ORÍGENES

14 junio 1993

Carracedo: El anuncio de una despoblación
junio 14, 19930 Comments

Lo que se viene constatando desde hace ya dos décadas, aquello de lo que hablan los sociólogos cada vez con más frecuencia, lo que nosotros aventuramos a la vista del censo actual es ya un hecho evidente. Alguien lo hizo romance muchos años atrás, tomando el narrador el cuerpo de un vieja y describiendo a través de ella toponimia y costumbres de nuestros antepasados.


Hace pocos meses, cuando mi padre, que conoce palmo a palmo estos pueblos, me contaba las personas que han quedado en cada uno de ellos, la sensación de tristeza se apoderaba de mi alma. Es algo consanguíneo que ya he tratado de apagar en varias ocasiones, pero que no he podido. Tan fuerte es la atracción, tan profundo es el sentimiento, que así se explica este cuaderno de montaña, abierto desde lugares tan distantes, hablando de olvidos que a mí ya no me implican, ni me sacuden y que, a pesar de las grandes lagunas y los conatos de recelo que sé que existen, sigo surcando, no sé por cuántos folios más, como una historia que sin querer comparto y necesito.

Carracedo es un parque natural reducido, que disfruta Cervera -luego entenderemos por qué- situado entre Polentinos y San Salvador, dejando al Occidcnte Estalaya y Verdeña. Tierra que dicen, estuvo habitada por bravas y altaneras gentes. En el siglo XIV se hizo un libro donde se asientan por merindades todas las behetrías con las que cuenta entonces Castilla. Era Don Tello de Carracedo, Infante bastardo, señor asimismo de Verdeña, y a quien por ello pagaban infurción y martiniega. Nadie sabe cómo, en realidad, el pueblo se fue quedando solo. Esto ocurrió, según el narrador, hacia el año 1400, puesto que en el siglo. XV hay escritos que revelan que sobre este despoblado había litis-pendencias.

Hasta que llegó el momento en que sólo quedó una vieja, como en Foncebalón. El mentor de este episodio político-geográfico no precisa si era viuda, casada o soltera, sólo que pasaba ya de ochenta, que usaba corpiño y basquiña negra, refajo de colorcilla, tocas blancas y calcetas y de calzado escarpines y albarcas, además de mantera, dengue y justillo.

La anciana asiste desolada al espectáculo de la despoblación. En este punto podemos entretenernos con una serie de términos que ahora mismo nos acompañan. Si por norma general nadie vuelve a los pueblos, si apenas se celebran bodas o los nacimientos son escasos, y si las personas por ley de vida o de destino van muriendo, a la vuelta de unos años, muchos pueblo habrán desaparecido, salvo que una política diferente o un fenómeno de repoblación que ahora mismo no se contempla, vengan a cambiar esta condena. Apoyada en fuerte palo -dice el cantar- se dirige hacia Verdeña, rememorando lo que atrás deja, y lo que fuera el pueblo donde viviera tantos años. Pasa el Pisuerga, junto al Prado del Esgovio y después de rezar en la ermita de Santa Ana sigue camino hacia las Concejadas. Matías Barrio y Mier [1] describió con todo lujo de detalles los lugares por los que pasaba: Venta Morena, Vallabar, Quintana, Peña Horadada, Matillalera, Pozalgato..., algunos posiblemente desconocidos hoy por sus actuales moradores. Verdeña es un precioso pueblo de la Castillería, donde la reciben con la hospitalidad que caracteriza a estas gentes, hasta que, cansada de sopas de centeno a la cazuela, torreznos y arvejas blancas, emprende el camino de Estalaya donde por miedo, por recelo es rechazada. Sube el Vallegón, llega a Rabanal y después de contemplar picos y peñas, pueblos y vegas, entra por fin en Cervera un día de mercado. Hace unos años, un vecino de Camasobres me contaba una curiosa anécdota. Dice que una mujer del pueblo acudió a una boda que se celebraba en Aguilar, y al entrar en la villa exclamó: ¡Dios mío!, ¡Qué grandísimu es el mundu, que llega hasta Aguilar y más allá! ... Lo mismo dicen que le ocurrió a la vieja, al ver la animación y el bullicio reinante en Cervera de Pisuerga. Sea como fuere, lo cierto es que después de mucho andar, le abrieron una puerta y con miras a heredar lo que parecía ser patrimonio de la vieja, esta pactó con la Juslicia ciertas condiciones a cambio del hospedaje. Lo que Verdeña había dado por amor, Cervera lo entregaba por el interés. 

