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De Pozancos a Moarves

Preguntamos a un anciano en Rebolledo de la Torre, si hay algún atajo para llegar a Pozancos y nos señala un camino rural que llega a Castrecías, advirtiéndonos bien: “la parte de Burgos está asfaltada, no hay problema; la otra parte, la de Palencia, está inmisericorde.” Y así fue, y quienes viajábamos aquel domingo para ver la renombrada galería de Rebolledo, coincidimos en reconocer que el paisano se había quedado corto. Pozancos es una localidad de 30 habitantes, en la línea divisoria entre Palencia y Burgos, a cinco kilómetros de Mave. Aquí se conserva íntegro el ventanal de poniente, que luce acantos carnosos y columnas con curiosos acalanamientos, atribuido a uno de los talleres que trabajan en Carrión de los Condes.



Comemos en Aguilar, en el restaurante de la familia Cortés, donde ya nos advierten: “hoy “Diario Palentino” dedica una de sus páginas a Valle de Santullán”. No será la única sorpresa que me hinche un poco, aunque trate de disimularlo. Al llegar a Moarves, José Antonio, el custodio, nos pregunta que de dónde venimos. De San Salvador de Cantamuda -le contestan mis acompañantes. “Pues Froilán ha dicho que no es de Cantamuda, que es de Cantamuga”, llego a escuchar a tiempo, lo que me confirma que tengo algo más de cien seguidores en la provincia que esperan impacientes el diario del viernes. Hay que aclarar que la advocación de este templo es a San Juan, no a San Pedro como parece advertir en varias publicaciones de cierto prestigio.

Con razón, José Antonio, ante nuestra encendida mirada contemplando el majestuoso Pantocrátor flanqueado por dos grupos de seis apóstoles, exclama: ¡Solo hay que mirar! ¡Qué les voy a decir! Uniformidad que evidencia una sola mano en su factura, que es la mano que interesa destacar, el cantero que interesa conocer y aplaudir.

En Moarves la pila bautismal nos da en la cara. Situada al lado norte de la cabecera, de perfil troncocónico, viene a recordarnos los componentes del friso que admiramos en la rojiza portada.

Entre los años 1989 y 1995 se restauran, quedando una muestra de curiosas caras que motivan numerosas críticas. Ya no existen canteros como los de antes. Pero el viaje ha sido una señal para seguir promocionando la riqueza y el sentimiento de nuestra bella tierra.

De la serie "La Madeja", para Diario Palentino, 2018.

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