ORÍGENES

05 febrero 1999

El mal de todos
febrero 05, 1999 3 Comments


Nadie está libre de las miserias de este mundo. Nadie. El dinero y la inteligencia abrirán puertas. Los títulos y los trajes podrán vestirte de prestigio. La escuela de la vida te aliviará el camino. Y si, además, tienes un poco de suerte, te sonríe la fortuna, te arropa la familia y los amigos, el camino se te hará más ligero, pero ni siquiera con todas las cartas de tu parte encontrarás ese camino de rosas que soñaste. John Bayley lo sabe bien.

El autor británico refleja en su libro “Elegía por Iris”, cómo él, “un joven académico espectacularmente ignorante respecto a las cosas mundanas, se quedó prendado de Iris Murdoch...”, como ambos tomaron la decisión de no tener hijos, absorbidos por unas carreras deslumbrantes. Escritores de reconocido prestigio en su país, montados en una línea que parecía no romperse nunca, llegan al ocaso de su vida y se dan de bruces con el terrible mal de Alzheimer. Ese es el mal de todo el mundo. Nos olvidamos que está latiendo ahí, hasta que nos envuelve. Ese mal y tantos otros males imprevistos para los que no encontramos solución precisa.

Ronald Reegan, sufrió esa misma historia. Un rotativo de su país, “The Times”, jugaba con la versión de Patti Davis, la hija que estuvo lejos de su padre mientras fue presidente de los EE.UU., la misma que luego se pregunta: ¿qué le podemos regalar que le ilusione...? Reagan, el que fuera el presidente más poderoso de la tierra, el que tuvo en sus dedos el destino del mundo, que casi no reconocía ya a los suyos, recibió en una de las últimas navidades unos globos, libros para niños y chocolatinas. “Son para ti –le dijeron. No tienes que compartirlas con nadie”. “¡Qué bien” –exclamó, colocándo sus regalos, uno en fila de otro, encima de la mesa.


Imagen: www.telegraph.co.uk/

Pequeño ejercicio de memoria
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28 enero 1999

Luther King o el sueño... [de Obama]
enero 28, 19990 Comments

Para un hombre como Martín Luther King, que no era demócrata, que no era republicano, que ni siquiera se consideró nunca norteamericano, el sueño que soñó para los 22 millones de negros se vio interrumpido por una bala que le entró por el cuello el primer jueves de abril de 1968. Dicen del asesino que le gustaba lucir públicamente su racismo, que balbuceaba palabras en español (de la época en que regentó un bar en Méjico) y que se inscribe en un curso por correspondencia para aprender a abrir candados sin llave. Dicen del asesino, que huye, se transforma, burla al FBI mil veces y que, aún hoy duerme en la cárcel sin haber contestado a la pregunta: ¿Por qué? Lo cierto es que, el autor de “Marcha hacia la libertad”, admirador de Gandhi, también Premio Nóbel de la Paz, estaba convencido de su lucha pacífica. “Os destruirémos con nuestra capacidad de aguante””Para ganar nuestra libertad, le hablaremos a vuestro corazón y a vuestra conciencia, y al final venceremos”. Y el mismo año que asesinan a Kénnedy, King encabeza una marcha sobre Washintong en la que participan 250.000 personas, y es allí donde pronuncia la palabra, las palabras: “Yo tengo un sueño”. “El señor me ha permitido subir a la montaña, y desde allí arriba he visto la Tierra Prometida. Es posible que yo no pueda llegar con vosotros hasta ella, pero quiero que sepáis que todos nosotros, como pueblo, alcanzaremos esta Tierra Prometida”. Desde entonces, incluso mucho antes, desde que el hombre comenzó a comunicarse, la libertad ha sido el grito más gritado. Ha sido el sueño más soñado. La libertad fue y sigue siendo el largo camino para el hombre.

