También buscamos en los libros la compensación de la memoria. Es un premio invisible, pero siempre presente, que nos motiva a hurgar en otras vidas, en otros momentos de la historia, cuando los mineros llenaban calles y cantinas.

El autor no es ajeno al drama que conlleva el cierre de las minas, como el que se da y que yo recuerdo también, a cuatro pasos de su pueblo, cuando un accidente en la mina "San Claudio" obliga a su clausura y ahoga en la desesperación o ochenta familias que de ella dependían.
Esa misma impresión de desamparo es la que ahora manifiestan los mineros palentinos encerrados en una de las últimas explotaciones que el Grupo de Victorino Alonso mantiene activa. Da la impresiópn de que aquí todo el mundo se lava las manos, no sólo en la minería, también en la Sanidad, también en las carreteras… ¡Alguien vendrá que lo resuelva! Pero nadie llega, o llega tarde, o su voz apenas tiene fuerza para mover a quienes nos gobiernan.
Esto es lo habitual, lo de costumbre. Esto, con sus altibajos, ha sido así siempre.
Y lo seguirá siendo por los siglos de los siglos.
Extracto del artículo que forma parte del libro "Ver dos veces las cosas"
