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Parada en Perazancas

Cuando pasan los años y miras de soslayo hacia el pasado, siempre se te abre una puerta para poner en orden tantos pasos como diste, sin fijarte de verdad en la importancia de aquellas pequeñas cosas que estaban en tu entorno retenidas, encerradas, desprotegidas.
Palencia es un gran museo al aire libre, como titula una página de Facebook mi amigo Eduardo. Y mi querida amiga Margarita, que sabe vibrar con las pequeñas cosas, me lleva la tarde de un domingo cercano a Perazancas, una de las 27 localidades que le dan nombre a La Ojeda, ese territorio de transición entre Tierra de Campos y la Cordillera Cantábrica.



Un pueblo que en el siglo XVIII contaba con 17 tejedores de lienzos y 11 cardadores de lana, capítulos que junto a otros de su cultura tradicional han sido recuperados en el Museo Etnográfico situado en las antiguas escuelas.

Pues resulta que, estando retenidos ahí en su belleza y en el tiempo, siempre he pasado de largo ante una de las joyas del Románico Norte, uno de los pocos vestigios de lombardo existentes en la provincia, cuya construcción puede remontarse al siglo IX. Me refiero, claro está, a la ermita de San Pelayo, donde se realizaba una fuerte inversión en los años pasados para recuperar el ábside que se estaba separando de la nave. Debe ser el mismo ábside cuyos sillares tocaba Margarita, donde asegura que nació su pasión por el románico.

“Si nuestro románico rural estuviese en Valle de Bohí o en Francia, sería la repera, pero nosotros confundimos rural con insignificante y así andamos, recogiendo migajas de aquí y de allá.”

Algunos historiadores aseguran que su humilladero de las Ánimas fue mojón divisorio de los reinos de León y Castilla y lugar de tribus pastoriles y de guerreros cántabros y de romanos que vinieron con la intención de apoderarse de ellos.

Un trasiego de gente que nos dejó ese ramillete de templos y ermitas que, en su pequeñez, dejan ver lo más grande, un arte que nos sopla a cada paso, un grito que parece retenido en lo más recóndito de sus valles, una presencia que hace que estos pueblos resalten a pocos pasos del camino que transitamos tantas veces.

De la serie "La Madeja", en Diario Palentino, 2018.

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