La leyenda nos mete un poco en el camino de las desavenencias para explicar la existencia de numerosa fauna y flora, toponimia y descripciones que aún hoy día permanecen ignoradas por la gran mayoría. ¿Envenenaron a la vieja? ¿Le indujeron a mandar el terreno a Cervera, castigando sin un palmo a Estalaya por su torpeza? Aunque, dicen que a Estalaya fueron a parar las campanas de su iglesia y a Verdeña las pilas de agua bendita.

Tal vez no fuera abuso, salgamos un momento de la historia. Cervera de Pisuerga sigue teniendo hoy en Carracedo su cabaña y restos de una mina de mármol donde trabajaron los hombres del contorno. Costumbres que fueron, lugares que pisamos, viejas cuentas en las que ya se mencionaba el asunto ese de la despoblación que ahora mismo nos ocupa.


[1] @Froilán de Lózar es autor de una extensa biografía sobre Matías Barrio y Mier, publicada en 2008 por la Institución Tello Téllez de Meneses. Allí se explican esta y otras leyendas. 

Algunas entradas en este blog relacionadas con Matías Barrio y Mier 


©Froilán De Lózar para la sección "Cuadernos de Montaña"
 "El Norte de Castilla"




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09 junio 1993

Desde abajo con fuerza
junio 09, 19930 Comments

En este país de variedades, no podía faltar el maleficio. La Montaña Palentina ha dado sobradas muestras de ocultismo a primeros de siglo, cuando su población alcanzó techo. Quienes somos felices reproduciendo historias, o aquellos que viven de contarlas, tenemos motivos para creer en lo fantástico, para detenernos en preguntas e, incluso, para dudar muchas veces sobre la necesidad de publicarlas. Es obvio que todo ayuda a conocer mejor el engranaje de la vida en estas comarcas. Si ahora mismo, en 1993, nos limitásemos a contar lo que vemos, lo que se palpa en el ambiente de estos núcleos, nos ahogaría el pesimismo. Es cierto que uno debe situarse siempre en lo más escabroso, debe exagerar la situación real. Por ejemplo: la población rural se muere o, los pueblos se acaban. Y a partir de ahí comenzar a situarse en la verdad. Tenemos una línea de autobuses, tenemos las calles asfaltadas, tenemos Matadero Municipal, tenemos, en fin, ganas tremendas de mejorar...



Algo se mueve, lentamente. Salinas de Pisuerga tiene ayuntamiento nuevo; San Salvador de Cantamuda, desde donde se rige la comarca perniana, lo está llevando al centro del pueblo, también nuevo. Hace sólo veinte años eran llamados los vecinos a huebra para palear la nieve, lo que ahora mismo evita la máquina que en su día adquirió el ayuntamiento.

Una familia optimista ha levantado un hotel en Triollo. Son pequeños pasos, dados en muchas ocasiones a ciegas, con escasos medios, con recursos humanos limitados. Eso no va a impedir que los pueblos sigan cayendo hasta quedar reducidos a dos o tres vecinos, como en Los Llazos, Casavegas, Verdeña, San Felices o Rebanal de las Llantas... Son pasos dados a caballo de la necesidad. Cualquier fórmula es buena aunque después no sirva al efecto para el que fue creada. Cualquier momento es hermoso en estos lugares, a pesar de todo el sufrimiento que se arrastre, de la angustia que el silencio provoque. Situándonos en la misma intemperie y mirando hacia adelante, hacia la vida de aquellos familiares y vecinos que como nosotros se recrean y sufren por parecidas situaciones, no cabe duda que encontraremos la salida, una salida.

Del exterior va a venir poco, si acaso, estemos vigilantes para que no nos quiten lo que hemos logrado a base de sacrificio. Se trata de la vida de muchos pueblos que, frente a las numerosas cantidades de olvido que soportan, como hormigas se arman de paciencia y van tejiendo su capa protectora. También debo decirlo. Al menos lo concibo así en este momento. ¿Qué clase de lucha les vamos a pedir a los ancianos? ¿Qué métodos pacíficos van a cambiar la postura de unas autoridades castellanas tan lejos de estas tierras? ¿Cuántos jóvenes se requieren para que sus gritos de auxilio hagan volver la cara a quienes rigen los destinos del pueblo?.

Pero compruebo, repasando este artículo, que me he alejado de la historia de maleficio que me había propuesto. Otro día se lo cuento.

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Desde abajo con fuerza
junio 09, 1993 2 Comments

En este país de variedades, no podía faltar el maleficio. La Montaña Palentina ha dado sobradas muestras de ocultismo a primeros de siglo, cuando su población alcanzó techo. Quienes somos felices reproduciendo historias, o aquellos que viven de contarlas, tenemos motivos para creer en lo fantástico, para detenernos en preguntas e, incluso, para dudar muchas veces sobre la necesidad de publicarlas.



