Desde hace varios años, por las impresiones recibidas al acercarme a autores y a documentos que hacían referencia al valle de los Redondos, me he sentido de algún modo obligado a recuperar historias que me emocionan todavía, que sacuden la indiferencia que pesa sobre estos apartados rincones, que ahonda en ese bosque inmenso que se le abre al caminante; en ese valle que emociona, que aprisiona, que atrapa cuerpo y mente.
Sebastián de Miñano, en 1826, ya lo menciona en su diccionario: “En su término [de Redondo] está el convento de franciscanos de Corpus Christi, sobre la cima de un cerro y al pie de otro mayor, que se asemejan a los Alpes de Italia. La casa e iglesia son bastante capaces, el número de religiosos es comúnmente de 4 a 6, con 2 legos. Regularmente van allí por penitencia o corrección. Es muy frío y lóbrego, y se intitula Ntra. Sra. De Biarce”.
El investigador Vicente Basterra, se aproxima a la historia en un trabajo publicado por la Institución Tello Téllez de Meneses en 2006. Con la desamortización de Mendizabal, los frailes son enviados a Reinosa. Parece que el último fraile se hizo sacerdote y vivió en Santa María. Es probable que la talla de la Virgen de Viarce fuera donación de los Condes de Siruela, Pedro Fernández de Velasco y Doña Mencía de Mendoza, una rama lateral de las familias de los condestables de Castilla, desgajada en el siglo XV y establecida en Cervera de Pisuerga. Se dice que este matrimonio era muy devoto y amigo de los frailes, y que por ese motivo la talla pudo ser regalo suyo.
De la sección "La Madeja", para "Diario Palentino".
Para saber más: "Cervera, Polentinos, Pernía y Castillería", de Froilán de Lózar; editorial Aruz, 3ª edición, Julio 2014.
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