Imagen: De Nobel Foundation - commons.wikimedia
Pequeño ejercicio de memoria
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19 enero 1999

Rito animal
enero 19, 19990 Comments



Froilán De Lózar



Unos días antes de que Jesús Sánchez Merino, vecino de Matabuena (Segovia) denunciase los malos tratos que acabaron con una burra de su propiedad y causaron graves daños a otra, ambas en avanzado estado de gestación, el director de un periódico de Valladolid me explicaba por teléfono las razones que aconsejaban no publicar el artículo “Rito animal”, que a primeros del pasado año viera la luz en el “Diario palentino”. Una de las razones esgrimidas para el rechazo de la citada crónica, era el matiz desagradable que despedía, en constante referencia a animales que siempre se utilizaron para la tradición. “Y tú sabes el renombre y la importancia que tantos pueblos de Castilla y León han alcanzado gracias al eco de esas fiestas”. 

No soy ecologista. Tampoco soy naturalista. Expongo en este rincón mis pensamientos sin más ambición que la de comunicarme con un pequeño y fiel grupo de amigos. No pertenezco a ninguna Asociación y es probable que alguno de mis lectores no llegue a conocerme nunca. Soy consciente de ello y soy feliz así. 

Por mi casa se pasearon perros de diferentes razas y sólo en dos ocasiones debimos recurrir a la máxima pena: un perro de presa que tarazó el morro de un cerdo y agujereó las botas de un vecino que acudió a separarlo y un mastín con una enfermedad de boca; el primero de un tiro, el segundo por medio de una inyección que recetó el veterinario. 

A mi modo defiendo el trato humano a las personas y el trato justo a los animales. No me agrada que un perro, por muy cuidado y limpio que esté, le pase la lengua a su dueño/a por la cara, pero entiendo sus caricias, la orden de “siéntate”, “ven aquí”, a la que el amo le ha enseñado a responder. En casa me reprochan este desligamiento. Y sus motivos tienen. Y mis motivos tengo. No te escondes, pero rehuyes el encuentro. No lo rechazas, pero ignoras su presencia, lo que a los ojos de los demás implica ya una falta. Pero no puedo apoyar tampoco una escena donde el animal soporta las patadas o las chanzas que persiguen su muerte, algunos dirán que gloriosa o natural. 

De niño fui testigo de una escena que nunca he logrado apartar de la mente. Un hombre mató a su perro de cinco o seis estacazos. Tuvo lugar el hecho junto a las tolbas de la mina y tanto me impactó, que después de tantos años todavía hoy se me aparece nítido, en los ojos del animal una pregunta, en los ojos de su amo o asesino, porque ambas cosas era, una obsesión.

El hombre le llamó varias veces por su nombre. El animal fue hacia él. Yo creo que intuyó algo, algo terrible, pero, ¿Quién no acude encantado a la llamada de su amo y cuidador?. Y se acercó despacio, pensativo, como cualquier humano en su lugar hubiera hecho. Después vino la tempestad, cuando el hombre dejó caer con fuerza el grueso palo. El animal esquivó el primer golpe, pero no trató de huir, como sería lo propio; al contrario, incluso adivinando las horribles intenciones de su ingrato señor, se acerco más a él y aguardó paciente y resignado aquella muerte cruel que el destino le daba.–


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15 enero 1999

La rosca infinita
enero 15, 1999 3 Comments


Nada cambiará tanto como para ignorar nuestra procedencia. Hemos corrido mucho. Los últimos tramos de este siglo han sido carreras desbocadas, aceleradas. Pisotones.
Ya hemos llegado. ¿Qué nos espera?¿Quién nos espera?¿A quién esperamos?
Si hay algo que de verdad me inquieta es el punto final de tanto pronóstico. Porque aquí venimos a divagar no en la manera quijotesca de los videntes, sino en la inquietud y la pregunta de tantos millones de mortales.
Se descubre el mundo. Se planea. Edificamos sobre él. Innovamos a velocidades supersónicas. Todo está bien, pero no encontramos el punto exacto, el momento ideal, el soporte perfecto que nos sirva ya como camino definitivo. Es evidente que debemos proyectarnos a un futuro, a un espacio sin puerta, a una historia sin final.
Parece que la inquietud no nos dejará nunca. Y la ambición tampoco. Después de clonar una oveja no cejaremos hasta clonar al ser humano; después de subir a la luna, vamos buscando vida en Marte. Y lo que nos cabrea no es el progreso, sino el haber llegado a la conclusión de que avanzar tanto en tantas cosas no impide las envidias, ni el desencanto y nada de cuanto hagamos impedirá que sigan cometiéndose injusticias y crímenes horrendos.
Vistas así las cosas, no tiene sentido tanta vuelta de tuerca. ¿A dónde vamos? ¿Llegaremos? ¿Estamos ya o no estamos?
Parece que ya estamos.
Estaremos.


