Escribe Vicente Basterra, uno de nuestros historiadores locales, sobre las Ordenanzas del valle de Redondo, cómo la autoridad recae entonces sobre los regidores de cada localidad, de la misma forma que luego recae sobre los alcaldes pedáneos, que en rigurosa alternancia presiden el Concejo y administran el Valle. Se gobernaban estos por su propio Concejo, se sometían a la autoridad de su propio regidor o alcalde y era su ámbito de actuación, un territorio propio.
El capítulo 84 trata del cierre de fronteras. Vecinos y moradores son obligados a cerrar sus fronteras de aquellas heredades que se establezcan, así como también los huertos desde el primero de marzo y nabares y arvejales para que no entren en ellos los ganados. Se cita en ellas cada premisa con detalle, así el mesquero será el encargado de guardar los frutos de prados y tierras.
Hasta tal punto las consideran necesarias y se ciñen a ellas, que desobedecerlas o ir en su contra implica poder ser prendados por el regidor, debiendo vender o rematar en público Concejo. Como ahora se hace con el Quijote y otros libros, en aquellos años el regidor manda leer en público, dos veces al año las Ordenanzas, para que se conozcan y se cumplan.
1 Comentarios
Os leo con avidez, gracias
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