Es obvio que todo ayuda a conocer mejor el engranaje de la vida en estas comarcas. Si ahora mismo, en 1993, nos limitásemos a contar lo que vemos, lo que se palpa en el ambiente de estos núcleos, nos ahogaría el pesimismo. Es cierto que uno debe situarse siempre en lo más escabroso, debe exagerar la situación real. Por ejemplo: la población rural se muere o, los pueblos se acaban. Y a partir de ahí comenzar a situarse en la verdad. Tenemos una línea de autobuses, tenemos las calles asfaltadas, tenemos Matadero Municipal, tenemos, en fin, ganas tremendas de mejorar...

Algo se mueve, lentamente. Salinas de Pisuerga tiene ayuntamiento nuevo; San Salvador de Cantamuda, desde donde se rige la comarca perniana, lo está llevando al centro del pueblo, también nuevo. Hace sólo veinte años eran llamados los vecinos a huebra para palear la nieve, lo que ahora mismo evita la máquina que en su día adquirió el ayuntamiento.

Una familia optimista ha levantado un hotel en Triollo. Son pequeños pasos, dados en muchas ocasiones a ciegas, con escasos medios, con recursos humanos limitados. Eso no va a impedir que los pueblos sigan cayendo. hasta quedar reducidos a dos o tres vecinos, como en Los Llazos, Casavegas, Verdeña, San Felices o Rebanal de las Llantas... Son pasos dados a caballo de la necesidad. Cualquier fórmula es buena aunque después no sirva al efecto para el que fue creada. Cualquier momento es hermoso en estos lugares, a pesar de todo el sufrimiento que se arrastre, de la angustia que el silencio provoque. Situándonos en la misma intemperie y mirando hacia adelante, hacia la vida de aquellos familiares y vecinos que como nosotros se recrean y sufren por parecidas situaciones, no cabe duda que encontraremos la salida, una salida.

Del exterior va a venir poco, si acaso, estemos vigilantes para que no nos quiten lo que hemos logrado a base de sacrificio. Se trata de la vida de muchos pueblos que, frente a las numerosas cantidades de olvido que soportan, como hormigas se arman de paciencia y van tejiendo su capa protectora.

También debo decirlo. Al menos lo concibo así en este momento. ¿Qué clase de lucha les vamos a pedir a los ancianos? ¿Qué métodos pacíficos van a cambiar la postura de unas autoridades castellanas tan lejos de estas tierras? ¿Cuántos jóvenes se requieren para que sus gritos de auxilio hagan volver la cara a quienes rigen los destinos del pueblo?.

Pero compruebo, repasando este artículo, que me he alejado de la historia de maleficio que me había propuesto. Otro día se lo cuento.


© Froilán De Lózar, para la sección "Cuaderno de Montaña".
Imagen Asier, Vista desde el Cueto de San Salvador, 2018.







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11 mayo 1993

En este tiempo de promesas
mayo 11, 19930 Comments

¡Cómo pasa el tiempo! Han pasado 18 años desde que se publicaron estas letras y lo subscribo casi todo. He leído recientemente que la Diputación de León invertirá 300 millones para conservar la Montaña. Me pregunto si será verdad y hasta qué punto van a emerger de su estado actual las reservas de Mampodre y Riaño, o el Parque Nacional de Covadonga.Pero el interrogante me sirve para ponernos como ejemplo: ¿Qué va a pasar con nuestra montaña? ¿De qué modo va a actuar nuestra Diputación para que se dignifique su entorno y cobre sentido la vida en estos lugares?



Ahora es tiempo de elecciones y crecen las posibilidades. Algún slogan milagroso bailará en la memoria de los diferentes partidos. Una cosa sí es verdad y sería necesario que no olvidase nadie: la Constitución es de todos y no se puede postergar ni un minuto más un proyecto serio que devuelva la tranquilidad a quienes aquí viven durante todo el año. Se ha hablado -me llega el eco- del término «Denominación de Origen». Zamora lo ha conseguido con el queso. En Tresviso (Cantabria) una mujer ha ganado en dos ocasiones la Feria Internacional del queso de Barcelona, y es posible que a través del conocimiento y la profundización en las zonas rurales se consiga -se esté consiguiendo ya en muchos lugares- el primer paso de una salida que parece necesaria, aunque nadie se pronuncie al respecto.

