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La huella romántica

Todo lo que durante años me empujaba a escribir sobre la tierra de la que procedía, me vuelve ahora a la memoria y me regala la amistad de personas que luchan desde otros puntos, con otras armas, para que Palencia sea de verdad un gran museo al aire libre. Una de las ramas que más interés suscita ahora mismo en nuestra montaña, es el románico tan espléndido que atesora, canción que vamos interpretando por las redes, en los blogs, desde las pequeñas asociaciones y, ahora también, con la firma y el apoyo del Ateneo.



De este modo, el 18 de febrero nos encontramos una veintena de personas en El Recreo, una cervecería de la capital, sita en la calle doña Urraca, cerca de la calle mayor, donde fuimos debatiendo sobre este interesante tema.

Allí diversos tertulianos insistimos en evidenciar que, el arte, también pasa por asuntos estancados en terreno de nadie, como el de la despoblación. Aunque a simple vista nada tienen que ver, sabemos que van unidos en lo fundamental, porque, sin gente, no hay custodios, una figura a la que desde estos mismos puntos de apoyo de los que hablo, queremos rendir un homenaje en los próximos meses.

El románico no entiende de edades, como el amor, de ahí la huella que deja, la huella que viaja por los siglos, impregnados los edificios en buena medida del espíritu de quienes los vivieron.
Desde este rincón privilegiado de nuestro diario, quiero hacer una llamada a todos los palentinos, para que vengan a conocer nuestro patrimonio y lo divulguen, y lo defiendan, y entiendan así nuestro estado de ánimo cuando asistimos muchas veces a una promoción que no concuerda con el abandono que sufren muchos de los pueblos que las cobijan.

Yo que he comenzado a amar nuestro románico por las bocas de tantos y tan buenos estudiosos con los que he tenido la fortuna de cruzarme en los últimos años, ya hice hincapié en aquella agradable velada, que nada sobrevive por sí solo, que la solución pasa por dar vida a esos pueblos, garantizarles los servicios, repoblar en la medida que podamos. Acaso no venga mucha gente, pero no se marcharán más y siempre quedará en todo lo que alcanzar pueda la vista, la huella de quienes entendieron que el mejor mensaje es la resistencia, aferrados a lo que amamos, como señal iniciática para las generaciones venideras.

De la sección "La Madeja" para Diario Palentino, @2017

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