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14 enero 1999

Bilbao 2000
enero 14, 19990 Comments


Hoy he sentido la tentación de escribiros unas letras de Bilbao, desde Bilbao, la ciudad donde vivo, en la que me instalé hace treinta años y en la que he contactado con muchos palentinos que dejaron su pueblo. Desde ella me proyecto periódicamente hacia ustedes a través de este Medio más que centenario.

Pero, conozco Bilbao, sobre todo, a través de quienes le vivieron. He tenido la suerte de entablar amistad con personas que nacieron muy cerca de la ciudad: marineros, constructores, tenderos; Nacionalistas defensores de Arzalluz –pese a todas las razones expuestas por columnistas y contrarios– y Nacionalistas, admiradores sobre todo de Atutxa, el hombre de Interior que, en el punto de mira de los terroristas, frente a las ideas que apuntaban los propios jefes de sus filas, se hizo fuerte y defendió primero y ante todo la vida. También vivo y convivo con varios accionistas del nuevo periódico que sustituirá a Egin. Vivimos y debemos soportarnos, buscando la fórmula para que ese silencio de las armas sea definitivo, y nadie, ni siquiera el obispo Setién, se cuestione este tiempo de paz anteponiendo la premisa de una pequeña nación, incluyendo en la misma a muchos hombres y mujeres cuyo único afán era ampliarla. 

Fraguado el plan de conocerla mejor, motivado por la idea de una ciudad que va muriendo mientras se levanta a la par y a ritmo trepidante otra mayor, más moderna, más turística, mucho más iluminada, hoy, por fin, he salido a retratarla desde el agua. Cámara Minolta, objetivo 28´80, tarde de sábado apacible... Mi sueño se ha cumplido gracias a la colaboración de dos amigos: Jesús Coria, nacido en Gorliz, en el barrio de Gandía, 1947 y Javier Alvarez (Lutxana–Erandio, 1952). Nuestra intención era bajar por la ría en gasolino, inmortalizando todo aquello que se pusiera a tiro. Desde el extenso embarcadero de Las Arenas, hasta el Puente Colgante (que hace unos días estrenaba barquilla), dejando a un lado la competición de regatas que lleva nombre de grandes almacenes y los grandes barcos que efectuaban maniobras muy cerca del Canal. A medida que avanzamos, van quedando atrás fantasmas del pasado: fábricas sin cristales, restos para la historia de Altos Hornos, grúas a contraluz en desuso; y en la misma proporción nos despiertan las nuevas historias: Puente de Rontegui, Puente de Euskalduna y muy cerca el flamante Palacio de Congresos y Exposiciones; Puente de Deusto, la Universidad, Guggenheim, Puente de Calatrava, Ayuntamiento, Arriaga y Casco Viejo. Bilbao. Viaje de ida y vuelta. Doscientas cincuenta fotografías de una ciudad en la que vivo. Bilbao, ¡ay, cómo has cambiao!. Por un instante he tenido la impresión de estar narrando el final de una época, lejos del cemento, acurrucado cuándo en proa, cuándo intrépido sobre la bancada central de una chalupa de seis metros. Una chipironera vibrando con nosotros por el paisaje que nos daba en la cara, porque estaba ante nosotros, a unos metros de casa y, sin embargo, era distinta. Viajábamos hacia la entraña de una ciudad a la que siempre vimos llena de humo. Ibamos como flotando sobre ella. Confieso que he apretado sin compasión el disparador queriéndome saciar con una imagen que siempre me llegó a través de los telediarios. El revelado de aquellos carretes acabó con la incertidumbre que siempre creció en mí durante años. Y ahora mismo siento que cada instantánea recoge un momento de lo que fue una época, una historia a punto de cerrarse. Una ciudad tocando el agua, acunado por ella, balanceándose suavemente hasta tocar esa figura plateada que el arquitecto Gehry hizo nacer muy cerca del Puente de la Salve. 

