Cuando Miguel Ángel García Guinea habla del Románico a través de los ojos de un viajero del siglo XXI, explica de qué forma se introdujo en nuestro románico palentino. Es verdad que su viaje a nuestra montaña llega en un momento delicado: España está prácticamente aislado de Europa, las subvenciones de las universidades son ínfimas y otro tanto sucede con las becas de estudio. Pero Miguel Ángel se impone la tarea de realizar su tesis y algo ve que le maravilla y se vuelca en nuestro románico rural, y lo hace en nuestra montaña, aprovechando las visitas a su hermano Luis que ejerce por aquel tiempo de Notario en Cervera de Pisuerga. Seduce la forma de introducirse en ella, viajando por aldeas desconocidas hasta entonces, con un parco equipaje, como un aventurero -dice-, entrando y saliendo de las iglesias como un ser extraño, fotografiándolas, dibujándolas.
Hace dos años, la Diputación y el obispado se ponían de acuerdo para restaurar 13 templos entre los que se encontraban los de Olleros de Paredes Rubias, Quintanaluengos y Santibáñez de Resoba.
Cincuenta y cuatro iglesias románicas de Palencia y Burgos fueron restauradas en el proyecto de la Fundación Santa María la Real, todas de los siglos XII y XIII y ello, qué duda cabe, ha permitido recuperar algunas joyas y ha generado el movimiento de viajeros y estudiosos que, a la par que aquel selecto viajero, se quedan pasmados ante esa fiebre constructora de los antiguos concejos. Que falta mucho por hacer. Que hemos de velar por los custodios. Que todavía quedan verdaderas joyas por revisar y salvar. Es evidente. Y somos conscientes de que urge, más allá de los fastos puntuales.
No debemos olvidar, pese a que siempre haya gente que lo vea como un cuento, y paisanos del interior que no entiendan que los pueblos sin historia ya están muertos.
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