Ahora que se pone en entredicho el proyecto de un inmenso pantano en Pineda. Ahora que parece resurgir por todas partes un «profundo amor» por la Naturaleza. Ahora que el turismo, aquí, está alcalzando cotas impensables, sería conveniente que nuestros pueblos se pronunciaran, que los alcaldes se movilizasen y que los prometedores de turno se lanzasen con el convencimiento suficiente a reponer todas aquellas estructuras que son la base del mantenimiento de nuestros núcleos. Y no estoy mirando a nadie. Veo lógico que los restantes pueblos defiendan sus postulados, aboguen por el cumplimiento de sus deseos, pero que nadie se equivoque, que nadie margine a la montaña, que se dote a los pueblos de todos los instrumentos necesarios, que nadie diga «no se puede». ¿Es que sólo a través de parques naturales y «cuchufletas» van ustedes a cuidar la Tierra que ahora mismo relegan en cuanto a presupuestos se refiere? Tampoco les están pidiendo trescientos millones para hacer un «Parador de Invierno», ya queda para muestra «El Golobar», en Brañosera. Lo que se pide es básico, es fundamental. Lo hemos repetido hasta la saciedad.

Quienes demandan un pantano, deben también conocer las carestías que en materias como la sanidad, la educación, o el mismo invierno se padecen en la zona. ¿Qué puede esperar el que no da nada? También los pueblos de pocos habitantes necesitan ayuda. A ver qué ofrecen hoy los que nos convocan a hacerlos regidores de esta Tierra. A ver qué dan mañana.


© Froilán De Lózar, para la sección "Cuaderno de Montaña".
Imagen Froilán De Lózar, Cervera de Pisuerga desde Peña Barrio.







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04 mayo 1993

Carta Puebla
mayo 04, 19930 Comments

Castilla, tal y como nos lo cuentan, tiene en Brañosera el primer pueblo instituido como tal. Siempre que nos hemos referido a este rincón lo hemos hecho mencionando su Ayuntamiento, el primero de España. El diploma donde así constaba se ha perdido y a lo sumo, sabemos, que hasta el siglo XVIII se localizaba en San Pedro de Arlanza, y allí lo copió un benedictino de Silos.






Vuelvo a encontrarme con Munio, el de Brañosera, junto a la Peña Rubia, en la Sierra de Hijar. Por Herreruela de Castillería, atravieso el Sestilón y me dirijo al Cueto, a la zaga de mi mentor Felipe Llorente. Después de atravesar el Sendero del Caño, nos abrazamos y él vuelve al pueblo, y yo al encuentro del Conde. Voy buscando el documento. Una señal que verifique aquella historia que sabemos porque nos han ido transmitiendo. El Conde me dicen que está triste estos días porque arrastra sobre el nacimiento de tan importante noticia, el peso de la muerte de un oso pardo alpino. Los ecologistas le han hablado con bastante dureza, ignorando lo que hasta ayer fuera noticia de primera página.

Ya diviso Barruelo, una cuenca que conoció su mayor esplendor -dicen las lenguas- por el tropezón afortunado de un caballo. Lo cierto es que, allí estaba el Conde Munio, que anduvo de poblado en poblado de la mano de Argilo, buscando el cielo y la merced, y nos dejó a Valero, Fénix, Zonio, Cristóbal y Cervelo para poblarle. Seguramente que, ante aquella carta-testamento, los hijos, regocijados en principio por saberse herederos universales de montes, ríos, fuentes, frutos y valles, comienzan a dividirse el territorio.

A Valero le tocó Vadinia, situado en las laderas que se inclinan hacia el arroyo de mediodía. Lo de Vadinia lo sé por el libro de «La Braña», donde se cita a García Guinea que basa la existencia del lugar por algunos fragmentos hallados de «terra sigillata». Y así, trato de adivinar, cómo se reparten los demás La Pedrosa, con su casa de campo; Covarrés, en las estribaciones de Valdecebollas, Pamporquero, Valberzoso y Peña Rubia.

Su padre les deja escrito allí, que sólo paguen el tributo que deben al Conde que estuviere en el Reino. Buena medida, siendo muchos, para que generase riqueza la comarca del Rubagón. Ahora sólo nos queda de su legado, un monte lastimado por especuladores sin escrúpulos y una raza en peligro. Munio Núñez dijo que si alguna vez alguien se burlase de ellos, dentro de los términos de la Villa de Braña-Osaria, pague tres libras de oro.

Si el mandamiento se hubiera cumplido, sus calles estarían empedradas del preciado elemento.

© Froilán De Lózar, para la sección "Cuaderno de Montaña".
Norte de Castilla, 4 de mayo de 1993. 







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