No deja de impresionar al mundo, a pesar de todos los avances, la muerte de seis mineros en el Pozo San Emilio de Pola de Gordón. Otras comarcas mineras recuerdan en estos momentos la tragedia, lo que me lleva a recordar también el dolor que en similares circunstancias pasaron alguno de los nuestros en una de tantas galerías que pueblan la montaña, que fueron el sustento de muchas familias y que hoy están cerradas. Es una especie de lotería negra que te toca. Leo que uno de los fallecidos ya debía estar jubilado en agosto, pero cambió la ley en mal momento; otro, había disfrutado de su paternidad unos días; a otros les faltaban unos meses o unos pocos años para jubilarse y posiblemente otro se salvó porque estaba en su día libre...
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