de los pueblos de su entorno, en cualquiera de las comarcas del Norte palentino, vengan a visitarlo.

Seguro, segurísimo, que encontrarán parte de su alma...

Piedad Isla falleció el 7 de Noviembre de 2009, a los 83 años.
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