Es curioso y significativo que la carta puebla de Brañosera no sólo sea el primero de todos los fueros castellanos, sino también, como atestiguan estudiosos e investigadores, sea el más antiguo de entre todos los fueros de todos los reinos y territorios cristianos de España.
En el año 824, con un claro dominio musulmán sobre la Península Ibérica; con nuestras tierras integradas en el reino de Oviedo, al frente del cual se encuentra Alfonso II, hijo de Fruela, el conde Monnio Nunniz y su esposa Argilo otorgan la carta puebla a Brañosera.
A este inicio de repoblación y asentamiento, durante tanto tiempo ansiado, le sigue el de León del año 845 y el no menos esperanzador de Amaya, a diecisiete kilómetros de Aguilar. Lo cierto es que el pergamino original del fuero, en el que se añaden apuntes y confirmaciones de Gonzalo Fernández en el año 912, Fernan Gonzalez en el 968 y Sancho García en el 998, se pierde, nadie sabe muy bien cuándo, citando los historiadores como más probable el año 1835.
Pero no se pierde del todo. En el monasterio de San Pedro de Arlanza se conserva un pergamino de cuero, de donde toma el texto Prudencio de Sandoval, justificándose la presencia de la carta puebla en aquel lugar por la especial vinculación que esta casa tuvo siempre con toda la familia de Fernán González. Sandoval, clérigo benedictino, obispo de Tuy en 1608 y de Pamplona en 1612, es un cronista al que las biografías cuentan con falta de sentido crítico, mezclando realidades con leyendas y admitiendo afirmaciones poco documentadas. Al parecer el pergamino consultado por Fray Prudencio y Francisco de Berganza se pierde, aunque llegan dos copias manuscritas del mismo al monasterio de Santo Domingo de Silos.
La primera se encuentra en un códice catalogado, fue realizada hacia el año 1770 por el benedictino y calígrafo Liciniano Sáez, que ejerció de archivero de dicho monasterio. La otra es obra de un copista anónimo y ofrece lagunas y omisiones entre los testigos que suscriben y la confirmación de los descendientes en el poder.
Lo cierto es que esta copia defectuosa e incompleta es utilizada por Juan Antonio Llorente, canónigo riojano, uno de los principales historiadores antiguos de la Inquisición. En el siglo XIX, Tomás Muñoz Romero la incluye en su colección de Fueros Municipales, tomando el texto de Sandoval y añadiendo algunas variantes de las utilizadas por Llorente, en las que no confiaba mucho. En el siglo XX se hacen dos nuevas ediciones, la primera de Antonio C Floriano Cumbreño, en su “diplomática española del periodo Astur”, en la que vuelve a omitir las tres confinaciones de los condes herederos, y la segunda de Justiniano Rodríguez, dentro de su “Palencia Panorámica Joral”, que será copia literal del texto publicado un siglo atrás por Muñoz Romero.
Sobre la autenticidad del diploma custodiado en San Pedro de Arlanza, escribe el profesor García-Gallo en 1984, llegando a la conclusión de que no se trata del texto original de la carta puebla, confirmando las dudas del investigador francés Barrau-Dihigo que muestra su desconfianza por la fecha y por la expresiones utilizadas en la misma; sospechas y dudas de las que disiente el profesor Sánchez Albornoz, que no sin algunas reservas seguía admitiendo la autenticidad de la carta puebla.
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