No sabe uno bien hasta donde alcanza la responsabilidad de organismos e instituciones en lo que respecta a poner a buen recaudo el patrimonio. No sabe uno bien hasta qué punto nos hemos de involucrar todos, porque a todos nos concierne de algún modo, salvar cuanto podamos el legado, que son también los caminos que nos llevan a descubrir este mar de románico que nos va sorprendiendo desde Bilbao hasta Villafranca del Bierzo (León), pasando por Valle de Mena, Espinosa de los Monteros, Aguilar de Campoo, Cervera de Pisuerga, Guardo, Puente Almuhey, Cistierna, Boñar, La Robla, Igüeña...
Desde hace unos años trabaja en Vizcaya la Asociación de Amigos del Camino de Santiago que luchan para recuperar la memoria histórica de esta importante ruta jacobea, los pueblos de singular belleza por los que discurre, la historia que se va tejiendo en torno a ella.
Se trata de uno de los proyectos a los que quiere también sumarse el Ateneo de Palencia, con una invitación clara a todos sus miembros. Que sepan que existe, que está en fase de recuperación, que hay mucha gente en Asociaciones y Ayuntamientos del norte trabajando en silencio desde hace años, voces a las que hemos de apoyar también con nuestra presencia y nuestros gestos. La idea no es otra que abrazar y unificar criterios para que se conozca la historia de todos los pueblos por donde discurre.
El Camino de Santiago ha sido la ruta más importante de peregrinación de Europa medieval. Tanto tránsito sacó a flote un rico patrimonio artístico, que queda relegado, más que olvidado como llegó a decirse (de ahí lo del Camino Olvidado), al tomar auge el Camino Francés, a raíz de la publicación del Código Calixtino. Camino que se encuentra con éste en Columbrianos, cerca de Ponferrada.
Nuestra labor es difundirlo una vez que se complete la señalización y todos los agentes que intervienen se pongan de acuerdo en asignarle el mismo nombre, que no estamos hablando de caminos distintos.
Por ellos transitaron los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela, los que en otro punto tomaban la Ruta Vadiniense para dirigirse a Santo Toribio de Liébana, o el Camino de San Salvador, quienes iban hacia Oviedo, o ya puestos -como bien recuerda Jacinto Prada en una web vasca-, quienes se dirigían al lugar encantado de Valdorría, al que tan maravillosamente canta en "El río del olvido", Julio Llamazares, para venerar los restos de mi tocayo y santo Froilán.
Para la sección La Madeja, en Diario Palentino
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