Bilbao: otra mirada, otro lugar, otra ciudad.

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31 diciembre 1998

¿Treviño?¿Trebiño?
diciembre 31, 19980 Comments

A 90 kilómetros de Burgos y a 15 de Vitoria, se encuentra el Condado de Treviño. Hace ya muchos años que se viene hablando de una solución justa que acerque a los 1100 habitantes de este enclave, no sólo social, sino también administrativamente al País Vasco. A primeros de este año en el que estamos, por primera vez, se reunieron en Burgos representantes de los gobiernos Vasco y de Castilla y León, para tratar la problemática y llegar a un acuerdo.



Ya en 1994, se dieron cita en Puebla de Arganzón unas 8000 personas para celebrar el Trebiño Eguna, fiesta que según los organizadores y participantes sirve para reivindicar la integración del Condado de Treviño en Alava, y a la que asisten varios políticos, entre ellos el entonces vicelehendakari Fernando Buesa.

Es curioso observar cómo cambia el pensamiento de la gente en el transcurso de tres días. El día 5 de Enero, Vicente Orden Vigara manifiesta con estas palabras su disgusto:

“Hablar del referéndum o anexión al País Vasco son palabras demasiado fuertes que no están en nuestro pensamiento”. Y reforzó su tesis con otra frase contundente: “Si efectivamente forzase el tema, el presidente de la diputación se levantaría de la mesa”.

Pero, volviendo a los archivos, encontramos que el mismo hombre, Vicente Orden Vigara, el 9 de Enero, dice al mencionar el referendum:

“El alcalde y los propios treviñeses son los que tienen que decir cómo, cuándo y en qué tiempo se debe convocar”, y al ser interpelado sobre si aquellos decidieran pertenecer a Alava, afirmó: “No nos quedaría más remedio que acatar la voluntad soberana de los treviñeses”.

Vistas así las cosas, la solución es sencilla, porque según manifestaron los políticos todo depende de lo que diga el pueblo. El pueblo se ha pronunciado ampliamente a favor de la anexión, Allí realizan sus compras, allí acuden al hospital o al médico, allí estudian sus hijos…

A mi modesto entender, no es que nadie quiera con este paso cerrar la puerta del pasado; algo tendrán de las raíces que los ate de por vida a la tierra castellana.

Habrá personas que se manifiesten contrarias a este tipo de cambio, que, por otro lado, no implicará derribar casas o levantar muros, borrar de golpe valles y collados o colocar figuradamente un dique de desprecio hacia todo lo que nos dio o lo que no alcanzamos en las tierras del Cid.

Ernesto Argote, el alcalde de Treviño, destacó a propósito de la famosa reunión de primeros de año que “no se abordaron en ella los temas concretos que preocupan y afectan a las dos comunidades, como son la nacional I, el punto negro donde muchas personas han perdido la vida, la carretera del puerto de Vitoria y el Regadío del Río Rojo".

Aquí sucede lo que nos ha sucedido a los demás en otros sitios. Llevamos años reclamando historia. Historia que muy pocos repiten y que nadie escucha. Cuando ya el pueblo se ha cansado de esperar y estalla, y cuando al otro lado de la pared alguien tienden la mano –sin pensar en principio que guarden en la manga intereses oscuros o electoralistas–, los tutores reales, como si se tratara de repartir una hacienda, ponen el grito en el cielo: “Nadie sabe mejor que nosotros lo que les duele o lo que les hace falta. Y estamos decididos a dárselo con tal de no perderlos”.

Este es un delito evidente, llamo yo así a la desidia y abandono en los que permanecen tantos pueblos castellanos. Y para muestra, como telón de fondo, este caso de Treviño o Trebiño que desde hace tantos años pide una solución. Unos padres adoptivos que le den lo que los suyos naturales no le dieron.


© Froilán de Lózar para Diario Palentino
Imagen: Oca, por Gronze.com

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28 diciembre 1998

Donde nos lleve la palabra
diciembre 28, 19980 Comments

Ahora que estoy aquí, y que me siento bien por estar con ustedes. Ahora que aquí me siento vivo, aprovecho para felicitar el nuevo siglo a este diario. Aprovecho la ocasión para felicitar a quienes confiaron en él, a quienes le botaron, a quienes le dirigieron, a quienes día tras día le dieron vida en el taller. Aprovecho el momento para congratularme con este vehículo que nos acerca, que nos comunica, que se llena de color y de nuevas historias pensando en Palencia y su provincia; ahora y aquí, para que no se rompa esa trayectoria de fidelidad y de compromiso hacia esta tierra.


Yo nací con él. Y nací con Antonio Álamo Salazar. Y crecí con la “Solana palentina” de Gonzalo Ortega Aragón, que mi padre leyó y resumió de tarde en tarde a toda la familia. “Cómo escribe este tío” –me dice hoy, cuando nos vemos.

Yo nací con Félix Buisán Cítores, maestro y periodista, a quien conocí personalmente en Cervera de Pisuerga, formando parte como jurado del Festival de Canciones y Bailes de la Montaña Palentina. Sólo una jornada de convivencia sirvió para llenarme de Claudio Prieto, Felipe Calvo y mi anfitrión, Luis Guzmán Rubio, lector atento y apasionado de este “Diario palentino”.

Recuerdo la primera colaboración que me publicaron. Fue el jueves, 22 de enero de 1981. En ella hablaba de los contratiempos del invierno, y de cómo Mariano García, molinero durante muchos años en Triollo, entonces minero de “la Eugenia”, pidió ayuda a los jóvenes de San Salvador para llegar hasta la mina y dar de comer a las mulas que estaban a su cargo.

Entonces me motivaron nueve días de incomunicación: los postes de la luz habían caído, no había señal de teléfono, no había máquinas quitanieves y los neveros eran impresionantes. Seguramente, muchos de ustedes no me crean si les repito lo que entonces se publicaba aquí. Luis María Cajigal, el hijo del herrero, hermano de Ricardo (que compartió conmigo estudios en Portillo y Pozuelo de Alarcón) apareció llevando en la mano una lechera por encima del tejado de su tío Conrado.

La segunda noticia se tituló “Rumores Cántabros” y en ella hablaba del descontento de muchas personas que ante la apatía de los gobernantes palentinos se atrevían a sugerir el cambio de provincia, buscando en Cantabria una puerta de comunicación, una palabra de esperanza.

A aquellos primeros y tímidos artículos les siguieron otros, y como quien se aferra a una tabla de salvación yo me aferré a estas páginas y escribí lo que quería escribir, lo que me mandaba la conciencia, lo que sentía, lo que entendía que sentían las gentes de la montaña.

Ahora que la renovación plena de este diario está dispuesta.

Ahora que en nuestra mano sigue la difícil tarea de colocar palabras que lleguen a todos y que todos entiendan.

Ahora que el futuro nos tiende una mano para abrirnos la puerta.

Hoy, después de tantos años de macerar palabras, cuando se vislumbra una respuesta de quienes llevan el timón de Palencia, he de confesar la satisfacción que me invade por todo. Principalmente, por la imagen de la nueva montaña y por la renovación de este vehículo que seguirá defendiendo –lo presumo–, todo aquello que nazca y que florezca en esta singular provincia.

Yo nací con Mariano Valero, el mejor director que he tenido.

Yo nací con ustedes, en este fin de mes, en este fin de año, en este fin de siglo...


© Froilán de Lózar para Diario Palentino

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